El 18 Brumario de Luis Bonaparte

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Authors: Karl Marx

Tags: #Clásico, Filosofía, Histórico

 

El trabajo de Marx
El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
, escrito basándose en el análisis concreto de los sucesos revolucionarios de Francia entre 1848 y 1851, es una de las obras más importantes del marxismo.

En esta obra, Marx analizó la revolución francesa de 1848-1851; desarrolló aún más el principio fundamental del materialismo histórico, la teoría de la lucha de clases y de la revolución proletaria, la doctrina del Estado y de la dictadura proletaria; y llegó por primera vez a la conclusión de que el proletariado triunfante tiene que destruir la máquina del Estado burgués. «Todas las revoluciones han perfeccionado esta máquina —dice—, en lugar de romperla».

Marx registró por escrito y oportunamente el acontecimiento ocurrido desde diciembre de 1851 hasta marzo de 1852. Mientras escribía
El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
(diciembre de 1851 - marzo de 1852), intercambió muy a menudo con Engels opiniones sobre el suceso francés. Para la investigación, además de los periódicos y materiales oficiales, Marx se valió también de algunas correspondencias privadas remitidas de París.
El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
fue preparado originalmente para que saliera a luz en Norteamérica en ediciones sucesivas del semanario comunista
Die Revolution
, auspiciado por José Weydemeyer, amigo de Marx y Engels y miembro de la Liga de los Comunistas. Pero esta revista publicó sólo dos números (en enero de 1852), debido a las dificultades económicas. Y como el artículo de Marx llegó demasiado tarde, no se pudo publicar en esos dos números. De acuerdo con la sugerencia de Marx, Weydemeyer lo publicó, en mayo de 1852, en forma de folleto como el primer (y único número) de
Die Revolution
, publicación de aparición indeterminada. Weydemeyer cambió el título del folleto por el de
El dieciocho Brumario de Luis Napoleón
(no Luis Bonaparte). Obedeció al aprieto económico el hecho de que Weydemeyer no pudiera comprar la mayor parte de la primera edición al propietario de la imprenta, por lo cual no fueron muchos los folletos enviados a Europa. Fracasó también la tentativa de imprimirla de nuevo en Alemania o editarla en inglés en Inglaterra. La segunda edición del folleto no se publicó hasta el año 1869. Al publicarla, Marx revisó el texto de la primera. En el prólogo de la edición de 1869, Marx dio la explicación siguiente acerca de la revisión: «Una reelaboración de la presente obra la habría privado de su matiz peculiar. Por eso, me he limitado simplemente a corregir las erratas de imprenta y a tachar las alusiones que hoy ya no se entenderían». La tercera edición editada por Engels en 1885 es exactamente igual en texto a la de 1869.
El dieciocbo Brumario de Luis Bonaparte
, en francés, se publicó primero en enero-noviembre de 1891 en
Le Socialiste
, órgano del Partido Obrero de Francia. Posteriormente apareció, en el mismo año, en Lila, en forma de opúsculo. En 1894 apareció por primera vez, en Ginebra, la edición en ruso. La traducción de este folleto se ha tomado de la edición alemana de 1869.

El dieciocho Brumario del octavo año de la República después de la revolución burguesa francesa, o sea el 9 de noviembre de 1799, fue el día en que Napoleón I dio el golpe de Estado, implantó el régimen imperial y la dictadura militar. El 2 de diciembre de 1851, Luis Bonaparte, siguiendo la pauta de su tío, reestableció la dictadura militar por medio de un golpe de Estado; el 2 de diciembre de 1852, abrogó la República, emprendió el régimen imperial y fue proclamado Napoleón III. Por esta razón, Marx tomó la fecha
dieciocho Brumario
como título de su folleto para satirizar y denunciar a Luis Bonaparte.

Karl Marx

El 18 Brumario de Luis Bonaparte

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13.09.12

Título original:
Der Achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte

Karl Heinrich Marx, 1852.

Traducción:
Obras escogidas en tres tomos
, Editorial Progreso, Moscú 1981, Tomo I, páginas 404 a 498.

Diseño/retoque portada: jcastro94

Editor original: jcastro94 (v1.0 a v1.1)

Corrección de erratas: No

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Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa
.

La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos
.

Prólogo del autor a la segunda edición de 1869
[1]

Mi malogrado amigo José Weydemeyer
[2]
, proponíase editar en Nueva York, a partir del 1 de enero de 1852, un semanario político. Me invitó a mandarle para dicho semanario la historia del
coup d'état
[3]
. Le escribí, pues, un artículo cada semana, hasta mediados de febrero, bajo el título de
El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
. Entre tanto, el plan primitivo de Weydemeyer fracasó. En cambio, comenzó a publicar en la primavera de 1852 una revista mensual titulada «Die Revolution», cuyo primer cuaderno estaba formado por mi
Dieciocho Brumario
. Algunos cientos de ejemplares de este cuaderno salieron camino de Alemania, pero sin llegar a entrar en el comercio de libros propiamente dicho. Un librero alemán que se las daba de tremendamente radical, a quien le propuse encargarse de la venta, rechazó con verdadera indignación moral tan «inoportuna pretensión».

Como se ve por estos datos, la presente obra nació bajo el impulso inmediato de los acontecimientos, y sus materiales históricos no pasan del mes de febrero de 1852. La actual reedición se debe, en parte, a la demanda de la obra en el mercado librero, y, en parte, a instancias de mis amigos de Alemania.

