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Authors: Kathy Tyers

Tags: #Ciencia ficción

La tregua de Bakura (25 page)

Abrió sus manos vacías.

—Ben —susurró—. Ven, por favor, Ben. Necesito hablar con alguien.

Ni la brisa respondió. Un ser negro, del tamaño de su meñique, avanzaba sobre el muro apoyado en veinte patas. Se concentró en el ritmo de aquellas patas, enfocó su espíritu, hasta que desapareció en una grieta.

—¿Estás cerca, maestro Yoda? —llamó en voz alta.

Una pregunta absurda. Yoda estaba con la Fuerza y, por tanto, en todas partes. Pero no contestó.

—Padre —llamó vacilante, y luego repitió—: Padre.

Se preguntó si Anakin le comprendería. Intentó ponerse en el lugar de Gaeri. Con su planeta natal amenazado y su vida en peligro, un hombre que la aterraba aparecía en plena crisis: un Jedi.

Notó que alguien se acercaba. «¿Ben?», pensó, pero no era la intensidad de su maestro, y albergaba la inquietud de una persona viva. Pasos ligeros se oyeron en el sendero. Leia vaciló al llegar a las ramas, y su vestido blanco destelló entre los árboles blancos.

—Estoy aquí —la llamó Luke en voz baja.

Ella corrió a su lado.

—¿Te encuentras bien? —Se puso un chal de punto azul Bakurano sobre los hombros—. Oí… Bueno, pensé oírte llamar mediante la Fuerza.

También le había encontrado de aquella manera en Ciudad Nube. Luke se dejó caer en el banco.

—Ha sido un día largo y duro. ¿Qué tal el tuyo?

—Hum, bien. He dejado a Cetrespeó y Enredos con el primer ministro Captison.

Un tímido nerviosismo suplicaba pasar desapercibido. La notó muy ansiosa.

—Deja que fluya, Leia —dijo, envidioso—. Él te quiere.

Ella le miró fijamente.

—Es inútil ocultarte algo, ¿verdad? Paseamos. Hablamos… Ha sido difícil encontrar un momento para estar a solas.

Luke sonrió, algo avergonzado.

—Eso es lo que echaba de menos. Me refiero a crecer sin hermanos.

Leia removió los extremos del chal.

—Es estupendo tener un hermano. Alguien con quien hablar.

—También tienes a Han. Alguien debería transmitir los talentos familiares —añadió, sombrío—. Da la impresión de que, de momento, no me va a surgir ninguna oportunidad.

Leia apoyó una mano sobre su hombro.

—¿Algo va mal, Luke? ¿Es esa senadora?

—Un Jedi no siente pasión. —Alguien capaz de manipular sus sentimientos podría ponerle en peligro, impedir que se calmara, impedir que se controlara—. Pero a veces es evidente que la Fuerza me controla, en lugar de al revés. Protege la vida.

—Es ella. Empezaba a preocuparme por ti, Luke. Has estado tan… alejado.

Su perspicacia le sorprendió. La mejor forma de distraerla era irritarla.

—Tú y Han —dijo—. Deja que te haga una pregunta indiscreta. No te… opondrás a tener hijos algún día, ¿verdad?

—¡Oye! —Soltó su mano con furia—. No estábamos hablando de eso.

—Lo siento. Es que he estado pensando mucho en eso últimamente.

¿Sí? Era sorprendente lo que su inconsciente revelaba a los demás antes de informarle a él. Por un momento, se imaginó como jefe de un clan de jóvenes aprendices Jedi, de ojos verdes, azules y grises no aparejados.

—Un niño poderoso en la Fuerza también poseerá una gran capacidad para el mal.

—Desde luego. —Leia se sentó, dejó los extremos del chal sobre su regazo, cortó una madreselva de una rama y la olió—. Es un riesgo al que los humanos siempre han estado expuestos. Es peligroso dar vida a una existencia.

