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Authors: Mervyn Peake

Tags: #Fantástico

Titus Groan (56 page)

Sus pensamientos son interrumpidos por un golpe a su izquierda.

ENSOÑACIÓN DE LADY CLARICE

Sus pensamientos han sido idénticos a los de su hermana en todo menos en un detalle, y para apreciar esa discrepancia basta con substituir el nombre de Cora por el suyo cada vez que aparece en la «Ensoñación de Cora».

ENSOÑACIÓN DE GERTRUDE, CONDESA DE GORMENGHAST

… en cualquier caso el viejo Agrimoho hubiera alargado más el asunto y ya no falta mucho para que pueda ir con mi gato blanco tengo sus gritos clavados en el corazón que mil demonios trituren los huesos de ese larguirucho criado he dejado agua en la jofaina para el baño de los cuervos y voy a curar el ala de la gallineta en cuanto salga de aquí y haya consolado a mi gato blanco pero a ese estúpido viejo todavía le quedan unas catorce páginas por suerte no tengo que asistir a muchos de estos embrollos y ya no habrá más hijos de eso estoy segura el castillo necesitaba un heredero para Gormenghast pues ahí está y cuando sea mayor le enseñaré a vivir su vida en la medida de lo posible para alguien cuyo corazón se endurecerá día a día con las piedras grises y el secreto está en prescindir por completo de las apariencias y vivir dentro de ti que es lo que Sepulcravo hace pero erróneamente pues de qué le sirven a uno tantos libros si los días son como un nido de grajos en el que cada ramita es una obligación y le enseñaré al muchacho a silbar para que los pájaros del cielo se le posen en la muñeca que es algo que nunca he enseñado a Fucsia porque quería guardar el secreto para el muchacho y si tengo tiempo antes de que cumpla los doce años y si hace una noche agradable puede que lo lleve al estanque verde como mi anillo de malaquita montado en, plata para que contemple cómo las papa-moscas-caudatrémulas construyen unos nidos grises y blandos con alas de mariposas nocturnas y hebras de rocío pero cómo sé si será observador y cuidadoso con las aves pues la torpeza de Fucsia me decepcionó antes que cumpliera los cinco años y aunque amaba las flores las estrujaba en los jarrones y estropeaba los tallos pero es a mi hijo a quien quiero enseñar porque no vale la pena revelar mis secretos a una chica pero él no me servirá de nada en mucho tiempo y no lo quiero en mi habitación hasta que tenga cinco años por lo menos cuando pueda asimilar lo que le cuente sobre los pájaros del cielo y cómo liberar la mente de las obligaciones que tendrá que cumplir día tras día hasta que muera aquí como sus antepasados y lo entierren en el sepulcro de los Groan y le enseñaré el secreto del silencio y a vivir entre los pájaros y los gatos blancos y todos los animales sin ocuparse de los hombres pero cumplirá fielmente sus obligaciones legendarias como ha hecho siempre su padre cuya biblioteca se quemó con el viejo Agrimoho no tengo ni idea de cómo prendió el fuego excepto que ese joven Pirañavelo llegó muy rápido al lugar y aunque nos salvó no me gusta ni nunca me gustará con su ridículo cuerpecito y modales relamidos hay que alejarlo pues tengo el presentimiento de que hará daño y Fucsia no tiene que verlo pues no hay por qué mezclarse con gentuza tan vulgar e innoble como ese astuto joven ella conversa demasiado con Prunescualo los vi hablando dos veces el mes anterior y él no tiene sangre de la Casa y en cuanto a ese asesino y diabólico Excorio que tanto daño ha hecho a mi pobre gato indefenso tanto que las otras glorias blancas estarán inquietas durante las horas negras de la noche y sentirán los dolores que él sienta cuando lo arrulle en mis brazos Excorio se ha perdido con su espantosa locura y será desterrado a pesar de lo que diga Sepulcravo cuyo rostro está cambiando esta noche y ya había cambiado las tres veces en que lo vi después del incendio de los libros voy a decirle al doctor que lo atienda constantemente pues tengo el presentimiento de que va a morir es una suerte que Titus haya nacido porque la sucesión de los Groan no ha de interrumpirse por mi culpa no tiene que acabarse jamás y yo le hablaré de su herencia y del honor y le enseñaré a mantener la cabeza por encima del borde de los nidos y a observar cómo pasan las estaciones y a comprender los ruidos de las gargantas de plumas…

