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Authors: James Luceno

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

Agentes del caos I: La prueba del héroe (22 page)

—Jefe Bunji, Han.

Roa se rió con ganas.

—Es asombroso que no nos hayamos conocido antes, teniendo en cuenta todos los amigos mutuos que teníamos en Etti IV y en otros lugares del Sector Corporativo. Es un placer, después de tantos años.

Hizo un gesto hacia Fasgo y le presentó. Bunji observó al pelirrojo.

—Sí, no nos han pasado desapercibidas las pequeñas estafas de Fasgo a bordo de la
Rueda
.

Fasgo tragó saliva, pero no dijo nada.

Han seguía negando con la cabeza, sin poder creérselo.

—Debo de estar a punto de morir y por eso pasa mi vida entera ante mí —sonrió a Bunji—. Si ahora aparece Ploovo Dos-Por-Uno de repente me da algo.

—Si Ploovo apareciera por aquí, Han, te puedo asegurar que no se mostraría nada cortés. Pese a toda la cirugía estética a la que se ha sometido, sigue sin recuperarse de las heridas que sufrió su probóscide a manos del dinko que tan inteligentemente le echaste encima en el Sala de Baile Vuelo Libre. De hecho, hubo una época en la que pagaba buenas sumas de dinero a cualquiera que le llevara un dinko, vivo o muerto. Tenía ejemplares disecados de esas horribles criaturas en todas sus casas, oficinas y a bordo de sus naves. Hasta llegó a llevar una pulsera amuleto hecha de colmillos y espolones de dinko. Creo que consiguió llevar a la especie al borde de la extinción.

Han frunció el ceño.

—Lo siento por él, pero nunca me preocupo por la gente que intenta robarme lo que es mío.

Bunji soltó otra carcajada, haciendo retumbar las consolas con el estruendo.

—Eso lo sé muy bien.

—No seguirás enfadado por lo de bombardearte la cúpula presurizada en aquel asteroide…

—Para nada —dijo Bunji—. Me lo merecía por intentar engañarte con los encargos de raíces chak a Gaurick.

—Me has quitado las palabras de la boca —rió Han—. Manipulaste el
Halcón
, provocando lo que me pasó en Gaurick. Y después intentaste deducir los costes de la reparación de lo que me debías. Por eso fui a pedirle un préstamo a Ploovo.

El suspiro de Bunji era como una brisa cálida.

—Uno aprende con los años, Han. Pero tú ya sabías que te había perdonado. Y lo cierto es que estoy en deuda contigo por lo que hiciste en Tatooine —hizo un gesto que abarcaba la sala—. Se podría decir que gran parte de esta estación existe gracias a ti.

Han se llevó las manos al pecho.

—¿Lo que yo hice en Tatooine?

Bunji tomó una calada y sonrió.

—Para ser más preciso, lo que hizo tu mujer. Verás, Han, en ese momento yo intentaba establecer mi negocio en Tatooine, pero Jabba me echó. No contento con eso, el hutt me dejó sin liquidez durante varios años. Su muerte me permitió reconstruir mi base económica, aunque tuviera que enfrentarme a gente como Lady Valarian y unos pocos más. Unos cuantos acuerdos inteligentes en la época de Thrawn y recuperé todo lo que era mío. Y entonces, hace sólo un año, hice que ensamblaran la
Rueda
en un sistema cercano y que la remolcaran hasta aquí, a Ord Mantell.

—¿Esto es tuyo? —dijo Han.

—Casi todo. Borga
El Hutt
tiene una pequeña participación. Y si ahora la Nueva República acabase con esos yuuzhan vong…

Han se puso serio.

—Algunos intentamos hacer precisamente eso, Bunji.

—¿Es eso lo que te trae aquí? Y con una falsa identidad, nada menos…

—Han y yo buscamos a un antiguo socio nuestro —respondió Roa. Bunji ladeó la cabeza con interés.

—¿Para acabar con él?

—Sólo localizarlo —dijo Han—. El resto dependerá de lo que nos cuente cuando lo encontremos.

—¿De qué ex-socio se trata?

—Se llama Reck Desh.

Bunji se quedó un momento en silencio. Dio una calada al cigarro y lanzó un anillo de humo gigantesco hacia el techo.

—¿Qué queréis de él?

—Es una larga historia —dijo Han—. Incluso más larga que la tuya. Bunji asintió.

—Yo en tu lugar, Han, no tendría tanta prisa por encontrar a Reck Desh. Han se echó hacia delante, apoyando los antebrazos en las rodillas. —¿Por qué?