—¿No te lleva a pensar eso cuánto lo temía mamá?

La irritación de Leia se reavivó en parte, lo cual le sorprendió.

—Oh —dijo su hermana en tono desenvuelto—. Eso me recuerda que debía darte un mensaje. He visto a Vader.

—¿A Vader? —La mente de Luke se oscureció—. ¿Viste a… papá? ¿A Anakin Skywalker? Vader ya no existe.

—Como te guste más. Anakin. Pero le vi.

Una sensación de pérdida invadió a Luke. ¿Por qué su padre se había aparecido a Leia, y no a él?

—¿Qué dijo?

Leia desvió la vista hasta el borde del complejo.

—Debo recordarte que el miedo pertenece al lado oscuro. Me pidió perdón, o lo intentó.

Luke miró hacia la ciudad.

—Sólo le vi una vez, un momento. No habló.

—Bien, no quiero ser nada de él y no quiero que se me aparezca.

Luke meditó sobre el mensaje de su padre.
El miedo pertenece al lado oscuro
. El miedo de Gaeriel hacia él también procedía del lado oscuro.

—El odio también procede del lado oscuro, Leia.

—Es normal detestar el mal.

—¿Dijo su, hum, dijo, bueno, algo relacionado con…? Ah. —Paró en seco—. Oh. Interrumpí algo cuando llamé esta mañana, ¿verdad?

Aun a

la tenue luz de las estrellas, vio que sus mejillas enrojecían.

—Es difícil encontrar tiempo para estar a solas —repitió.

—Lo siento. Puede que papá hiciera una buena obra, si te envió a Han en busca de consuelo.

—No puedes decir eso. Cuando le vi, tan normal, comprendí…, comprendí que una persona normal se transformó… en lo que él era. Y que yo también podía.

—Para el lado bueno —insistió Luke. Rozó su mejilla con los labios. Tuvo la impresión de que la quería desde hacía mucho tiempo, antes de que ambos averiguaran lo que ella se negaba a reconocer—. Hasta mañana.

—¡Espera! ¿Me estás despidiendo?

—Sólo por un rato, Leia. Ve con Han —murmuró—. Te dejaré en paz.

Leia le miró a los ojos e inhaló aire varias veces, muy irritada. Por fin, se levantó de un salto y se alejó a toda prisa.

Luke contempló los círculos de la ciudad y las luces de un autobús repulsor en lo alto. Después enlazó las manos sobre su regazo y se inclinó hacia adelante.

—Padre —susurró.

Pasó por su mente la idea de que había hecho las paces con Anakin. Eso explicaría por qué se había aparecido a Leia.

Inició una de las meditaciones de Yoda, concentrándose en su voluntad. Los problemas personales se desvanecieron y la energía del universo fluyó a su través. Tenía una hermana; no estaba solo. Algún día, cuando madurara en la Fuerza, el amor verdadero le uniría con alguien de su especie. Todos los sentimientos de cada miembro de la pareja, cada onda de placer o dolor, rebotaría en el otro y resonaría hasta que los dulces ecos se disiparan.

Abrió los ojos y apartó las manos. Aún no había perdido a Gaeriel. La ayudaría en lo que pudiera, y si ella le rechazaba, abandonaría Bakura con escaso dolor.

Ojos risueños y disímiles y faldas revoloteantes bailaron en su mente. ¿A quién estaba engañando?

¿Y qué estaba haciendo allí, solo? Se levantó y caminó hasta el ascensor.

Dev acarició la nueva silla de tecnificación…, ¿o debería llamarla de otra forma? Se estaban construyendo tres docenas de sillas nuevas, para complementar el flujo de energía que Skywalker proporcionaría, pero ésta era especial. Más una cama vertical que una silla, un motor la inclinaba desde cero a treinta grados. En lugar de arco de captación, poseía un circuito incorporado de atracción de energía, que estaría situado bajo la espalda de Skywalker. Sujeciones más grandes estaban abiertas a lo largo de los lados y cerca de su pie, y otros aditamentos médicos mejoraban su obvio diseño para la supervivencia a largo plazo de su ocupante (había probado aquellas partes el día anterior). Plateada y negra, destellaba bajo las luces brillantes del camarote.

—Es hermosa, maestro Firwirrung.

—Lo siento, Dev —cantó en voz baja Firwirrung—. Sé que esto herirá tus sentimientos…

—Ojalá fuera real, amo, pero sé que necesitas probarla. Empecemos.

Firwirrung asintió.

Dev había sugerido casi todos los detalles de la instalación inicial y las sujeciones. Ningún arco de contención cubría el lecho, que estaba inclinado unos grados. Se recostó con cautela. Su pie izquierdo rozó una sujeción abierta. Se cerró alrededor de su tobillo.

—¡Funciona! —exclamó Dev.

—Prueba la otra —canturreó Firwirrung.

En esta ocasión, Dev miró. Un arco negro flexible sobresalía de una ranura de la cama. Acercó su tobillo derecho…

Funcionó. Aquella segunda sujeción activaba un ciclo que él había sugerido. Inclinó la cama unos doce grados. Se relajó y rodó con el mueble, los brazos cruzados sobre el pecho. Cuando su torso tocó otro panel, una sujeción más gruesa rodeó su cintura. Le inmovilizó con mucha más fuerza que las sujeciones de la antigua silla de tecnificación.

—Maravilloso. —Firwirrung se acercó y acarició la cinta con una garra—. ¿Está bien acoplada?

Dev intentó mover su cuerpo.

—Sí, pero lo bastante floja para que pueda respirar.

—La forma humana es tan extraña —silbó alegremente Firwirrung. Dev rió con él—. ¿Estás cómodo, Dev? Sólo tenemos una idea aproximada de su tamaño.

—Oh, sí.

—Ahora la mano izquierda.

Dev extendió su brazo izquierdo. Otra gruesa sujeción se disparó. Llevaba embutida una serie de relés de funciones vitales que su piel desprovista de escamas no obstruía. Detrás de Firwirrung, las luces de un panel negro empezaron a parpadear. Firwirrung se volvió y las examinó.

—Deja libre la derecha —ordenó.

Cómo deseaba Dev que le tecnificaran. Anhelaba el momento en que nacería a la vida detrás de unos ojos que jamás se cerrarían y lo verían todo. Dentro de un cuerpo capaz de cualquier cosa, dedicado únicamente a complacer a sus amos. Ayer, habían empezado a tecnificar a p'w'ecks inmaduros y viejos de las otras naves, en preparación para el ataque. Los p'w'ecks tecnificados no duraban tanto como los humanos, pero necesitaban cierto número…, por poco tiempo.

Firwirrung tocó un panel rojo. Algo se clavó sobre los riñones de Dev.

—Eso también funciona —gritó.

Aquel mecanismo también era peligroso para un confinamiento largo, al igual que el cargador de la espina dorsal. Ahora el procedimiento ya no dependería de la desconexión previa del sistema nervioso de Skywalker.

—¿Puedes mover los pies?

Dev bajó la vista. El ángulo de inclinación los mantenía alzados sobre las losas grises de la cubierta.

—Ni siquiera puedo sentirlos —anunció, complacido.

—Bien. —Firwirrung se acercó un poco más—. Ay, Dev. —Desenganchó un tubo transparente sujeto al lado del hombro izquierdo de Dev—. Sé cuánto deseas que esto sea real. Lamento engañarte de esta manera.

—Mi momento llegará.

Dev cerró los ojos. Notó una débil presión sobre su garganta, y después un pinchazo apenas perceptible. Se relajó contra la cama y saboreó la sensación, mientras Firwirrung se desplazaba al otro lado y repetía el movimiento. Deseó, oh, deseó…

No obstante, una corriente subterránea de miedo reptó bajo su deseo. La mano derecha tembló contra su pecho.

