Harry Potter. La colección completa (412 page)

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Authors: J.K. Rowling

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga

—Yo… Hermione… Lo siento… No sabía que…

—¿No sabías que Ron y yo somos perfectamente conscientes de lo que puede pasarnos si te acompañamos? Bueno, pues lo sabemos. Enséñale a Harry lo que has hecho, Ron.

—No… acaba de comer.

—¡Enséñaselo! ¡Tiene que saberlo!

—Está bien. Ven, Harry.

Ron retiró el brazo de los hombros de Hermione por segunda vez y fue hacia la puerta pisando fuerte.

—¡Vamos!

—¿Qué pasa? —preguntó Harry, y siguió a su amigo hasta el diminuto rellano.


¡Descendo!
—murmuró Ron apuntando al bajo techo con la varita mágica, donde de inmediato se abrió una trampilla por la que se deslizó una pequeña escalera que descendió hasta los pies de los chicos. Por el hueco rectangular de la trampilla salió un tremebundo ruido, entre gemido y sorbetón, junto con un desagradable olor a cloaca.

—Es vuestro
ghoul
, ¿no? —preguntó Harry, que nunca había visto a la criatura que a veces alteraba el silencio nocturno de La Madriguera.

—Sí, es el
ghoul
—confirmó Ron, y se dispuso a subir—. Ven y échale un vistazo.

Harry lo siguió hacia el diminuto altillo. Ya había metido cabeza y hombros por el hueco cuando vio a la criatura acurrucada en la penumbra a escasos palmos de él, profundamente dormida y con su enorme boca abierta.

—Pero si parece… ¿Todos los
ghoul
s llevan pijama?

—No —dijo Ron—. Y tampoco son pelirrojos ni tienen tantas pústulas.

Harry contempló aquella cosa repugnante de forma y tamaño humanos, y cuando la vista se le acostumbró a la oscuridad, comprobó que el pijama era uno viejo de Ron. Hasta ese momento estaba convencido de que normalmente los
ghoul
s eran viscosos y calvos, en lugar de peludos y cubiertos de enormes ampollas moradas.

—Soy yo. ¿No lo entiendes? —comentó Ron.

—No, no lo entiendo.

—Ya te lo explicaré en la habitación. Este olor me da náuseas.

Bajaron por la escalerilla. Ron la recogió y ambos se reunieron con Hermione, que seguía seleccionando libros.

—Cuando nos marchemos, el
ghoul
bajará a mi dormitorio y vivirá aquí —explicó Ron—. Creo que lo está deseando. Bueno, es difícil saberlo porque lo único que hace es gemir y babear, pero cuando se lo menciono, mueve afirmativamente la cabeza. En fin, el
ghoul
será yo aquejado de
spattergroit
. Una idea genial, ¿verdad? —Harry estaba perplejo—. ¡Es una idea genial! —insistió Ron, frustrado porque su amigo no captara lo inteligente que era su plan—. Mira, cuando nosotros tres no aparezcamos en Hogwarts a principio de curso, todo el mundo pensará que Hermione y yo estamos contigo, ¿no? Eso significa que los
mortífagos
visitarán a nuestras familias en busca de información sobre nuestro paradero.

—Si todo sale bien, parecerá que yo me he ido con mis padres; últimamente muchos hijos de
muggles
se están planteando esconderse —aportó Hermione.

—Como es lógico, no podemos esconder a toda mi familia, porque resultaría sospechoso y, además, mi padre no puede dejar su empleo —explicó Ron—. Así que haremos correr la trola de que estoy muy enfermo de
spattergroit
y por eso no he vuelto al colegio. Si alguien viene aquí a husmear, mi padre o mi madre le enseñarán al
ghoul
en mi cama, cubierto de pústulas. Como es una enfermedad muy contagiosa, nadie se atreverá a acercarse a él. Además, no importa que el
ghoul
no diga nada porque, por lo visto, cuando el hongo se extiende por la campanilla te quedas afónico.

