Cerulean Sins (24 page)

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Authors: Laurell K. Hamilton

Tags: #Fantástico, #Erótico

Extrañamente, no me sentí débil, o con náuseas, no sentía nada. Sentí la luz y la distancia, más fuerte de lo que me había sentido en horas. Seguí caminando hacia el hombre en la pared. La mano de Zerbrowski se deslizó fuera de la mía, y se mantuvo estable de puntillas sobre la alfombra suave.

Tenía que estar casi delante del cuerpo, únicamente delante de mis ojos podría tener sentido, y aun así, iba a tener que pedirle a algún experto de herramientas para comprender la situación.

Parecía como si alguien hubiera tomado una pistola de clavos, una de esas pistolas de clavos industriales, y hubieran clavado al hombre en la pared. Sus hombros estaban separados de la tierra alrededor de ocho pies, por lo tanto se había utilizado una escalera, o él que lo había hecho debía medir cerca de siete pies de altura.

Las manchas oscuras en el cuerpo se encontraban en ambas palmas y muñecas, en los antebrazos justo por encima de los codos, en los hombros y clavícula, en las piernas debajo de las rodillas, otras justo por encima de los tobillos y a través de cada pie. Las piernas no estaban separadas, las habían atravesado. No habían tratado de imitar a la Crucifixión. Si se iban a tomar tantos problemas, era como un eco casi extraño del drama suscitado no hace mucho tiempo. El hecho mismo de que no era extraño para mí.

La cabeza del hombre se desplomó hacia delante. Su cuello estaba pálido y todo ensangrentado. Había una oscura mancha de sangre en el pelo casi blanco justo detrás de la oreja. Si los clavos eran tan grandes como pensaba que eran, en el caso de que la sangre hubiera sido causada por un clavo, la punta debía salir por el rostro, pero no fue así. Me puse de puntillas. Quería ver la cara.

El pelo blanco y la cara así como la holgura con la muerte, no correspondían con el resto de su aspecto. El cuerpo estaba bien cuidado por el ejercicio, probablemente por correr y hacer pesas, únicamente el rostro y el cabello blanco indicaban que probablemente tendría más de cincuenta años. Tanto esfuerzo para mantener la salud y la forma para que llegara algún chiflado y te clave en la pared. Me parecía tan injusto.

Me incliné hacia adelante, pero estaba demasiado lejos y tuve que utilizar mis manos para no caer. Mis dedos tocaron sangre seca en la pared. Sólo entonces me di cuenta que había olvidado los guantes quirúrgicos. Joder.

Zerbrowski estaba allí con una mano en el codo para ayudarme a equilibrarme en caso de que lo necesitara.

—¿Cómo pudiste dejarme entrar aquí sin guantes?

—No esperaba que tocarás las evidencias —dijo. Sacó una botella de desinfectante de manos de uno de sus bolsillos—. Katie me hace cargarlo.

Dejé que vertiera un poco en mis manos, y me quité la sangre. No es que estuviera realmente preocupada por pescar cualquier cosa, lo hice más por la costumbre. No te llevas souvenirs de la casa del crimen a menos que sea necesario.

El gel se evaporó en mi piel, haciendo sentir mis manos mojadas, aunque sabía que no lo estaban. Miré a mí alrededor en la escena del crimen, buscando más evidencias.

Se habían utilizado tizas de colores en lo que quedaba de las paredes blancas. Había estrellas de cinco puntas de diferentes tamaños a cada lado del cuerpo. Rosa, azul, rojo, verde, casi decorativo. Cualquier tonto que intentara simular un asesinato ritual sabe lo suficiente para usar un pentagrama. Pero también incluyeron runas nórdicas entre los espacios de los pentagramas. No todos los chiflados saben que las runas nórdicas pueden utilizarse en la magia ritual.

Era una suerte que hubiera cursado un semestre de religión comparativa con un profesor que tenía el gusto por la mitología nórdica. Se me había grabado un mejor conocimiento de las runas que del estudio cristiano que había tenido. Había sido hace años, pero todavía me acordaba lo suficiente como para no confundirme.

—Esto no tiene sentido —dije.

—¿Qué? —preguntó Zerbrowski.

Señalé la pared, mientras hablaba.

—Ha pasado bastante tiempo desde que estudié las runas en la universidad, pero han utilizado todas las runas en un orden bastante estándar. Si es que realmente estás haciendo un ritual, tienes un propósito específico. No utilizas todas las runas nórdicas, ya que algunas de ellas son contradictorias. Quiero decir, no utilizarías una runa para el caos junto con una runa de orden. No puedo pensar en un auténtico ritual en el que se utilicen todas. Incluso si estaban haciendo un trabajo donde se quisiera invocar la polaridad, la curación, daño, caos, orden, dios y diosa. Algunas de ellos no son fáciles de utilizar para adaptarse a cualquier polaridad: verdadero/falso. Y están sacados de un libro de texto estándar.

