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Authors: David Brin

Marea estelar (43 page)

Dart profirió un exasperado gemido.

—¡Decía que quiero ir con usted! Puede que este viaje sea una forma de exilio para usted, pero para mí sería una escapatoria. ¡Tengo que ir al lugar donde está mi trabajo!

Golpeó la pared con el puño y mostró dos hileras de grandes dientes amarillentos.

Metz pensó durante unos instantes, sacudiendo la cabeza. ¿Exilio? Quizá Takkata-Jim lo viese de esa manera. No había duda de que Gillian y él eran como el día y la noche.

Ella estaba decidida a poner en marcha el plan de Orley y Creideiki, el Caballo Marino de Troya. Takkata-Jim se oponía con idéntica firmeza.

Metz coincidía con Takkata-Jim, y le sorprendió que el teniente renunciara dócilmente a su comandancia interina en la reunión del concejo de la nave, otorgando a Gillian el mando hasta que Hikahi pudiera regresar. Ello significaba que el proyecto del Caballo Marino seguiría adelante, después de todo. El Streaker empezaría su maniobra submarina dentro de pocas horas.

Si la estratagema debía intentarse, Metz se sentiría muy feliz por haber abandonado la nave. La lancha era espaciosa, y bastante confortable. Él y sus notas estarían a salvo en ella. Los informes de sus experimentos especiales llegarían al fin y al cabo a la Tierra, incluso cuando... si el Streaker resultaba destruido al intentar escapar.

Además, ahora podría unirse a Dennie Sudman en la investigación de los kiqui. Metz estaba más que impaciente por echar una ojeada a los presensitivos.

—Tendrá que hablar con Gillian si desea venir con nosotros, Charlie —sacudió la cabeza—. Nos ha autorizado a llevarnos su nuevo robot a la isla. Quizá pueda arreglar esto.

—Pero usted y Takkata-Jim me prometieron que si yo cooperaba, si primero mantenía callado a Toshio, y estaba dispuesto a darles mi apoyo en el concejo...

El chimp se interrumpió al ver la expresión de Metz. Apretó los labios y se puso en pie.

—¡Gracias por nada! —gruñó mientras iba hacia la puerta.

—Bueno, Charlie...

Dart ya estaba en el pasillo. La puerta, al cerrarse, ahogó las últimas palabras de Metz.

El chimp avanzaba por el inclinado corredor con la cabeza baja y aire decidido.

—¡Tengo que salir de aquí! —refunfuñó—. ¡Tiene que haber una manera!

56
SAH'OT

Cuando Gillian lo llamó para pedirle que hablara con Creideiki, su primer pensamiento fue rebelarse contra aquel trabajo suplementario.

—Lo sé, lo sé. —El sutil simulacro de Gillian había funcionado—. Pero eres el único disponible que tiene las cualificaciones. Corrijo esto último. Eres el único que puede hacerlo. Sin duda, Creideiki está consciente y alerta, ¡pero no puede hablar! Necesitamos a alguien que le ayude a comunicarse por medio de las partes de su cerebro que no están lesionadas. Y tú eres nuestro especialista.

Sah'ot nunca había apreciado verdaderamente a Creideiki. Y la clase de herida que presentaba le hacía sentirse mal. Sin embargo, la tarea en sí era un desafío a su vanidad.

—¿Y qué hay de Charlesss Dart? Ha estado obstaculizándonos a Toshio y a mí hasta desmedrarnos las aletas, y tiene alta prioridad en esta línea.

En la pequeña imagen holo, Gillian parecía muy fatigada.

—No, eso ha terminado. Vamos a enviar una nueva sonda con Takkata-Jim y Metz, una que podrá controlar él mismo por el enlace com. Hasta entonces, su proyecto pasa al último plano. Al último plano. ¿Comprendido?

Sah'ot batió la mandíbula con estrépito en señal de asentimiento. Era estupendo oír de nuevo a un decisivo líder de la nave. El hecho de que la voz perteneciera a una humana por la que él sentía respeto también ayudaba.

—Esssa historia sobre Metz y Takkata-Jim...

—Se la he referido a Toshio —dijo Gillian—. Te pondrá al corriente cuando se presente la ocasión. Ahora él tiene la responsabilidad absoluta. Debéis obedecerle con presteza.

¿Está claro?

Aun bajo tensión, Gillian nunca perdía su vocabulario. A Sah'ot eso le gustaba.

—Sssí. Muy claro. Ahora, acerca de esas resonancias que escuché procedentes de la corteza planetaria, ¿qué debo hacer? ¡Por lo que sé, es algo completamente inaudito!

¿Puede disssponer de alguien para que investigue por mí en la Biblioteca?

Gillian frunció el ceño.

—¿Hablas de resonancias de origen aparentemente inteligente que provienen de las profundidades de la corteza de Kithrup?

—Exacto.

—¡Ifni! —exclamó Gillian, levantando los ojos al cielo—. ¡Para explorar este mundo en paz y tranquilidad necesitaríamos una docena de naves de reconocimiento trabajando durante una década! —Sacudió la cabeza—. No. Mi primera hipótesis es que alguna formación rocosa de probabilidad-sensitiva del subsuelo resuena con las emanaciones de la batalla espacial. En cualquier caso, esto viene después de las otras prioridades: seguridad, los kiqui, y hacer hablar a Creideiki. Ya tienes donde hincar el diente.

Sah'ot ahogó una protesta. Quejándose sólo conseguiría que Gillian le ordenase explícitamente alejarse de la sonda. Mientras no lo hiciera, era mejor permanecer tranquilo.

—Ahora reflexiona sobre tus opciones —le recordó Gillian—. Si el Streaker escapa, intentaremos sacar el esquife para recoger a Tom y a todos los de la isla que quieran unirse a nosotros. Puedes elegir entre venir también o quedarte con Metz y Takkata-Jim y esperar en la lancha. Informa a Toshio de tu decisión.

—Entendido. Pensaré en ello.

De algún modo, el asunto le parecía ahora menos urgente que unos días antes. Los sonidos del subsuelo estaban haciendo efecto sobre él.

—Si me quedo —añadió—, les deseo a todos la mejor suerte.

—También para ti, masc-fin —Gillian sonrió—. Eres un personaje extraño, pero si vuelvo a casa, iré a recomendarte para que puedas tener un montón de nietos.

Su imagen se desvaneció cuando ella cortó la conexión.

Sah'ot permaneció con la vista clavada en la vacía pantalla. El cumplido, totalmente inesperado, le dejó aturdido por un momento. Luego, unos cuantos kiqui que estaban comiendo forraje cerca de allí se quedaron sorprendidos al ver a un voluminoso delfín alzándose sobre la cola y bailando alrededor de la pequeña charca.

Ser destacado por...

Una ballena jorobada.

Ser acreditado

Al fin

Por lo que soy.

57
DENNIE Y TOSHIO

—Tengo miedo.

Casi sin pensarlo, Toshio rodeó los hombros de Dennie con su brazo, y le dio un apretón alentador.

—¿De qué? No hay nada que temer.

Dennie apartó la mirada del embate de los rompientes para ver si hablaba en serio.

Entonces se dio cuenta de que le estaba gastando una broma, y le sacó la lengua.

Toshio inhaló profundamente y se sintió feliz. No tenía claro adonde le llevarían las nuevas relaciones que mantenía con Dennie. En cualquier caso, no era nada físico.

Habían dormido juntos la última noche, pero vestidos por completo. Toshio creyó que resultaría frustrante, y en cierta forma lo fue. Pero no tanto como pensaba.

Aquello se resolvería un día u otro. De momento, Dennie necesitaba tener a alguien cerca, y él estaba satisfecho sólo con colmar esa necesidad.

Cuando todo aquello terminara, quizás ella dejaría de considerarlo como a un muchacho, cuatro años más joven. De todos modos, lo dudaba. Ahora estaba más en contacto con él, lo cogía del brazo y le golpeaba fingiendo encolerizarse, incluso cuando los estremecimientos provocados por el episodio de la bomba psi se desvanecieron.

—¿Cuándo se supone que llegará la lancha? Ella miraba una vez más hacia el océano.

—Mañana, a última hora —respondió Toshio.

—Takkata-Jim y Metz quieren negociar con los ETs.

¿Qué podrá detenerles si, a pesar de todo, deciden ignorar las órdenes e intentarlo?

—Gillian sólo les ha dado energía suficiente para llegar hasta aquí. Tienen un regenerador, de forma que pueden disponer de la carga necesaria para un viaje espacial en un mes o así, pero por entonces el Streaker, por una u otra causa, ya no estará aquí.

—Dennie se estremeció ligeramente, y Toshio se maldijo por tener una lengua tan inoportuna—. Takkata-Jim no tiene radio. Y vigilaré la nuestra hasta que el esquife venga a recogernos. Además, ¿qué pueden ofrecer a los galácticos? No tienen ninguno de los mapas que señalan el emplazamiento de la flota abandonada. Mi opinión es que esperarán hasta que todos se hayan ido, entonces huirán a toda prisa hacia la Tierra con las cintas de Metz y el rabo entre las piernas.

Dennie levantó la vista hacia las primeras estrellas del largo crepúsculo de Kithrup.

—Y tú, ¿qué harás? —preguntó.

—El Streaker es mi nave. Gracias a Dios, Creideiki aún vive. Incluso si él no comanda el navío nunca más, yo debo seguir comportándome como uno de sus oficiales.

Dennie le dirigió una breve mirada, luego asintió y volvió a mirar al mar.

Ella cree que no tenemos ninguna oportunidad, comprendió Toshio. Y quizá no la tengamos. Llevando el disfraz de un carro de combate thenanio, poseeremos la misma capacidad de maniobra que una embarrada espigadora de Calafia. E incluso si conseguimos engañar a s galácticos, puede que no sea una buena idea. Ellos quieren capturar el Streaker, pero ¿por qué no han de abrir fuego contra un enemigo que creían eliminado y que se levanta para un nuevo asalto? El plan sólo puede funcionar si hay thenanios por los alrededores.

Pero no podemos quedarnos aquí esperando. Si lo hacemos, los galácticos descubrirían que es factible atacar a los terrestres. No podemos arriesgarnos a permitir que nadie se beneficie de la captura de una de nuestras naves de exploración.

Dennie parecía preocupada, y Toshio cambió de tema.

—¿Cómo va tu informe?

—Oh, muy bien, creo. Está claro que los kiqui son presensitivos por completo. Han estado en barbecho durante mucho tiempo. En realidad, algunos herejes darwinistas pensarían que están preparados para avanzar por sí mismos. Muestran ciertos signos.

Algunos iconoclastas humanos aún consideraban la idea de que una raza presensitiva podía dar el salto hacia la inteligencia postespacial por simple evolución, sin la intervención de un tutor. La mayor parte de los galácticos pensaba que la idea era absurda y extraña, pero el fracaso en encontrar el desaparecido benefactor humano hacía ganar unos puntos a los seguidores de esta teoría.

—¿Y qué hay acerca de la colina metálica? —preguntó Toshio de la otra investigación de Dennie, empezada para Charlie Dart cuando el chimp tenía concedida alta prioridad, pero proseguida ahora sólo por interés.

—Oh, la colina está viva —dijo Dennie, encogiéndose de hombros—. La bióloga profesional que hay en mí daría el brazo izquierdo por permanecer un año en esta isla, ¡con todo el material de laboratorio necesario para estudiarla! El pseudocoral devorador de metal, el árbol taladrador, el núcleo viviente de la isla, todos son simbióticos. En realidad, ¡son órganos de una entidad gigantesca! Con sólo enviar una crónica de esto a casa, me haría famosa... si alguien me cree.

—Te creerán —le aseguró Toshio—. Y te harás famosa.

Le hizo un gesto indicando que debían regresar al campamento. Después de la segunda comida, sólo disponían de muy poco tiempo para pasear y hablar. Ahora que él estaba al mando, tenía que asegurarse de que los horarios se cumplieran.

Dennie lo cogió del brazo mientras daban la vuelta para regresar al lugar de acampada.

Bajo el incesante rumor del viento a través del follaje, llegaban los intermitentes chillidos de los indígenas, despertando de su siesta para preparar la caza nocturna.

Caminaron en silencio a lo largo del estrecho sendero.

58
GALÁCTICOS

Krat lamía con lentitud su espolón nupcial, ignorando deliberadamente a las criaturas que se preparaban para limpiar la sangrienta masa que yacía en un rincón.

Sin lugar a dudas, iba a tener problemas por esto. El Alto Concejo Pila protestaría.

Por supuesto que, como Gran Almirante, ella podía tratar a cualquier miembro de la flota como mejor le pareciera. Pero la tradición no llegaba hasta el ensartamiento de un bibliotecario simplemente por ser portador de malas noticias.

Me estoy haciendo vieja, reconoció. Y mi hija, a la que esperaba ver con fuerzas suficientes para derrocarme, está ahora muerta. ¿Quién me hará los honores antes de que me convierta en una excéntrica y empiece a ser un peligro para mi clan?

El pequeño cadáver velludo fue desalojado, y un robusto paha limpió los restos de la sanguinolenta masa. El otro pila la miraba.

Que me miren. Cuando capturemos a los terrestres esto no tendrá importancia. Seré famosa, y este incidente será ignorado por todos, en especial por los pila.

Si somos los primeros en acercarnos a los Progenitores con una ofrenda, la Ley no tendrá importancia nunca más. Los pila no serán sólo nuestros pupilos-vasallos adultos, serán otra vez nuestros, y podremos entrometernos, rediseñarlos, configurarlos de nuevo.

—¡Volved al trabajo! ¡Todos!

Hizo crujir su espolón nupcial. La vibración provocó que la tripulación del puente se precipitara a sus puestos, y algunos volvieron a reparar los humeantes desperfectos producidos en la última batalla con los tandu.

Piensa ahora, madre soro. ¿Puedes disponer de naves para enviarlas una vez más al planeta? ¿Hacia ese maldito volcán al que cada flota ha enviado ya una expedición a luchar y morir?

¡Quién iba a suponer que todavía quedara algún gubru por ahí! Pero una castigada patrullera gubru había aparecido en el lugar de procedencia de la llamada de socorro. Fue a parar al cementerio de humeantes ruinas junto a destructor tandu, la nave pritil número dieciséis y otros dos navíos que ni sus ordenadores de combate pudieron identificar.

Quizás uno fuera una nave-arpón superviviente de los Hermanos de la Noche que había encontrado refugio en una de las lunas de Kithrup.

Entre tanto, fuera de allí, la batalla «final» contra la blasfema alianza tandu se había convertido en un sangriento empate. Los soro aún conservaban una ligera ventaja, por lo que los thenanios mantenían su alianza con los tandu.

¿Debía arriesgarlo todo en el próximo encuentro? Si vencían los tandu sería horrible. Si conseguían el Poder, destruirían demasiadas especies hermosas que los soro podrían hacer suyas en el futuro.

Si dependía de una elección, adivinaba que los thenanios podían cambiar de bando una vez más.

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