Harry Potter. La colección completa (110 page)

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Authors: J.K. Rowling

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga

Alicia lanzó el penalti de Gryffindor, pero estaba tan enfadada que lo envió fuera. El equipo de Gryffindor perdía concentración, y los de Slytherin, entusiasmados por la falta de Malfoy contra Harry, cada vez se atrevían a más.

—Slytherin en posesión de la
quaffle
, Slytherin se dirige a la meta... Montague marca —gruñó Lee—: 70 a 20 a favor de Gryffindor...

Harry marcaba en ese momento a Malfoy desde tan cerca que sus rodillas chocaban. Harry no iba a dejar que Malfoy se acercara a la
snitch
...

—¡Quítate de en medio, Potter! —gritó Malfoy con enojo, e intentó dar la vuelta, pero encontró a Harry bloqueándole el paso.

—Angelina Johnson coge la
quaffle
. ¡Vamos, Angelina!
¡VAMOS!

Harry miró a su alrededor. Excepto Malfoy, todos los jugadores de Slytherin, incluido el guardameta, habían salido disparados contra Angelina. Iban a bloquearla.

Harry dio la vuelta a la Saeta de Fuego, se agachó hasta quedar paralelo al palo de la escoba y se lanzó hacia delante. Como una bala, se dirigió en dirección a los de Slytherin.


¡VOOOOOY!

Se dispersaron cuando la Saeta de Fuego se lanzó contra ellos como un torpedo. El camino de Angelina quedó despejado.


¡HA MARCADO!, ¡HA MARCADO!
¡Gryffindor en cabeza por 80 a 20!

Harry, que casi salió despedido hacia las gradas, frenó en el aire bruscamente, dio la vuelta y regresó veloz al centro del campo.

Y entonces vio algo como para pararle el corazón. Malfoy bajaba a toda velocidad con una expresión de triunfo en la cara. Allí, a unos metros del suelo, había un resplandor dorado.

Harry orientó hacia abajo el rumbo de su saeta, pero Malfoy le llevaba muchísima ventaja.

—¡Vamos!, ¡vamos!, ¡vamos! —dijo para espolear a la escoba. Ya reducía la distancia...

Harry se pegó al palo de la escoba cuando Bole le lanzó una
bludger
... estaba ya ante los tobillos de Malfoy... a su misma altura...

Harry se echó hacia delante, soltando las dos manos de la escoba. Desvió de un golpe el brazo de Malfoy y..


¡SÍ!

Recuperó la horizontal, con la mano en el aire, y el estadio se vino abajo. Harry sobrevoló a la multitud con un extraño zumbido en los oídos. La pequeña pelota dorada estaba fuertemente sujeta en su puño, batiendo las alas desesperadamente contra sus dedos.

Wood se acercó a él a toda velocidad, casi cegado por las lágrimas; cogió por el cuello a Harry y sollozó en su hombro irrefrenablemente. Harry sintió dos golpes en la espalda cuando Fred y George se acercaron. Luego oyó las voces de Angelina, Alicia y Katie:

—¡Hemos ganado la copa! ¡Hemos ganado la copa!

Atrapado en un abrazo colectivo, el equipo de Gryffindor bajó a tierra dando gritos con la voz quebrada.

Los grupos de hinchas del equipo escarlata saltaban ya las barreras y entraban en el terreno de juego. Multitud de manos palmeaban las espaldas de los jugadores. Harry estaba aturdido por el ruido y la multitud de cuerpos que lo apretaban. La afición los subió en hombros a él y al resto del equipo. Cuando pudo ver algo, vio a Hagrid cubierto de escarapelas rojas:

—¡Los has vencido, Harry! ¡Los has vencido! ¡Cuando se lo cuente a
Buckbeak
...!

Allí estaba Percy, dando saltos como un loco, olvidado de su dignidad. La profesora McGonagall sollozaba incluso más sonoramente que Wood, y se secaba los ojos con una enorme bandera de Gryffindor. Y allí, abriéndose camino hacia Harry, se encontraban Ron y Hermione. No podían articular palabra. Se limitaron a sonreír mientras Harry era conducido a las gradas, donde Dumbledore esperaba de pie, con la enorme copa de
quidditch
.

Si hubiera habido un
dementor
por allí... Mientras Wood le pasaba la copa a Harry, sin dejar de sollozar; mientras la elevaba en el aire, Harry pensó que podía materializar al
patronus
más robusto del mundo.

