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Authors: Friedrich A. Hayek

Tags: #Ensayo, Filosofía, Otros

Camino de servidumbre (35 page)

[34]
Otro ejemplo de infracción legislativa del Estado de Derecho es el
bill of attainder
, familiar en la historia inglesa. La forma que la supremacía de la ley adopta en el Derecho penal se expresa usualmente por el dicho latino
milla poena sitie lege
, no hay castigo sin una ley que expresamente lo prescriba. La esencia de esta regla consiste en que la ley ha de tener existencia como norma general antes de que surja el caso individual al que se aplique. Nadie aseguraría que cuando, en una famosa causa durante el reinado de Enrique VIII, el Parlamento resolvió con respecto al cocinero del obispo de Rochester, «que el llamado Richard Rose será quemado vivo, sin atender al privilegio de su condición eclesiástica», promulgó tal disposición bajo la supremacía de la ley. Pero si ésta ha llegado a ser una parte esencial del procedimiento penal en todos los países liberales, no puede mantenerse en los regímenes totalitarios. En éstos, como lo ha expresado muy bien E. B. Ashton, la máxima liberal se ha sustituido por el principio
nullum crimen sine poena
, ningún «crimen» quedará sin castigo, lo disponga o no la ley explícitamente. «Los derechos del Estado no terminan con el castigo de quienes quebrantan la ley. La comunidad tiene derecho a todo lo que considere necesario para la protección de sus intereses, y la observancia de la ley, tal como existe, es sólo una de las más elementales exigencias» (E. B. Ashton,
he Fascist, His State and Mind
T. 1937, pág. 119). Lo que haya de entenderse como infracción de los «intereses de la comunidad» son, por supuesto, las autoridades quienes lo determinan.
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[35]
Cf. L. Robbins,
The Economic Causes of War
, 1939. Apéndice
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[36]
En ninguna parte se ilustra mejor que en el ámbito del cambio exterior la extensión de la intervención sobre la vida entera que confiere el control económico. A primera vista, nada parece afectar menos a la vida privada que la intervención oficial de las operaciones sobre el cambio exterior, y la mayoría de la gente consideraría su introducción con completa indiferencia. Y, sin embargo, la experiencia de la mayoría de los países continentales ha hecho que la gente reflexiva considere este paso como un avance decisivo en el camino del totalitarismo y de la supresión de la libertad individual. Es, en efecto, la entrega completa del individuo a la tiranía del Estado; la supresión final de todos los medios de escape, no sólo para el rico, sino para todos. Cuando el individuo ya no tiene libertad para viajar, ya no tiene libertad para comprar libros o periódicos extranjeros; cuando todos los medios de contacto exterior pueden limitarse a los que aprueba la opinión oficial o son considerados por ella como necesarios, el dominio efectivo de la opinión es mucho mayor que el que jamás ejerció ninguno de los gobiernos absolutistas de los siglos XVII y XVIII.
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[37]
Para justificar estas fuertes palabras pueden citarse las conclusiones siguientes, a las que ha llegado Mr. Colín Clark, uno de los más conocidos entre los jóvenes especialistas en estadística económica y hombre de opiniones indudablemente progresistas y de actitud estrictamente científica, en su
Conditions of Economic Progress
(1940, págs. 3-4): Las «frecuentes afirmaciones acerca de la "pobreza en el seno de la abundancia" y de cómo los problemas de la producción estarían ya resueltos si entendiésemos los de la distribución han dado lugar al más falso entre los modernos clichés… Sólo en los Estados Unidos es una cuestión de considerable importancia la escasa utilización de la capacidad productiva, aunque en ciertos años haya alcanzado también alguna importancia en la Gran Bretaña, Alemania y Francia; mas para la mayor parte del mundo aquélla está completamente dominada por el hecho, más importante, de que sea tan poco lo que puede producirse con un pleno empleo de los recursos productivos. La era de la plétora tardará aún mucho en llegar… Si el paro evitable se eliminara a lo largo del ciclo económico, ello significaría una mejoría notable en el nivel de vida de la población de los Estados Unidos, pero desde el punto de vista del mundo entero, sólo significaría una pequeña asistencia para la resolución del problema, mucho mayor, de elevar la renta real de la masa de la población del mundo hasta algo que se acerque a un nivel civilizado».
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[38]
No es casualidad que en los países totalitarios, tanto en Rusia como en Alemania o Italia, se haya convertido en un problema de planificación el modo de organizar el ocio de las gentes. Los alemanes han llegado incluso a inventar para este problema el nombre horrible y en sí contradictorio de
Freizeitgestaltung
(literalmente: 'la configuración del tiempo libre'), como si aún pudiera llamarse «tiempo libre» al que ha de gastarse en una forma dispuesta autoritariamente.
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[39]
Es probable que sobrestimemos habitualmente la parte que en la desigualdad de las rentas se debe principalmente a los ingresos derivados de la propiedad, y, por consiguiente, la proporción en que se reducirían las mayores desigualdades si las rentas de propiedad se aboliesen. La escasa información que poseemos acerca de la distribución de las rentas en la Rusia soviética no indica que las desigualdades sean sustancialmente menores que en una sociedad capitalista. Max Eastman (
The End of Socialism in Russia
, 1937, págs. 30-34) da alguna información procedente de fuentes oficiales rusas que sugiere que la diferencia entre los salarios más altos y los más bajos pagados en Rusia es del mismo orden de magnitud (del orden de 50 a 1) que en los Estados Unidos; y Leon Trotsky, según un artículo citado por James Burnham (
The Managerial Revolution
, 1941, pág. 43), estimó, no más allá de 1939, que «el 11 o 12 por 100 superior de la población soviética recibe ahora aproximadamente el 50 por 100 de la renta nacional. Esta diferencia es más aguda que en los Estados Unidos, donde el 10 por 100 más alto de la población recibe aproximadamente el 35 por 100 de la renta nacional».
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[40]
Max Eastman,
The Reader's Digest
, julio de 1941, pág. 39.
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[41]
Las palabras son del joven Disraeli.
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[42]
Cf. M. Muggeridge,
Winter in Moscow
, 1934; A. Feiler:
The Experiment of Bolshevism
, 1930.
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[43]
J. S. Mill,
Principies of Political Economy
, libro II, capítulo I, § 4.
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[44]
G. Wieser,
Ein Staat stirbt, Oesterreich
, 1934-1938, París, 1938, pág. 41.
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[45]
Los clubs de lectura (
book clubs
) públicos en Inglaterra proporcionan un paralelo no despreciable.
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[46]
Hace ahora doce años, uno de los intelectuales socialistas europeos más destacados, Hendrick de Man (que, consecuente consigo mismo, ha evolucionado y hecho las paces con los nazis), observaba que, «por primera vez desde los comienzos del socialismo, los resentimientos anticapitalistas se han vuelto contra el movimiento socialista» (
Sozialismusund National-Faszismus
, Potsdam, 1931, pág. 6).
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[47]
Si la simple ciudadanía de un país otorga el derecho a un nivel de vida más elevado que en cualquier otro, surgen también serios problemas en las relaciones internacionales, que no deben descartarse con demasiada ligereza.
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[48]
Sugerencias muy interesantes para mitigar estos sufrimientos, dentro de una sociedad liberal, ha presentado recientemente el profesor W. H. Hutt en un libro que merece un estudio cuidadoso (
Plan for Reconstruction
, 1943).
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[49]
D. C. Coyle, «The Twilight of National Planning»,
Harpers'Magazine
, octubre de 1935, pág. 558.
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[50]
W. Roepke,
Die Gesellschaftskrisis der Gegenwart
, Zúrich, 1942, pág. 172.
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[51]
H. J. Laski,
Liberty in the Modem State
(Pelican, 1937, página 51): «Los que conocen la vida normal del pobre, su obsesionante sensación de una inminente desgracia, su vacilante persecución de una belleza que perpetuamente le escapa, comprenderán bastante bien que sin seguridad económica la libertad carece de valor».
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[52]
Cfr. sobre esto una instructiva discusión en F. Borkenau,
Socialism, National or International?
, 1942.
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[53]
Pertenece por entero al espíritu del colectivismo lo que Nietzsche hace decir a su Zaratustra: «Mil objetivos han existido hasta aquí porque han existido mil individuos. Pero falta todavía la argolla para los mil cuellos: el objetivo único falta. La humanidad no tiene todavía un designio. «Pero decidme, por favor, hermanos: si aún falta a la humanidad el designio, ¿no es la humanidad misma lo que falta?».
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[54]
De un artículo del Dr. Niebuhr, citado por E. H. Carr, en
The Twenty Years
' Crisis, 1941, pág. 203.
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[55]
FindlayMacKenzie(ed.),
Planned Society, Yesterday, Today, Tomorrow: A Symposium
, 1937, p. xx.
<<

