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Authors: Óscar Terol,Susana Terol,Diego San José,Kike Díaz de Rada

Tags: #Humor

Todos nacemos vascos (12 page)

E
L CENTÍMETRO

El caso del centímetro es muy curioso, cambia de medida dependiendo de quien mida y de la superficie que se deba medir. Para un austriaco, un centímetro son diez milímetros; para un vasco, depende. El vasco puede jugar con los milímetros hacia arriba y hacia abajo. Es un fenómeno similar al del redondeo del euro, pero mucho más beneficioso. ¿Qué queremos decir con esto? Que podemos modificar la medida del centímetro añadiéndole o quitándole milímetros a nuestro antojo. Eso sí, seguirá siendo un centímetro. Veamos algunos ejemplos prácticos.

Todos sabemos que el vasco la tiene corta pero, a pesar de ello, cada vez que se la mide el resultado son trece centímetros, la media nacional. ¿Cómo es posible? Utilizando el «centímetro corto»: se le quitan unos milímetros a cada centímetro, y asunto resuelto. Lo importante es que mida igual que le mide a uno de Cuenca o del valle del Jerte. En cuestiones de urología, el vasco no es independentista, y mucho menos internacionalista: a ver quién compite con los dieciséis de media del África negra.

Por lo tanto, para mediciones de cintura para abajo se recomienda acortar los centímetros en el caso del vasco varón. Todo lo contrario que de cintura para arriba, donde es mejor alargarlos. Si lo que vamos a medir es la barriga, se aconseja utilizar «centímetros largos», incluso de veinte milímetros. Esto último es válido tanto para hombres como para mujeres. Aun vasco nunca le mide el abdomen más de cien centímetros, porque eso sería señal de estar gordo, y ya hemos aclarado que un vasco nunca está gordo, sino fuerte y, en el caso de la mujer, mejorada.

EQUIVALENCIA VASCA

Norma general:
UN CENTÍMETRO = X

Para mediciones de cintura para abajo:
UN CENTÍMETRO = X – Y

Para mediciones de cintura para arriba:
UN CENTÍMETRO = X + Y

E
L PALMO

Medida de longitud prácticamente en desuso en todo el mundo, menos para el vasco. El palmo se utiliza para tomar medidas exactas y precisas en la práctica del bricolaje casero. Un buen amante del bricolaje nunca utiliza el metro, eso es de cobardes. Además, el palmo lo lleva uno siempre consigo, es una herramienta que la Naturaleza pone en nuestras manos (nunca mejor dicho). Observemos el siguiente caso práctico de uso del palmo como sistema de medida:

—Antxon, el armario escobero que has hecho para el baño no entra por la puerta.

—¿Cómo que no? Lo he hecho de seis palmos y dos dedos, lo que me dijiste tú.

—Sí, pero eran palmos de los míos, cariño, que tengo manos y no zarpas como las tuyas.

—Déjalo en el pasillo, que hará su servicio.

EQUIVALENCIA VASCA

UN PALMO = DISCUSIÓN, DISPUTA, DORMIR EN EL SOFÁ, DIVORCIO

E
L METRO

El metro no tiene demasiada relevancia para la vida de un vasco, sobre todo si es de Bilbao. Para un hincha del Athletic, por ejemplo, todos los goles que meta un jugador de su equipo desde fuera del área serán desde «cuarenta metros». Siempre se ha dicho que el bilbaíno es exagerado y fanfarrón, y no es cierto; el buen bilbaíno no le da importancia a las medidas, es lo que se llama «generosidad métrica». El siguiente diálogo extraído de una ferretería vasca nos permite ejemplificar este nuevo concepto:

—¿Qué desea?

—Me manda la mujer a por un poco de cuerda para el colgador de ropa del patio, que se ha roto.

—¿Cuánto ponemos?

—No sé pues. ¿Con cien metros ya haré?

—Mejor lleve doscientos, para que no ande justo con los nudos.

—Ponga doscientos cincuenta, y así sobrará un poco para que salte la nieta a la comba.

En Bilbao, los que pasan del metro y medio son «tiarrones de uno ochenta», todos los pisos tienen «ciento y pico metros cuadrados», todos los montes que se escalan el domingo por la mañana miden «más de mil metros» y si hay que hacer cola para entrar en el cine, siempre «da la vuelta a la manzana» o «mide cien metros». El bilbaíno, ante todo, no soporta la idea de quedarse corto, y por eso siempre tira por lo alto. Pero insistimos, es más por generosidad métrica que por fanfarronería.