—Y tus padres ¿están al corriente de este plan? —preguntó Harry.

—Mi padre, sí. Fue él quien ayudó a Fred y George a transformar al
ghoul
. Mi madre… bueno, ya sabes cómo es; no aceptará que nos vayamos hasta que nos hayamos ido.

A continuación se produjo un silencio sólo interrumpido por los débiles ruidos sordos producidos por los libros que Hermione continuaba lanzando a uno u otro montón. Ron se sentó a contemplarla. Harry miraba alternativamente a sus amigos, sin saber qué decir. Las medidas que habían adoptado para proteger a sus respectivas familias, más que cualquier otra acción que hubieran emprendido, le hicieron comprender que estaban decididos a acompañarlo sabiendo con exactitud lo peligroso que resultaría. Le habría gustado expresarles cuánto significaba eso para él, pero no encontraba palabras lo bastante solemnes.

En medio de ese silencio, oyeron los gritos amortiguados de la señora Weasley, cuatro pisos más abajo.

—Seguro que Ginny se ha dejado una mota de polvo en algún maldito servilletero —dijo Ron—. No entiendo por qué los Delacour tienen que venir dos días antes de la boda.

—La hermana de Fleur será dama de honor, de modo que tiene que estar aquí para el ensayo general, y es demasiado joven para venir sola —explicó Hermione mientras examinaba, indecisa,
Recreo con la banshee
.

—Bueno, tener invitados no va a ayudar a reducir el estrés de mi madre —masculló Ron.

—Lo que debemos decidir —apostilló Hermione mientras desechaba
Teoría de defensa mágica
y cogía
Evaluación de la educación mágica en Europa
— es adónde vamos a ir cuando salgamos de aquí. Ya sé que dijiste que primero querías visitar Godric's Hollow, Harry, y lo entiendo, pero… no sé… ¿no deberíamos dar prioridad a los
Horrocruxes
?

—Si supiéramos dónde están los
Horrocruxes
te daría la razón —repuso Harry, que no creía que Hermione comprendiera de verdad su deseo de ir a Godric's Hollow. No obstante, la tumba de sus padres no era lo único que lo atraía, pues tenía el claro aunque inexplicable presentimiento de que ese lugar le depararía algunas respuestas. Quizá fuera sencillamente porque era allí donde él había sobrevivido a la maldición asesina de Voldemort, pero, ahora que se enfrentaba al reto de repetir esa hazaña, se sentía atraído por el lugar donde había sucedido, con la esperanza de entenderlo mejor.

—¿No crees que cabe la posibilidad de que Voldemort esté vigilando Godric's Hollow? —preguntó Hermione—. Quizá sospeche que irás a visitar la tumba de tus padres cuando tengas libertad de movimientos, ¿no?

Eso no se le había ocurrido a Harry. Mientras buscaba una respuesta convincente, Ron intervino siguiendo el hilo de sus propias ideas.

—Ese tal «R.A.B.»… ya sabéis, el que robó el guardapelo auténtico.

—Ya… En la nota ponía que iba a destruirlo, ¿no? —observó Hermione.

Harry se acercó la mochila y sacó el falso
Horrocrux
que todavía contenía la nota firmada por «R.A.B.».

—«He robado el
Horrocrux
auténtico y lo destruiré en cuanto pueda» —leyó.

—¿Y si es verdad que ese hombre lo destruyó? —aventuró Ron.

—O esa mujer —puntualizó Hermione.

—Lo que sea, hombre o mujer. ¡Así tendríamos uno menos que buscar!

—Sí, pero de cualquier forma tendremos que encontrar el guardapelo auténtico, ¿no? —observó la chica—. Para saber si lo destruyó o no.

—Y una vez que has hallado un
Horrocrux
, ¿cómo lo destruyes? —preguntó Ron.