Entre las obras que trataban en la misma época del mismo tema, sólo dos son dignas de mención:
Napoléon le Petit
, de Víctor Hugo y
Coup d'Etat
, de Proudhon
[4]
.

Víctor Hugo se limita a una amarga e ingeniosa invectiva contra el editor responsable del golpe de Estado. En cuanto el acontecimiento mismo, parece, en su obra, un rayo que cayese de un cielo sereno. No ve en él más que un acto de fuerza de un solo individuo. No advierte que lo que hace es engrandecer a este individuo en vez de empequeñecerlo, al atribuirle un poder personal de iniciativa que no tenía paralelo en la historia universal. Por su parte, Proudhon intenta presentar el golpe de Estado como resultado de un desarrollo histórico anterior. Pero, entre las manos, la construcción histórica del golpe de Estado se le convierte en una apología histórica del héroe del golpe de Estado. Cae con ello en el defecto de nuestros pretendidos historiadores objetivos. Yo, por el contrario, demuestro cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe.

Una reelaboración de la presente obra la habría privado de su matiz peculiar. Por eso, me he limitado simplemente a corregir las erratas de imprenta y a tachar las alusiones que hoy ya no se entenderían.

La frase final de mi obra: «Pero si por último el manto imperial cae sobre los hombros de Luis Bonaparte, la estatua de Bronce de Napoleón se vendrá a tierra desde lo alto de la Columna de Vendôme»
[5]
, es ya una realidad
[6]
.

El coronel Charras abrió el fuego contra el culto napoleónico en su obra sobre la campaña de 1815
[7]
. Desde entonces, y sobre todo en estos últimos años, la literatura francesa, con las armas de la investigación histórica, de la crítica, de la sátira y del sainete, ha dado el golpe de gracia a la leyenda napoleónica. Fuera de Francia, se ha apreciado poco y se ha comprendido aún menos esta violenta ruptura con la fe tradicional del pueblo, esta formidable revolución espiritual.

Finalmente, confío en que mi obra contribuirá a eliminar ese tópico del llamado cesarismo, tan corriente, sobre todo actualmente, en Alemania. En esta superficial analogía histórica se olvida lo principal: en la antigua Roma, la lucha de clases sólo se ventilaba entre una minoría privilegiada, entre los libres ricos y los libres pobres, mientras la gran masa productiva de la población, los esclavos, formaban un pedestal puramente pasivo para aquellos luchadores. Se olvida la importante sentencia de Sismondi: el proletariado romano vivía a costa de la sociedad, mientras que la moderna sociedad vive a costa del proletariado
[8]
. La diferencia de las condiciones materiales, económicas, de la lucha de clases antigua y moderna es tan radical, que sus criaturas políticas respectivas no pueden tener más semejanza las unas con las otras que el arzobispo de Canterbury y el pontífice Samuel.

Karl Marx

Londres, 23 de junio de 1869.

Publicado en la segunda edición de la obra de Karl Marx
El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
, publicada en Hamburgo en julio de 1869.

Se publica de acuerdo con el texto de la edición de 1869.

Traducido del alemán.

Prólogo de F. Engels a la tercera edición alemana de 1885

El que se haya hecho necesaria una nueva edición del
Dieciocho Brumario
, treinta y tres años después de publicada la primera, demuestra que esta obra no ha perdido nada de su valor.

Y fue, en realidad, un trabajo genial. Inmediatamente después del acontecimiento que sorprendió a todo el mundo político como un rayo caído de un cielo sereno, condenado por unos con gritos de indignación moral y aceptado por otros como tabla salvadora contra la revolución y como castigo por sus extravíos, pero contemplado por todos con asombro y por nadie comprendido, inmediatamente después de este acontecimiento, se alzó Marx con una exposición breve, epigramática, en que se explicaba en su concatenación interna toda la marcha de la historia de Francia desde las jornadas de febrero, se reducía el milagro del 2 de diciembre
[1]
a un resultado natural y necesario de esta concatenación, y no se necesitaba siquiera tratar al héroe del golpe de Estado más que con el desprecio que se tenía tan bien merecido. Y tan de mano maestra estaba trazado el cuadro, que cada nueva revelación hecha pública desde entonces no ha hecho más que suministrar nuevas pruebas de lo fielmente que estaba reflejada allí la realidad. Esta manera eminente de comprender la historia viva del momento, esta penetración profunda en los acontecimientos, al mismo tiempo que se producen, es, en realidad, algo que no tiene igual.

Mas para ello había que poseer también el conocimiento tan exacto que Marx poseía de la historia de Francia. Francia es el país en el que las luchas históricas de clase se han llevado siempre a su término decisivo más que en ningún otro sitio y donde, por tanto, las formas políticas sucesivas dentro de las que se han movido estas luchas de clase y en las que han encontrado su expresión los resultados de las mismas, adquieren también los contornos más acusados. Centro del feudalismo en la Edad Media y país modelo de la monarquía unitaria estamental desde el Renacimiento
[2]
, Francia pulverizó al feudalismo en la gran revolución e instauró la dominación pura de la burguesía bajo una forma clásica como ningún otro país de Europa. También la lucha del proletariado cada vez más vigoroso contra la burguesía dominante reviste aquí una forma aguda, desconocida en otras partes. He aquí por qué Marx no sólo estudiaba con especial predilección la historia pasada de Francia, sino que seguía también en todos sus detalles la historia contemporánea, reuniendo los materiales para emplearlos ulteriormente, razón por la cual jamás se veía sorprendido por los acontecimientos.

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