Oyó un silbido, abrió los ojos y vio que Escama Azul y el almirante Ivpikkis entraban, seguidos por dos p'w'ecks que arrastraban a un prisionero humano por la cabeza y los brazos. Según el nuevo procedimiento de Firwirrung, ya le habían preparado previamente. Era el siguiente individuo que iba a ser tecnificado. Dev intentó una vez más mover los dedos de los pies, pero no sintió nada. Perfecto. Por el bien de aquel pobre humano aterrorizado, confió en cumplir su cometido.

—Háganme una demostración —pidió el almirante—. ¿Cuál es la diferencia con la tecnificación normal?

Firwirrung unió las garras delanteras frente al pecho.

—Creemos que un individuo poderoso en la Fuerza será capaz de captar energía desde cierta distancia… Una distancia corta, en el caso de Dev. Si Dev está bien conectado al circuito de captación, la energía del otro sujeto fluirá por su mediación, pero Dev no resultará tecnificado y podrá repetir el proceso de forma indefinida.

—No como la… silla, pues.

Ivpikkis desvió la vista hacia ella. Dev recordó que se habían divertido mucho cuando describió por primera vez los muebles humanos. Tecnificaban a los p'w'ecks tendiéndolos sobre el puente.

—No —dijo Firwirrung—. No será necesario capturar al sujeto. Con la colaboración de Skywalker, ni siquiera será necesario que el sujeto se encuentre dentro del radio de acción de un haz de arrastre. Eso esperamos, al menos.

—Por si acaso, hemos capturado y preparado a éste. ¿Todo está dispuesto?

Las lenguas olfativas de Escama Azul surgieron de sus fosas nasales y se movieron en dirección al prisionero. El pobre humano debía estar sucio.

—En efecto.

Firwirrung volvió su cresta en forma de V hacia Escama Azul, su ojo derecho hacia Dev y el izquierdo hacia los p'w'ecks y su prisionero. A continuación, bajó la palanca principal.

La garganta de Dev ardió. Esta vez, las servobombas no habían inyectado tan sólo magsol, sino una solución de magsol y otros elementos. Orientaría todo el sistema nervioso hacia el circuito de captación de la cama, absorbiendo energía, lo cual eliminaba la necesidad del arco de captación. Primero su cuello, después su cabeza y a continuación su pecho y extremidades experimentaron el tirón, cada vez más potente, como si la gravedad hubiera cambiado o el
Shriwirr
experimentado una reorientación. De pronto, pensó que su cama vertical se había inclinado. Tuvo la impresión de que Firwirrung y los demás se encontraban de pie sobre la mampara más próxima. La ilusión biogravitatoria convenció a sus ojos.

—Tengo la sensación de que todos los nervios de mi cuerpo han sido estirados hacia el punto focal —dijo—. Duele un poco —admitió.

—Eso no debería afectar a la función de captación. ¿Estás preparado para canalizar las energías de este humano a un androide de combate?

—Lo intentaré.

Lo mejor, después de la tecnificación, debía ser conceder aquel don a otra persona. Dev cerró los ojos, procuró olvidar la incomodidad y se sumergió en su centro de control. Profunda y humildemente consciente de sus limitaciones, se encaminó por mediación de la Fuerza hacia la otra presencia humana. Le pareció que transcurría una eternidad hasta que la tocó y envolvió. Utilizó la Fuerza para captar la energía del circuito de captación. Por un momento, se sintió enorme y pesado. Un dolor redoblado latió en sus nervios. Después el peso de más desapareció. Abrió los ojos de par en par, jadeante. El prisionero estaba tendido como un saco en la cubierta.

El almirante Ivpikkis se frotó las garras.

—Cubierta Dieciséis —llamó.

De la mampara surgieron las palabras que Dev anhelaba escuchar.

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