El Consuelo (60 page)

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Authors: Anna Gavalda

Tags: #Romántica


Aquí estaría bien porque tienes unos cuantos árboles para darte sombra, y el río no está lejos... ¡Es muy importante tener un punto de agua!
Al verlo bromear así, Nedra se iba alegrando poco a poco, y en un momento incluso, porque había que saltar por encima de unas zarzas, se olvidó de sí misma y le dio la mano
.
Ya estaban colocados los cimientos
.

 

Después de comer le trajo el café, como siempre desde su primera visita, y se apoyó contra su hombro mientras dibujaba toda la gama de chalés que ofrecía la sociedad Balanda & Co
.
La
comprendía.
Como ella, encontraba
que los dibujos expresaban
las cosas mejor que las palabras, y, para ella, dibujó un montón de combinaciones. El tamaño de las ventanas, la altura de la puerta, el número de balcones, el largo de la terraza, el color del techo y lo que se perforaría en medio de las persianas: ¿rombos o corazoncitos? Adivinó qué modelo iba a indicarle...

 

Había pensado de verdad en marcharse, pero Mathilde había llegado, y Kate, entre la loca de su madre y Mathilde, precisamente, acababa de interponerle de nuevo otro obstáculo en él panorama. Razón por la cual se concentró en esa chiquillada
.
Adelantó muchísimo trabajo con Marc y le permitió marcharse a casa de sus padres con la mayor parte de sus proyectos en el maletero del coche. Ahora, para entretenerse, estaba obligado a ocuparse las manos en algo
.
Y además... construir casitas miniatura le había salido bastante bien hasta entonces. Buscando bien, seguramente encontraría un poco de mármol en los silos... El otro día le había parecido ver un trozo de repisa de chimenea rota...

 

Al principio Kate se contrarió al enterarse de que pagaba a Sam y a sus amigos, pero él no quiso saber nada. Todo buen peón merecía un salario...
Los amigos, más perezosos que venales, no tardaron en dejarlos colgados y les dieron la oportunidad de conocerse mejor. Y de apreciarse. Como suele ocurrir cuando uno las pasa canutas en el tajo, entre dos joder qué calor, unas cuantas cervecitas y otras tantas ampollas
.
La tercera noche, mientras se desvestían en el embarcadero, le hizo la misma pregunta que a Mathilde
.
Comprendió sus dudas mejor que nadie. Se encontraba exactamente en la misma situación que él
.

 

En la página siguiente hay una foto. La imprimió mucho después de su vuelta, y estuvo varias semanas muerta de risa sobre su escritorio antes de que se decidiera por fin a guardarla ahí
.

 

Situación del solar al finalizar las obras
.
Situación del solar a secas
.

 

La foto la sacó
Granny,
y fue épico explicarle cómo pulsar un solo botón sin preocuparse de nada
. Poor Granny
estaba totalmente pez en híbridos digitales...
Salen todos. En el umbral de la casa de Nedra. Kate, Charles, los niños, los perros, el
Capitán Haddock
y todo el gallinero
.
Todos sonrientes, todos guapos, todos pendientes del tembleque de una señora mayor que volvía a montar su gran número de diva superada por la tecnología, pero todos confiados
.
La conocían de toda la vida... Al final lo haría bien
.

 