Un golpe sordo sobre la mesa, justo enfrente de ella, hace que la condesa de Gormenghast levante lentamente los ojos del mantel.

ENSOÑACIÓN DE TATA GANGA

… síi síi todo tan grande y tan maravilloso supongo oh mi pobre corazón todo ese bonito y sabroso almuerzo que nadie come y mi precioso niñito en medio de la cubertería bendito sea pues no ha llorado ni una sola vez ni una ese pedacito con todo el mundo alrededor pensando en él pues es el almuerzo de mi bonita preciosidad y Tata te lo contará todo cuando seas un chico mayor oh mi pobre corazón qué vieja seré entonces y qué frío hace aquí menos mal que he envuelto a la criatura con el mantón por debajo de toda esa envoltura lila sí sí y no tiene que ponerse a estornudar oh no tiene que estarse quieto aunque yo pase tanto frío y su madre a mi lado es tan grande y pesada que parece que yo no cuento y supongo que es verdad nadie se fija en mí y nadie me quiere excepto mi querido tormento pero incluso ella me olvida a veces y los otros no piensan en mí más que cuando esperan que haga algo por ellos porque yo tengo que hacerlo todo oh mi pobre corazón ya no soy joven y fuerte y me canso incluso Fucsia no se acuerda de que me canso ahora mismo estoy cansada de estar sentada tanto rato en el frío tan por debajo de la enorme condesa que ni siquiera mira a su niñito que se está portando tan bien y no creo que pueda quererlo como yo lo quiero oh mi pobre corazón es una suerte que la condesa no pueda oírme pensando eso de ella aunque creo que a veces adivina cuando pienso mal de ella porque está tan silenciosa y cuando me mira no sé qué hacer o adónde ir me siento tan pequeña y débil como en este momento pero qué frío hace preferiría tomar mi sencillo almuerzo junto al fuego en mi propia habitación antes que ver toda esa comida de la mesa enfriándose aunque todo eso es para mi querido niño bendito sea me ocuparé de él mientras queden fuerzas en mis pobres huesos para que sea un buen chico y le enseñaré a Fucsia cómo cuidarlo cada día lo quiere un poco más que antes aunque no le gusta alzarlo en brazos como yo y me alegro porque podría dejarlo caer esa niña torpe oh mi pobre corazón si alguna vez se cayera y se matara oh no no hay que permitírselo no sabe cómo cuidar a un bebé ni siquiera lo mira ahora en medio de la mesa hace como su madre y los demás no hace más que mirar fijamente a su padre con cara triste tiene que contármelo todo todo sin ocultarme nada por qué estará tan apenada esa niña boba que no puede tener problemas a su edad y no tiene que hacer todo el trabajo que yo cargo sobre mis viejas espaldas y es una tontería estar tan triste cuando no es más que una niña y no sabe nada bendita sea.

Tata se sobresalta al oír un golpe sordo casi en el extremo opuesto de la mesa.