—Bueno —dijo Hermione—, he estado investigando.

—¿Cómo? —preguntó Harry—. Creía que en la biblioteca no había ningún libro sobre
Horrocruxes
.

—No, no los había —admitió Hermione sonrojándose—. Dumbledore se los llevó todos de allí, pero… no los destruyó.

Ron se enderezó y enarcó las cejas.

—¡Por los calzones de Merlín! ¿Cómo has conseguido echarles el guante a esos libros sobre
Horrocruxes
?

—¡No los he robado! —se defendió Hermione mirando a sus amigos con cierta aprensión—. Esos libros todavía pertenecían a la biblioteca, aunque Dumbledore los hubiera retirado de los estantes. Además, si de verdad no hubiera querido que nadie los encontrara, estoy segura de que habría hecho que fuera mucho más difícil…

—¡Ve al grano! —exigió Ron.

—Fue muy sencillo —repuso Hermione con un hilo de voz—. Sólo tuve que hacer un encantamiento convocador. Ya sabéis:
«¡Accio!»
Salieron volando por la ventana del despacho de Dumbledore y… fueron derecho al dormitorio de las chicas.

—Pero ¿cuándo hiciste eso? —preguntó Harry mirándola con una mezcla de admiración e incredulidad.

—Justo después del… del funeral de Dumbledore —confesó ella con voz aún más débil—. Precisamente después de que acordamos no volver al colegio e ir en busca de los
Horrocruxes
. Cuando subí a buscar mis cosas, se me ocurrió que cuanto más supiera sobre ellos, mejor. Y como estaba sola, lo probé… y dio resultado. Entraron volando por la ventana y… los metí en mi baúl. —Tragó saliva y añadió—: No creo que Dumbledore se hubiera enfadado, porque nosotros no vamos a utilizar esa información para hacer un
Horrocrux
, ¿no?

—¿Acaso has oído que nos quejáramos? —inquirió Ron—. Pero, oye, ¿dónde están esos libros?

Hermione rebuscó un momento y sacó del montón un grueso tomo encuadernado en piel negra y gastada. Lo miró con cara de repulsión y lo sujetó con la punta de los dedos, como si fuera un bicho muerto.

—Éste es el que da instrucciones explícitas de cómo hacer un
Horrocrux
:
Los secretos de las artes más oscuras
. Es un libro horrible, espantoso, lleno de magia maligna. Me gustaría saber cuándo lo retiró Dumbledore de la biblioteca. Si no lo hizo hasta que lo nombraron director del colegio, supongo que Voldemort sacó de aquí toda la información que necesitaba.

—Pero si ya había leído el libro, ¿por qué tuvo que preguntarle a Slughorn cómo se hacía un
Horrocrux
? —se extrañó Ron.

—Voldemort sólo acudió a Slughorn para averiguar qué podía pasar si dividía su alma en siete partes —aclaró Harry—. Dumbledore estaba convencido de que Ryddle ya sabía cómo hacer un
Horrocrux
cuando habló con Slughorn sobre ellos. Me parece que tienes razón, Hermione: es muy probable que haya sacado de ahí la información.

—Y cuanto más leo sobre ellos —prosiguió la muchacha—, más horribles me parecen y más me cuesta creer que Voldemort hiciera seis. En este libro te advierten de lo poco sólido que queda el resto del alma cuando se divide, y eso creando sólo un
Horrocrux

Harry recordó que en una ocasión Dumbledore le había dicho que la maldad de Voldemort no conocía límites.

—¿Y no hay ninguna forma de volver a juntar las partes? —preguntó Ron.

—Sí —afirmó Hermione con una sonrisa forzada—, pero eso resultaría terriblemente doloroso.

—¿Por qué? ¿Cómo se hace? —preguntó Harry.

—Arrepintiéndote —respondió Hermione—. Tienes que arrepentirte de verdad de lo que has hecho. Hay una nota a pie de página, ¿sabéis? Por lo visto, el dolor que sientes al hacerlo podría destruirte. Pero, no sé por qué, no me imagino a Voldemort intentándolo. ¿Y vosotros?

—No, yo tampoco —opinó Ron antes que Harry—. Entonces, ¿en ese libro se explica qué hay que hacer para destruir un
Horrocrux
?

—Sí, en efecto —respondió Hermione, y pasó las frágiles páginas como si examinara entrañas podridas—, porque hace hincapié en lo potentes que han de ser los sortilegios que les hagan los magos tenebrosos. Por lo que he leído, deduzco que lo que Harry le hizo al diario de Ryddle es una de las pocas maneras verdaderamente infalibles de destruir un
Horrocrux
.

—¿Ah, sí? ¿Clavarle un colmillo de basilisco? —preguntó Harry.

—Pues menos mal que tenemos una gran provisión de colmillos de basilisco, ¿no? —dijo Ron con sarcasmo—. Me preguntaba qué íbamos a hacer con ellos.

—No tiene que ser necesariamente un colmillo de basilisco —explicó Hermione sin impacientarse—, pero sí algo tan destructivo que el
Horrocrux
no pueda repararse por sí mismo. El veneno de basilisco sólo tiene un antídoto, y es increíblemente escaso…

—Lágrimas de fénix —musitó Harry asintiendo.

—Exacto —confirmó Hermione—. Nuestro problema es que hay muy pocas sustancias tan destructivas como el veneno de basilisco, y además resulta muy peligroso manejarlas y transportarlas. Esa es una dificultad que tendremos que resolver, porque no basta con partir, aplastar ni machacar un
Horrocrux
, sino que debe quedar tan destrozado que no pueda repararse ni mediante magia.

—Pero, aunque destrocemos el objeto en que vive, ¿por qué no puede el fragmento de alma alojarse en otro objeto? —cuestionó Ron.

—Porque un
Horrocrux
es todo lo contrario de un ser humano. —Al ver que Harry y Ron se quedaban desconcertados, se apresuró a añadir—: Mira, si ahora mismo cogiera una espada, Ron, y te atravesara con ella, no le haría ningún daño a tu alma.

—Y seguro que eso sería un gran consuelo para mí —ironizó Ron.

Harry rió.

—Pues debería serlo. Pero lo que quiero decir es que le hagas lo que le hagas a tu cuerpo, tu alma sobrevivirá intacta. En cambio, con un
Horrocrux
pasa todo lo contrario: para sobrevivir, el fragmento de alma que alberga depende de su continente, de su cuerpo encantado. Sin él no puede existir.

—Podría decirse que ese diario murió cuando le clavé el colmillo —reflexionó Harry recordando la tinta que manaba como sangre de sus perforadas hojas, y los gritos del fragmento de alma de Voldemort al esfumarse.

—Eso es. Y una vez destruido el diario, al fragmento de alma que se escondía en él ya no le fue posible seguir existiendo. Ginny intentó deshacerse del diario antes que tú, tirándolo por el retrete; pero el diario, como es lógico, no sufrió ningún daño.

—Espera un momento —intervino Ron frunciendo el entrecejo—. El fragmento de alma que había en ese diario poseyó a Ginny, ¿no es así? No lo entiendo. ¿Cómo funciona eso?

—Verás, mientras el continente mágico sigue intacto, el fragmento de alma que hay dentro puede entrar y salir con facilidad de alguien que se haya acercado demasiado al objeto. No, no me refiero a cogerlo; no tiene nada que ver con el hecho de tocarlo —añadió Hermione antes de que Ron la interrumpiera—. Me refiero a acercarse emocionalmente. Ginny vertió su corazón en ese diario, y eso la convirtió en un ser supervulnerable. Es decir, te pones en peligro si le tomas demasiado cariño al
Horrocrux
, o si estableces una fuerte dependencia de él.

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