La música del mundo (25 page)

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Authors: Andrés Ibáñez

Tags: #Fantasía, Relato

que junto con el tema sensual y cromático (6) definían la doble naturaleza de los lugares húmedos y misteriosos: su cualidad «femenina» de dama del pantano, sirena del cieno, ondina, doncella que aguarda desnuda entre los juncos, y su cualidad «masculina» de palacio de Klingsor, avance entre las flores enfermas, luces vislumbradas a través de la niebla… y así, caminando de izquierda a derecha, salieron de las centáureas… y ¿qué iba a suceder ahora? ¿sonaría de nuevo la música de los árboles?

—escuchad, dijo Otón… todos los recorridos son diferentes… suena, ahora, un coral en las tubas

—¿qué significa? preguntó Block

—el coral, dijo Otón, siempre canto fúnebre, oración… éste podríamos titularlo in memoriam… es música funeraria para la amada inmortal… o, mejor, añadió como transportado, podríamos llamarlo: RECUERDO DE LA AMADA INMORTAL

»nos damos la vuelta, contemplamos el jardín desde el fondo… es como contemplar el pasado

—pero las rosas… dijo Jaime

Otón se puso un dedo en los labios

recuerdo de la amada inmortal

—venid, dijo Otón nerviosamente… de nuevo hacia la izquierda… vamos a repetir el trayecto anterior, entre las centáureas… de nuevo de izquierda a derecha

sí, ya que el motivo del fondo del jardín (6) sonaba de nuevo en los violoncelos, con contramelodías de las violas y de oboes y clarinetes… y de nuevo cruzaban por entre las centáureas, moviéndose lentamente entre las hojas agusanadas sin apenas ruido…

—escuchad, decía Otón con susurros de serpiente encantada… la melodía es la misma, pero todo es ahora más hermoso… es menos cromática, menos retorcida que antes… igual que una flor retorcida, cuando recibe la caricia del sol, se levanta… escuchad, escuchad qué plenitud del amor, decía levantando los brazos, levantando sus ojos azules al cielo, cuando otra piscina de sol traída por las nubes, que no era luz del sol sino luz indirecta del sol reflejada, resol, llenaba de nuevo el paisaje de bálsamo dorado y la pálida luz de la vida iluminaba las cosas… y todo, simplemente, dijo cerrando los ojos a la luz del resol, por el contacto con su aura dulcísima, blanquísima… por el recuerdo de la amada inmortal…

atravesando las centáureas habían llegado de nuevo al mismo sitio, al lado de los dos árboles… el resol desaparecía, la luz era ahora líquida y plateada

—sabemos que todos los itinerarios son diferentes, dijo Otón… entonces, ¿dónde iremos ahora?… bueno, en este punto la pradera nos propone una especie de jeroglífico musical, una adivinanza…

se oyó el motivo rítmico inicial: los setos, las paredes cuadradas del mundo

a continuación, un pasaje para instrumentos de viento solos: tres flautas, dos oboes, dos clarinetes y una trompa…

—no sé si será pediros demasiado, dijo Otón, pero ¿qué oís en este pasaje?…

»en realidad, está tejido de dos motivos, la metamorfosis del motivo del fondo del jardín (6) y la metamorfosis del motivo inicial (1)

—no puedo imaginarme qué significa tal cosa, dijo Jaime… Otón les miraba a ambos con expresión interrogante

—es fácil, dijo… la conjunción del fondo del jardín y del seto de la entrada nos lleva, aproximadamente, al centro de la pradera… precisamente, a la tumba de los rosales… y lo que cantan, algo desmañadamente, estas flautas, oboes y clarinetes, no es otra cosa que estos pobres y desmañados rosales…

»y de nuevo, comienza el itinerario… suena el motivo rítmico del principio, y el motivo melódico de cinco notas (1)…

caminaban a lo largo del seto izquierdo, rodeando la pradera, y al llegar cerca de la entrada se volvieron

—escuchad, dijo Otón… como os he dicho antes, ésta es la melodía más importante de todo el adagio (2)… antes, la hemos oído
desde fuera
del jardín, y resultaba irreconocible… es, recordad,
una especie de melodía descendente

—¿por qué es la melodía más importante? preguntó Jaime

—es difícil de explicar, dijo Otón, sin apartar la mirada de los dos árboles y de las rosas, que ahora estaban frente a ellos… lo iréis comprendiendo poco a poco… suena siempre dos veces, la segunda vez un tono más arriba… una escala descendente, y otra escala descendente desde un poco más arriba… es como una refracción, ¿no?… un doble brotamiento, una profunda escisión en el interior del hombre… nuestra dificultad para comprender los mensajes celestes, supongo… nuestra ansia del cielo y nuestro desconocimiento y nuestro miedo del cielo… escuchad…

»una y otra vez, creciendo, ascendiendo…

»escuchad, dijo, abriendo los brazos de nuevo como para dejar salir a un gran cisne blanco que anidara en su pecho, o como para recibir un pez de luz descendido del cielo, con los ojos cerrados… escuchad, una melodía que cae de lo alto, el regalo del cielo, la luz, la sonrisa de los dioses… y al mismo tiempo, oíd los violoncelos, fagots, trombones, intentando una y otra vez elevarse, desde lo más profundo de la tierra… es el esfuerzo del hombre, una y otra vez, incesante…

»hacia arriba, desde lo más profundo

»y escuchad ahora, gritó casi Otón… escuchad… lo que cae de lo alto, lo que viene de lo alto… ¡son los dos árboles! dijo triunfante… las sombras de los árboles… la copa de un árbol, y la copa del otro árbol, por encima… no coinciden, los dos mundos, los dos universos…

y en ese momento, como obedeciendo a las instrucciones de Otón, salió el sol durante unos instantes, y las dos sombras de los árboles cayeron por el suelo, recortando la forma de cada una de las copas sobre la hierba

—y las nubes siguen pasando, decía Otón, todavía con los brazos abiertos, con los ojos cerrados… las nubes del tiempo, las nubes de la resurrección… la melodía sigue fluyendo, transformándose… las nubes pasan, y las sombras desaparecen de nuevo…

y las melodías de las sombras de las nubes, de las sombras de los dos árboles-mundo, seguían vagando, sonando una tras otra, hasta perderse

Otón se volvió hacia ellos, aturdido, intentando sonreír

—esta parte que viene a continuación no acabo de comprenderla, dijo con un suspiro… escuchad, suena la música del fondo de la pradera dos veces… no, no merece la pena que repitamos el recorrido una vez más…

subieron el escalón de mármol, de nuevo en la parte elevada del jardín…

—¿oís?… la primera vez suena en los violoncelos y contrabajos… la segunda vez, se unen las trompas… ¿caminos por entre las centáureas? ¿hay algo aquí que no comprendo? ¿algo que falta en mi praderabruckner…? ¿será que ésta no es, al fin y al cabo, la verdadera praderabruckner…? ¿será que todo es una fantasía, un producto de mi imaginación?

»y ahora de nuevo el coral (7),
recuerdo de la amada inmortal
… ¿oís?… nos volvemos… contemplamos el jardín…

»y de nuevo se hace verdad que no hay dos recorridos iguales, porque después de estos instantes de meditación sobre la amada inmortal, llega precisamente lo inesperado, la detención total…

»suena la música del fondo del jardín (6)… pero esta vez… esta vez no hay ningún lugar a donde ir: oíd, en los violoncelos suena el motivo inicial (1)… ¿qué significa? ¿por qué se unen el fondo del jardín y la entrada?… escuchad, aquí hay una detención… hay una figura en los violines segundos y violas, primero corcheas, luego negras… cada vez más despacio… la melodía del fondo (6) y la inicial (1) suenan simultáneamente en medio del tiempo detenido… ¿nos lleva, de nuevo, al centro del jardín? ¿al círculo de rosas? y ¿qué sucede, una vez aquí?, dijo, caminando agitadamente hacia las rosas… ¿qué sucede
en este instante sin tiempo
? aquí debería estar la salida, ya que ésta es la única abertura que existe en la Caja de Tiempo… pero ¡estoy en el centro del jardín! dijo, mirándoles con ojos muy abiertos… ¡está abierto, pero no puedo salir! ¿está abierto el cielo? ¿es ésa la única salida posible? ¿debería poder salir por los cielos, flotando hacia lo alto…?

los tres estaban en el centro del jardín… seguían sonando los violoncelos… silencio

—recapitulación, dijo Otón… volvemos a la entrada… de nuevo los temas iniciales, ahora todo adornado con un arabesco muy bonito en las violas

»pero ¿no os parece que esto suena por fuera de la pradera? todo se repite igual, pero la cantinela de las violas parece sugerir que algo, o alguien, se añade, por fuera, al otro lado de los setos…

»a continuación, el motivo (1) alcanza uno de esos "coronamientos grandiosos" típicos de Bruckner… los setos del jardín, la cuadriculación mística del jardín… en realidad, a partir de aquí todo empezará a alcanzar coronamientos grandiosos… los metales van construyendo poco a poco el coronamiento grandioso de (1), con motivos ascendentes que representan la tierra, la fuerza callada del mundo…

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