Física de lo imposible (16 page)

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Authors: Michio Kaku

Tags: #Divulgación Científica

Pero puesto que el cerebro no es un ordenador sino una red neural, en la que los pensamientos están dispersos por todo el cerebro, nos encontramos con un obstáculo: el propio cerebro. De modo que aunque la ciencia sondee cada vez a mayor profundidad en el cerebro pensante, haciendo posible descifrar algunos de nuestros procesos mentales, no será posible «leer los pensamientos» con la precisión prometida por la ciencia ficción. Dicho esto, yo calificaría a la capacidad de leer sentimientos generales y pautas de pensamiento como imposibilidad de clase I. La capacidad de leer más exactamente el funcionamiento interno de la mente tendría que ser clasificada como imposibilidad de clase II.

Pero existe quizá una manera más directa de aprovechar el enorme poder del cerebro. En lugar de utilizar radio, que es débil y se dispersa con facilidad, ¿podríamos utilizar directamente las neuronas del cerebro? Si así fuera, seríamos capaces de liberar una potencia aún mayor: la psicoquinesia.

Capítulo
6
P
SICOQUINESIA

Una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus adversarios y haciéndoles ver la luz, sino más bien porque sus adversarios mueren y crece una nueva generación que está familiarizada con ella.

M
AX
P
LANCK

Es prerrogativa de un loco decir verdades que nadie más dirá.

S
HAKESPEARE

Un día los dioses se reúnen en los cielos y se quejan del lamentable estado de la humanidad. Están disgustados por nuestras vanas, estúpidas y absurdas locuras. Pero un día un dios se apiada de nosotros y decide realizar un experimento: dar a una persona muy corriente un poder ilimitado. ¿Cómo reaccionará un humano ante la posibilidad de convertirse en un dios?, se preguntan.

Esa persona normal y corriente es George Fotheringay un vendedor de ropa que de repente se encuentra con poderes divinos. Puede hacer que las velas floten, cambiar el color del agua, crear comidas espléndidas e incluso sacar diamantes de la nada. Al principio utiliza su poder por diversión y para hacer buenas obras. Pero con el tiempo su vanidad y afán de poder le superan y se convierte en un tirano sediento de poder, con palacios y riquezas increíbles. Embriagado con ese poder ilimitado, comete un error fatal. Con arrogancia, ordena que la Tierra deje de girar. De improviso se desencadena un caos inimaginable cuando vientos furiosos lanzan todo al aire a 1.700 kilómetros por hora, la velocidad de rotación de la Tierra. Toda la humanidad es expulsada al espacio exterior. Presa de la desesperación, él pide su último deseo: que todo vuelva a ser como era.

Este es el argumento de la película
El hombre que podía hacer milagros
(1936), basada en el relato corto de H. G.Wells de 1911. (Más tarde sería readaptada en la película
Como Dios
, protagonizada por Jim Carrey). De todos los poderes atribuidos a la ESP, la psicoquinesia —o mente sobre materia, o la capacidad de mover objetos pensando en ellos— es con mucho el más poderoso, en esencia el poder de una deidad. El mensaje de Wells en su relato corto es que los poderes divinos también requieren un juicio y una sabiduría divinos.

La psicoquinesia aparece de forma destacada en la literatura, especialmente en la obra de Shakespeare
La tempestad
, donde el mago Próspero, su hija Miranda y el espíritu mágico Ariel quedan atrapados durante años en una isla desierta debido a la traición del hermano malvado de Próspero. Cuando Próspero se entera de que su malvado hermano navega en un barco cerca de allí, apela en venganza a su poder psicoquinético y conjura una monstruosa tormenta que hace que el barco de su malvado hermano se estrelle contra la isla. Próspero utiliza entonces sus poderes psicoquinéticos para manipular el destino de los infelices supervivientes, incluido Ferdinando, un joven apuesto e inocente para quien Próspero maquina un matrimonio con Miranda.

(El escritor ruso Vladimir Nabokov señaló que
La tempestad
guarda una sorprendente semejanza con una historia de ciencia ficción. De hecho, unos trescientos cincuenta años después de que fuera escrita,
La tempestad
fue readaptada en un clásico de la ciencia ficción llamado
Planeta prohibido
, en el que Próspero se convierte en el científico Morbius, el espíritu se convierte en el robot Robby, Miranda se convierte en la bella hija de Morbius, Altaira, y la isla se convierte en el planeta Altair-4. Gene Roddenberry, creador de la serie
Star Trek
, reconocía que
Planeta prohibido
fue una de sus fuentes de inspiración para su serie de televisión).

Más recientemente la psicoquinesia fue la idea argumental central en la novela
Carrie
(1974), de Stephen King, obra que lanzó a un escritor en la ruina al número uno del mundo entre los escritores de novelas de terror. Carrie es una patética y extremadamente tímida alumna de instituto que es despreciada por todos y acosada por su madre, una mujer mentalmente inestable. Su único consuelo es su poder psicoquinético, que al parecer le viene de familia. En la escena final, sus burladores la engañan haciéndole creer que será la reina del baile y luego derraman sangre de cerdo sobre su nuevo vestido. En un acto final de venganza, Carrie cierra todas las puertas con su poder mental, electrocuta a sus burladores, quema la escuela y desencadena una tormenta suicida que consume gran parte de la ciudad, y la destruye también a ella.

El tema de la psicoquinesia en manos de un individuo inestable era también la base de un memorable episodio de
Star Trek
titulado «Charly X», acerca de un joven habitante de una lejana colonia del espacio que es criminalmente inestable. En lugar de utilizar su poder psicoquinético para el bien, lo utiliza para controlar a otras personas y doblegar su voluntad a fin de satisfacer sus deseos egoístas. Si es capaz de dominar el
Enterprise
y la Tierra, podría desencadenar una catástrofe planetaria y destruir el planeta.

También es psicoquinesia el poder de la Fuerza, que ejerce la mítica sociedad de guerreros llamados los Caballeros Jedi en la saga
La guerra de las galaxias
.

La psicoquinesia y el mundo real

Quizá la confrontación más famosa sobre psicoquinesia en la vida real tuvo lugar en el show de Johnny Carson en 1973. Esta confrontación épica implicó a Uri Geller, el psíquico israelí que se jactaba de doblar cucharas con la fuerza de su mente, y al Sorprendente Randi, un mago profesional que hizo una segunda carrera desvelando a impostores que decían poseer poderes psíquicos. (Curiosamente, los tres tenían una herencia común: todos habían empezado sus carreras como magos, dominando los trucos de prestidigitación que sorprendían a un público incrédulo).

Antes de la aparición de Geller, Carson consultó con Randi, que sugirió que Johnny llevara su propia provisión de cucharas y las hiciera examinar antes del espectáculo. Cuando ya estaban en antena Carson sorprendió a Geller al pedirle que doblara no sus propias cucharas, sino las cucharas de Carson. Cada vez que Geller lo intentaba, fracasaba, lo que provocó una situación embarazosa. (Más tarde, Randi apareció en el programa de Johnny Carson y realizó con éxito el truco de doblar cucharas, pero tuvo cuidado en decir que este arte era pura magia, y no el resultado de un poder psíquico).
[30]

El Sorprendente Randi ha ofrecido un millón de dólares a quienquiera que pueda demostrar satisfactoriamente poderes psíquicos. Hasta ahora ningún psíquico ha sido capaz de responder a su desafío millonario.

Psicoquinesia y ciencia

Un problema que se plantea al analizar científicamente la psicoquinesia es que los científicos son fáciles de engañar por aquellos que afirman tener poderes psíquicos. Los científicos están formados para creer lo que ven en el laboratorio. Sin embargo, los magos que afirman poseer poderes psíquicos están entrenados para engañar a otros, confundiendo sus sensaciones visuales. Como resultado, los científicos han sido meros observadores de los fenómenos psíquicos. Por ejemplo, en 1982 se invitó a parapsicólogos a analizar a dos muchachos de los que se pensaba que tenían dones extraordinarios: Michael Edwards y Steve Shaw. Estos jóvenes afirmaban ser capaces de doblar metales, crear imágenes en una película fotográfica mediante sus pensamientos, mover objetos mediante psicoquinesia y leer la mente. El parapsicólogo Michael Thalbourne quedó tan impresionado que inventó el término «psicoquineta» para describirlos. En el Laboratorio McDonnell para la Investigación Psíquica en Saint Louis, Missouri, los parapsicólogos estaban desconcertados por las capacidades de los muchachos. Los parapsicólogos pensaban que tenían una prueba genuina de los poderes psíquicos de los muchachos y empezaron a preparar un artículo científico sobre ellos. Pero al año siguiente los muchachos reconocieron que eran impostores y que sus «poderes» tenían su origen en trucos de magia estándar, y no eran sobrenaturales. (Uno de los jóvenes, Steve Shaw, llegaría a convertirse en un mago destacado, con frecuentes apariciones en la televisión nacional; en una ocasión incluso fue «enterrado vivo» durante días).

Muchos experimentos sobre psicoquinesia se han realizado en el Instituto Rhine de la Universidad de Duke en condiciones controladas, pero con resultados contrapuestos. Una pionera en el tema, la profesora Gertrude Schmeidler, era mi colega en la Universidad de Nueva York. Antigua editora de la
Parapsychology Magazine
y presidenta de la Asociación de Parapsicología, estaba fascinada por la ESP y realizó muchos estudios sobre sus propios estudiantes en la facultad. Solía acudir a fiestas donde famosos psíquicos realizaban trucos ante los invitados, con el fin de reclutar más sujetos para sus experimentos. Pero después de analizar a centenares de estudiantes y numerosos psíquicos y mentalistas, me confió que era incapaz de encontrar a una sola persona que pudiera realizar estas hazañas psicoquinéticas a demanda bajo condiciones controladas.

