Harry Potter. La colección completa (423 page)

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Authors: J.K. Rowling

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga

Harry tuvo la sensación de que un ladrillo le bajaba hasta el estómago. Y entonces se acordó: incluso lo había tenido en las manos cuando se lo pasaban unos a otros y todos intentaban abrirlo. Finalmente lo arrojaron a una bolsa de basura, junto con la caja de rapé de polvos verrugosos y la caja de música que les daba somnolencia…

—Kreacher nos robó un montón de cosas —recordó Harry. Era la última oportunidad, la única esperanza que les quedaba, y el chico pensaba aferrarse a ella hasta que lo obligaran a soltarla—. Tenía un alijo enorme guardado en su armario de la cocina. ¡Vamos!

Bajó los escalones de dos en dos y sus amigos lo siguieron atropelladamente. Hicieron tanto ruido que al pasar por el vestíbulo despertaron al retrato de la madre de Sirius.

—¡Podridos! ¡Sangre sucia! ¡Canallas! —les gritó la bruja mientras los tres se precipitaban a la cocina del sótano y cerraban la puerta tras ellos.

Harry cruzó la estancia corriendo y se detuvo con un derrape ante el armario de Kreacher, que abrió de golpe. Allí estaba el nido de mantas sucias y raídas en que antes dormía el elfo doméstico, pero las alhajas que éste había rescatado ya no relucían entre ellas. Lo único que quedaba a la vista era un ejemplar de
La nobleza de la naturaleza: una genealogía mágica
. Harry, que se negaba a darse por vencido, tiró de las mantas y las sacudió. Cayó un ratón muerto y rodó por el suelo. Ron soltó un gruñido y se subió a una silla; Hermione cerró los ojos.

—Todavía no hemos terminado —murmuró Harry, y llamó—: ¡Kreacher!

Se oyó un fuerte «¡crac!» y el elfo doméstico que Harry se había mostrado tan reacio a heredar de Sirius apareció de la nada ante la fría y vacía chimenea. Era muy pequeño —les llegaba por la cintura—, le colgaban pliegues de piel blancuzca por todas partes, y unos mechones de pelo blanco le salían por las orejas de murciélago. Todavía llevaba puesto el trapo mugriento con que lo habían conocido. La mirada de desdén que le dirigió a Harry demostró que su actitud, pese a haber cambiado de amo, no había variado más que su atuendo.

—El amo —dijo Kreacher con su ronca voz de sapo, e hizo una reverencia murmurando como si hablara con sus rodillas— ha regresado a la noble casa de mi ama con Weasley, el traidor a la sangre, y con la sangre sucia…

—Te prohíbo que llames a nadie «traidor a la sangre» o «sangre sucia» —le advirtió Harry.

Kreacher, de nariz con forma de morro de cerdo y ojos inyectados en sangre, no le habría inspirado la menor simpatía aunque no hubiera traicionado a Sirius entregándolo a Voldemort.

—Quiero hacerte una pregunta —continuó, mirándolo fijamente y con el corazón acelerado—, y te ordeno que contestes con sinceridad. ¿Me has entendido?

—Sí, amo —respondió Kreacher, y de nuevo hizo una reverencia.

Harry observó que movía los labios sin articular sonido, sin duda formando los insultos que le habían prohibido pronunciar.

—Hace dos años —dijo con el corazón palpitándole— tiramos un gran guardapelo de oro que había en el salón. ¿Lo recuperaste tú?

Hubo un momento de silencio. Kreacher se enderezó y miró a Harry a los ojos.

—Sí —dijo.

—¿Y dónde lo metiste? —preguntó Harry, eufórico. Ron y Hermione también parecían muy contentos.

Kreacher cerró los ojos como si no quisiera ver la reacción a su respuesta:

—Ya no está aquí.

—¿Que ya no está aquí? —repitió Harry, decepcionado—. ¿Qué quieres decir? —El elfo se estremeció y se balanceó un poco—. Kreacher —añadió Harry con fiereza—, te ordeno que…

—Mundungus Fletcher… —gruñó el elfo con los párpados apretados—. Mundungus Fletcher lo robó todo: las fotografías de la señorita Bella y la señorita Cissy, los guantes de mi ama, la Orden de Merlín, Primera Clase, las copas con el emblema de la familia y… y… —boqueó mientras su hundido pecho se agitaba y acto seguido abrió los ojos y soltó un grito desgarrador—: ¡y el guardapelo, el guardapelo del amo Regulus! ¡Kreacher obró mal, Kreacher no cumplió las órdenes que había recibido!

Harry reaccionó de manera instintiva: cuando el elfo se lanzó hacia el atizador de la chimenea, el chico se precipitó sobre él y lo derribó. El chillido de Hermione se mezcló con el de Kreacher, pero Harry gritó más fuerte que los dos:

—¡Kreacher, te ordeno que te estés quieto!

Cuando notó que se quedaba inmóvil, lo soltó. La criatura permaneció tumbada en el frío suelo de piedra, los hundidos ojos anegados en lágrimas.

—¡Deja que se levante, Harry! —susurró Hermione.

—¿Para que se golpee con el atizador? —replicó éste, y se arrodilló a su lado—. No, ni hablar. Bueno, Kreacher, quiero que me digas la verdad: ¿cómo sabes que Mundungus Fletcher robó el guardapelo?

—¡Kreacher vio cómo lo robaba! —respondió el elfo resollando, y las lágrimas le resbalaron por el hocico y se le perdieron en la boca de dientes grisáceos—. Kreacher lo vio salir del armario de Kreacher cargado con los tesoros de Kreacher. Kreacher le dijo al muy ratero que se detuviera, pero Mundungus Fletcher rió y… y echó a correr.

—Has dicho que el guardapelo era del amo Regulus —observó Harry—. ¿Por qué? ¿De dónde había salido? ¿Qué tenía que ver Regulus con él? ¡Kreacher, levántate y cuéntame todo lo que sepas sobre ese guardapelo, y qué relación tenía Regulus con él!

El elfo se incorporó, se hizo un ovillo ocultando la cara entre las rodillas y se meció adelante y atrás. Cuando se decidió a hablar, lo hizo con una voz amortiguada, pero se le entendió muy bien en la silenciosa y resonante cocina.

—El amo Sirius huyó (¡de buena nos libramos!), porque era muy malvado y le destrozó el corazón a mi ama con sus maneras anárquicas. Pero el amo Regulus tenía dignidad; él sabía cuánto le debía al apellido Black y estaba orgulloso de su sangre limpia. Durante años habló del Señor Tenebroso, que iba a sacar a los magos de su escondite para que dominaran a los
muggles
y a los hijos de los
muggles
… Y cuando tenía dieciséis años, el amo Regulus se unió al Señor Tenebroso. ¡Kreacher estaba tan orgulloso de él, tan orgulloso, se alegraba tanto de servirlo!

»Y un día, un año después de haberse unido a él, el amo Regulus bajó a la cocina a ver a Kreacher. El amo Regulus siempre había tratado bien a Kreacher. Y el amo Regulus dijo… dijo… —el anciano elfo se meció más deprisa que antes— dijo que el Señor Tenebroso necesitaba un elfo.

—¿Que Voldemort necesitaba un elfo? —se extrañó Harry mirando a Ron y Hermione, tan desconcertados como él.

—¡Ay, sí! —se lamentó Kreacher—. Y el amo Regulus le ofreció a Kreacher. Era un gran honor, dijo el amo Regulus, un gran honor para él y para Kreacher, que tenía que hacer cuanto el Señor Tenebroso le ordenara y luego volver a ca… casa. —El elfo doméstico se meció aún más deprisa y sollozó—. Así que Kreacher se marchó con el Señor Tenebroso. El Señor Tenebroso no le dijo a Kreacher qué quería que hiciera, pero se llevó a Kreacher a una cueva junto al mar. Y dentro de la cueva había una caverna, y en la caverna había un lago, negro e inmenso…

A Harry se le erizó el vello de la nuca. Era como si la ronca voz de Kreacher le llegara desde el otro extremo de aquel oscuro lago. Veía lo que había pasado con tanta claridad como si hubiera estado presente.