—Las cosas han cambiado desde los viejos tiempos. La gente ahora se mete en cosas que entonces no se habrían tolerado… Ni siquiera por canallas como Bossk.

—¿Qué clase de actividades?

—Ofrecer información sobre defensas planetarias, o traficar con refugiados para que sean sacrificados por los yuuzhan vong.

Han apretó los músculos de la mandíbula. Bunji prosiguió.

—Reck y su pandilla, que se hacen llamar la Brigada de la Paz, se tratan con agentes de los yuuzhan vong y están difundiendo sentimientos anti-Jedi y desestabilizando sistemas planetarios de cara a su posterior invasión. En algunos casos hasta han llegado a convencer a planetas enteros para que se rindan de antemano a los yuuzhan vong.

—¿Y tú no sabrás por dónde anda Reck ahora? —preguntó Roa con gravedad.

—Según los últimos informes, la Brigada de la Paz opera en el Espacio Hutt —dijo Bunji—, para desgracia de Borga. Si queréis, puedo hacer algunas averiguaciones.

Han le miró con escepticismo.

—¿Por qué ibas a hacer tú eso por nosotros?

Bunji se encogió de hombros.

—Como ya te he dicho, estoy en deuda contigo. Y por si eso no te basta, te diré que lo hago por el wookiee. Cuando me enteré de su muerte, se me partió el corazón. Yo hubiera dado lo que fuera por tener un amigo como Chewbacca.

Antes de que Han pudiera responder, las sirenas empezaron a aullar y la iluminación de la bien situada guarida de Bunji comenzó a parpadear. La
Rueda del Jubileo
se estremeció sin previo aviso, como si la agitara una mano gigantesca. Uno de los secuaces de Bunji se acercó rápidamente a una terminal próxima y solicitó unos datos que aparecieron en la pantalla.

—¡Ataque yuuzhan vong! —exclamó.

Humanos y demás se pusieron en pie rápidamente, buscando las salidas, algún refugio y el armario donde estaba el Whyren Reserva y otras libaciones igualmente excepcionales. Han y Fasgo cayeron derribados al cruzarse con un whiphid aterrorizado.

Roa cogió a Han de los brazos y tiró de él para ponerlo en pie. Bunji y los miembros más importantes de su séquito desaparecían ya por una puerta al final de la estancia. Han se echó la mochila al hombro y se tambaleó hacia delante, pero sólo llegó a oír el clic, mientras la puerta se cerraba en sus narices.

—Al
Daga Afortunada
—dijo Roa desde la entrada—. No tengo intención de estar en esta rueda cuando los yuuzhan vong la echen a rodar colina abajo.

Capítulo 15

Las fuerzas de la Nueva República emergieron por detrás del quinto planeta del sistema, con la estrella amarilla de Ord Mantell detrás, y disparando a discreción. Simultáneamente, desde los filos abruptos de la gran luna del planeta, los escuadrones de cazas avanzaron al encuentro de los invasores, con el resplandor de sus motores fónicos reluciendo en el firmamento.

Las baterías de las fragatas de escolta y del crucero de combate calamariano apuntaron a distantes objetivos y abrieron fuego. Los rayos láser cortaron el espacio, visibles en el vacío como furiosas líneas. Se registraron blancos en la oscuridad remota. Esferas de luminosidad que se solapaban en la noche, floreciendo con más intensidad que un prado de flores silvestres.

Las naves yuuzhan vong, de negro coral yorik y casco facetado, encajaron la andanada inicial. Singularidades defensivas creadas por los dovin basal se formaron alrededor de las naves enemigas, tragando innumerables ergios de energía. Los disparos de respuesta de sus aterradoras armas volaron hacia las fuerzas de la Nueva República como proyectiles dorados que se desplazaban en espiral, grotescamente bellos contra el cielo estrellado.

Las naves de la Nueva República mantuvieron las posiciones, desviando energía hacia los escudos, y devolvieron la carga. La luz de los láseres y de los misiles, cegadora como una nova, dividió la noche en una rejilla, mientras las dos flotas se atacaban.

Ala-X, Ala-B, Ala-E e Interceptores TIE partieron de la zona de los defensores para distraer, acosar y atacar a las naves de la avanzadilla yuuzhan vong con sus disparos de finos rayos. Sorprendida por la andanada inicial del crucero de combate, una pirámide de coral yorik del tamaño de una corbeta bajó momentáneamente la guardia. Un cuarteto de Ala-B colocó cuidadosamente una serie de torpedos de protones en puntos vulnerables de las defensas de la nave enemiga, haciéndolos detonar contra el casco negro como el carbón. Macabros pedazos de carne del tamaño de cazas estelares saltaron por los aires, trazando estelas de fuego en el espacio.