16
La predicción de la profesora Trelawney

La euforia por haber ganado la copa de
quidditch
le duró a Harry al menos una semana. Incluso el clima pareció celebrarlo. A medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos, y lo que a todo el mundo le apetecía era pasear por los terrenos del colegio y dejarse caer en la hierba, con grandes cantidades de zumo de calabaza bien frío, o tal vez jugando una partida improvisada de
gobstones
, o viendo los fantásticos movimientos del calamar gigante por la superficie del lago.

Pero no podían hacerlo. Los exámenes se echaban encima y, en lugar de holgazanear, los estudiantes tenían que permanecer dentro del castillo haciendo enormes esfuerzos por concentrarse mientras por las ventanas entraban tentadoras ráfagas de aire estival. Incluso se había visto trabajar a Fred y a George Weasley; estaban a punto de obtener el TIMO (Título Indispensable de Magia Ordinaria). Percy se preparaba para el ÉXTASIS (EXámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas), la titulación más alta que ofrecía Hogwarts. Como Percy quería entrar en el Ministerio de Magia, necesitaba las máximas puntuaciones. Se ponía cada vez más nervioso y castigaba muy severamente a cualquiera que interrumpiera por las tardes el silencio de la sala común. De hecho, la única persona que parecía estar más nerviosa que Percy era Hermione.

Harry y Ron habían dejado de preguntarle cómo se las apañaba para acudir a la vez a varias clases, pero no pudieron contenerse cuando vieron el calendario de exámenes que tenía. La primera columna indicaba:

LUNES

9 en punto: Aritmancia

9 en punto: Transformaciones

Comida

1 en punto: Encantamientos

1 en punto: Runas Antiguas

—¿Hermione? —dijo Ron con cautela, porque aquellos días saltaba fácilmente cuando la interrumpían—. Eeeh... ¿estás segura de que has copiado bien el calendario de exámenes?

—¿Qué? —dijo Hermione bruscamente, cogiendo el calendario y observándolo—. Claro que lo he copiado bien.

—¿Serviría de algo preguntarte cómo vas a hacer dos exámenes a la vez? —le dijo Harry.

—No —respondió Hermione lacónicamente—. ¿Habéis visto mi ejemplar de
Numerología y gramática
?

—Sí, lo cogí para leer en la cama —dijo Ron en voz muy baja.

Hermione empezó a revolver entre montañas de pergaminos en busca del libro. Entonces se oyó un leve roce en la ventana.
Hedwig
entró aleteando, con un sobre fuertemente atenazado en el pico.

—Es de Hagrid —dijo Harry, abriendo el sobre—. La apelación de
Buckbeak
se ha fijado para el día 6.

—Es el día que terminamos los exámenes —observó Hermione, que seguía buscando el libro de Aritmancia.

—Y tendrá lugar aquí. Vendrá alguien del Ministerio de Magia y un verdugo.

Hermione levantó la vista, sobresaltada.

—¡Traen a un verdugo a la sesión de apelación! Es como si ya estuviera decidido.

—Sí, eso parece —dijo Harry pensativo.

—¡No pueden hacerlo! —gritó Ron—. ¡He pasado años leyendo cosas para su defensa! ¡No pueden pasarlo todo por alto!

Pero Harry tenía la horrible sensación de que la Comisión para las Criaturas Peligrosas había tomado ya su decisión, presionada por el señor Malfoy. Draco, que había estado notablemente apagado desde el triunfo de Gryffindor en la final de
quidditch
, había recuperado parte de su anterior petulancia. Por los comentarios socarrones que entreoía Harry, Malfoy estaba seguro de que matarían a
Buckbeak
, y parecía encantado de ser el causante. Lo único que podía hacer Harry era contenerse para no imitar a Hermione cuando abofeteó a Malfoy. Y lo peor de todo era que no tenían tiempo ni ocasión de visitar a Hagrid, porque las nuevas y estrictas medidas de seguridad no se habían levantado, y Harry no se atrevía a recoger la capa invisible del interior de la estatua de la bruja.

Comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un inusitado silencio. Los alumnos de tercero salieron del examen de Transformaciones el lunes a la hora de la comida, agotados y lívidos, comparando lo que habían hecho y quejándose de la dificultad de los ejercicios, consistentes en transformar una tetera en tortuga. Hermione irritó a todos porque juraba que su tortuga era mucho más galápago, cosa que a los demás les traía sin cuidado.

—La mía tenía un pitorro en vez de cola. ¡Qué pesadilla...!

—¿Las tortugas echan vapor por la boca?

—La mía seguía teniendo un sauce dibujado en el caparazón. ¿Creéis que me quitarán puntos?