EQUIVALENCIA VASCA

En zona de Bilbao:
UN METRO = DIEZ, VEINTE, TREINTA METROS (O MÁS)

E
L KILOGRAMO

La utilización del kilo también tiene sus peculiaridades para el vasco. Al igual que ocurre con el centímetro, el kilo varía dependiendo de la materia que se esté pesando.

Sólo hay un caso en el que el kilo es un kilo exacto: la chuleta de kilo. Aquí el vasco no se anda con tonterías; cuando pide una chuleta de kilo, tiene que pesar un kilo. De hecho, la NASA, desde hace unos años, está tomando como referencia para sus mediciones el kilo de las chuletas que saca Pedro Mari Arregi en su sidrería de Astigarraga. Nadie ha conseguido un kilo tan exacto en ninguna otra porción de materia, ni siquiera utilizando el rayo láser. Y el tal Arregi las corta de un golpe a machete y sin mirar, mientras habla con su mujer, que está haciendo las tortillas de bacalao.

Pero exceptuando la chuleta y los ciento cincuenta gramos de las angulas, el vasco no hace del kilo una regla inamovible. Sobre todo, si se trata de pesarse uno mismo. El vasco no se pesa, ésa es una costumbre absurda; sólo se pesa lo que se va a comer o a vender. Un vasco pesa siempre lo mismo que pesó el día que le tallaron para cumplir el servicio militar, es decir, conserva el peso de soltero toda la vida. De hecho, hay hombres que dicen pesar setenta y cinco kilos y podrían competir contra el campeón de lucha sumo de Japón sin hacer mal papel. Un caso mucho más curioso es el de la mujer vasca, que pesa lo que dio en báscula al nacer. Así tenemos mujeres de tres kilos cien gramos, de tres seiscientos y las más hermosas, de cuatro kilos y medio.

EQUIVALENCIA VASCA

Para pesar comida:
UN KILO = UN KILO

Para pesarse uno mismo:
UN KILO = SILENCIO

T
ALLAS DE ROPA

Hay un dicho castellano que dice «Me sale más barato comprarte un vestido que invitarte a comer». Esto es aplicable a cualquier vasco, lógicamente, pero si vamos a comprar el vestido en cuestión tenemos que tener en cuenta que en el País Vasco las tallas funcionan de manera diferente al resto del mundo. Y para explicarlo vamos a tomar como referencia una provincia al azar: Salamanca. Lo que para un salmantino de pura cepa es la talla XL, para un vasco es una talla L justita. Con una camiseta XL comprada en Baracaldo, uno de Salamanca puede meter a toda su familia con el perro incluido. Un salmantino que vaya a comprar calzoncillos a una tienda de Salamanca, los encontrará de talla pequeña, mediana y grande. Pues bien, la talla grande de Salamanca corresponde a la pequeña en Bergara. También hay que aclarar, llegados a este punto, que un vasco nunca compra calzoncillos ni ropa en general, de eso se encarga la madre o la mujer. Esta costumbre provoca comentarios tan habituales en cualquier hogar vasco como el siguiente:

—Antxon, te he cogido de la tienda tres pantalones, los tienes encima de la cama, te los pruebas y me dices cuál te está bien.

Incluso hay hombres que aun llevando muchos años felizmente casados, siguen dejando que su madre les compre la ropa y, en algunos casos, que se la lave también.

EQUIVALENCIA VASCA

Talla de referencia: Salamanca

TALLA S = NO SE CONOCE

TALLA M = NO SE CONOCE

TALLA L = PARA VESTIR MUÑECAS

TALLA XL = L JUSTITA

TALLA XXL = L HOLGADA

TALLA XXXL = XL (O TALLA NORMAL DEL VASCO DELGADO)

La medición del tiempo

El vasco lleva relojes porque se los regalan, pero no los utiliza como un catalán, por poner un ejemplo. El vasco no entiende de segundos, minutos y horas, es más, si las agujas dejan de dar vueltas, no importa. Lo verdaderamente importante de un reloj es que sea de oro, para poder jugártelo en una apuesta. Entre cadenas, relojes y anillos se puede encontrar más oro en las gradas del frontón Galarreta que en la reserva federal de Estados Unidos.

Pero ¿cómo mide el tiempo un vasco? De una manera muy lógica. El vasco tiene una mentalidad productiva, y para él, el tiempo es lo que se tarda en hacer algo. Y las cosas se pueden hacer en un
ti-ta
, o en una sentada.

