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Authors: Paulo Coelho
Ambientada en el atractivo entorno del festival de Cannes,
El vencedor está solo
va mucho más allá del lujo y el glamour, y nos aboca a una profunda reflexión acerca de la fuerza de los propios sueños y de cuál es la escala de valores con la que nos medimos. Durante 24 horas seguiremos los pasos de Igor, empresario ruso magnate de las comunicaciones, destrozado por una dolorosa ruptura sentimental, y conoceremos su delirante plan para atraer la atención de su ex mujer. En su camino se cruzarán Gabriela, una joven y ambiciosa actriz; Jasmine, modelo de Ruanda exiliada en Europa; Javits, un productor influyente y corrupto; y Hamid, estilista que empezó de cero y está hoy en la cima de su gloria. La aparición de Igor cambiará para siempre las vidas de todos ellos. Un intenso, sincero y bien documentado viaje hacia nuestra constante fascinación por la fama, el éxito y el dinero, que se eleva hasta convertirse en una impactante y necesaria denuncia del lado más superficial, intrascendente y depredador del mundo en que vivimos.
Paulo Coelho
El vencedor está solo
ePUB v1.0
Fanhoe15.09.11
Agradecimientos a Batatron por su colaboración
Oh, María, sin pecado concebida,
rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Amén.
Dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No
andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis,
ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis:
porque la vida vale más que el alimento, y el
cuerpo más que el vestido.
Fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan;
no tienen bodega ni granero, y Dios los
alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!
Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por
más que se preocupe, añadir un codo
a la medida de su vida?
Si, pues, no sois capaces de lo más pequeño,
¿por qué preocuparos de lo demás?
Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen.
Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria
se vistió como uno de ellos.»
Lucas, 12, 22—27
Cualesquiera que seáis los que ahora me tenéis de la mano,
sin una sola cosa todo resultaría ocioso,
yo os prevengo lealmente antes de que intentéis llevar más
lejos vuestra recriminación,
yo no soy lo que suponéis, sino muy diferente.
¿Quién es el que aspira a ser mi discípulo?
¿Quién se siente candidato para mi afecto?
El camino es receloso, el resultado incierto, quizá nefasto,
será preciso que renunciéis a todo, yo sólo aspiro a ser
vuestro único y exclusivo modelo.
Vuestro noviciado será prolongado y extenuante,
toda vuestra pasada teoría de la vida y la conformidad
con las vidas que os rodean tienen que ser abandonadas.
Por consiguiente, abandonadme ahora, antes de que experimentéis
más adelante cualquier pesar, dejad caer vuestras manos de
mis hombros,
dejadme y seguid vuestro camino.
Walt Whitman, Hojas de hierba
Para N. D. P.,encontrada en la tierra para mostrar el caminodel Buen Combate
Uno de los temas recurrentes en mis libros es la importancia de pagar un precio por nuestros sueños. Pero ¿hasta qué punto se pueden manipular nuestros sueños? A lo largo de las últimas décadas hemos vivido inmersos en una cultura en la que prima la fama, el dinero y el poder. Y la mayoría de la gente se ha visto inducida a creer que son ésos los únicos valores que merece la pena poseer, ignorantes de que los verdaderos manipuladores en la sombra permanecen anónimos. Dichos manipuladores creen que el poder más eficaz es el que pasa desapercibido; hasta que es demasiado tarde y caemos en la trampa.
El vencedor está solo
trata sobre esa trampa.
En este libro, tres de los cuatro personajes principales dejan que sus sueños sean manipulados:
Igor, un millonario ruso que cree que el hecho de matar es aceptable si se lleva a cabo por una buena causa, como aliviar el sufrimiento humano, o como un medio para recuperar a la mujer amada.
Hamid, un magnate de la moda que empezó con las mejores intenciones para acabar atrapado en el mismo sistema del que intentaba aprovecharse.
Gabriela, que, como la mayoría de la gente hoy en día, está convencida de que la fama es un objetivo en sí mismo, la mayor recompensa en un mundo en el que ser famoso es la máxima aspiración.
Pensando en estos personajes escribí
El vencedor está solo
, un libro que no es un thriller, sino un crudo retrato del mundo en el que vivimos.
PAULO COELHO
La pistola Beretta Px4 compacta es un poco más grande que un teléfono móvil, pesa alrededor de setecientos gramos y puede disparar diez tiros. Pequeña, ligera, incapaz de dejar una marca visible en el bolsillo que la lleva, el pequeño calibre tiene una enorme ventaja: en vez de atravesar el cuerpo de la víctima, la bala va golpeando los huesos y revienta todo lo que encuentra en su trayectoria.
Evidentemente, las probabilidades de sobrevivir a un tiro de ese calibre también son altas; hay miles de casos en los que ninguna arteria vital resulta dañada, y a la víctima le da tiempo a reaccionar y desarmar al agresor. Pero si la persona que dispara tiene experiencia, puede escoger entre una muerte rápida —apuntando entre los ojos o al corazón— o algo más lento, colocando el cañón del arma en un determinado ángulo junto a las costillas y apretando el gatillo. Al ser alcanzado, el individuo en cuestión tarda algún tiempo en percatarse de que está herido de muerte, e intenta contraatacar, huir, pedir ayuda. Ésa es la gran ventaja: tiene tiempo suficiente para ver quién quiere matarlo, mientras va perdiendo la fuerza poco a poco hasta caer al suelo, sin sangrar demasiado, sin entender muy bien por qué le está pasando eso.
