Punto crítico (46 page)

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Authors: Michael Crichton

Tags: #Tecno-Thriller

Vuelo horizontal.

La luz de la mañana entraba a raudales por las ventanillas.

Jennifer se limpió el vómito de los labios con el dorso de la mano. Miró a su alrededor, confundida.

—¿Qué… qué ha pasado?

—Que el piloto ha soltado la palanca de mando.

Jennifer sacudió la cabeza en un gesto de perplejidad. Tenía los ojos vidriosos.

—¿Ha soltado el mando? —preguntó con un hilo de voz.

—Así es —dijo Casey.

—Pero entonces…

—El piloto automático está controlando el avión.

Malone se dejó caer contra el respaldo del asiento y echó la cabeza hacia atrás.

—No entiendo —dijo.

—Para terminar con el incidente del 545, lo único que el piloto tenía que hacer era soltar la palanca de mando. Si no hubiera intentado controlar el avión, todo habría acabado de inmediato.

Jennifer suspiró.

—¿Y por qué no lo ha hecho?

Casey no le respondió. Se giró hacia el monitor.

—Volvamos, Teddy —dijo.

9:45 H
YUMA
ESTACIÓN DE PRUEBAS DE VUELO

Una vez en tierra, Casey cruzó la sala principal de la estación de pruebas de vuelo y entró en la sala de los pilotos. Era una habitación antigua, recubierta de madera, que los pilotos de prueba usaban desde los días en que la Norton fabricaba aviones militares. Un sofá lleno de bultos, de color verde descolorido por el sol. Un par de sillas de metal junto a una desvencijada mesa de formica. El único objeto nuevo en toda la estancia era un televisor con vídeo incorporado. Estaba situado junto a una ruinosa máquina de coca-cola con un cartel de NO FUNCIONA. Fuera, en el campo de aviación, ya hacía calor, pero aquella habitación era sofocante.

Casey miró por la ventanilla al equipo de
Newsline
, que daba vueltas alrededor del avión, filmándolo en la pista. El reactor brillaba bajo la radiante luz del desierto Los cámaras parecían confundidos, aturdidos. Enfocaban sus objetivos, como para componer una toma, y luego los bajaban otra vez. Era evidente que esperaban algo.

Casey abrió la carpeta que había traído consigo y hojeó las páginas del interior. Las fotocopias en color que le había encargado a Norma habían salido bastante bien. Y los mensajes de fax eran satisfactorios. Todo estaba en orden.

Se dirigió al aparato de televisión que ella misma había ordenado llevar. Puso la cinta en el reproductor de vídeo y esperó.

Esperó a Malone.

Casey estaba cansada. De repente recordó algo. Se arremangó la blusa y retiró cuatro parches circulares pegados en línea recta sobre la piel de su brazo. Parches de escopolamina; para los mareos por movimiento. Gracias a ellos no había vomitado en el avión. Ella estaba preparada. Malone, no.

Casey no sentía compasión por la periodista; sólo quería acabar de una vez. Faltaba el último paso y luego todo habría terminado.

Fuller era la única persona en la Norton que sabía lo que Casey se proponía. Fuller lo había adivinado de inmediato cuando ella había llamado desde Video Imaging. El abogado comprendió lo que pasaría si enviaban la cinta a
Newsline
. Intuyó que era una forma de atraparlos.

Y la prueba de vuelo había terminado de hacer el milagro.

Casey esperó a Malone.

Cinco minutos más tarde Malone entró en la habitación y dio un portazo a su espalda. Llevaba un mono de trabajo. Se había lavado la cara y recogido el cabello.

Y estaba furiosa.

—No sé qué cree haber probado allí arriba —dijo—. Se lo ha pasado en grande y ha filmado el espectáculo. Me ha hecho cagarme de miedo. Espero que se haya divertido, porque esto no cambiará en lo más mínimo nuestro reportaje. Barker tiene razón. Su avión tiene problemas con los
slats
, como él dice. Lo que no sabe es que el fallo se produce cuando se desconecta el piloto automático. Eso es todo lo que ha demostrado hoy con su pequeño ejercicio dramático. Pero nosotros no cambiaremos la historia. Su avión es una trampa mortal, y una vez que el reportaje salga al aire, no podrán vender aviones ni siquiera en Marte. Vamos a hundir a su asqueroso avión y vamos a hundirla a usted.

Casey no respondió. Es joven, pensó. Joven y estúpida. Se sorprendió de la severidad de su propio juicio. Quizá hubiera aprendido algo de sus compañeros de trabajo, que eran mayores y más duros que ella. Hombres que sabían diferenciar el verdadero poder de los pavoneos y fanfarronadas.

Permitió que Malone se desahogara y luego dijo:

—No va a hacer nada por el estilo.

—Y una mierda. Ya lo verá.

—Lo único que puede hacer es contar lo que ocurrió realmente en el vuelo 545. Y quizá no quiera hacerlo.

—Espere y verá —dijo Malone, sacando espuma por la boca—. Ese avión es una maldita trampa mortal.

