Harry Potter. La colección completa (55 page)

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Authors: J.K. Rowling

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga

Con la respiración agitada por la emoción, Wood se volvió a Harry.

—Es misión tuya, Harry, demostrarles que un buscador tiene que tener algo más que un padre rico. Tienes que coger la
snitch
antes que Malfoy, o perecer en el intento, porque hoy tenemos que ganar.

—Así que no te sientas presionado, Harry —le dijo Fred, guiñándole un ojo.

Cuando salieron al campo, fueron recibidos con gran estruendo; eran sobre todo aclamaciones de Hufflepuff y de Ravenclaw, cuyos miembros y seguidores estaban deseosos de ver derrotado al equipo de Slytherin, aunque la afición de Slytherin también hizo oír sus abucheos y silbidos. La señora Hooch, que era la profesora de
quidditch,
hizo que Flint y Wood se dieran la mano, y los dos contrincantes aprovecharon para dirigirse miradas desafiantes y apretar bastante más de lo necesario.

—Cuando toque el silbato —dijo la señora Hooch—: tres..., dos..., uno...

Animados por el bramido de la multitud que les apoyaba, los catorce jugadores se elevaron hacia el cielo plomizo. Harry ascendió más que ningún otro, aguzando la vista en busca de la
snitch
.

—¿Todo bien por ahí, cabeza rajada? —le gritó Malfoy, saliendo disparado por debajo de él para demostrarle la velocidad de su escoba.

Harry no tuvo tiempo de replicar. En aquel preciso instante iba hacia él una
bludger
negra y pesada; faltó tan poco para que le golpeara, que al pasar le despeinó.

—¡Por qué poco, Harry! —le dijo George, pasando por su lado como un relámpago, con el bate en la mano, listo para devolver la
bludger
contra Slytherin. Harry vio que George daba un fuerte golpe a la
bludger
dirigiéndola hacia Adrian Pucey, pero la
bludger
cambió de dirección en medio del aire y se fue directa, otra vez, contra Harry.

Harry descendió rápidamente para evitarla, y George logró golpearla fuerte contra Malfoy. Una vez más, la
bludger
viró bruscamente como si fuera un bumerán y se encaminó como una bala hacia la cabeza de Harry.

Harry aumentó la velocidad y salió zumbando hacia el otro extremo del campo. Oía a la
bludger
silbar a su lado. ¿Qué ocurría? Las
bludger
nunca se enconaban de aquella manera contra un único jugador, su misión era derribar a todo el que pudieran...

Fred Weasley aguardaba en el otro extremo. Harry se agachó para que Fred golpeara la
bludger
con todas sus fuerzas.

—¡Ya está! —gritó Fred contento, pero se equivocaba: como si fuera atraída magnéticamente por Harry, la
bludger
volvió a perseguirlo y Harry se vio obligado a alejarse a toda velocidad.

Había empezado a llover. Harry notaba las gruesas gotas en la cara, que chocaban contra los cristales de las gafas. No tuvo ni idea de lo que pasaba con los otros jugadores hasta que oyó la voz de Lee Jordan, que era el comentarista, diciendo: «Slytherin en cabeza por seis a cero.»

Estaba claro que la superioridad de las escobas de Slytherin daba sus resultados, y mientras tanto, la
bludger
loca hacía todo lo que podía para derribar a Harry. Fred y George se acercaban tanto a él, uno a cada lado, que Harry no podía ver otra cosa que sus brazos, que se agitaban sin cesar, y le resultaba imposible buscar la
snitch
, y no digamos atraparla.

—Alguien... está... manipulando... esta...
bludger
... —gruñó Fred, golpeándola con todas sus fuerzas para rechazar un nuevo ataque contra Harry.

—Hay que detener el juego —dijo George, intentando hacerle señas a Wood y al mismo tiempo evitar que la
bludger
le partiera la nariz a Harry.

Wood captó el mensaje. La señora Hooch hizo sonar el silbato y Harry, Fred y George bajaron al césped, todavía tratando de evitar la
bludger
loca.

—¿Qué ocurre? —preguntó Wood, cuando el equipo de Gryffindor se reunió, mientras la afición de Slytherin los abucheaba—. Nos están haciendo papilla. Fred, George, ¿dónde estabais cuando la
bludger
le impidió marcar a Angelina?

—Estábamos ocho metros por encima de ella, Oliver, para evitar que la otra
bludger
matara a Harry —dijo George enfadado—. Alguien la ha manipulado..., no dejará en paz a Harry, no ha ido detrás de nadie más en todo el tiempo. Los de Slytherin deben de haberle hecho algo.

—Pero las
bludger
han permanecido guardadas en el despacho de la señora Hooch desde nuestro último entrenamiento, y aquel día no les pasaba nada... —dijo Wood, perplejo.

La señora Hooch iba hacia ellos. Detrás de ella, Harry veía al equipo de Slytherin que lo señalaban y se burlaban.

—Escuchad —les dijo Harry mientras ella se acercaba—, con vosotros dos volando todo el rato a mi lado, la única posibilidad que tengo de atrapar la
snitch
es que se me meta por la manga. Volved a proteger al resto del equipo y dejadme que me las arregle solo con esa
bludger
loca.

