«Sentada en su trono, la condesa mira torturar y oye gritar. Sus viejas y horribles sirvientas son figuras silenciosas que traen fuego, cuchillos, agujas, atizadores; que torturan muchachas, que luego las entierran. Como el atizador o los cuchillos, esas viejas son instrumentos de una posesión. Esta sombría ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa.»
En 1611 la condesa Erzsebét Bathory fue condenada por el asesinato de seiscientas cincuenta jóvenes. Marcada por la perversión y la demencia, la Dama de Csejthe ha pasado a la historia como un emblema del mal absoluto. En sus crímenes se vislumbran los límites últimos del horror.
Con La condesa sangrienta, Alejandra Pizarnik alcanzó una de las cimas de la literatura, elaborando un retrato perturbador del sadismo y la locura. Santiago Caruso ha sabido recrear con sus magníficas estampas no sólo los pormenores de la historia, sino también los atroces sentimientos que la gobiernan.
Por petición directa del ilustrador,
Santiago Caruso,
las ilustraciones de este libro
han sido eliminadas,
salvo las 5 primeras
,
para lo cual contamos son su expresa aprobación.
rosmar71
Alejandra Pizarnik
Santiago Caruso
La condesa sangrienta
ePUB v1.1
rosmar7111.06.12
Título original:
La condesa sangrienta
Alejandra Pizarnik, 1965.
Esta edición: 2009
Ilustraciones: Santiago Caruso
Editor original: rosmar71 (v1.0 a 1.1)
ePub base v2.0
A mis maestros,
en especial a Gatti y Alcatena, cuyas obras y palabras
han sido como el hilo de Ariadna en este oscuro laberinto.
A los artistas que exorcizan la
enfermedad del mundo
con creaciones más verdaderas
que reales.
S.C.
Los editores agradecen especialmente
a Anna Becciú.
ALEJANDRA
PIZARNIK
ILUSTRACIONES:
SANTIAGO CARUSO
«El criminal no hace la belleza;
él mismo es la auténtica belleza.»
J. P. S
ARTRE
V
alentine Penrose ha recopilado documentos y relaciones acerca de un personaje real e insólito: la condesa Báthory, asesina de 650 muchachas.
Excelente poeta (su primer libro lleva un fervoroso prefacio de Paul Éluard), no ha separado su don poético de su minuciosa erudición. Sin alterar los datos reales penosamente obtenidos, los ha refundido en una suerte de vasto y hermoso poema en prosa.
La perversión sexual y la demencia de la condesa Báthory son tan evidentes que Valentine Penrose se desentiende de ellas para concentrarse exclusivamente en la belleza convulsiva del personaje.
No es fácil mostrar esta suerte de belleza. Valentine Penrose, sin embargo, lo ha logrado, pues juega admirablemente con los valores estéticos de esta tenebrosa historia. Inscribe el
reino subterráneo
de Erzébet Báthory en la sala de torturas de su castillo medieval: allí, la siniestra hermosura de las criaturas nocturnas se resume en una silenciosa de palidez legendaria, de ojos dementes, de cabellos del color suntuoso de los cuervos.
Un conocido filósofo incluye los gritos en la categoría del silencio. Gritos, jadeos, imprecaciones, forman una «sustancia silenciosa», la de este subsuelo es maléfica. Sentada en su trono, la condesa mira torturar y oye gritar.
Sus viejas y horribles sirvientas son figuras silenciosas que traen fuego, cuchillos, agujas, atizadores; que torturan muchachas, que luego las entierran. Como el atizador o los cuchillos, esas viejas son instrumentos de una posesión. Esta sombría ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa.