Read Bardo thodol: El libro tibetano de los muertos Online
Authors: Padmasambhava
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La presente traducción es el resultado de un estudio comparado de diversas traducciones del tibetano al inglés o al francés; se han utilizado especialmente la ya citada traducción de Evans-Wentz, la de E Fremantle y Chógyam Trungpa, la de R. A. E Thurman y la de G. Lobsang Dargyay, habiéndose consultado igualmente la traducción española de Ramón N. Prats (Siruela, Madrid, 1996). Algunas traducciones utilizan la terminología sánscrita y otras la tibetana; aquí se ha optado por la primera, por entender que puede resultar algo más familiar a la mayoría de los lectores de lengua española. No siendo ésta un traducción destinada a especialistas, sino más bien al lector medio interesado globalmente por la espiritualidad oriental, se ha buscado facilitar la lectura con un discurso fluido, llenando las elipsis o «huecos» que una traducción realizada con criterios más estrictamente filológicos debería respetar al precio de dificultar la comprensión. Con el mismo objetivo, se han introducido unas divisiones en capítulos o apartados que no figuran en el texto original —pero que incluso algunas traducciones directas del tibetano introducen con frecuencia, aunque no siempre del mismo modo— para que el lector pueda situarse con facilidad y sin desorientarse demasiado en el viaje por el bardo.
Agustín López
Venerados sean los tres lamas, los tres
kayas:
Venerado sea Amithabha, luz infinita, el
dharmakaya.
Veneradas sean las divinidades del loto, pacíficas y coléricas,
el
sambhogakaya.]
Venerado sea Padmasambhava, protector de los seres,
el
nirmanakaya.]
La
Liberación a través de la audición
, es decir, el método de liberación durante el bardo para los yoguis de capacidad media, comprende tres partes: la introducción, la parte central y la conclusión.
En primer lugar, la Introducción, que trata de los medios para liberar a los seres corpóreos. Antes de nada, se deben estudiar las instrucciones que sin duda liberarán a quienes tienen una capacidad más alta; pero si no han conseguido liberarse en vida, deben practicar la transferencia de la conciencia, que libera espontáneamente en cuanto se comprende, en el bardo del momento que precede a la muerte. Esto liberará sin duda a los yoguis de capacidad media, pero si no es así, habrá que esforzarse en aplicar las enseñanzas de la
Liberación a través de la audición
en el bardo del Absoluto.
Para ello, el yogui debe examinar primero la secuencia de los signos de la muerte según están expresados en el texto de la
Liberación espontánea por los signos de muerte.
Cuando todos los signos están presentes, deberá efectuar la transferencia de la conciencia, que libera espontáneamente en cuanto se comprende. Si se realiza la transferencia, no hay necesidad de leer la
Liberación a través de la audición,
pero, en caso contrario, debe ser leída de forma clara y precisa la
Liberación a través de la audición
, cerca del cuerpo del difunto.
Si el cuerpo no está presente, hay que sentarse en el lecho o en el lugar en que solía sentarse el difunto y, proclamando el poder de la verdad, invocar a su conciencia e, imaginándolo como si estuviera sentado enfrente y escuchando, leerle este texto. El ruido de llantos y lamentos no es beneficioso, así que se debe impedir la entrada de los parientes.
Si el cuerpo está presente, durante el intervalo entre la cesación de la respiración y la cesación de la pulsación en las arterias, su lama, o, en su defecto, un hermano espiritual al que el difunto amara y en el que confiara, deberá leer la
Liberación a través de la audición
con la boca muy cerca de su oído.
He aquí la enseñanza de la
Liberación a través de la audición.
Primero debe realizarse una ofrenda a las Tres Joyass
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se dispone de materiales para ello; en caso contrario, habrá que ofrecer aquello de lo que se disponga y visualizar mentalmente innumerables ofrendas. Luego se debe recitar siete veces, o al menos tres, la
Invocación a buddhas y boddhisattvas;
después, hay que recitar en alta voz la
Liberación de los peligros del camino del bardo
y los
Principales versos del bardo.
Luego se leerá la
Liberación a través de la audición
siete veces o, al menos, tres.
La parte central de la
Liberación a través de la audición
consta de tres partes: las enseñanzas sobre la luminosidad en el bardo del momento que precede a la muerte, la gran advertencia sobre el bardo del Absoluto y las instrucciones para impedir la entrada en una matriz en el bardo del devenir.
He aquí, en primer lugar, la exposición de la luminosidad en el bardo del momento que precede a la muerte.
Merced a esta lectura, muchas personas corrientes, que han sido instruidas pero no han reconocido la realidad última aunque sean inteligentes, o que, habiéndola reconocido, no han practicado lo suficiente, reconocerán esa luminosidad fundamental y, sin pasar por la experiencia del bardo, alcanzarán el
dharmakaya
increado.
