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Authors: James Ellroy

Tags: #Biografía

Mis rincones oscuros (57 page)

Corría el año 1939. Jean cumplió veinticuatro en abril. Tía Norma dejó a su marido. Se buscó a otro reverendo de la localidad. Abandonaron Tomah para siempre. Norma perdió el rastro de Jean. Nunca volvieron a verse. Jean perdió la pista de Mary Evans. Nunca volvieron a verse. El 7 de junio del 39 Leoda Hilliker se casó con Ed Wagner. Jean asistió a la boda, que tuvo lugar en Madison, Wisconsin. Por entonces Jean estaba saliendo con uno o varios tipos. Quedó embarazada. Llamó al novio de Mary y le pidió que le hiciese un aborto. Él se negó. Jean abortó por su cuenta. Mató al feto y tuvo una hemorragia. Llamó al novio de Mary y él la trató. No informó del aborto.

Jean se trasladó a Los Ángeles. Quizá conociera allí al tal Spalding. Se casaron en otra parte. No fue en Chicago. Ni en Los Ángeles, Orange, San Diego, Ventura, Las Vegas o Reno. Bill Stoner comprobó las actas de matrimonios de todas las localidades de esos condados. Janet Klock encontró algunas antiguas notas. Correspondían a los retratos en que Jean aparecía junto a la valla. Estaban escritas de su puño y letra. Decían que las fotos estaban tomadas cerca del monte Charleston, en Nevada. Mi madre aludía a «nosotros». Llevaba el anillo de boda. Parecían fotos de luna de miel. No había modo de comprobar si el matrimonio Hilliker-Spalding había existido realmente. Leoda nunca había conocido a Spalding. Y había dos hombres que podían considerarse herederos de la fortuna de la firma de artículos deportivos. Uno había muerto en la Primera Guerra Mundial. El hijo superviviente se llamaba Keith Spalding. Bill Stoner no consiguió relacionarlo con mi madre. Puede que se casara con él. O puede que lo hiciera con algún otro Spalding que no tuviese lazos de sangre con los Spalding de marras. El matrimonio, en cualquier caso, fue breve. Cinco testimonios confirmaban este hecho o rumor. Bill encontró una Geneva Spalding en el listín telefónico de Los Ángeles de 1939. Como ocupación constaba la de «doncella». La dirección era Bedford, 852, West Los Ángeles. Los listines de 1939 salieron en 1940. Tuvo tiempo de casarse y divorciarse del señor Spalding. Tuvo tiempo de encontrar trabajo y un apartamento para ella.

Earle Hilliker murió en 1940 a consecuencia de una neumonía. Jean Hilliker aparecía en el listín telefónico del 41. Era estenógrafa. Vivía en el 854 de South Harvard. Se había trasladado al este, al distrito de Wilshire. Probablemente trabajara para obtener el certificado superior de enfermería.

Y una cita con mi padre.

Mi padre se trasladó a San Diego después de la Gran Guerra. Eso me contó. Era un mentiroso. Todas sus afirmaciones despertaban sospechas. Bill Stoner repasó viejas guías telefónicas de San Diego. Encontró a mi padre en la correspondiente al año 26. Constaba como auditor auxiliar del condado. Conservó el empleo durante todo 1929. En 1930 era vendedor. En el 31, gerente de hotel. Durante los cuatro años siguientes trabajó en el hotel U.S. Grant, como detective y luego como contable. En el 35 cambió de empleo. Se hizo nuevamente vendedor. Trabajó para A.M. Fidelity. En el 36 no aparecía en los listines; en el 37 lo hacía en el de Los Ángeles. Su ocupación no se especificaba. Vivía en el 2819 de Leeward. En el 38 y en el 39 constaba en la misma dirección. Leeward estaba en el centro de Los Ángeles, a unos seis kilómetros al este de donde Geneva Spalding vivía en el 39. La guía telefónica del 40 situaba a mi padre en el 2845 de la calle 27 Oeste. La del 41, en el 408 de South Burlington. Aquello caía a dos kilómetros y medio de la dirección de Jean Hilliker en el 41.

Mi padre se casó en San Diego. La fecha: 22/12/34. El nombre de la mujer: Mildred Jean Feese. Procedía de Nebraska. Mi padre «la abandonó voluntariamente» el 5/6/41. Ella puso la demanda de divorcio el 11/9/44. Dijo que mi padre la trataba «de forma cruel e inhumana, que causaba a la demandante graves sufrimientos y alteraciones mentales, como consecuencia de las cuales se hallaba en un estado de extremo nerviosismo y se sentía angustiada y físicamente enferma».

Mi padre recibió una citación judicial. No se presentó en la vista. El 20/11/44 se libró una certificación de abandono de hogar. El divorcio se decretó el 27/11/45. La unión no tuvo hijos. La sentencia final no mencionaba pago de pensiones alimenticias.

Mi padre aparecía en el listín del 41. Había abandonado a su esposa el 5/6/41. Mildred Jean Ellroy aparecía en la guía telefónica del 42 como residente en el 6901/2 de South Catalina. Mi padre aseguraba que por la época del ataque a Pearl Harbor vivía con mi madre en la calle Ocho con New Hampshire. Su memoria era irregular. En realidad vivían tres calles al norte, en la Cinco con New Hampshire.

Bill y yo reconstruimos los posibles hechos.

Mi padre conoció a la pelirroja en 1941, en Los Ángeles. Abandonó a su mujer. Se fue a vivir con Jean Hilliker. Escapó de una mujer. Corrió hacia otra. La mujer plantada abandonó la casa que compartían. Se trasladó a otra, a tres manzanas de distancia del nido de amor de su marido. El traslado fue coincidencia… o maliciosa planificación.

Quizás acechara a mi padre.

Quizá se hubiera trasladado a tres manzanas de él para castigarlo.

Quizá lo hubiese hecho para ver a la pelirroja y sentir un placer malicioso. Conocía a mi padre. Sabía qué le esperaba a la pelirroja.

Durante el resto de la guerra no aparecieron más listines telefónicos. Los del 46 y 47 faltaban. Los de Beverly Hills, también.

No pudimos concretar cuándo fue el traslado a North Doheny, 457.

Se instalaron quién sabe dónde. El divorcio de los Spalding se produjo en el 39 o el 40. El de mi padre, a finales del 45. Entonces quedaron libres para casarse.

Lo hicieron en el condado de Ventura, el 29/8/47. Mi madre tenía treinta y dos años. Estaba embarazada de dos meses y medio. En la licencia de matrimonio constaba un domicilio común. Era el 459 de North Doheny. El documento especificaba que para ambos se trataba de su segundo matrimonio.

Yo nací en marzo del 48. Jessie Hilliker murió en el 50. Tuvo un derrame cerebral y cayó fulminada. Mis padres se trasladaron al 9.031 de Alden Drive. El matrimonio fue mal. Mi madre pidió el divorcio el 3/1/55.

Alegó «extrema crueldad». Adjuntó una lista de las propiedades comunes, como el mobiliario y un coche. También estableció su deseo de ser quien se ocupara de mí a tiempo completo. Mi padre aceptó los términos. Firmó un acuerdo sobre propiedades el 3/2/55. Ella se quedó con el coche y los muebles. Y se haría cargo de mí durante los meses escolares y parte del verano. A él le quedaban dos visitas semanales y algún tiempo de verano conmigo. Tenía que pagar la minuta del abogado y cincuenta dólares al mes en concepto de alimentos. El 28/2/55 se celebró una audiencia. Mi padre fue convocado. No se presentó. El abogado de mi madre instó un auto de incomparecencia. Mi padre me dijo que ella follaba con su abogado.

El auto de incomparecencia se libró el 30/3/55. El divorcio podía finalizarse en el plazo de un año. Mi madre presentó contra mi padre una demanda por daños y perjuicios. El tribunal le ordenó comparecer el 11/1/56. La orden exponía las acusaciones concretas.

Decía que mi padre me había llevado a casa la noche de Acción de Gracias. Se había quedado ante la puerta. Había escuchado a escondidas. El 27/11/56 había irrumpido en el apartamento. Había registrado sus ropas y los cajones del tocador. La había acosado en el supermercado Ralph's, en la Tercera con San Vicente. La había insultado a gritos mientras compraba. El incidente se produjo a finales de noviembre del 55.

Mi padre contrató un abogado. Escribió una nota y presentó otra querella contra mi madre. Decía que el estilo de vida que ella llevaba estaba reñido con mi desarrollo moral y social. Mi padre temía por mi salud y mi seguridad.

Mis padres vieron a un juez, que nombró un ayudante judicial. Y le aseguró a mi madre que investigaría las acusaciones.

Mis padres se entrevistaron. Él dijo que Jean era una buena madre cinco días a la semana. Bebía dos tercios de botella de vino cada noche y cuando llegaba el sábado «se descontrolaba». Añadió que era una maníaca sexual. La bebida iba unida a ello. Afirmó que esa noche ni siquiera tuvo que escuchar a escondidas. Devolvió a su hijo a las 17.15. Jean salió a la puerta. Tenía el cabello revuelto y aliento a alcohol. Un tal Hank Hart estaba sentado ante la mesa de la cocina. Sólo llevaba una camiseta de tirantes. Sobre la mesa había una botella de champán, tres latas de cerveza, una botella de vino y otra de whisky.

Se alejó del apartamento. Decidió visitar a unos amigos del vecindario. Volvió a pasar por el apartamento. Oyó que su hijo lloraba y «sonidos confusos». Se acercó a la ventana de la cocina y miró. Vio que su hijo entraba en el cuarto de baño a tomar una ducha. Vio que Jean y Hank Hart estaban tumbados en el sofá del salón. Empezaban a besarse. Hart le metía la mano bajo el vestido. El chico apareció en el salón. Llevaba pijama. Miraba la tele. Hank Hart se mofaba de él. El chico se iba a la cama. Hank Hart se quitaba los pantalones. Jean se levantaba la falda. Follaban en el sofá.

Mi padre dijo que se había marchado a casa. Había llamado a mi madre. Le había preguntado si no le daba vergüenza. Jean respondió que hiciera lo que quisiese. En el supermercado Ralph's no había acosado a mi madre. Había llevado a su hijo a casa unos días después de Acción de Gracias. Jean no estaba. Su hijo le enseñó la manera de entrar en el piso. Abrió una puertaventana y entró en el apartamento. No miró la ropa de Jean ni abrió los cajones. Nunca la había insultado. Era ella quien lo llamaba y le soltaba groserías.

El investigador judicial habló con Ethel Ings, quien aseguró que Jean era una madre excelente. Jean le pagaba setenta y cinco centavos por hora. Cuidaba de su hijo. Jean nunca lo dejaba solo. El niño asistía a una iglesia luterana todos los domingos. Jean jamás le alzaba la voz ni utilizaba un lenguaje soez.

El investigador habló con la directora de la escuela El Paraíso de los Niños, quien le dijo que Jean era una madre excelente. El padre mimaba al chico y no lo obligaba a estudiar. Lo utilizaba para controlar a su madre. Cada noche, lo llamaba y le hacía preguntas acerca de ella. Le decía que respondiera «sí» o «no» cuando su madre estaba cerca.

El investigador judicial habló con Eula Lee Lloyd, quien afirmó que Jean era una madre excelente. El señor Ellroy no era un buen padre. Últimamente lo había visto varias veces asomándose a las ventanas del apartamento de Jean.

El investigador habló con mi madre, quien rechazó el testimonio de mi padre. Negó las acusaciones de conducta sexual desordenada y de dipsómana. Añadió que su ex marido había mentido a su hijo repetidamente. Le había dicho que tenía una tienda en Norwalk. Le había dicho que estaba comprando una casa con piscina. Quería tener al chico sólo para él. La llamaba cosas horribles. Y lo hacía delante de su hijo. Su ex marido era un homosexual latente. Tenía constancia médica de lo que decía.

El investigador se puso del lado de mi madre. Tuvo en consideración el expediente de trabajadora de la salud de mi madre y dijo que parecía poseer un carácter firme. Ella no se comportó ni por un instante como una borracha o una desarrapada. El juez también se inclinó por mi madre. Emitió una orden formal. Señalaba a la querellante y al demandado que no se molestasen de ninguna manera el uno al otro. Dijo a mi padre que no rondara el apartamento de mi madre y mucho menos que irrumpiera en él. Le dijo que pasara a recogerme y a dejarme y que el resto del tiempo se mantuviera alejado.

La orden tenía fecha 29/2/56. Mi madre estaba a dos años y cuatro meses vista del sábado noche. Las notas y registros catalogaban su vida en mala alianza. Podía dar la investigación por exitosa. Sabía una cosa más allá de toda duda. Ignoraba quién había matado a mi madre. Pero sabía cómo había llegado a King's Row.

31

No bastaba. Era una pausa momentánea y un punto de partida. Tenía que saber más. Tenía que saldar mi deuda y obtener aquello que me pertenecía. Mi voluntad de mirar y aprender aún era fuerte y estaba perversamente sintonizada. Era mi padre, asomado a la ventana del dormitorio de mi madre. No quería que terminase. No quería dejar que terminase. No quería perderla otra vez.

King's Row no era más que una ventana que se abría hacia atrás. El Hombre Moreno no era más que un testigo con unos cuantos recuerdos. Yo era un detective sin sanción oficial y sin reglas sobre pruebas que me limitaran. Podía dar por ciertas insinuaciones o rumores. Podía recorrer su vida a mi propia velocidad mental. Podía demorarme en Tunnel City y en El Monte y en todos los puntos intermedios. Podía envejecer mientras buscaba. Podía temer mi propia muerte. Podía revivir sus domingos en aquella iglesia junto a las vías del ferrocarril. Allí se predicaban reuniones celestiales. Podía aprender a creer en ellas. Podía dejar a un lado mi búsqueda por un designio divino y esperar el momento en que fijáramos la mirada en una nube.

No sucedería. Ella se alejó de aquella iglesia. Acudía a ella a punta de pistola. Se sentaba en el banco y soñaba. La conozco lo suficiente para dar eso por seguro. Me conozco lo suficiente para declarar que nunca dejaré de mirar.

No permitiré que esto termine. No volveré a traicionarla ni a abandonarla.

Ahora estoy contigo. Huyes, te escondes y te encuentro. Tus secretos no estaban seguros conmigo. Te has ganado mi devoción. El precio que has pagado ha sido verte expuesta públicamente.

Te he robado la tumba. Te he revelado. Te he mostrado en momentos vergonzosos. He aprendido cosas de ti. Todo lo que he aprendido ha hecho que te ame más profundamente.

Aprenderé más cosas. Seguiré tus pasos e invadiré tu tiempo perdido. Dejaré al desnudo tus mentiras. Reescribiré tu historia y mientras tus viejos secretos estallan revisaré mis juicios. Lo justificaré todo en nombre de la vida obsesiva que me diste.

No oigo tu voz. Te huelo y percibo tu aliento. Te siento. Te rozas contra mí. Te has ido y quiero más de ti.

James Ellroy – Mis Rincones Oscuros - 274

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