U
N ‘TI-TA’

También conocido como
ris-ras
,
di-da
,
zi-za
, etc. Equivale, más o menos, a media hora catalana, pudiendo llegar hasta la hora. Pero más que la duración del
ti-ta
, importa la actitud en el
ti-ta
. Un vasco en actitud de
ti-ta
está enérgico, con los cinco sentidos puestos en lo que está haciendo, al cien por cien de sus posibilidades:

—Antxon, hay que dar una mano de pintura a toda la casa, tienes que llamar a un pintor.

—¡Déjate de pintores, mujer, eso lo hago yo en un
ti-ta
la semana que viene!

U
NA SENTADA

Hay cosas que no se pueden hacer en un
ti-ta
, entonces hay que recurrir a la sentada. En la sentada nos encontramos con el vasco más calmado y reflexivo. Es imprescindible en toda sentada ingerir algún líquido o alimento, y la duración mínima son varias horas. Cuando un vasco dice «eso mejor… nos sentamos y hablamos», estamos ante una comida o una cena. Al vasco no le gusta hablar de pie, prefiere hacerlo alrededor de una mesa y en grata compañía de algún animal que haya pasado previamente por la parrilla. El primer objetivo de cualquier sentada es llenar el estómago; una vez lleno, se puede empezar a hablar, a negociar, incluso a cantar versos:

—Antxon, creo que tendrías que darle una mano de pintura a toda la casa.

—Bueno, eso… nos sentamos y lo hablamos, ¿no?

—Si es que no puedo traer a nadie, está hecha un asco.

—Lo mejor va a ser decirle a tu hermano, ése nos la pinta en un
ti-ta
.

EQUIVALENCIA VASCA

UN
TI-TA
= DE MEDIA HORA, A UNA HORA

UNA SENTADA = DE CUATRO HORAS EN ADELANTE + BEBIDA + COMIDA

Las distancias

También midiendo distancias los vascos tenemos nuestras peculiaridades.

No se sabe exactamente si es por la orografía del terreno o por el carácter, pero las distancias no son las mismas al ir que al volver. Sobre todo, si se va a un restaurante, sidrería, asador o a un encuentro cultural-gastronómico con la cuadrilla. Es casi un fenómeno para-normal lo que ocurre con las distancias: cuando se va, se corresponden exactamente con las que indica el mapa de carreteras y cuando se vuelve, se alargan.

Un vasco que vaya a un restaurante que esté situado a una distancia de seis kilómetros, tendrá que recorrer los seis kilómetros; hasta aquí, todo normal. El problema se produce al volver a casa, pues la distancia se amplía y no se sabe exactamente por qué. Empiezan a aparecer desvíos, bares e incluso clubes de alterne que al ir no estaban en el camino. De este modo, los tres kilómetros se pueden convertir perfectamente en dieciocho o veinte.

Esto de las distancias es algo muy curioso, porque no siempre funciona de la misma manera, es decir, no siempre la vuelta es más larga. Hay casos en los que la ida lleva mucho más tiempo que el regreso. Por ejemplo, cuando se va a visitar a la suegra. Pongamos que la suegra vive a seis kilómetros del vasco en cuestión. Pues bien, esos seis kilómetros se pueden alargar hasta los cuarenta. A la vuelta, sin embargo, serán seis kilómetros, ni un metro más, ni un metro menos. No hay una explicación lógica para este desfase kilométrico, pero es un hecho.

EQUIVALENCIA VASCA

Para ir al restaurante, festejos varios:

UN KILÓMETRO = UN KILÓMETRO

Para volver a casa tras un festejo:

UN KILÓMETRO = TRES O CUATRO KILÓMETROS

Para visitar a la suegra o al cuñado:

UN KILÓMETRO = DIEZ KILÓMETROS

Para volver a la paz del hogar:

UN KILÓMETRO = UN PASEO

O
ctaVa PARte
.
La
tradició
N

¿Qué es la tradición para un vasco?

Tradición
: «Transmisión de doctrinas, ritos y costumbres de generación en generación». Una cosa así vienen a decir los diccionarios sobre el significado de la palabra
tradición
. ¿A quién pretenden engañar? La tradición no es más ni menos que el «comodín de la llamada» de la vida real. En el País Vasco, si no sabes responder a alguna pregunta, siempre puedes echar mano del comodín de la tradición.

¿Por qué el Athletic no juega con extranjeros? Pues por seguir con la tradición. ¿Por qué la mujer no puede entrar en las sociedades, es decir, en los locales que alquilan las cuadrillas para hacer sus cenas? Pues porque así lo marca la tradición. ¿Por qué en el País Vasco le ponemos una rama de perejil a todo si luego no hay quien se la coma? Pues porque le da un toque tradicional. ¿Por qué los hombres en el País Vasco preferimos hacer el amor con los calcetines puestos? Por… en fin, que nos estamos liando.

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