En cierta ocasión distribuyó por una habitación minúsculos termistores que podían medir cambios en temperatura de una fracción de grado. Tras un esfuerzo mental extenuante, un mentalista fue capaz de elevar la temperatura de un termistor en una décima de grado. Schmeidler estaba orgullosa de poder realizar este experimento en condiciones rigurosas. Pero estaba muy lejos de ser capaz de mover grandes objetos a demanda por la fuerza de la mente.

Uno de los estudios más rigurosos, pero también más controvertidos, sobre psicoquinesia fue realizado en el programa PEAR (Princeton Engineering Anomalies Research o de Investigación de las Anomalías de Ingeniería) en la Universidad de Princeton, fundado por Robert G. Jahn en 1979, cuando era decano de la Escuela de Ingeniería y Ciencia Aplicada. Los ingenieros del PEAR investigaban si la mente humana era o no capaz de alterar mediante el puro pensamiento los resultados de sucesos aleatorios. Por ejemplo, sabemos que cuando lanzamos una moneda hay un 50 por ciento de probabilidades de que salga cara y un 50 por ciento de que salga cruz. Pero los científicos del PEAR afirmaban que el pensamiento humano por sí solo era capaz de alterar los resultados de estos sucesos aleatorios. Durante un período de veintiocho años, hasta que el programa finalizó en 2007, los ingenieros del PEAR realizaron miles de experimentos que suponían 1,7 millones de ensayos y 340 millones de lanzamientos de monedas. Los resultados parecían confirmar que los efectos de la psicoquinesia existen, pero son minúsculos, en promedio no más de unas pocas partes por diez mil; e incluso estos magros resultados han sido cuestionados por otros científicos que afirman que los investigadores tenían sutiles sesgos ocultos en sus datos.

(En 1988 el ejército de Estados Unidos pidió al Consejo Nacional de Investigación que investigara las afirmaciones de actividad paranormal. El ejército estaba ansioso por explorar cualquier posible ventaja que pudiera ofrecer a sus tropas, incluyendo el poder psíquico. El Consejo Nacional de Investigación estudió la creación de un hipotético «batallón de primera tierra» formado por «monjes guerreros» que dominarían casi todas las técnicas en consideración por el comité, incluidas la utilización de ESP, el abandono de sus cuerpos a voluntad, la levitación, la sanación psíquica y el traspasar muros.
[31]
Al investigar las afirmaciones de PEAR, el Consejo Nacional de Investigación encontró que
la mitad de todos
los ensayos exitosos tenían su origen en un mismo individuo. Algunos críticos creen que esta persona era la que hacía los experimentos o escribía el programa informático para PEAR. «Para mí resulta problemático que el que lleva el laboratorio sea el único que produce los resultados», dice el doctor Ray Hyman, de la Universidad de Oregón. El informe concluía que «ciento treinta años de investigación no han proporcionado ninguna justificación científica que apoye la existencia de fenómenos parapsicológicos»).
[32]

Incluso sus defensores admiten que el problema de estudiar la psicoquinesia es que no se atiene fácilmente a las leyes conocidas de la física. La gravedad, la fuerza más débil en el universo, es solo atractiva y no puede utilizarse para hacer levitar o repeler objetos. La fuerza electromagnética obedece a las ecuaciones de Maxwell y no admite la posibilidad de empujar objetos eléctricamente neutros a través de una habitación. Las fuerzas nucleares solo actúan a cortas distancias, tales como la distancia entre partículas nucleares.

Otro problema con la psicoquinesia es el suministro de energía. El cuerpo humano solo puede producir aproximadamente un quinto de caballo de potencia, pero cuando en
La guerra de las galaxias
Yoda hacía levitar una nave espacial con el poder de su mente, o cuando Cyclops liberaba ráfagas de potente luz láser de sus ojos, estas hazañas violaban la conservación de la energía; un ser minúsculo como Yoda no puede acumular la cantidad de energía necesaria para levantar una nave espacial. Por mucho que nos concentremos, no podemos acumular energía suficiente para realizar las hazañas y milagros que se atribuyen a la psicoquinesia. Con todos estos problemas, ¿cómo podría la psicoquinesia ser compatible con las leyes de la física?

La psicoquinesia y el cerebro

Si la psicoquinesia no se atiene fácilmente a las fuerzas conocidas del universo, entonces, ¿cómo podría dominarse en el futuro? Una clave para ello se revelaba en el episodio de Star Trek titulado «¿Quién se lamenta por Adonis?», en el que la tripulación del
Enterprise
encuentra una raza de seres que se parecen a dioses griegos, y que poseen la capacidad de realizar hazañas fantásticas simplemente pensando en ellas. Al principio parece que la tripulación hubiera encontrado a los dioses del Olimpo. Al final, sin embargo, la tripulación se da cuenta de que no son dioses en absoluto, sino seres ordinarios que pueden controlar mentalmente una central de potencia, que entonces realiza sus deseos y ejecuta esas hazañas milagrosas. Destruyendo su central de potencia, la tripulación del
Enterprise
consigue liberarse de su poder.

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