ENSOÑACIÓN DE SEPULCRAVO, SEPTUAGÉSIMOSEXTO CONDE DE GORMENGHAST

… y habrá oscuridad siempre y ningún otro color y las luces se apagarán y los ruidos de mi mente se sofocarán en el espeso y suave plumaje que envuelve todos mis pensamientos con un sudario de innumerables plumas pues han estado allí mucho tiempo mucho tiempo en la garganta fría y hueca de la Torre y seguirán eternamente pues no pueden acabarse los búhos que me acogerán como hijo yo seré el joven discípulo de los grandes búhos me olvidaré de todas las cosas y seré transportado muy lejos a la oscuridad inmemorial donde me reuniré con las sombras de los Groan y el dolor de mi corazón desaparecerá y mis sueños y mis pensamientos e incluso mi memoria y también mis libros dejarán de existir y los poetas se irán para siempre de la enorme torre que se alzaba de día y de noche a todas horas por encima de mis meditaciones se irán todos los grandes escritores que durante siglos han vivido entre las manoseadas cubiertas y cuyas palabras dormían o circulaban por las páginas de pergamino que ya no existen y mi remordimiento se ha acabado por ahora y para siempre pues ya no me quedan ni el deseo ni el sueño y estoy acabado y no deseo más que las garras de la torre y el repentino clamor de las plumas el fin y la muerte y el dulce olvido pues las últimas mareas suben por momentos y mi garganta se pone tensa y redonda redonda como la Torre de los Pedernales y mis dedos se encorvan y anhelo las tinieblas y la roca afilada como una aguja en terciopelo y seré requerido por los poderes y mis inquietudes se acabarán… acabarán… y mi aniquilación será también una consumación porque él ha entrado en la larga estirpe y la hace avanzar y la larga rama muerta de los Groan ha dado paso a la hoja brillante de Titus un vástago mío y no habrá fin y las piedras grises permanecerán para siempre y también las altas torres donde se entretejen las ráfagas de lluvia y las leyes de mi pueblo perdurarán eternamente mientras que mi espectro vagará en la torre con mis grandes compañeros de la oscuridad y mi corriente sanguínea cesará para siempre así como la fiebre que anda a zancadas quiénes son éstos quiénes son tan lejos de mí pero tan enormes tan remotos y enormes Fucsia mi sombría hija tráeme ramas y un ratón de los pastos grises…

AQUÍ Y ALLÁ

Los PENSAMIENTOS de Vulturno se apretaban alrededor de una sola idea: matar a Excorio con sus propias manos. El momento era propicio. Durante los últimos quince días había estado practicando el arte del movimiento furtivo y silencioso hasta que ni siquiera pudo oír el siseo de sus propias pisadas. Ahora desplazaba la mole del cuerpo por el suelo tan en silencio como una nube que atraviesa el crepúsculo. El machete de doble mango tenía un filo que zumbaba como un mosquito cuando se lo acercaba a la oreja de hongo. Esta noche dejaría una galletita rosa sobre el último tramo de escaleras, a menos de veinte pies de su flaco enemigo. Iba a ser una noche oscura. Escuchó el golpeteo de la lluvia y volvió la mirada hacia el lago distante en el frío suelo de piedra del refectorio. Miró pero no vio el reflejo legañoso de las hileras de querubines a cien pies por encima de la capa acerada del agua. Tenía la mirada perdida. Mañana por la noche haría el trabajo que tenía que hacer. Mañana por la noche. La lengua le asomó entre los labios como una zanahoria y empezó a moverla a los lados. Mientras, apartando la mirada del charco, se volvió a Excorio, y la expresión de vaguedad que tenía en los ojos se le desvaneció. En su mirada estaba toda la historia; Excorio, alzando los ojos por encima de la cabeza del conde, interpretó la maléfica expresión.

Sabía que el ataque contra su vida era inminente. Los tres pastelitos coloreados que había encontrado en precedentes ocasiones habían estado cada vez más cerca. Vulturno intentaba destruirlo torturándole la mente y retorciéndole los nervios, y ya hacía muchas noches que Excorio no dormía, pero estaba preparado. Acordándose del machete de doble mango a la luz verde, había dado con una vieja espada en la armería, a la que había quitado la herrumbre afilándole cuidadosamente la punta y la hoja en los Pasadizos de Piedra. Comparada con el machete, la espada parecía roma, pero aun así era una arma mortífera. Excorio podía leer en la expresión del chef la proximidad del encuentro nocturno. Sería esta semana. Era imposible saber el día. Podía ser esta misma noche. Podía ser cualquiera de las siete noches próximas.