Después de una comida apresurada, la clase volvió a subir para el examen de Encantamientos. Hermione había tenido razón: el profesor Flitwick puso en el examen los encantamientos estimulantes. Harry, por los nervios, exageró un poco el suyo, y Ron, que era su pareja en el ejercicio, se echó a reír como un histérico. Tuvieron que llevárselo a un aula vacía y dejarlo allí una hora, hasta que estuvo en condiciones de llevar a cabo el encantamiento. Después de cenar, los alumnos se fueron inmediatamente a sus respectivas salas comunes, pero no a relajarse, sino a repasar Cuidado de Criaturas Mágicas, Pociones y Astronomía.

Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se celebró la mañana siguiente, con un aire ciertamente preocupado. Parecía tener la cabeza en otra parte. Había llevado un gran cubo de gusarajos al aula, y les dijo que para aprobar tenían que conservar el gusarajo vivo durante una hora. Como los gusarajos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que habían tenido nunca, y además concedió a Harry, a Ron y a Hermione muchas oportunidades de hablar con Hagrid.


Buckbeak
está algo deprimido —les dijo Hagrid inclinándose un poco, haciendo como que comprobaba que el gusarajo de Harry seguía vivo—. Ha estado encerrado demasiado tiempo. Pero... en cualquier caso, pasado mañana lo sabremos.

Aquella tarde tuvieron el examen de Pociones: un absoluto desastre. Por más que lo intentó, Harry no consiguió que espesara su «receta para confundir», y Snape, vigilándolo con aire de vengativo placer, garabateó en el espacio de la nota, antes de alejarse, algo que parecía un cero.

A media noche, arriba, en la torre más alta, tuvieron el de Astronomía; el miércoles por la mañana el de Historia de la Magia, en el que Harry escribió todo lo que Florean Fortescue le había contado acerca de la persecución de las brujas en la Edad Media, y hubiera dado cualquier cosa por poderse tomar además en aquella aula sofocante uno de sus helados de nueces y chocolate. El miércoles por la tarde tenían el examen de Herbología, en los invernaderos, bajo un sol abrasador. Luego volvieron a la sala común, con la nuca quemada por el sol y deseosos de encontrarse al día siguiente a aquella misma hora, cuando todo hubiera finalizado.

El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa Contra las Artes Oscuras. El profesor Lupin había preparado el examen más raro que habían tenido hasta la fecha. Una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un
grindylow
; atravesar una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un
hinkypunk
; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro
boggart
.

—Estupendo, Harry —susurró Lupin, cuando el joven bajó sonriente del tronco—. Nota máxima.

Sonrojado por el éxito, Harry se quedó para ver a Ron y a Hermione. Ron lo hizo muy bien hasta llegar al
hinkypunk
, que logró confundirlo y que se hundiese en la ciénaga hasta la cintura. Hermione lo hizo perfectamente hasta llegar al árbol del
boggart
. Después de pasar un minuto dentro del tronco, salió gritando.

—¡Hermione! —dijo Lupin sobresaltado—. ¿Qué ocurre?

—La pro... profesora McGonagall —dijo Hermione con voz entrecortada, señalando al interior del tronco—. Me... ¡me ha dicho que me han suspendido en todo!

Costó un rato tranquilizar a Hermione. Cuando por fin se recuperó, ella, Harry y Ron volvieron al castillo. Ron seguía riéndose del
boggart
de Hermione, pero cuando estaban a punto de reñir, vieron algo al final de las escaleras.

Cornelius Fudge, sudando bajo su capa de rayas, contemplaba desde arriba los terrenos del colegio. Se sobresaltó al ver a Harry.

—¡Hola, Harry! —dijo—. ¿Vienes de un examen? ¿Te falta poco para acabar?

—Sí —dijo Harry. Hermione y Ron, como no tenían trato con el ministro de Magia, se quedaron un poco apartados.

—Estupendo día —dijo Fudge, contemplando el lago—. Es una pena..., es una pena... —suspiró ampliamente y miró a Harry—. Me trae un asunto desagradable, Harry, La Comisión para las Criaturas Peligrosas solicitó que un testigo presenciase la ejecución de un
hipogrifo
furioso. Como tenía que visitar Hogwarts por lo de Black, me pidieron que entrara.

—¿Significa eso que la revisión del caso ya ha tenido lugar? —interrumpió Ron, dando un paso adelante.

—No, no. Está fijada para la tarde —dijo Fudge, mirando a Ron con curiosidad.

—¡Entonces quizá no tenga que presenciar ninguna ejecución! —dijo Ron resueltamente—. ¡El
hipogrifo
podría ser absuelto!

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