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Atlántida
, Buenos Aires, año V, n.º 227, agosto 10, 1922.
Se incluye este artículo, aunque de fecha previa a los anteriores, como una muestra de la cinefilia de Horacio Quiroga, otra de sus grandes pasiones. Esta afición se extendió —según testimonian sus biógrafos J. M. Delgado y A. Brignole— hasta el arribo del cine sonoro.
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