En cuanto al método para la instrucción: lo mejor es que el lama
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principal del moribundo, aquel de quien recibió enseñanza a lo largo de su vida, pueda estar presente, pero, si no es así, deberá estar presente un hermano espiritual con quien haya tomado el voto iniciático o un amigo de su mismo linaje espiritual. Si no se puede encontrar una persona que cumpla estos requisitos, entonces alguien que pueda leer en voz alta, clara y precisa, deberá leer varias veces la
Liberación a través de la audición.
Esto le recordará lo que su lama le ha enseñado e inmediatamente reconocerá la luminosidad fundamental y, sin la menor duda, será liberado.
En cuanto al momento adecuado para la instrucción: cuando la respiración ha cesado, la corriente de energía vital afluye al canal sutil central, y una luminosidad pura brilla claramente en la conciencia. Si el flujo vital se invierte y escapa hacia los canales sutiles derecho e izquierdo, el estado de bardo aparece repentinamente, de manera que el que lee debe ocupar su lugar antes de que el fluido vital escape hacia los canales derecho e izquierdo. El período de tiempo durante el cual se mantiene la pulsación interior una vez que la respiración ha cesado es aproximadamente el tiempo que lleva tomar una comida.
En cuanto al método para la instrucción: lo idóneo es que la transferencia de la conciencia se realice cuando la respiración está a punto de detenerse, pero si no ha ocurrido así, hay que pronunciar estas palabras:
«Oh hijo de noble familia, (aquí se incluye el nombre del difunto), ha llegado para ti el momento de buscar un camino. Tan pronto como tu respiración se detenga, aparecerá ante ti lo que se llama la luminosidad fundamental del primer bardo, sobre la que tu lama ya te ha instruido. Esa luz es el Absoluto, amplio y desnudo como el espacio, vacío luminoso, espíritu puro sin centro ni circunferencia. Reconócela y quédate en ese estado, y yo también te la mostraré al mismo tiempo.»
Estas palabras deben quedar firmemente implantadas en su mente, de modo que será preciso repetirlas muchas veces en su oído antes de que deje de respirar. Entonces, cuando se percibe que la respiración está a punto de detenerse, hay que colocarle yacente sobre el lado derecho en la postura del león, y presionar firmemente las dos arterias pulsantes, lo que induce un estado de sueño, hasta que dejan de palpitar. Luego, el fluido vital que ha entrado en el canal sutil central no podrá invertirse y saldrá con seguridad a través del orificio de Brahma
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.
Ahora es preciso leer las instrucciones. En este momento el primer bardo, llamado luminosidad del Absoluto, el entendimiento no distorsionado del
dharmakaya,
aflora en la mente de todos los seres. Comúnmente se dice que éste es un estado de inconsciencia porque el fluido vital penetra en el canal central durante el intervalo transcurrido entre la cesación de la respiración y la cesación de la pulsación. La duración de este proceso es variable, dependiendo de la condición espiritual del difunto y de la fase de aprendizaje yóguico a que hubiera accedido en vida. Dura mucho tiempo en quienes practicaron mucho y fueron constantes en la práctica de la meditación que pacifica las emociones y en aquellos cuyos canales sutiles son puros. Siguiendo con celo estas indicaciones, es preciso repetir esta instrucción hasta que sale una supuración por las aberturas de su cuerpo. En las personas llenas de faltas y con los canales sutiles impuros, esta fase no dura mucho más de lo que dura un simple chasquido con los dedos, pero en otros puede durar el tiempo que lleva consumir una comida. Como dicen la mayor parte de los sutras y los tantras, este estado de conciencia dura tres días y medio, durante los cuales hay que esforzarse por instruir al difunto sobre la luminosidad.
En cuanto al método de aplicación: si el moribundo es capaz, deberá esforzarse por seguir esas instrucciones por sí mismo. Pero si no puede por sí mismo, entonces su lama, un discípulo de su lama o un hermano espiritual que fuera en vida amigo del difunto, debe estar cerca y leer en voz alta y clara la secuencia de los signos de la muerte:
«Ahora, he aquí el signo de la tierra que se disuelve en el agua, el agua en el fuego, el fuego en el aire, el aire en la conciencia...»
Cuando la secuencia de los síntomas se ha completado de este modo, se le exhorta a una actitud abierta al espíritu del despertar:
«Oh hijo de noble familia —o bien "Oh Señor", si era un lama— no dejes que tus pensamientos vaguen errantes.»