—… había una barca…

Claro que había una barca; Harry vio esa barca, muy pequeña, de un verde espectral, encantada para transportar a un mago y una víctima hasta la isla del centro del lago. De modo que así era como Voldemort comprobó la eficacia de las defensas que rodeaban el
Horrocrux
: pidiendo en préstamo a una criatura desechable, a un elfo doméstico…

—En la isla había una va… vasija llena de poción, y el Se… Señor Tenebroso obligó a Kreacher a bebérsela… —Temblaba de pies a cabeza—. Kreacher bebió, y mientras bebía vio cosas terribles… A Kreacher le ardían las entrañas… Kreacher le suplicó al amo Regulus que lo salvara, le suplicó a su ama Black, pero el Señor Tenebroso sólo reía… Obligó a Kreacher a beberse toda la poción… dejó un guardapelo en la vasija vacía… y volvió a llenarla de poción…

»Y entonces el Señor Tenebroso se marchó en la barca, dejando a Kreacher en la isla…

Harry se imaginó la escena: vio cómo el blanco y serpentino rostro de Voldemort se perdía en la oscuridad mientras sus ojos rojos se clavaban sin piedad en el atormentado elfo, que sólo tardaría unos minutos en morir cuando sucumbiera a la insoportable sed que la abrasadora poción causaba a su víctima… Pero la imaginación de Harry no pudo ir más allá, porque no entendía cómo Kreacher había logrado escapar.

—Kreacher necesitaba agua, se arrastró hasta la orilla de la isla y bebió agua del negro lago… y unas manos, unas manos cadavéricas, salieron de él y arrastraron a Kreacher hacia el fondo…

—¿Cómo saliste de allí? —preguntó Harry, y no le sorprendió que su voz fuera sólo un susurro.

Kreacher levantó la fea cabeza y miró a Harry con sus enormes ojos inyectados en sangre.

—El amo Regulus ordenó a Kreacher que volviera —respondió.

—Ya lo sé, pero ¿cómo huiste de los inferí?

Kreacher lo miró sin comprender.

—El amo Regulus ordenó a Kreacher que volviera —repitió.

—Sí, eso ya lo has dicho, pero…

—Hombre, Harry, es evidente, ¿no? —intervino Ron—. ¡Se desapareció!

—Pero en esa cueva no podías aparecerte ni desaparecerte —razonó Harry—, porque si no Dumbledore…

—La magia de los elfos no es como la de los magos —dijo Ron—. Quiero decir que en Hogwarts, por ejemplo, ellos pueden aparecerse y desaparecerse, y nosotros no.

Guardaron silencio mientras Harry asimilaba esa idea. ¿Cómo había cometido Voldemort semejante error? Y mientras el chico cavilaba, Hermione afirmó con frialdad:

—Claro, Voldemort debía de considerar que la magia de los elfos domésticos estaba muy por debajo de la suya, como la mayoría de los sangre limpia, que los tratan como si fueran animales. Seguro que nunca se le ocurrió pensar que los elfos poseyeran poderes que no estuvieran a su alcance.

—La primera ley de un elfo doméstico es cumplir las órdenes de su amo —entonó Kreacher—. A Kreacher le ordenaron volver, y Kreacher volvió…

—En ese caso, hiciste lo que te habían ordenado —dijo Hermione con dulzura—. ¡No desobedeciste ninguna orden!

Kreacher negó con la cabeza y se meció aún más rápido que antes.

—¿Y qué pasó cuando llegaste aquí? —preguntó Harry—. ¿Qué dijo Regulus al explicarle lo sucedido?

—El amo Regulus estaba preocupado, muy preocupado. El amo Regulus le ordenó a Kreacher que se escondiera y no saliera de la casa. Y entonces poco después… una noche, el amo Regulus fue a buscar a Kreacher a su armario, y el amo Regulus estaba raro, no era el mismo de siempre, parecía trastornado; Kreacher lo notó… Y le pidió a Kreacher que lo llevara a la cueva, a la cueva a la que Kreacher había ido con el Señor Tenebroso…

Y allí fueron. Harry también los visualizó con claridad: el asustado y anciano elfo y el delgado y moreno buscador que tanto se parecía a Sirius… Kreacher sabía cómo abrir la entrada oculta de la caverna subterránea y cómo alzar la diminuta barca; esa vez fue su adorado Regulus quien zarpó con él hacia la isla donde se hallaba la vasija de veneno…

—¿Y te obligó a beber la poción? —preguntó Harry, indignado.

Pero Kreacher negó con la cabeza y rompió a llorar. Hermione se tapó la boca con las manos, como si de pronto hubiera comprendido lo que había ocurrido.

—El a… amo Regulus se sacó del bolsillo un guardapelo como el que tenía el Señor Tenebroso —explicó Kreacher mientras las lágrimas le resbalaban por ambos lados del hocico—. Y le dijo a Kreacher que lo cogiera y que, cuando la vasija estuviera vacía, cambiara un guardapelo por el otro.

Los sollozos de Kreacher eran cada vez más desgarradores; Harry tuvo que concentrarse para entender lo que decía.

—Y ordenó… a Kreacher… que se marchara sin él. Y ordenó… a Kreacher que regresara a casa… y que nunca le contara a mi ama… lo que él había hecho… y que destruyera… el primer guardapelo. Y entonces… se bebió… toda la poción… y Kreacher cambió los guardapelos… y vio cómo… al amo Regulus… lo arrastraban al fondo del lago… y…

—¡Oh, Kreacher! —se lamentó Hermione, que también lloraba. Se arrodilló al lado del elfo e intentó abrazarlo, pero Kreacher se puso en pie, apartándose de ella como si le tuviera asco.

—La sangre sucia ha tocado a Kreacher, él no lo permitirá, ¿qué diría su ama?

—¡Te he dicho que no la llames sangre sucia! —lo reprendió Harry, pero el elfo ya se estaba castigando: se tiró al suelo y empezó a golpearse la frente contra él.

—¡Haz que pare! ¡Haz que pare! —gritó Hermione—. ¿Lo veis? ¿Veis lo repugnante que es ese sentido de la obligación que tienen?

—¡Basta, Kreacher! —ordenó Harry.

El elfo se tumbó en el suelo resollando y estremeciéndose. Unos mocos verdes le brillaban en el hocico, le estaba saliendo un cardenal en la pálida frente y tenía los ojos llorosos, hinchados y sanguinolentos. Harry nunca había visto nada tan lastimoso.

—Así que trajiste el guardapelo aquí —continuó interrogándolo, implacable, decidido a sonsacarle el relato completo de lo ocurrido—. ¿Qué hiciste con él? ¿Intentaste destruirlo?

—Nada de lo que probó Kreacher le hizo ningún daño —se lamentó el elfo—. Kreacher lo intentó todo, todo lo que sabía, pero nada, nada daba resultado… La cubierta tenía hechizos muy poderosos, Kreacher estaba seguro de que había que abrirlo para destruirlo, pero no se abría… Kreacher se castigó, volvió a intentarlo, se castigó, volvió a intentarlo. ¡Kreacher no había obedecido las órdenes, Kreacher no conseguía destruir el guardapelo! Y su ama estaba enferma de dolor, porque el amo Regulus había desaparecido, y Kreacher no podía contarle qué había pasado, no podía, porque el amo Regulus le había pro… prohibido decirle a nadie de la fa… familia qué había pa… pasado en la cueva…

Y se puso a sollozar tan fuerte que ya no logró articular ni una palabra coherente más. Hermione lloraba a lágrima viva, sin dejar de mirarlo, pero no se atrevió a tocarlo otra vez. Incluso Ron, que no le tenía mucha simpatía al elfo, parecía preocupado. Harry se puso en cuclillas y movió la cabeza intentando aclararse las ideas.

—No te entiendo, Kreacher —dijo al fin—. Voldemort intentó matarte, Regulus murió para hacer caer a Voldemort, y sin embargo a ti no te importó traicionar a Sirius y entregárselo al Señor Tenebroso. No tuviste ningún inconveniente en ir a hablar con Narcisa y Bellatrix y pasarle información a Voldemort a través de ellas…

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