—No seas tonto —dijo Fred—, te partirá en dos.

Wood tan pronto miraba a Harry como a los Weasley

—Oliver, esto es una locura —dijo Alicia Spinnet enfadada—, no puedes dejar que Harry se las apañe solo con la
bludger
. Esto hay que investigarlo.

—¡Si paramos ahora, perderemos el partido! —argumentó Harry—. ¡Y no vamos a perder frente a Slytherin sólo por una
bludger
loca! ¡Venga, Oliver, diles que dejen que me las apañe yo solo!

—Esto es culpa tuya —dijo George a Wood, enfadado—. «¡Atrapa la
snitch
o muere en el intento!» ¡Qué idiotez decir eso!

Llegó la señora Hooch.

—¿Listos para seguir? —preguntó a Wood.

Wood contempló la expresión absolutamente segura del rostro de Harry.

—Bien —dijo—. Fred y George, ya lo habéis oído..., dejad que se enfrente él solo a la
bludger
.

La lluvia volvió a arreciar. Al toque de silbato de la señora Hooch, Harry dio una patada en el suelo que lo propulsó por los aires, y enseguida oyó tras él el zumbido de la
bludger
. Harry ascendió más y más. Giraba, daba vueltas, se trasladaba en espiral, en zigzag, describiendo tirabuzones. Ligeramente mareado, mantenía sin embargo los ojos completamente abiertos. La lluvia le empañaba los cristales de las gafas y se le metió en los agujeros de la nariz cuando se puso boca abajo para evitar otra violenta acometida de la
bludger
. Podía oír las risas de la multitud; sabía que debía de parecer idiota, pero la
bludger
loca pesaba mucho y no podía cambiar de dirección tan rápido como él. Inició un vuelo a lo montaña rusa por los bordes del campo, intentando vislumbrar a través de la plateada cortina de lluvia los postes de Gryffindor, donde Adrian Pucey intentaba pasar a Wood...

Un silbido en el oído indicó a Harry que la
bludger
había vuelto a pasarle rozando. Dio media vuelta y voló en la dirección opuesta.

—¿Haciendo prácticas de ballet, Potter? —le gritó Malfoy, cuando Harry se vio obligado a hacer una ridícula floritura en el aire para evitar la
bludger
. Harry escapó, pero la
bludger
lo seguía a un metro de distancia. Y en el momento en que dirigió a Malfoy una mirada de odio, vio la dorada
snitch
. Volaba a tan sólo unos centímetros por encima de la oreja izquierda de Malfoy... pero Malfoy, que estaba muy ocupado riéndose de Harry, no la había visto.

Durante un angustioso instante, Harry permaneció suspendido en el aire, sin atreverse a dirigirse hacia Malfoy a toda velocidad, para que éste no mirase hacia arriba y descubriera la
snitch
.

¡PLAM!

Se había quedado quieto un segundo de más. La
bludger
lo alcanzó por fin, le golpeó en el codo, y Harry sintió que le había roto el brazo. Débil, aturdido por el punzante dolor del brazo, desmontó a medias de la escoba empapada por la lluvia, manteniendo una rodilla todavía doblada sobre ella y su brazo derecho colgando inerte. La
bludger
volvió para atacarle de nuevo, y esta vez se dirigía directa a su cara. Harry cambió bruscamente de dirección, con una idea fija en su mente aturdida: coger a Malfoy.

Ofuscado por la lluvia y el dolor, se dirigió hacia aquella cara de expresión desdeñosa, y vio que Malfoy abría los ojos aterrorizado: pensaba que Harry lo estaba atacando.

—¿Qué...? —exclamó en un grito ahogado, apartándose del rumbo de Harry.

Harry se soltó finalmente de la escoba e hizo un esfuerzo para coger algo; sintió que sus dedos se cerraban en torno a la fría
snitch
, pero sólo se sujetaba a la escoba con las piernas, y la multitud, abajo, profirió gritos cuando Harry empezó a caer, intentando no perder el conocimiento.

Con un golpe seco chocó contra el barro y salió rodando, ya sin la escoba. El brazo le colgaba en un ángulo muy extraño. Sintiéndose morir de dolor, oyó, como si le llegaran de muy lejos, muchos silbidos y gritos. Miró la
snitch
que tenía en su mano buena.

—Ajá —dijo sin fuerzas—, hemos ganado.

Y se desmayó.

Cuando volvió en sí, todavía estaba tendido en el campo de juego, con la lluvia cayéndole en la cara. Alguien se inclinaba sobre él. Vio brillar unos dientes.

—¡Oh, no, usted no! —gimió.

—No sabe lo que dice —explicó Lockhart en voz alta a la expectante multitud de Gryffindor que se agolpaba alrededor—. Que nadie se preocupe: voy a inmovilizarle el brazo.

—¡No! —dijo Harry—, me gusta como está, gracias.

Intentó sentarse, pero el dolor era terrible. Oyó cerca un «¡clic!» que le resultó familiar.

