El cisne negro (58 page)

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Authors: Nassim Nicholas Taleb

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.- También es empirismo ingenuo ofrecer, en apoyo de una determinada argumentación, una serie de elocuentes citas confirmadoras de autoridades ya fallecidas. Si se busca bien siempre se puede encontrar a alguien que hiciera una afirmación que suene bien y confirme nuestro punto de vista; y, sobre todos los temas, es posible encontrar a otro pensador difunto que dijera exactamente lo contrario. Casi todas las citas que no son de Yogi Berra son de personas de !as que disiento.

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.- Hay que destacar con qué rapidez y eficacia se puede construir una nacionalidad con una bandera, unos cuantos discursos y un himno nacional; hasta ahora he evitado la etiqueta de «libanes», y prefiero la designación menos restrictiva de «levantino».

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.- Benoit Mandelbrot, que vivió una experiencia más o menos similar a la misma edad, aunque cerca de cuarenta años antes, recuerda su época de guerra como unos largos periodos de penoso aburrimiento salpicados de momentos de un miedo extremo.

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.- El historiador Niall Ferguson demostró que, a pesar de todas las explicaciones estándar de los preparativos de la Gran Guerra, que hablan de «tensiones en aumento» y de «escalada de crisis», el conflicto fue una sorpresa. Sólo algunos historiadores que miraban hacia atrás la consideraron, retrospectivamente, inevitable. Ferguson empleó una argumentación inteligente para demostrar sus ideas: se fijó en el precio de los bonos imperiales, que normalmente incluyen la previsión que (os inversores hacen de las necesidades económicas del Estado, y bajan ante la expectativa de conflictos, ya que las guerras producen grandes déficits. Pera los precios de los bonos no reflejaban la previsión de la guerra. Observemos que este estudio ilustra, además, que trabajar con los precios puede proporcionar una buena comprensión de la historia.

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.- En el capítulo 10 veremos algunos perspicaces tests cuantitativos realizados para demostrar tal coincidencia; éstos muestran que, en muchos asuntos, la distancia entre las opiniones es notablemente inferior a la distancia entre la media de las opiniones y la verdad.

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.- Luego caí en la cuenta de que la gran fuerza del sistema de libre mercado reside en el hecho de que los ejecutivos de las empresas no necesitan saber qué pasa.

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.- Me especialicé en unos complicados instrumentos llamados «derivados financieros», aquellos que requerían unas matemáticas avanzadas, pero en los cuales los errores de utilizar las matemáticas equivocadas eran mayores. El tema era nuevo y lo bastante atractivo para hacer de él mi tesis doctoral.
Señalemos que yo no podía forjarme una carrera apostando sólo por los Cisnes Negros: no había suficientes oportunidades de intercambio. Por otro lado, podía evitar estar expuesto a ellos, protegiendo mi cartera de valores contra las grandes pérdidas. Así fue. con el fin de eliminar la dependencia de lo aleatorio, me centré en las ineficacias técnicas entre instrumentos complicados, y en explotar estas oportunidades sin exponerme suceso raro, antes de que desaparecieran a medida que mis competidores progresaban técnicamente. En fases posteriores de mi carrera descubrí el negocio más fácil (y menos sometido al azar) de la protección, al estilo de las compañías aseguradoras, de grandes carteras de inversiones contra el Cisne Negro.

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.- Su tercer marido fue un filósofo italiano.

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.- Siento decir a los lectores que busquen Yevguenia Krasnova en Google que es un personaje de ficción.

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.- Yo estoy a salvo de tal posibilidad, puesto que nunca llevo corbata (salvo en los entierros).

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.- El ejemplo original de Russell habla de un pollo. Mi versión es, pues, una adaptación estadounidense mejorada.

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.- Afirmaciones como la del capitán Smith son tan habituales que ni siquiera tienen gracia. En septiembre de 2006, un fondo llamado Amaranth, cuyo nombre procedía, irónicamente, de una flor que «nunca muere», tuvo que cerrar después de perder cerca de 7.000 millones de dólares en unos pocos días, la pérdida más impresionante en la historia de las operaciones bursátiles (otra ironía: yo compartía despacho con los operadores). Unos días antes de que eso sucediera, la empresa hizo una declaración con el fin de que los inversores no se preocuparan, porque contaban con doce gestores de riesgos, personas que usan modelos del pasado para realizar mediciones del riesgo sobre las posibilidades de un suceso como aquél. Aunque hubiesen dispuesto de ciento doce gestores del riesgo, no hubiera habido diferencia significativa alguna; se habrían ido a pique igualmente. Es evidente que no se puede elaborar más información que la que el pasado pueda ofrecer; si uno compra cien copias del New York Times, no estoy demasiado seguro de que eso le ayude a incrementar sus conocimientos sobre el futuro. Simplemente no sabemos cuánta información hay en el pasado.