Alice se encargó de la decoración (la víspera fue a buscar sus libros y lo inició en el trabajo de Jephan de Villiers... Y era lo que más le gustaba de esos niños... Esa manera que tenían siempre de llevarlo hacia terrenos desconocidos... Ya fueran los principios de doma de Samuel, él talento de Alice, el humor agrio de Harriet o las cincuenta anécdotas por minuto de Yacine... Por otro lado eran del todo normales y corrientes, agotadores, exigentes, irrespetuosos, con mala fe, traviesos, vagos, astutos y se peleaban sin parar, pero tenían algo que los demás niños no tenían...)
.
Una libertad, una ternura, una viveza (o incluso una valentía
, porque había que
ver cómo aceptaban sin rechistar ni
quejarse todas las tareas que ese inmenso caserón les imponía), un gusto por la vida y una suerte de familiaridad
con
él mundo que no dejaba de fascinarlo.
Recordaba una reflexión que había hecho la mujer de Alexis con respecto a ellos...: «Esos pequeños mormones...», pero no estaba en absoluto de acuerdo con ella. Para empezar los había visto pelearse como fieras por una consola, tirarse tardes enteras chuteando, poniendo al día sus blogs o buscando los mejores vídeos en YouTube (lo habían obligado a tragarse todos los episodios de una serie de dibujos animados muy divertidos, de lo cual no se arrepentía; de hecho, no se había reído con tantas ganas en su vida), pero, sobre todo, no le daba en absoluto la impresión de que se hubieran atrincherado al otro lado de su puente
.
Era exactamente lo contrario... Todo lo que palpitara de vida iba hacia ellos como atraído por un imán, para disfrutar de su alegría, de su valentía, de su... aristocracia... Sus clases, su mesa, sus prados, sus colchones eran un desfile permanente, y cada día traía su lote de caras nuevas
.
El último ticket de supermercado medía más de un metro (se había encargado de hacer la compra Charles... y de ahí esa aberración... se había comportado, según parece, como un parisino de vacaciones...), y la playa corría el riesgo de venirse abajo en las horas punta
.
¿Lo que los hacía diferentes de los demás? Kate
.
Y que esta mujer tan poco segura de sí misma y que, se lo había confesado a Charles, caía cada invierno en una especie de depre que podía durar varios días durante los cuales era físicamente incapaz de levantarse, hubiera sabido dar tanta seguridad a esos niños huérfanos, de padre y de madre, como tenía que precisar en los formularios, le parecía... milagroso
.

Vuelva hacia mediados de diciembre

dijo Kate riéndose para calmar al iluminado
—,
cuando hace cinco grados de temperatura en el salón, hay que romper el hielo del agua de las gallinas todas las mañanas y tomamos cereales en todas las comidas porque yo ya no tengo fuerzas ni ánimo para nada... Y cuando llega la Navidad... esa maravillosa fiesta familiar en la que sólo estoy yo como símbolo de todo el árbol genealógico, y ya me dirá si le sigue pareciendo un milagro...
(Pero otra vez, después de una cena especialmente deprimente en la que nuestros cuatro profesionales del planeta habían hecho un
balance en cifras del todo alarmante e irrefutable de... bueno...
lo
sabemos muy bien..., Kate se desahogó a gusto:

Esta vida... tan singular... discriminatoria incluso... que impongo a los niños... es lo único que podría absolverme... Hoy en día el mundo es de los comerciantes, pero ¿y mañana? Me digo a menudo que sólo podrán salvarse aquellos que sepan distinguir una baya de un champiñón o plantar una semilla...
Después, elegante como era, se había reído y había dicho muchas tonterías para hacerse perdonar su lucidez...)

 

Alice se encargó, pues, de la decoración, y Nedra los invitó a ver su palacio
.
No exactamente. Se podía mirar, pero no entrar. Tendió incluso una cuerda delante de la puerta. Los demás se indignaron, pero ella no dio su brazo a torcer. Esa casa era su casa. Su casa en una tierra que no la quería en ella y, exceptuando a
Nelson
y a su dueña, nadie tenía derecho de asilo
.

 

Ah, se siente, hay que tener documentos de identidad...

 

Charles y Sam habían hecho las cosas bien. Por mucho que el lobo soplara y soplara, el bunker resistiría. Las paredes se asentaban sobre una capa de cemento, y los clavos que sujetaban los tablones eran más largos que la palma de su mano
.

 

Se ve de hecho en la foto que está un poco agobiada...
Cuando
Granny
les dio por fin permiso para dispersarse, Kate se volvió hacia ella
:

Dime una cosa, Nedra... ¿Le has dado las gracias a Charles?
La niña asintió con la cabeza
.

No oigo nada

insinuó Kate, inclinándose hacia ella
.
La niña dirigió la mirada al suelo
.

Déjelo

dijo él, violento
—,
yo sí que la he oído...
Por primera vez, la vio enfadada
:

Caray, Nedra, tampoco creo que sea pedirte tanto... Dos palabritas
a cambio de
todo este trabajo, tampoco es como
para que te duela la boca, ¿no te parece?
La niña se mordía la boca, precisamente
.
La autoridad legal, tan pálida como su camisa, añadió antes de alejarse
:

¿Sabes lo que te digo? Me importa un bledo no entrar en la casa de una egoísta... Estoy decepcionada. Tremendamente decepcionada
.

 

No debía haber reaccionado así
.
La palabrita tan esperada se encontraba en la página siguiente, y adoptaría una forma que habría de dejarlos a todos sin habla
.