—No quiero que hagas fotos, Colin —dijo alzando la voz.

—Vuelve a tenderte, Harry —dijo Lockhart, tranquilizador—. No es más que un sencillo hechizo que he empleado incontables veces.

—¿Por qué no me envían a la enfermería? —masculló Harry.

—Así debería hacerse, profesor —dijo Wood, lleno de barro y sin poder evitar sonreír aunque su buscador estuviera herido—. Fabulosa jugada, Harry, realmente espectacular, la mejor que hayas hecho nunca, yo diría.

Por entre la selva de piernas que le rodeaba, Harry vio a Fred y George Weasley forcejeando para meter la
bludger
loca en una caja. Todavía se resistía.

—Apartaos —dijo Lockhart, arremangándose su túnica verde jade.

—No... ¡no! —dijo Harry débilmente, pero Lockhart estaba revoleando su varita, y un instante después la apuntó hacia el brazo de Harry

Harry notó una sensación extraña y desagradable que se le extendía desde el hombro hasta las yemas de los dedos. Sentía como si el brazo se le desinflara, pero no se atrevía a mirar qué sucedía. Había cerrado los ojos y vuelto la cara hacia el otro lado, pero vio confirmarse sus más oscuros temores cuando la gente que había alrededor ahogó un grito y Colin Creevey empezó a sacar fotos como loco. El brazo ya no le dolía... pero tampoco le daba la sensación de que fuera un brazo.

—¡Ah! —dijo Lockhart—. Sí, bueno, algunas veces ocurre esto. Pero el caso es que los huesos ya no están rotos. Eso es lo que importa. Así que, Harry, ahora debes ir a la enfermería. Ah, señor Weasley, señorita Granger, ¿pueden ayudarle? La señora Pomfrey podrá..., esto..., arreglarlo un poco.

Al ponerse en pie, Harry se sintió extrañamente asimétrico. Armándose de valor, miró hacia su lado derecho. Lo que vio casi le hace volver a desmayarse.

Por el extremo de la manga de la túnica asomaba lo que parecía un grueso guante de goma de color carne. Intentó mover los dedos. No le respondieron.

Lockhart no le había recompuesto los huesos: se los había quitado.

A la señora Pomfrey aquello no le hizo gracia.

—¡Tendríais que haber venido enseguida aquí! —dijo hecha una furia y levantando el triste y mustio despojo de lo que, media hora antes, había sido un brazo en perfecto estado—. Puedo recomponer los huesos en un segundo..., pero hacerlos crecer de nuevo...

—Pero podrá, ¿no? —dijo Harry, desesperado.

—Desde luego que podré, pero será doloroso —dijo en tono grave la señora Pomfrey, dando un pijama a Harry—. Tendrás que pasar aquí la noche.

Hermione aguardó al otro lado de la cortina que rodeaba la cama de Harry mientras Ron lo ayudaba a vestirse. Les llevó un buen rato embutir en la manga el brazo sin huesos, que parecía de goma.

—¿Te atreves ahora a defender a Lockhart, Hermione? —le dijo Ron a través de la cortina mientras hacía pasar los dedos inanimados de Harry por el puño de la manga—. Si Harry hubiera querido que lo deshuesaran, lo habría pedido.

—Cualquiera puede cometer un error —dijo Hermione—. Y ya no duele, ¿verdad, Harry?

—No —respondió Harry—, ni duele ni sirve para nada. —Al echarse en la cama, el brazo se balanceó sin gobierno.

Hermione y la señora Pomfrey cruzaron la cortina. La señora Pomfrey llevaba una botella grande en cuya etiqueta ponía
«Crecehuesos»
.

—Vas a pasar una mala noche —dijo ella, vertiendo un líquido humeante en un vaso y entregándoselo—. Hacer que los huesos vuelvan a crecer es bastante desagradable.

Lo desagradable fue tomar el
crecehuesos
. Al pasar, le abrasaba la boca y la garganta, haciéndole toser y resoplar. Sin dejar de criticar los deportes peligrosos y a los profesores ineptos, la señora Pomfrey se retiró, dejando que Ron y Hermione ayudaran a Harry a beber un poco de agua.

—¡Pero hemos ganado! —le dijo Ron, sonriendo tímidamente—. Todo gracias a tu jugada. ¡Y la cara que ha puesto Malfoy... Parecía que te quería matar!

—Me gustaría saber cómo trucó la
bludger
—dijo Hermione intrigada.

—Podemos añadir ésta a la lista de preguntas que le haremos después de tomar la poción
multijugos
—dijo Harry acomodándose en las almohadas—. Espero que sepa mejor que esta bazofia...

—¿Con cosas de gente de Slytherin dentro? Estás de broma —observó Ron.

En aquel momento, se abrió de golpe la puerta de la enfermería. Sucios y empapados, entraron para ver a Harry los demás jugadores del equipo de Gryffindor.

—Un vuelo increíble, Harry —le dijo George—. Acabo de ver a Marcus Flint gritando a Malfoy algo parecido a que tenía la
snitch
encima de la cabeza y no se daba cuenta. Malfoy no parecía muy contento.

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