Sabía que Vulturno no podría verlo hasta que estuviera prácticamente encima de él, delante de la puerta del conde. Sabía que el chef no podía haberse dado cuenta de que le había leído los ojos tan claramente. Sabía también que lo habían desterrado del recinto del castillo. Era esencial que Vulturno no se enterara. Gertrude se ocuparía de que él, Excorio, no estuviera ante la puerta de lord Sepulcravo a partir de ahora, pero podría volver por la noche y seguir al monstruo cuando trepara sigilosamente hacia el pasillo en su mortífera misión.

Eso es lo que iba a hacer. Esperaría cada noche en el claustro hasta que la enorme mole se deslizara junto a él y empezara a subir las escaleras. Hasta entonces no iba a decidir dónde y cómo atacar. Por ahora sólo sabía que tenía que alejar a su enemigo de la puerta del amo enfermo, y que el combate mortal ocurriría en alguna parte remota del castillo, quizás en la habitación de las arañas… o bajo las arcadas del desván, o incluso en las mismas almenas. El golpe sordo de Fucsia, que en ese momento caía hacia adelante, interrumpió estos pensamientos, y Excorio vio cómo el doctor se incorporaba y se estiraba sobre la mesa para alcanzar un vaso, mientras frotaba con la mano izquierda la espalda de Fucsia.

Sobre la misma mesa el joven Titus se pone a patalear y a retorcerse, y dando un gritito agudo, la pobre señora Ganga mira cómo vuelca de un puntapié el jarrón de flores y desgarra con las manos el terciopelo lila.

Pirañavelo oye el golpe sordo encima de él, y guiándose por las variadas contorsiones de las piernas de alrededor logra adivinar con bastante exactitud lo que está sucediendo. Sólo hay dos piernas que no se mueven en absoluto y las dos pertenecen a Gertrude. La única pierna visible de Fucsia (pues sigue teniendo la derecha doblaba debajo del cuerpo) ha resbalado de costado cuando la muchacha se ha desplomado hacia adelante. Las de Tata tratan desesperadamente de alcanzar el suelo. Las de lord Sepulcravo se balancean ociosamente de aquí para allá, muy juntas, como un solo péndulo. Las de Cora y Clarice se mueven como chapoteando en el agua. Las del doctor están tiesas como postes y las de su hermana han entrado en la última fase de un pacto suicida: cada una estrangula a la otra en un abrazo de yedra.

Vulturno desliza las blandas carpas de los pies hacia adelante y hacia atrás con un deliberado movimiento acariciador, como si estuviera secando algo muy suculento en una alfombra.

Excorio se frota enérgicamente la espinilla, justo por encima del tobillo, con la agrietada puntera de una bota, y Pirañavelo advierte que las piernas del criado empiezan a llevarlo a lo largo de la mesa hacia la silla de Fucsia, detonando a cada paso.

Durante el breve tiempo en que los chillidos de Titus ahogan los ladridos de Bergantín, Prunescualo ha mojado la cara de Fucsia con una servilleta empapada en agua y doblándole el cuerpo le ha puesto tiernamente la cabeza entre las rodillas.

Bergantín no ha interrumpido ni un instante el ejercicio de sus deberes, como atestiguan las ocasionales treguas en los berridos de Titus, ya que en esos cortos intervalos, en lugar del lluvioso silencio, la voz agria y seca del bibliotecario farfulla incesantemente.

Pero ya casi ha concluido. Está apartando los tomos a un lado. La pierna atrofiada que desde el desvanecimiento de Fucsia y los berridos de Titus ha rascado irritablemente el suelo como si el horrible extremo tuviera dientes en lugar de dedos e intentara roer el piso de roble, se está preparando ahora para otro asunto, el de izarse a sí mismo y al resto de Bergantín sobre el asiento de la silla.

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