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.- Lo más trágico del suceso de baja probabilidad y elevado impacto proviene del desajuste entre el tiempo que lleva compensar a alguien y el que se necesita para sentirse seguro de que no apuesta contra ei suceso raro. Las personas tienen un incentivo para apostar contra él, o para jugar con el sistema, ya que se íes puede pagar una cantidad extra que refleje su rendimiento anual cuando, de hecho, todo lo que hacen es producir unos beneficios ilusorios que algún día volverán a perder. En efecto, la tragedia del capitalismo es que, dado que la calidad de los beneficios no se puede observar a partir de los datos pasados, los propietarios de empresas, concretamente Los accionistas, pueden ser despistados por unos gestores que demuestran beneficios y una rentabilidad ficticia pero que, en realidad, pueden estar corriendo riesgos ocultos.

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.- Ni Pierce ni Popper fueron los primeros en dar con esta asimetría. El filósofo Víctor Brochard hablaba de la importancia del empirismo negativo en 1878, como si los emTiiiistas lo sostuvieran como la mejor forma de hacer negocios; los antiguos lo entendían iíi implícitamente. Los libros agotados deparan muchas sorpresas.

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.- El problema de la confirmación es un asunto omnipresente en nuestra vida moderna, ya que en la raíz de muchos conflictos se halla el siguiente sesgo mental: cuando los árabes y los israelíes ven las noticias, perciben historias diferentes en la misma sucesión de hechos. Asimismo, demócratas y republicanos miran a partes distintas de los mismos datos y nunca convergen en las mismas opiniones. Una vez que en la mente habita una determinada visión del mundo, se tiende a considerar sólo los casos que demuestren que se está en lo cierto. Paradójicamente, cuanta más información tenemos, más justificados nos sentimos en nuestras ideas.

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.- Es evidente que los sucesos geodésicos y relacionados con el clima (como los torn.ados y los terremotos) no han cambiado mucho a lo largo del último milenio, sino que lo que ha cambiado son las consecuencias socieoeconómicas de estos sucesos. Hoy, un terremoto o un huracán tienen muchísimas más consecuencias económicas graves que anees, debido a las estrechas relaciones entre las entidades económicas y la intensificación de los «efectos red», de los que hablaremos en la tercera parte. Estos sucesos tenían antes efectos de escasa consideración, en cambio ahora producen un fuerte impacto. El terremoto de Japón de 1923 provocó una caída de cerca de un tercio del PNB. Si extrapolamos las consecuencias de la tragedia de Kobe de 1994, podemos deducir fácilmente que las consecuencias de otro terremoto de esas características en Tokio tendrían un coste muchísimo mayor que el de su predecesor.

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.- La palabra que aparece dos veces.

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.- El novelista parisino Georges Perec intentó romper con el relato tradicional y trató de escribir un libro tan grande como el mundo. Quería ofrecer una explicación exhaustiva de lo que ocurría en la Place Saint-Suipice entre el 18 y el 24 de octubre de 1974. Sin embargo, su exposición no fue tan exhaustiva, y acabó por escribir un relato.

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.- Escás comprobaciones evitan tanto la falacia narrativa como gran parte del sesgo de la confirmación, ya que quienes las realizan están obligados a tener en cuenta los fracasos de sus experimentos al igual que sus éxitos.

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.- El mejor libro de economía que conozco, uno de esos que no caen en la charlatanerías, es What I Learned Losing a Million Dollars, de D. Paul y B. Moynihan. Los aurores tuvieron que pagar la edición de su bolsillo.

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.- Los doctores son justa y vehementemente escépticos con los resultados no contrastados por rigurosas investigaciones científicas. Sin embargo, esos mismos doctores no mantienen la guardia en otros ámbitos. ¿Dónde? En sus vidas privadas o en sus actividades inversoras. A pesar de estar siendo repetitivo, tengo que manifestar una vez más mi asombro ante la condición de la naturaleza humana, que nos permite mezclar el escepticismo más riguroso y la credulidad más confiada.

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.- Mi colega Mark Spitznagel descubrió una versión marcial de la falacia lúdica: ia lucha de competición organizada entrena aJ deportista para que se centre en la lucha, y, con el fin de no desconcentrarse, ignora la posibilidad de lo que no está permitido específicamente por las normas, como los golpes en la ingle, un cuchillo escondido, etc. Por tanto, quienes ganan la medalla de oro pueden ser precisamente aquellos que serán más vulnerables en la vida real. Asimismo, uno ve a personas de músculos enormes (con sus camisetas negras) que pueden impresionarle en el entorno artificial del gimnasio, pero que son incapaces de levantar una piedra.