 

El dibujo no es suyo, ocupa una página doble y no es exactamente un dibujo
.
Fue Sam el que copió a grandes rasgos el recorrido para memorizarlo
.
Cuadrados, cruces, líneas de puntos y flechas en todos los sentidos...
De modo que aquí lo tenemos ya... Ese famoso concurso de doma por el que se había largado...

 

Tercer fin de semana del mes de agosto... Todavía no se había atrevido a sacar el tema delante de Mathilde, pero tenían los días contados. Su buzón de voz estaba saturado de amenazas, y Barbara, muy lista ella, se las había agenciado para encontrar el número de teléfono de Kate. Todo el mundo lo estaba esperando, ya tenía concertadas una decena de citas, y París empezaba a tener un tufillo a yugo y a brida, para volver al momento que nos ocupa...

 

Unas horas antes, Sam había ganado con holgura las últimas eliminatorias, y todos habían acampado al otro lado del picadero
.
Qué expedición...
Ramón
y su adiestrador se marcharon la víspera, a su ritmo, para calentar, y ya habían pasado allí una noche
.

Si pasas la primera ronda

declaró Kate dejando un cesto bajo su silla
—,
nos reunimos allí contigo con los sacos de dormir y acampamos al raso con vosotros para soportaros durante el concurso...
—To support is
apoyar
, not
soportar
, Auntie Kay...
—Thank you sweetheart,
pero sé lo que me digo... Os vamos a soportar, a tu borrico y a ti, como llevamos haciéndolo en los últimos diez años. ¿Le
parece bien
el plan, Charles?
Oh, a él... todo le parecía bien... Ya tenía la cabeza en sus cláusulas de penalización por demora... Y además sería una manera de dormir a menos de cien metros de ella por una vez...
Bueno, eso lo decía sólo por decir, ¿eh? Hacía ya tiempo que había abandonado sus sueños de poder trepar algún día a la alcoba de Kate... Esta mujer necesitaba más un amigo que un hombre. Hala, ya lo había entendido. Gracias. Bah... Los amigos son menos perecederos... Se servía copitas de Port Ellen a escondidas en su habitacioncita y se las bebía a la salud de ese maravilloso amigo de vacaciones en el que se había convertido
.
Cheese.

 

Por supuesto, los niños saltaron de alegría y se fueron corriendo a sus habitaciones a llenar sus mochilas de jerséis gordos y de paquetes de galletas. Alice pintó una magnífica pancarta
, ¡Dale caña, Ramón!,
pero Sam le hará prometer que sólo la sacará en caso de victoria
.

Podría desconcentrarlo, ¿entiendes...?
Todos pusieron los ojos en blanco. También es cierto que el tontorrón del burro se paraba en seco a nada que hubiera una brizna de hierba torcida o que una mosca se tirara un pedo
.
Qué lejos estaba el podio todavía...

 

Están todos sentados en el suelo alrededor de una hoguera, hay quien asa al fuego salchichas, nubes, camembert o pedazos de pan, y sus risas y sus historias se entremezclan con esos aromas estooo... algo dispares. Los amigos también los han seguido. Bob Dylan practica con su guitarra, las chicas mayores leen la mano a las pequeñas, Yacine explica a Charles que esa telaraña de ahí la araña la tejió cerca del suelo para atrapar en ella a insectos saltadores, como los saltamontes, por ejemplo, mientras que ésa de ahí, ¿la ves?, ésa de ahí arriba, pues es para los insectos voladores... ¿Lógico, no? Lógico. Y Charles está muy
friendly
con su súper coleguita. Después de prepararle un sandwich club, ha ido a buscarle una gavilla de paja para que le sirva de cojín...
Suspiro...
Kate, que estaba bastante nerviosa desde que había llegado su madre...

¿Lo de acampar todos aquí esta noche es para huir de ella?

le preguntó
.

Quizá... Qué tontería, ¿verdad? Ser tan sensible a mi edad al humor de mi vieja
mummy...
Es porque me recuerda otra época... Una época en que yo era la más joven y la más despreocupada... Estoy triste, Charles... Echo de menos a Ellen... ¿Por qué no está aquí esta noche? Me imagino que uno tiene hijos para vivir momentos como éstos, ¿no?

Está aquí, puesto que hablamos de ella

murmuró
.

¿Y usted por qué nunca ha tenido?

Hijos, digo...

Porque hasta ahora no me he cruzado con la madre de esos hijos, me imagino...

¿Cuándo se marcha?
No se esperaba en absoluto esa pregunta. «Palabra», «palabra», «palabras», sus meninges se volvieron locas estrujándose en busca de palabras
.

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