Casey suspiró.

—Siéntese.

—No tengo intención de…

—¿No se ha preguntado cómo una recepcionista de una compañía de Glendale se enteró de que ustedes estaban preparando un reportaje sobre la Norton? —la interrumpió Casey—. ¿Cómo supo que tenía que ponerse en contacto con usted? ¿Cómo averiguó el número de su teléfono móvil?

Malone guardó silencio.

—¿No se ha preguntado cómo hizo el abogado de la Norton para averiguar tan rápidamente la procedencia de la cinta? ¿Y cómo consiguió una declaración jurada de la recepcionista que se lo dio?

Malone no abrió la boca.

—Ed Fuller entró en Video Imaging pocos minutos después de que usted se marchara de allí, señorita Malone. Tenía miedo de encontrársela en el camino.

—¿Qué es esto? —preguntó Malone, arrugando la frente.

—¿No se ha preguntado por qué Ed Fuller insistió tanto en que firmara un documento que decía que no había obtenido la cinta a través de un empleado de la Norton?

—Eso es evidente. La cinta podría dañarlos. Y no quiere que se culpe a la compañía.

—¿Que la culpe
quién
?

—Pues… No sé. El público.

—Será mejor que se siente —dijo Casey mientras abría su carpeta.

Malone se sentó muy despacio.

Luego arrugó la frente.

—Un momento —dijo Malone—. ¿Insinúa que no fue la secretaria quien llamó para darme la cinta?

Casey la miró fijamente.

—¿Quién llamó entonces?

Casey no respondió.

—¿Fue
usted
?

Casey asintió con un gesto.

—Sí.

—¿Por qué?

Casey sonrió.

Casey entregó la primera página a Malone.

Éste es el certificado de inspección de piezas, firmado ayer por un inspector de la FAA, correspondiente al sensor de proximidad del slat número dos del ala derecha del 545. La pieza está agrietada y defectuosa. Las grietas son antiguas.

—No estoy haciendo un reportaje sobre piezas —dijo Malone.

—No —dijo Casey—. Lo sé. Porque lo que acaba de demostrar la prueba de vuelo es que cualquier piloto competente habría sabido qué hacer con el aviso de fallo que inició el incidente. Pero no el piloto del 545.

—Ya hemos comprobado ese punto —afirmó Malone—. El comandante del 545 era un piloto excelente.

—Así es —dijo Casey.

Le pasó la página siguiente.

Ésta es la lista de tripulación enviada a la FAA junto con el plan de vuelo el día de la partida del 545:

John Zhen Chang, comandante
Leu Zan Ping, primer oficial
Richard Yong, primer oficial
Gerhard Reimann, primer oficial
Thomas Chang, primer oficial
Henri Marchand, mecánico de vuelo
Robert Sheng, mecánico de vuelo
07-05-51
11-03-59
09-09-61
23-07-49
29-06-70
25-04-69
13-06-62
H
H
H
H
H
H
H

Malone le echó un vistazo y la dejó.

—Y ésta es la lista de tripulación que envió TransPacific el día del incidente.

JOHN ZHEN CHANG, COMANDANTE
LEU ZAN PING, PRIMER OFICIAL
RICHARD YONG, PRIMER OFICIAL
GERHARD REIMANN, PRIMER OFICIAL
THOMAS CHANG, MECÁNICO DE VUELO
HENRI MARCHAND, MECÁNICO DE VUELO
ROBERT SHENG, MECÁNICO DE VUELO
07-05-51
11-03-59
09-09-61
23-07-49
29-06-70
25-04-69
13-06-6
H
H
H
H
H
H
H

Malone la estudió y se encogió de hombros.

—Es lo mismo —dijo.

—No —aseguró Casey—. En la primera, Thomas Chang aparece como primer oficial. En la segunda, como mecánico de vuelo.

—Un simple error administrativo.

Casey negó con la cabeza.

—No.

Le pasó otro papel.

—Ésta es una página de la revista de a bordo de TransPacific. Nos la envió una azafata de la compañía aérea que quiso que supiéramos la verdad. Notará que los hijos del comandante se llaman Erica y Thomas. Es decir, que Thomas Chang es el hijo del piloto. No está autorizado para volar en el N-22.

—No lo puedo creer —dijo Malone.

—En el momento del incidente —prosiguió Casey—, el comandante, John Chang, había salido de la cabina de mando para ir a tomar café en la cocina trasera del avión. Cuando ocurrió el accidente estaba allí y resultó gravemente herido. Hace dos días lo sometieron a una intervención cerebral en Vancouver. En el hospital pensaban que se trataba del primer oficial, pero ahora se ha confirmado su identidad: era el comandante John Zhen Chang.

Malone sacudía la cabeza. Casey le entregó un fax:

DE: S. NIETO, REP VANC

A: CASEY SINGLETON, ZON PR VUEL YUMA

ALTAMENTE CONFIDENCIAL

LAS AUTORIDADES HAN CONFIRMADO LA IDENTIFICACIÓN POSTMORTEM DEL MIEMBRO DE LA TRIPULACIÓN INGRESADO EN EL HOSPITAL VANCOUVER. SE TRATABA DE JOHN ZHEN CHANG, COMANDANTE DEL VUELO 545 DE TRANSPACIFIC.