El crucero de combate, crucial para las fuerzas de la Nueva República, alteró su rumbo para alejar la batalla de Ord Mantell y de las muchas naves civiles estacionadas allí y cerca de la
Rueda del Jubileo
. Las baterías de turboláseres y los cañones de iones se movieron y dispararon. La luz manó de cañones de aleación ya sobrecalentada, y fogonazos cegadores parpadearon en la distancia.

Una segunda corbeta yuuzhan vong intentó evadir la andanada, sin éxito. Desapareció en un reluciente globo de fuego, asediada por los haces láser.

Coralitas semejantes a asteroides, de todas formas, tamaños y colores, avanzaron en una nube compacta, abriéndose paso por entre la lluvia de fuego e internándose en los grupos de cazas. Las cuidadas formaciones se rompieron al apartarse las naves y describir círculos y remolinos en furiosos enfrentamientos con sus presas. En un combate que empezaba a ser un baño de sangre, coralitas atacaban a cazas, y cazas a coralitas.

Los compañeros de escuadrón lucharon por permanecer juntos, pero furiosas descargas o enfrentamientos individuales los obligaban a menudo a separarse. Los dovin basal privaban a los cazas de la Nueva República de sus escudos y los acosaban con los rayos de piedra derretida que emitían sus cañones cónicos. Los Ala-X y los Ala-E cayeron por docenas al quedarse sin defensas. Los contrincantes saltaban y daban tumbos en maniobras evasivas mientras se enzarzaban en feroces batallas.

Los disparos de respuesta de la nave yuuzhan vong de mayor tamaño silenciaron momentáneamente al crucero de combate. La nave calamariana se refugió tras sus escudos y encajó una descarga tras otra de proyectiles y de plasma, mientras la frenética electricidad bailaba y calcinaba los bordes de las barreras invisibles de la gran nave.

El crucero esperó su oportunidad, el momento en que la nave de guerra yuuzhan vong hiciera una pausa para recargar energías, y abrió fuego a discreción. Rayos láser de gran potencia atravesaron la noche. Algunos fueron engullidos por las anomalías gravitatorias, pero otros arrancaron esquirlas del casco de coral yorik de la nave enemiga.

Dos artilleros clase Ranger entraron en combate, decididos a adelantar a la nave de guerra. Las descargas de sus baterías principales vaporizaron docenas de coralitas y naves de escolta. Algunos cazas yuuzhan vong se salvaron gracias a movimientos desesperados, pero la mayoría de ellos cayeron desintegrados o convertidos en cometas de corta vida.

Las flotillas empezaron a cerrar filas, saturando el espacio con llameantes misiles y luces cegadoras. Un trío de cazas TIE desapareció sin dejar rastro, víctima de fuego amigo.

Los rayos láser de una fragata de escolta de la Nueva República traspasaron a una corbeta yuuzhan vong con sus haces, llevándose por delante su eje, el coral, el armamento y todo lo demás, que desapareció en una nube de fuego. A modo de respuesta, un grupo de coralitas aisló y rodeó a un solitario artillero, dejándole sin escudos y machacándolo con proyectiles, encendiendo un mortífero infierno que no tardó en tragarse a la nave.

En otra parte, un escuadrón de Ala-E sorteó giratorios escombros a la deriva para llegar hasta una nave yuuzhan vong herida y empezó a atacarla sin piedad. Los torpedos de protones se abrieron paso entre sus reducidas defensas y dieron de lleno en el casco. Las capas estratificadas empezaron a pelarse de la nave, que saltó en mil pedazos, desapareciendo de la vista. Una segunda nave, más pequeña, también fue atravesada por los disparos láser de una forma similar, también explotó en mil pedazos, regando el espacio cercano con motitas que brillaron durante un momento.

Cerca de la luna más lejana de Ord Mantell, rugía una refriega caótica formada por coralitas, Ala-X y TIEs, enfrentándose unos con otros con feroz y macabra determinación. Los cazas describían giros perfectos, daban media vuelta y se lanzaban a por sus presas, persiguiéndolas hasta aniquilarlas. Otras naves cambiaban de rumbo a toda velocidad, alejándose entre nubes de fragmentos para escapar de la carnicería o reagruparse para volver a atacar, perdiendo a veces el control.

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