Está lejos de ser un arma ideal para los entendidos en el lema: «Es mucho más apropiada para las mujeres que para los espías», le dice alguien del servicio secreto inglés a James Bond en la primera película de la serie, mientras le confisca su vieja pistola y le entrega un nuevo modelo. Pero eso era sólo para los profesionales, por supuesto, porque para lo que él pretendía no había nada mejor.
Compró su Beretta en el mercado negro, por lo que será imposible identificar el arma. Tiene cinco balas en el cargador, aunque sólo pretende utilizar una, en cuya punta ha grabado una «X» con una lima de uñas. De ese modo, al ser disparada y alcanzar algo sólido, se romperá en cuatro fragmentos.
Pero sólo empleará la Beretta en última instancia. Tiene otros métodos para aniquilar un mundo, destruir un universo, y con toda seguridad ella entenderá el mensaje en cuanto encuentren a la primera víctima. Sabrá que lo ha hecho en nombre del amor, que no está resentido, y que aceptará que vuelva sin hacer preguntas sobre lo sucedido en los dos últimos años.
Espera que seis meses de planificación den resultado, pero no lo sabrá hasta la mañana siguiente. Ése es su plan: dejar que las Furias, antiguas figuras de la mitología griega, desciendan con sus alas negras sobre ese paisaje blanco y azul plagado de diamantes, Botox y coches veloces absolutamente inútiles, ya que sólo tienen capacidad para dos pasajeros. Sueños de poder, éxito, fama y dinero; todo eso puede verse interrumpido de un momento a otro con los pequeños artefactos que ha llevado consigo.
Podría haber subido ya a su cuarto, porque la escena que esperaba tuvo lugar a las 23:11 horas, aunque estaba preparado para aguardar más tiempo. El hombre entró acompañado de la hermosa mujer, ambos vestidos de etiqueta, para otra de esas fiestas de gala que se celebran todas las noches después de las cenas importantes, más concurridas que el estreno de cualquier película presentada en el festival.
Igor ignoró a la mujer y utilizó una de las manos para acercarse a la cara un periódico francés —la revista rusa podría levantar sospechas— para que ella no pudiera verlo. Sin embargo, era una preocupación innecesaria: ella nunca miraba a su alrededor, como hacen siempre las que se creen reinas del mundo. Están ahí para brillar y evitan fijarse en lo que los demás llevan, porque, dependiendo del número de diamantes y de la exclusividad de la ropa ajena, dará lugar a depresión, malhumor y sentimiento de inferioridad, aunque su propia ropa y sus accesorios hayan costado una fortuna.
Su acompañante, bien vestido y de cabello plateado, se acercó al bar y pidió champán, aperitivo necesario antes de una noche que promete muchos contactos, buena música y unas excelentes vistas de la playa y de los yates amarrados en el puerto.
Observó que trató a la camarera con respeto. Le dijo «gracias» cuando le sirvió las copas. Le dejó una buena propina.
Los tres se conocían. Igor sintió una inmensa alegría cuando la adrenalina empezó a mezclarse con su sangre; al día siguiente iba a hacer que ella se enterase de su presencia allí. En un momento dado, se encontrarían.
Y sólo Dios sabía el resultado de ese encuentro. Igor, católico ortodoxo, había hecho una promesa y un juramento en una iglesia de Moscú, ante las reliquias de santa Magdalena, que permanecerían en la capital rusa durante una semana para que los fieles pudieran adorarlas. Pasó casi cinco horas en la fila y, al acercarse, estaba convencido de que todo era una invención de los sacerdotes. Pero no quería correr el riesgo de faltar a su palabra. Le pidió que lo protegiese, que le permitiese alcanzar su objetivo sin mucho sacrificio. Y le prometió un icono de oro que le entregaría a un famoso pintor que vivía en un monasterio de Novosibirsk cuando todo acabara y pudiera volver a poner los pies en su tierra natal.
A las tres de la mañana, el bar del hotel Martínez huele a tabaco y a sudor. Aunque Jimmy ya haya acabado de tocar el piano (Jimmy lleva un zapato de cada color) y la camarera esté extremadamente cansada, la gente que está allí se resiste a marcharse. Hay que quedarse ahí, al menos durante una hora más, durante toda la noche, ¡hasta que suceda algo!
Después de todo, ya hace cuatro días que empezó el Festival de Cine de Cannes y todavía no ha pasado nada. En mesas diferentes, el pensamiento es el mismo: encontrarse con el Poder. Las mujeres bonitas esperan que un productor se enamore de ellas y les dé un papel importante en su próxima película. Hay algunos actores hablando entre sí, riendo y fingiendo que nada de eso les importa, pero siempre con un ojo en la puerta.
Alguien llegará.
Alguien tiene que llegar. Los nuevos directores, con muchas ideas en la cabeza, currículums con vídeos universitarios, lecturas exhaustivas de tesis sobre fotografía y guiones, esperan un golpe de suerte; alguien que al volver de una fiesta busque una mesa vacía, pida un café, encienda un cigarrillo, esté cansado de ir siempre a los mismos sitios y esté abierto a una nueva aventura.