Cómo no escribir una novela (16 page)

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Authors: Howard Mittelmark & Sandra Newman

Tags: #Ensayo, Humor

Aunque puedes simplemente consultar esas expresiones en un diccionario, tienes la suerte de vivir en una época en la que puedes buscar en Internet cualquier cosa. Si no estás seguro de cierta frase, busca en Google cómo se usa. Si la frase que buscas apenas ofrece resultados, sólo unos cientos, seguramente te has equivocado al escribirla.

Y si piensas: «Yo no puedo comprobarlo todo», quizás es que tienes demasiadas frases de ésas. Esto puede provocar lo siguiente:

Y Tarzán se fue a la chita callando

Cuando el autor se apoya demasiado en expresiones hechas

Ella le dio un apasionado y ansioso beso antes de caer rendida en sus fuertes brazos, dejándose llevar por sus sentimientos. Su cabeza era como un torbellino de sensaciones y emociones. Aquel hombre rubio como la cerveza la estrechó en sus brazos con la fuerza de un huracán.

—Vida mía… contigo pan y cebolla —le juró.

Ella notó que ya no sentía las piernas. Aquel español de sangre caliente había derribado todas sus defensas. Era el hombre de sus sueños.

El sonido de un disparo rompió el silencio de la noche. Ayer mismo hubiera tenido la sensación de que allí corría más peligro que en una merienda de negros. Pero había llegado a entender que la vida no valía nada en la Ciudad Condal. En el fondo de su corazón Melinda supo que en aquel país nunca se sentiría como en casa. Pero decidió quedarse al lado de aquel fogoso macho latino que le había robado el corazón en un plis plas.

Los clichés se han convertido en clichés por una buena razón. En cierto momento de la historia un cliché, o una frase hecha, era nuevo o sorprendente y expresaba algo tan bien que pasó al lenguaje corriente como una unidad de significado y en muchos casos funcionando como una sola palabra. A menudo uno de esos comodines es perfectamente aceptable.

Sin embargo hay un punto crítico en el que el uso constante de esas frases comunes socava la vida que pueda haber en un texto. Como son tan conocidas, esas frases han perdido el significado de cada palabra individual que las componen. Cuando nos encontramos con un «era de un blanco inmaculado» en el mejor de los casos esa expresión sólo significa que era de color blanco, y en el peor, nada.

Los clichés y las expresiones comunes también presentan el peligro potencial de desorientar al lector. Pueden crear una momentánea, o permanente, confusión en su mente y no sabrá si debe tomarse la frase literal o metafóricamente. Si tu personaje femenino tiene un aire «a la Dama de las Camelias», es mejor aclarar que no tiene tuberculosis.

Otros casos similares podrían ser:

El psiquiatra trabajaba a lo loco.

El enfermo se confesó a tumba abierta.

Finalmente, lo que tienen en común todos los clichés y las expresiones hechas es que generalmente sólo transmiten ideas comunes, que resultan inapropiadas para escribir con exactitud o expresar matices. Las frases hechas deben evitarse sobre todo cuando se intentan describir emociones clave o acciones importantes (cualquier cosa que el lector pueda querer paladear con detalle). Los clichés pintan la realidad con brocha gorda y es mejor reservarlos para lo más familiar y lo menos sorprendente. Si estas dos características describen las emociones clave y las acciones importantes de tu libro, bueno, pues…

Y en el fondo de tu corazón sabes que esto es la cruda verdad.

¡Ve lo importante que es esto! ¡¿Lo ve?!

Cuando el autor puntúa como un histérico

¡Qué difíciles son los hombres! Al principio Jordi parecía estar muy pendiente de ella. Pero ¡ahora Melinda no sabía QUÉ pensar! Se había mostrado muy frío cuando ella fue corriendo hacia el callejón cuando casualmente lo vio, rodeado por sus colegas de aspecto patibulario.

Quizá había cometido un ERROR, pensó cuando se encaminó hacia su cita y dejaba atrás los inhóspitos muelles del puerto. ¿¡Cómo podía ella saber que acabaría siendo tan GROSERO!? Estaba oscureciendo y los portales de los edificios estaban llenos de Mujeres de la Vida pintarrajeadas y oliendo a perfume barato. Lo ODIABA, odiaba que esas mujeres vendieran su Más Preciado Tesoro, ese que estaba destinado a ser ofrecido únicamente a sus maridos.

¡Y de repente vio a Jordi! Y su corazón se derritió, lo mismo que si hasta ese momento hubiera estado helado y hubiera acabado acusando el calor de aquel país.

—¡Jordi! ¡Soy yo! ¡Cuánto me alegro de verte! —dijo, y fue corriendo hacia él, todas sus dudas olvidadas.

Los signos de exclamación son el signo de puntuación del que más se abusa. Aunque las comas a menudo aparecen alegremente desparramadas en un manuscrito no publicado —esto es una epidemia— y cada vez son más frecuentes los innecesarios guiones parentéticos que no se cierran, son los signos de exclamación los que se llevan la palma.

Nosotros nos hacemos cargo de que te apasiona convertirte en un novelista, pero los signos de exclamación deben usarse en muy pocas ocasiones, y siempre en diálogos. Incluso en estos casos deben usarse con comedimiento, normalmente para indicar que el personaje está gritando. A continuación te ofrecemos un uso apropiado de los signos de exclamación:

«Lo último que esperaba cuando se abrió la puerta del ascensor era que un tigre rugiera y se abalanzara sobre él.

—¡Ahhh!»

Abusar de los signos de exclamación desgasta su sentido hasta dejarlos vacíos. Aún estorban más cuando hay otras frases en las que están justificados, pues el lector se tiene que fijar en todos. La sensación que causa esa abundancia de signos de exclamación es que la mano del autor ha empezado a escribir frenéticamente, como un poseso que quiere convencer a toda costa al lector de que cada acción es muy importante. Cuando la acción no es importante, esos signos quedarán raros y como espolvoreados al azar. Cuando la acción es importante, los signos de exclamación son como esas bandas rugosas de las carreteras, distraerán al lector de la historia para hacer que se fije en la puntuación.

Casi en todas las situaciones que no implican un peligro físico o una gran sorpresa, piénsatelo dos veces antes de emplear los signos de exclamación. Si te lo has pensado dos veces y los signos de exclamación siguen ahí, piénsatelo tres veces, o el número de veces que sea necesario para quitarlos de una vez.

Otras convenciones tipográficas empleadas para dar énfasis a las palabras —cursiva, mayúsculas y negrita— deben usarse
muy poco
, MUY RARA VEZ o
nunca
.

De la misma forma, algunos escritores exhiben un admirable conocimiento de la literatura inglesa del siglo XVI o su fascinación por la tipografía alemana, pues escriben con Mayúscula Inicial Todos los Nombres Importantes o Cualquier Otra Palabra que se lo Parezca. No nos estamos refiriendo a esos escritores que siguen la actual moda de usar las denominadas Mayúsculas Irónicas; hablamos de aquellos escritores que dan por descontado que Patria, Amor y Honor deben escribirse con mayúscula porque son Términos Muy Importantes.

Para emplear correctamente las mayúsculas te sugerimos que consultes un buen libro de estilo de algún medio de comunicación, los cuales, por suerte, hace tiempo que están disponibles en las librerías o en Internet.

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LAS FRASES Y LOS PÁRRAFOS

Aunque se diría que Cuasimodo siempre había sido favorecido por la fortuna, pues no.

Los escritores han descubierto que pueden expresar más con las palabras si las ordenan en oraciones. Y como las frases son muchísimo más difíciles que las palabras, las posibilidades de equivocarse aumentan de forma exponencial. Todas las técnicas que te indicamos a continuación harán que tu manuscrito pueda ser etiquetado con la palabra «impublicable».

El minimalista

Cuando el esbozo suplanta a la novela

Mike lo golpeó con una barra de hierro y el otro hombre cayó. Muerto. Se fue corriendo porque sabía que lo acusarían de asesinato. Entró en su coche y se alejó de allí muy rápido, camino de su hotel. Allí se sentó y decidió qué hacer. Llamó a su novia. Le dijo que hiciera las maletas. La policía encontró el cuerpo e identificó a Mike como el asesino por las huellas que había dejado en la barra. Antes de que la policía fuera tras ellos Mike y su chica tomaron un avión hacia Europa. Ya en Europa decidieron comprar una casa en el campo con el dinero de ella.

—También necesito una pistola —dijo Mike.

Lo compraron todo. También compraron comida. Se establecieron allí y cambiaron sus nombres. Su pasado, pasado.

Aquí, tratando de conseguir un estilo tenso y con gran economía de medios, el autor nos endosa un informe policial. Éste es el resultado inevitable de escribir una página en el tiempo en que se tarda en cocer un huevo pasado por agua.

Para que una novela funcione se necesitan los suficientes detalles que hacen que esa historia cobre vida en la mente del lector. En la vida real el mundo físico existe sin que se requiera ningún esfuerzo por nuestra parte. En la ficción, a menos que lo describas, el mundo no existe.

Esto no significa que cada prenda de ropa de tus personajes y hasta su más insignificante acción tengan que describirse por extenso. Todas las novelas presentan unos hechos contados pormenorizadamente y otros de forma resumida. Pero debes hacer algo más que un esbozo de los hechos importantes con un par de conversaciones insinuadas. Estos hechos significativos e importantes conversaciones deben ofrecerse al lector tal cual suceden y en un marco descrito con viveza.

Los escritores que gustan de una prosa desnuda defienden su trabajo alegando que a ellos les aburre leer descripciones. Estos escritores tienden a minusvalorar lo importantes que eran las descripciones de las novelas con cuya lectura disfrutaron. Si una descripción está bien hecha, no es un estorbo para la trama y añade sustancia a una novela. Es como la grasa humana: demasiada es poco saludable, pero sin ella sólo nos quedaría un esqueleto.

La lista de ingredientes

Cuando la enumeración sustituye la descripción

El salón tenía un sofá, un armario, y una televisión y un reproductor de DVD en un carrito. También tenía dos ventanas con unas cortinas que estaban sin correr, y varias alfombras.

El zoo tenía unas jaulas con animales dentro. La gente pasaba por delante de las jaulas, mirando a los animales y hablando. También había puestos de bebidas donde también podías comprar hamburguesas, patatas fritas y frankfurts.

Alrededor del escenario de la película porno había varios actores desnudos. Tres hombres y una mujer. Otros dos actores mantenían relaciones sexuales en una cama. Unos cámaras vestidos los estaban filmando. Había una mesa con papeles en una esquina y un tablón de anuncios con mensajes.

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