Señalé el lado izquierdo del cuerpo.

—Todo comienza con Fehu aquí y va descendiendo, terminando con Dagaz en el otro lado, alguien escribió todo esto, Zerbrowski.

—Sé que esto suena raro, pero ¿no se siente nada de magia? —preguntó.

Pensé en ello.

—¿Me preguntas si se trata de un hechizo?

Él asintió con la cabeza.

—Sí, ¿puedes sentir un hechizo?

—No, no ha habido nada de magia en esta sala.

—¿Cómo puedes estar tan segura? —preguntó.

—La magia, el poder de cualquier tipo de carácter metafísico, deja un residuo detrás. A veces es sólo una sensación de hormigueo en la parte posterior del cuello o la piel de gallina, pero a veces es como una bofetada en la cara o incluso un golpe contra una pared. Sin embargo, esta sala está muerta, Zerbrowski. No estoy lo suficientemente dotada para recoger las emociones de lo que sucedió aquí, y me alegro. Pero si esto hubiera sido un gran hechizo, habría quedado algo, y la sala es sólo una escena de un crimen, nada más.

—Así que si no hay hechizos, ¿por qué los símbolos? —preguntó.

—No tengo la menor idea. Dado el aspecto, puedo decirte que recibió un disparo detrás de la oreja y fue clavado a la pared. El cuerpo no está dispuesto para imitar cualquier simbolismo místico o religioso con el que me encuentre familiarizada. Luego lanzó algunos pentagramas y dibujó algunas runas copiadas de un libro.

—¿Qué libro?

—Hay un montón de libros sobre las runas, desde libros de texto universitarios a lo oculto de la Nueva Era. Probablemente tendría que ser una tienda de la universidad o en alguna de las tiendas de la Nueva Era, pero también podría solicitarlo a través de cualquier librería.

—Así que este no es un asesinato ritual —dijo.

—Puede ser un ritual para el asesino desde su punto de vista, pero, no fue hecho con el propósito mágico.

Dejó escapar un profundo suspiro.

—Bueno, eso es lo que le dijo Reynolds a Dolph.

—Detective Tammy Reynolds, ¿tu primera y única bruja en el personal? —pregunté.

Él asintió con la cabeza.

—¿Por qué no confió Dolph?

—Me dijo que necesitaba una confirmación.

Sacudí la cabeza, y no me maree al hacerlo. Excelente.

—No confía en ella, ¿verdad?

Zerbrowski se encogió de hombros.

—Dolph sólo ha tenido cuidado.

—Y una puta-mierda, Zerbrowski, se por qué no confía en ella, porque ella es una bruja. ¡Es una bruja cristiana por el amor de Dios, una seguidora del camino! No se puede tener mejor experto en lo oculto que una bruja cristiana.

—Hey, no te enfades conmigo, no te saque de la cama para comprobar el trabajo de Reynolds.

—¿Y lo habrías arrastrado hasta aquí para ver mi trabajo, si hubiera sido el primero en la escena?

—Habría que preguntarle a Dolph sobre eso.

—Tal vez lo haga —dije.

Zerbrowski se puso un poco pálido.

—Anita, por favor, no vayas después de haber hecho enfadar a Dolph. Está muy cabreado.

—¿Por qué?

Se encogió de nuevo.

—Dolph no confía en mí.

—¿Es solo el mal humor de hoy o ya tiene varios días con él?

—Los últimos días han sido peores, pero dos asesinatos en una noche, le han dado una especie de razón para estar de mal humor, y se está aprovechando.

—Excelente, fantástico —dije. Mi ira me ayudó a caminar hacia las ventanas que ocupaban la mayor parte de la otra pared. Estaba allí y me quedé impresionada de la vista. Nada más que colinas y árboles, parecía como si la casa se hubiera asentado en medio de algún vasto desierto.

Zerbrowski se colocó a mi lado.

—Bonita vista, ¿eh?

—Quien hizo esto tenía que conocer la casa. —Hice un gesto a las ventanas—. Tendrían que estar seguros de que no había algún vecino por ahí que pudiera ver lo que estaban haciendo. Para dispararle, podrían tomar sus precauciones, pero ponerlo en la pared, y dibujar todos los símbolos, no, tenían que asegurarse de que nadie los vería.