[56]
E. Halévy,
L'Ere des Tyranníes
, París, 193S, pág. 217, e
History of the English People
, Epílogo, vol. I págs. 105-106.
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[57]
Cf. K. Marx,
Revolución y Contrarrevolución
, y la carta de Engels a Marx el 23 de mayo de 1851.
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[58]
Bertrand Russell,
The Scientific Outlook
, 1931, pág. 211.
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[59]
B. E. Lippincott, en su «Introducción» a O. Lange y F. M. Taylor,
On the Economic Theory of Socialism
, Minneápolis, 1938, pág. 35.
<<

[60]
No debemos dejarnos engañar nosotros mismos por el hecho de que la palabra poder, además del sentido que recibe con respecto a las personas, se usa también en un sentido impersonal (o más bien, antropomórfico) para cualquier causa determinante. Siempre habrá, por supuesto, algo que determina cualquier cosa que suceda, y en este sentido la cuantía del poder existente será siempre la misma. Pero esto no es verdad para el poder ejercido conscientemente por los seres humanos.
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[61]
El profesor F. H. Knight en
The Journal of Political Economy
, diciembre de 1938, pág. 869.
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[62]
Éste es el título,
New Liberties for Old
, de una obra reciente del historiador norteamericano C. L. Becker.
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[63]
Man and Society in an Age of Reconstruction
, pág. 377.
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[64]
Mr. Peter Drucker {
The End of Economic Man
, pág. 74) observa correctamente que «cuanto menos libertad ha)', más se habla de la "nueva libertad". Pero esta nueva libertad es una simple palabra que cubre exactamente lo contrario de todo lo que Europa entendió siempre por libertad… La nueva libertad que se predica en Europa es, en realidad, el derecho de la mayoría contra el individuo».
<<

[65]
S. y B. Webb,
Soviet Communism
, pág. 1038.
<<

[66]
J. G. Growther,
The Social Relations of Science
, 1941, pág. 333.
<<

[67]
Y sólo parcialmente. En 1892, uno de los jefes del Partido Socialdemócrata, August Bebel, fue capaz de decir a Bismarck: «Canciller del Reich puede estar tranquilo; la socialdemocracia alemana es una especie de escuela preparatoria del militarismo».
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[68]
Un buen resumen de las ideas de Naumann, tan características de la combinación germana de socialismo e imperialismo como todas las que hemos citado en el texto, se encontrará en R. D. Butler,
The Roots of National Socialism
, 1941, págs. 203-209.
<<

[69]
Paul Lensch,
Drei Jahre Weltrevolution
, 1917. Una persona sagaz permitió disponer, todavía en curso la anterior guerra, de la traducción inglesa de esta obra,
Three Years of World Revolution
. Prólogo de J. E. M., Londres, 1918.
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[70]
Lo mismo vale para otros muchos de los dirigentes intelectuales de la generación que ha producido el nazismo, tales como Othmar Spann, Hans Freyer, Carl Schmitt y Ernst Jünger. Respecto a éstos, véase el interesante estudio de Aurel Kolnai,
The War against the West
, 1938, que padece, sin embargo, el defecto de pasar por alto a sus creadores socialistas por limitarse al período de la posguerra, cuando de estos ideales se habían apoderado va los nacionalsocialistas.
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[71]
La fórmula spengleriana encuentra su eco en una frase, a menudo citada, de Carl Schmitt, la primera autoridad nazi en Derecho constitucional, según la cual la evolución del Estado se realiza «en tres etapas dialécticas: del Estado
absoluto
de los siglos XVII y XVIII, a través del Estado
neutral
del liberal siglo XIX, al Estado
totalitario
, en el que Estado y sociedad son idénticos». (C. Schmitt,
Der Hüter der Verfassung
. Tübingen, 1931,pág. 79.)
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[72]
Moeller van den Bruck,
Sozialismus und Aussenpolitik
, 1933, págs. 87, 90 y 100. Los artículos allí reimpresos, particularmente el relativo a «Lenin y Keynes», que debate más detalladamente el tema discutido en el texto, se publicaron primero entre 1919 y 1923.
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[73]
K. Pribram, «Deutscher Nationalismus und deutscher Sozialismus», en el
Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik
, vol. 49,1922,págs. 298-299. El autor menciona como otros ejemplos de la misma vía de argumentación al filósofo Max Scheler, predicador de «la misión mundial socialista de Alemania», y al marxista K. Korsch, que escribía conforme al espíritu de la nueva Volksgemeinschaft.
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