—Chang no estaba en la cabina de mando —dijo Casey—, sino en la parte posterior del avión. Allí se encontró su gorra. De modo que en el momento del incidente, había otra persona sentada en el asiento del comandante.

Casey encendió el televisor y puso la cinta de vídeo.

—Éstas son las imágenes finales de la cinta que le envió la recepcionista. Como verá, la cámara resbala hacia la parte delantera del avión y finalmente se atasca debajo de la puerta de la cabina de mando. Pero antes… ¡aquí! —Congeló la imagen—. Observe la cabina de mando.

—No se ve gran cosa —dijo Malone—. Los dos están de espaldas.

—Observe que el comandante tiene el pelo muy corto —dijo Casey—. Mire la fotografía. Thomas Chang lleva el pelo casi a cero.

Malone sacudía la cabeza.

—No me lo creo. Esa imagen no es lo bastante buena. Sólo se ve un cuarto de perfil y eso no basta para identificar a nadie. No sirve de nada.

—Thomas Chang lleva un pequeño pendiente en la oreja. Puede verlo en la fotografía de la revista. En el vídeo, verá cómo el pendiente refleja la luz. Aquí.

Malone no dijo nada.

Casey le entregó otra hoja de papel.

—Ésta es una transcripción de la traducción del chino de las voces grabadas en la cinta. La mayor parte es ininteligible, debido a la alarma de entrada en pérdida. Pero hemos señalado el pasaje más importante.

05:44:59
ALARMA
stall stall stall
05:45:00
P/O
qué (ininteligible) tú
05:45:01
COM
estoy (ininteligible) corregir el
05:45:02
ALARMA
stall stall stall
05:45:03
P/O
tom suelta el (ininteligible)
05:45:04
COM
qué (ininteligible) con esto
05:45:011
P/O
tommy (ininteligible) cuando (ininteligible) debes (ininteligible) el

Casey volvió a coger el papel.

—Usted no puede hacer pública esta información. Pero se la enseño porque corrobora lo que se ve en la cinta de vídeo que obra en su poder.

—¿Ese tipo permitió que su hijo pilotara el avión? —preguntó Malone, atónita.

—Sí —respondió Casey—. John Chang pasó el mando a su hijo, que no estaba autorizado para pilotar un N-22. Como consecuencia, cincuenta y seis personas resultaron heridas y cuatro murieron, incluyendo al propio John Chang. Suponemos que el avión volaba con el piloto automático y que Chang dejó a su hijo al mando sólo por un momento. Entonces apareció el aviso de fallo de
slats
y el muchacho quiso comprobarlo. Pero se asustó, sobrecompensó, y produjo oscilaciones extremas de altitud. Creemos que finalmente Thomas Chang perdió el conocimiento a causa de las sacudidas del avión y el piloto automático recuperó el control del aparato.

—¿Es posible que un piloto ceda el mando al gilipollas de su hijo durante un vuelo comercial?

—Sí —respondió Casey.

—¿Y
ésa
es la historia?

—Sí —dijo Casey—. Y usted tiene la prueba en ese vídeo. Por consiguiente, está al tanto de los hechos. El señor Reardon declaró delante de las cámaras que tanto él como sus colegas de Nueva York habían visto la cinta completa. Ahora usted también ha visto la toma de la cabina de mando, y yo le he explicado lo que ocurre allí. Le hemos proporcionado pruebas corroborativas… aunque no todas, porque hay más. Asimismo, durante la prueba de vuelo hemos demostrado que el avión no presenta ningún problema.

—No todos están de acuerdo… —comenzó Malone.

—Ya no estamos hablando de opiniones, señorita Malone, sino de hechos. Usted no puede negar que conoce los hechos. Si
Newsline
no informa de estos hechos, de los que usted tiene constancia, e insinúa que el N-22 tiene algún defecto, los demandaremos por negligencia temeraria e intención dolosa. Ed Fuller es muy conservador, pero en este caso cree que tenemos todas las de ganar. Y ahora ¿quiere que Fuller llame al señor Shenk para explicarle la situación, o prefiere hacerlo usted misma?

Malone no respondió.

—¿Señorita Malone?

—¿Dónde está el teléfono?

—Hay uno en aquel rincón.

Malone se levantó y fue hacia el teléfono. Casey se dirigió a la puerta.

—Por todos los santos —dijo Malone sacudiendo la cabeza—. Ese tipo permitió que su hijo pilotara el avión. ¿Cómo es posible?

Casey se encogió de hombros.

—Quería mucho a su hijo. Suponemos que le había permitido pilotar en otras ocasiones. Esto explica por qué los pilotos comerciales están obligados a recibir instrucción sobre un equipo determinado y a obtener la certificación correspondiente. El chico no sabía lo que hacía y se pilló los dedos.

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