—Eso es muy organizado para un chiflado —dijo Zerbrowski.

—No, si es realmente alguien que quiera que pensaran que fue un loco.

—¿Qué quieres decir?

—No me digas que tú y Dolph no habéis pensado en eso.

—¿Qué?

—Eso es, alguien cercano y querido para el hombre muerto, alguien que podría heredar todo esto. —Miré a mí alrededor en la sala de estar, que era tan grande como toda la parte de abajo de mi casa—. Estaba demasiado enferma como para darme cuenta cuando llegué, pero si el resto de la casa era tan impresionante como esto, entonces seguro que debía de haber dinero de por medio.

—Y eso que no has visto la piscina que tiene.

—¿Piscina?

—Adentro, con un jacuzzi bastante grande, como para doce.

Suspiré.

—Como dije, dinero. Sigue el dinero, busca quién lo va a obtener. El ritual es sólo una fachada, una cortina de humo que los asesinos utilizaron para desviarte.

Levantó la mirada perdida en la hermosa vista, colocó las manos en la espalda, y comenzó a balancearse sobre los talones.

—Tienes razón, eso es exactamente lo que pensaron Dolph y Reynolds una vez que no encontraron magia.

—No me llevarás a la otra escena sólo para comprobar su trabajo otra vez, ¿verdad? Porque si ese es el caso, me voy a casa. No coincido siempre con la detective Tammy, pero es bastante buena en lo que hace.

—Simplemente no me gusta que ella esté saliendo con Larry Kirkland, el reanimador en formación.

—No, no me gusta que ella y Larry sean pareja. Es su primera novia seria, por lo que me siento con la necesidad de protegerla.

—Es curioso, no me siento protector de Reynolds en lo absoluto.

—Eso es porque eres raro, Zerbrowski.

—No —dijo—, es porque veo la manera en que Reynolds y Kirkland se miran el uno al otro. Ellos están muertos, Dios, Anita, enamorados.

Suspiré.

—Tal vez.

—Si no lo has notado, es porque no quieres verlo.

—Quizás he estado muy ocupada.

Por primera vez Zerbrowski se quedó callado.

Le miré.

—Nunca respondiste a mi primera pregunta, ¿quieres que vaya a las escenas del crimen para revisar el trabajo de Tammy?

Él dejó de mecerse sobre sus talones y con la cara seria dijo.

—No sé, probablemente.

—Me voy a casa.

Me tocó el brazo.

—Vamos a la segunda escena, Anita, por favor. Dolph no necesita ninguna razón más para estar cabreado.

—Ese no es mi problema, Zerbrowski. Dolph está teniendo su vida difícil en este caso.

—Lo sé, pero los oficiales que han estado en las dos escenas dicen que la segunda es peor. Más arriba del callejón de Reynolds.

—Hasta mi callejón, ¿cómo?

—Violentos, realmente violentos. Dolph no quiere saber si se hizo con magia, él quiere saber si algo que no era humano lo hizo.

—Dolph es un fanático de no dar detalles antes de haber visto una escena del crimen, Zerbrowski. Lo que acabas de decirme lo puede enojar mucho más.

—Tenía miedo de que no fueras, por eso lo hice… Añadí un poco.

—¿Por qué te importaría si Dolph y yo somos enemigos?

—Estamos aquí para resolver crímenes, Anita, no para pelear entre nosotros. No sé lo que está haciendo Dolph, pero uno de vosotros tiene que ser el mejor. —Él sonrió—. Sí. Sé que las cosas han llegado a un estado lamentable cuando eres el número uno, pero así es.

Sacudí la cabeza y me golpeó el brazo.

—Eres un dolor en el culo, Zerbrowski.

—Es bueno ser apreciado —dijo.

La ira se fue desvaneciendo, y con ella el chorro de la energía. Apoyé la cabeza sobre su hombro.

—Llévame fuera antes de empezar a sentirme mal de nuevo. Vamos a ver la escena del segundo crimen.

Me pasó el brazo por los hombros y me dio la mitad de un abrazo.

—Esa es mi agente federal.

Levanté la cabeza.

—No te pases, Zerbrowski.

—No puedo evitarlo, lo siento.

Suspiré.

—Tienes razón, no puedo ayudarte. Olvida que dije algo, —pero él siguió diciendo cosas ingeniosas e irritantes mientras íbamos de vuelta hasta donde nos estaba esperando Jason.

Me llevó de regreso por la habitación, manteniendo el brazo sobre mis hombros.

—¿Cómo terminaste con un hombre-lobo stripper de chofer durante el día?

—Con suerte supongo.

DIECINUEVE

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