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.- Nietzsche alude con este término a los lectores de periódicos dados al dogma y los amantes de la ópera que tienen una exposición superficial a la cultura y escasa profundidad. Aquí extiendo el término al ignorante que se esconde en la academia, que carece de erudición por su falta de curiosidad, y se centra casi exclusivamente en sus ideas.

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.- Señalemos que estos dichos atribuidos a Yogi Berra pudieran ser apócrifos: fue el físico Niels Bohr quien dio con el primero, y muchos dieron con el segundo. De todos modos, siguen siendo la quintaesencia del berratsmo.

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.- El libro que el lector tiene entre sus manos se retrasó aproximada e «inesperadamente» quince meses.

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.- Siempre se han tenido en cuenta ios errores de predicción; en cambio, los precios de la materia prima han sido una gran trampa para los crédulos. Consideremos la previsión que hacían funcionarios de Estados Unidos en 1970 (y que firmaron los secretarios del Tesoro, de Estado, de Interior y de Defensa): «El precio estándar del crudo extranjero hacia 1980 puede bajar, pero en ningún caso va a experimentar una subida sustancial». Los precios del petróleo se multiplicaron por diez en 1980. Me pregunto si los actuales previsores carecen de curiosidad intelectual o si ignoran intencionadamente los errores de previsión.
Observemos también esta otra aberración: dado que el precio del petróleo aumentad valor de sus existencias, las compañías petroleras están haciendo unas ganancias récord, y sus ejecutivos reciben unas pagas extra muy cuantiosas por «hacer un buen trabajo», como si fueran ellos quienes generan beneficios al causar la subida del precio del petróleo.

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.- Le debo al lector una respuesta sobre el número de amantes de Catalina. Sólo fueron doce.

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.- Gran parte del debate entre creacionistas y evolucionistas (en el que no intervengo) estriba en lo siguiente: los creacionistas creen que el mundo procede de algún tipo de diseño, mientras que los evolucionistas lo consideran resultado de cambios aleatorios debidos a un proceso que no tiene finalidad alguna. Sin embargo, resulta difícil contemplar un ordenador o un coche y considerarlos fruto de un proceso sin objetivo alguno. Pero lo son.

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.- Recordemos del capítulo 4 que Algazel y Averroes se intercambiaban insultos mediante el título de los libros. Tal vez algún día tenga la suerte de leer un ataque a este libro en una diatriba que se llame El cisne blanco.

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.- Estas afirmaciones no son infrecuentes. Por ejemplo, el físico Albert Michelson imaginaba, hacia finales del siglo XIX, que lo que nos quedaba por descubrir en las ciencias de la naturaleza no era más que ajustar en unas décimas nuestras precisiones.

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.- Existen otros límites que no he intentado siquiera plantear en estas páginas. Por ejemplo, no me refiero al tipo de incomputabilidad que suele llamarse completitud NP (NP completenessJ.

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.- Esta idea asoma aquí y allá a (o largo de la historia con distintos nombres. Alfred North Whitehead, por ejemplo, la llamaba la «falacia de la concreción mal ubicada», el error de confundir un modelo con la entidad física que pretende describir.

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.- Estas gráficas también ilustran una versión estadística de la falacia narrativa (encontramos un modelo que se ajusta al pasado). La «regresión lineal» o «R-square», en última instancia nos puede engañar más allá de lo imaginable, hasta el punto en que ya no resulta divertido. Podemos ajustar la parte lineal de la curva y hablar de una elevada regresión lineal, lo que significa que nuestro modelo se ajusta muy bien a los datos y tiene elevados poderes de predicción. Pura palabrería: sólo ajustamos el segmento lineal de la serie. Recordemos siempre que la regresión lineal no vale para Extremistán: sólo es buena para la promoción académica.

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.- Es posible que Yogi Berra tuviera su propia teoría del epilogismo cuando decía: «Es mucho lo que se puede observar simplemente mirando».

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.- Cuando se observa el pasado, conviene evitar las analogías ingenuas. Muchos son los que han comparado a los Estados Unidos de hoy con la antigua Roma, tanto desde la perspectiva militar (la destrucción de Cartago se invocó a menudo como incentivo para la destrucción de los regímenes enemigos) como desde la social (las interminables y reiteradas advertencias sobre el próximo declive y la consiguiente caída). Por ello, debemos tener muchísimo cuidado cuando trasladamos conocimientos desde un entorno simple que se acerca más al tipo 1, como el que había en la Antigüedad, al tipo 2 actual, un sistema complejo con sus intrincadas redes de vínculos informales. Otro error consiste en sacar conclusiones superficiales de la ausencia de una guerra nuclear, ya que, partiendo de la teoría de Casanova expuesta en el capítulo 8, repito que no estaríamos aquí de haberse producido una guerra nuclear, y no es buena idea derivar una «causa» cuando nuestra supervivencia está condicionada a esa causa.

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