Esto se debe decir en voz baja y al oído. Si el difunto es un hermano espiritual o cualquier otra persona, hay que invocarle por el nombre y decir estas palabras:
«Oh hijo de noble familia, lo que se llama la muerte ha llegado ahora hasta ti, así que debes pensar de este modo: "Ha llegado el momento de morir, así que, ahora, gracias a la muerte, mi mente alcanzará un estado iluminado, lleno de amor y compasión, y alcanzaré la iluminación perfecta para el bien de todos los seres sensibles, tan ilimitados como el espacio. Con esta actitud, por la causa de todos los seres sensibles, reconoceré en este momento especial que la luminosidad de la muerte es el
dharmakaya,
y, alcanzando en ese estado la suprema realización del Gran Símbolo
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, actuaré para el bien de todos los seres. Pero si no lo consigo, reconoceré el estado de bardo como es, y, alcanzando la indivisible forma del Gran Símbolo en el bardo, actuaré para el bien de todos los seres tan ilimitados como el espacio en la forma que sea adecuada a cada uno". Sin abandonar esta actitud, debes recordar y practicar todas las enseñanzas acerca de la meditación que recibiste en vida.»
Estas palabras deben ser pronunciadas con claridad, con los labios próximos al oído, a fin de recordarle esta práctica sin que la atención vague errante ni siquiera por un momento.
Luego, una vez que la respiración se haya detenido por completo, habrá que presionar firmemente las arterias relacionadas con el sueño y, si el difunto era un lama o amigo espiritual superior al que habla, decirle estas palabras:
«Señor, ahora la luminosidad fundamental está brillando ante ti; reconócela y permanece en esta práctica.»
Caso de tratarse de otra persona, se le debe instruir de esta manera:
«Oh hijo de noble familia, (nombre), escucha. Ahora la luminosidad pura del Absoluto está brillando ante ti; reconócela. Oh hijo de noble familia, en este momento tu estado mental es pura vacuidad, no posee naturaleza, ni substancia, ni cualidad ninguna como el color, sino que es puro vacío; eso es el Absoluto, el aspecto femenino del buddha Samantabhadri. Pero este estado mental no es sólo vacuidad vacía; es vacuidad inobstruida, resplandeciente, pura y vibrante; este estado mental es el aspecto masculino del buddha Samantabhadra. Estos dos estados, la vacuidad sin substancia de ningún tipo y la vacuidad vibrante y luminosa, son inseparables. Y su unión es el
dharmakaya
del Buddha. Tu conciencia, esta luminosidad inseparable de la vacuidad, adopta la forma de una gran masa de luz, pero no tiene nacimiento ni muerte y, por consiguiente, es el Buddha de la luz inmortal. Reconocer esto es todo lo que necesitas. Cuando reconoces que esta naturaleza pura de tu conciencia es el Buddha, al mirar dentro de tu propia conciencia descansas en la conciencia de Buddha.»
Esto se debe repetir siete veces, o al menos tres, de forma clara y precisa. De este modo, primero, el difunto recordará lo que previamente le había sido enseñado por su lama; segundo, reconocerá su propia mente desnuda como luminosidad; y tercero, habiéndose reconocido a sí mismo, llegará a estar inseparablemente unido con el
dharmakaya
y, sin duda, alcanzará la liberación.
Si reconoce la primera luminosidad, el difunto será liberado. Pero si se teme que no la haya reconocido, entonces brillará lo que se llama la segunda luminosidad, y esto sucederá cuando haya transcurrido un tiempo ligeramente superior al que lleva consumir una comida, contado desde el momento en que la respiración ha cesado.
Dependiendo de si el karma del difunto es positivo o negativo, el fluido vital escapará al canal sutil del lado izquierdo o del lado derecho, saldrá a través de los orificios del cuerpo y la conciencia se hará repentinamente clara. Aunque esto dura aproximadamente el tiempo que lleva consumir una comida, dependerá de la cualidad de sus fibras sutiles y de cuál haya sido su práctica espiritual. Entonces emerge la conciencia y el difunto no podrá reconocer si está vivo o muerto. Verá a sus parientes allí reunidos, del mismo modo que antes, y podrá oír sus lamentos.
Durante este intervalo de tiempo, cuando las proyecciones violentas y confusas del karma no han surgido todavía y los terrores de los Señores de la Muerte no han hecho su aparición, es preciso dar las instrucciones. Aquí hay que hacer una distinción entre los que han realizado la práctica completa de la meditación y los que han realizado la práctica de visualización de la meditación
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. Si el difunto había trabajado en la práctica completa, hay que invocar su nombre tres veces y repetir las instrucciones que antes se dieron para mostrar la luminosidad. Si estuvo trabajando en la práctica de visualización, se debe leer en voz alta el texto de práctica sobre el Aspecto del Buddha al que estaba consagrado
(yidam),
y decirle estas palabras: