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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Descubrimiento (23 page)

Pensó amargamente en Thomas, el chico que conoció en la discoteca y que luego había averiguado que era hijo de un lord. En una de sus salidas a la ciudad, lo había visto tomado de la mano con una preciosa chica. Grant había reído cuando se lo contó. Había dicho que ser gay era cuestión de moda, que muchos de ellos se casarían al terminar la universidad. Que así era la vida.

La vida…

Sasha pensó en su madre, en las cartas donde le preguntaba si tenía una novia inglesa o si prefería conocer una linda chica rusa y casarse con ella.

Quizá el camino era el que Tommy había elegido.

—Hagamos una carrera —propuso, apartando bruscamente todos esos pensamientos de su mente—, el que pierde es una gallina mojada.

—¡Espera! —pidió Tommy, sujetándolo del hombro—. Espera… —añadió más suavemente—. Yo… lo siento, pero tú siempre insistes con que sólo somos amigos, que no hay nada… especial —dijo con pena, pero entonces su rostro se endureció—. Hice lo que hice con Grant porque creía que te ayudaba, porque quería ayudarte. Y lo de Katty… lo de Katty fue sin querer, se presentó la oportunidad y la aproveché… Yo no soy guapo. —Sasha hizo un gesto—. No me mires así, sé que tú piensas que sí, pero no lo soy. Que una chica tan bonita y tan dulce quisiera estar conmigo me halagó muchísimo. Mírate, tú eres tan guapo… Tuve que perseguirte y acosarte para que me hicieras caso. Nunca nadie se ha fijado jamás en mí…

—No digas más —replicó Sasha—. Y por favor no lo sientas. Somos amigos. Amigos —dijo con firmeza—. Eres tan libre como yo de acostarte con quien quieras. No tienes que explicarme nada. —Sonrió finalmente y comenzó a nadar otra vez, decidido a enterrar para siempre sus sentimientos de amor.

—Pero… —Tommy trató de replicar, pero Sasha ya había salido nadando lejos de él. «Pero… yo te quiero y sólo quiero estar contigo», las palabras no llegaron a salir de sus labios.

Sasha dio unas cuantas vueltas más para calmarse y luego salió de la piscina, alegando tener cosas que hacer. Se vistió a toda prisa y anunció que iría a Londres. No le pidió a Tommy que lo acompañase. Lo único que deseaba era alejarse de él.

Tommy se quedó durante varios minutos mirando la puerta por donde había salido, sin moverse, como esperando que volviera y le dijera que no pasaba nada. Pero no volvió.

Poco después, se vistió y fue a su habitación para no salir en lo que le restaba de vida… o eso sentía en ese momento.

2

—Ivanov, no me estás escuchando. —La voz suave de Patrick Arden sobresaltó a Sasha. Estaba preparando un trabajo en grupo y no conseguía concentrarse: pensaba en Tommy, en su decisión de no involucrarse más, en el dolor que sentía aún por lo que le había contado.

—Lo siento… tengo otras cosas en mente.

Patrick lo miró con aire entendido. Sentía respeto por Sasha, incluso algunas veces admiración. La sencilla declaración del ruso le hizo pensar que a pesar de su éxito académico y de su atractivo porte, también podía tener problemas amorosos como todo el mundo. Y fue eso, unido al deseo de ayudar y de quedar como hombre experimentado, que hizo que apuntase:

—Un lío de faldas, ¿eh? —Los ojos inquietos buscaron la confirmación a su sospecha.

Sasha apretó los labios. No le gustaban esas intromisiones en su vida privada, pero en esos momentos se sentía perdido. Tommy había sido la persona en quien más confiaba y esa persona lo había traicionado de forma inconsciente. No estaba enfadado con él, estaba muy dolido.

—Algo así. —Se encogió de hombros. Después de todo, una falda había sido la causante de buena parte del lío.

—Oh, vamos, hombre. —Patrick habló con confianza, aunque era evidente que no tenía ninguna experiencia—. El mundo está lleno de faldas. No será la primera vez ni la última que alguna chica te haga sufrir. Te diré una cosa: los hombres podemos escoger con quién queremos estar. Y tenemos amigos. Cultiva amigos y deja de pensar en las novias. Eres joven y no tienes mal aspecto. —Se sonrojó—. Ellas comerán de tu mano si lo deseas.

Amigos… Sasha sonrió amargamente.

—Sí. Eso haré. Volvamos al trabajo. ¿En dónde íbamos?

Patrick volvió a leer su último enunciado y Sasha apuntó algunas ideas. Luego ambos se enfrascaron en la lectura de un texto, pero la mente del ruso estaba lejos. Pensaba en el inesperado consejo que acababa de recibir. ¡Si Patrick supiera! Pero de todos modos, lo que había dicho era sensato.

Sí… haría lo que Patrick le había dicho. Buscaría amigos, follaría… y seguiría viendo a Tommy como si nada hubiera pasado. Sólo tenía que aprender a separar las cosas.

3

El lunes por la noche, Sasha acudió al comedor casi a las once. Había pasado el domingo y lo que llevaba de ese día sin ver a Tommy. El único ocupante a esa tardía hora era Grant.

—¿Solo, Ivanov? ¿Dónde está Stoker?

—No lo sé —confesó Sasha mirando el desierto comedor como si Tommy fuera a materializarse allí.

—No lo he visto hoy —observó el prefecto—. Ayer tampoco. Quizá se fue con su amigo del laboratorio. He oído que da unas magníficas cenas.

—Es posible —dijo Sasha, pensando que era muy improbable que estuviera con los Andrew, siendo que ellos se hallaban en los Estados Unidos por negocios.

—No falta nada para el fin del curso. En octubre estaré en Oxford. Creo que voy a echarte de menos, Ivanov.

La declaración lo tomó por sorpresa. Ciertamente no había pensado en eso y lo consideró un momento, pero su mente estaba en Tommy.

—Sí. Supongo que sí. Discúlpame, Grant, voy a buscar a Stoker.

Salió del comedor. La preocupación iba y venía. Quizá exageraba al pensar que Tommy no se encontraba bien. Quizá sólo eran ideas suyas, basadas en lo que había creído ver en sus ojos el día que le había confesado lo que había hecho, pidiéndole disculpas. ¿Por qué tendría que disculparse si ellos dos no eran nada? Tommy bien podría estar pasándola en grande con su nueva novia.

Reflexionó un momento. No podría dormir sin saber si Tommy estaba bien, de modo que decidió ir a echar un vistazo, pretextando pedirle un libro.

Con el corazón oprimido, caminó hasta la puerta del dormitorio y llamó.

4

Tommy había intentado dormir pero no había podido. Tampoco había tenido hambre, incluso hubo ratos en los que había llorado sin darse cuenta. Tenía unas ojeras que le llegaban hasta las rodillas y la ropa que llevaba el día anterior totalmente arrugada. Tumbado en la cama, le pareció oír que llamaban a la puerta y como un autómata, se levantó para abrir.

Aún no lo sabía, pero esta era su manera de enfrentarse al dolor: encerrarse y tirarse en una cama sin pensar en nada más, sólo tratando de dormir para escapar de la realidad. No era una buena manera de enfrentarlo, pero no conocía otra.

Cuando la puerta se abrió el alma le volvió al cuerpo a Sasha, para encogerse una vez más al notar el aspecto de Tommy. Sólo pudo pensar que le había ocurrido alguna desgracia, asociándola con su modo de sentir cuando había fallecido su padre. Entró rápidamente y cerró la puerta.

—¿Tommy? ¿Estás bien? —preguntó suavemente.

—Yo… yo… sí… estoy bien —balbuceó. No esperaba que Sasha apareciera en su puerta tras verlo huir el día anterior. Había pensado que ya no querría verlo más y ahora lo tenía frente a frente—. ¿Querías algo? —le preguntó con un poco más de entereza, tratando de estirar la arrugadísima camisa y de ocultar sus ojos enrojecidos.

—Quería pedirte
Dune
. Me apetece volver a leerlo. —Sasha lo examinó, dudoso—. ¿Estás seguro de estar bien? ¿No ha pasado nada? —aventuró despacio.

—Claro que no ha pasado nada, ¿qué va a pasar? —respondió rápidamente Tommy tratando de sonar seguro, pero la voz le falló a media pregunta. Se giró a buscar el libro para disimular, tratando infructuosamente de hallar sus gafas hasta que optó por olvidarse de ellas y encontrar el libro para que Sasha se pudiera ir y no tuviera que estar viéndolo contra su deseo.

Miró en las torres de libros, pero no lo encontró. Fue a mirar al armario y tampoco estaba allí. Parpadeando a causa de la luz, empezó a mirar en las mesillas y tampoco aparecía. Se frotó el pelo con los dedos con gesto nervioso. ¿Dónde demonios estaba ese libro? La cama estaba hecha un desastre de tantas vueltas que había dado. Levantó las sábanas y tiró la almohada al suelo perdiendo poco a poco los nervios.

—¡No lo encuentro! —Se dejó caer en la cama al borde de las lágrimas—. No lo encuentro… no sé donde está… no lo encuentro —balbuceó con la voz totalmente ahogada—. Lo siento… no lo encuentro... lo siento… lo siento…

Sasha observó la habitación desordenada y los nerviosos movimientos de su amigo, su angustia y finalmente su confesión al no encontrar el libro, como si hubiera cometido una falta gravísima. Tommy estaba a punto de llorar y no lo entendía. Sólo sabía que quería a ese muchachito con toda su alma, no importaba lo que hubiera hecho ni con quién se hubiera acostado. Lo quería… y no podía dejarlo llorar de ese modo.

—Oh, Tommy. —Se acercó a la cama, abrazándolo—. Tranquilo, no importa si no lo encuentras. No me importa el maldito libro, por favor deja de actuar así… Mírame…

—Yo… lo siento tanto —exclamó Tommy para luego comenzar a sollozar sobre el pecho de Sasha. Trató de hablar pero los sollozos lo ahogaron. Había tratado de enterrar el dolor durante todas esas horas y ahora ese dolor que sentía por la pérdida de Sasha lo desgarraba desde adentro. Quería decirle que lo sentía, que no volvería a acostarse con nadie, que lo perdonara, que sólo lo quería a él, pero no pudo más que balbucear cuatro sílabas antes de que un sollozo lo volviera a ahogar. Se aferró con fuerza a la camisa de Sasha y lloró, sin ser capaz de nada más en ese momento.

El ruso, preocupado, lo acunó, acariciando los despeinados cabellos. Dos lágrimas silenciosas asomaron por sus mejillas sin que Tommy las viera. No entendía… no podía comprender qué era lo que sucedía. Sólo pudo ocurrírsele que quizá Tommy había discutido con su nueva novia, que por eso lloraba de ese modo y recordó que cuando él estuvo solo, cuando perdió a su padre, Tommy había estado allí a su lado sin decir nada, respetando su dolor. Y que lo había acompañado toda la noche, cuidando de él, reconfortándolo.

Era su turno de hacer lo mismo.

—Ven, ponte el pijama —dijo con infinita ternura y lo ayudó a quitarse el arrugado uniforme, para vestirlo luego, sin dejar de acariciarlo—. ¿Quieres algo de comer? —Tommy negó con la cabeza—. Entonces acuéstate, descansa. —Lo miró a los ojos enrojecidos y le besó la frente—. No haré preguntas… No importa lo que haya pasado, somos amigos y siempre estaré contigo. Me quedaré a acompañarte si quieres —ofreció.

Aunque ya no lloraba, Tommy se sentía incapaz de hablar, así que se limitó a pellizcar el pantalón de Sasha sobre la rodilla, sin tirar muy fuerte pero sin dejarlo alejarse, dándole a entender que quería que se quedara.

El ruso sonrió dulcemente.

—¿Me prestas un pijama? —Tommy asintió débilmente—. Me quedaré contigo y mañana desayunaremos juntos. Me han dicho que no has comido nada desde ayer. —Guardó silencio, no quería reprochar nada. La actitud de Tommy le reafirmaba que quizá estaba así a causa de una pelea con su novia. Pero estaba decidido a no decir una palabra. Se puso silenciosamente el pijama que le quedaba estrecho y corto, y así se acostó junto a él—. Buenas noches. Descansa, yo me quedaré aquí… —susurró, abrazándolo. Y con ese abrazo quiso darle a entender que todo seguía como siempre entre ellos.

5

Durante los días que siguieron, la relación entre ambos continuó algo tirante, pero una especie de acuerdo tácito hizo que no volvieran a tocar el tema, decididos a conservar su amistad.

Tommy no volvió a ver a Katty y Sasha redujo drásticamente sus salidas con Grant. No deseaba que llegaran a oídos de Tommy las cosas que hacían.

No habían tenido sexo. Ninguno se atrevía a dar ese paso, pero conforme transcurría el tiempo, era evidente que no podían dejar de frecuentarse.

A fines de abril, cuando Tommy propuso ir al cine para ver
Una habitación con vistas
, Sasha aceptó enseguida, y pasaron un rato muy divertido.

—Es increíble cómo te pareces a Julian Sands —declaró Tommy sin vacilar a la salida del cine—. Claro que tú eres mucho más guapo.

—¿De verdad?

—Te juro que sí.

Sasha sonrió y por un momento estuvo a punto de acariciarle la mejilla. Alzó la mano, pero la imagen de Tommy besándose con una chica irrumpió como una explosión en su mente y tuvo miedo de ser rechazado. La mano que había alzado bajó y ambos cambiaron de tema.

Pero Sasha comenzó a peinarse como Julian Sands durante varios meses. Incluso se compró en las rebajas un sombrero panamá como el que llevaba el actor en la película, aunque no le dijo nada a Tommy y tampoco se atrevió a ponérselo.

Capítulo 12
1

Poco antes de los exámenes finales, Alex pasó por el colegio una tarde y fue directamente al dormitorio de Tommy, encontrándolo junto a Sasha, con varios libros abiertos sobre el escritorio.

Ambos se alegraron de verlo; desde hacía algunas semanas no tenían noticias suyas.

—¡Hola, Alex! Al fin te acuerdas de los pobres. —Tommy lo abrazó con afecto—. ¿Qué tal está Angel?

—Perfectamente —dijo Alex—. Os envía saludos... Vine a ver cómo te iba, pero ya veo que estás preparándote para los exámenes. ¿Qué estáis estudiando?

—Matemáticas —respondió Tommy con un profundo gesto de asco.

Sasha rió y estrechó la mano de Alex.

—Estoy intentando que no las odie tanto, pero ya ves... No logro interesarlo lo suficiente.

—Yo no las odio. —Tommy formuló su eterna excusa—. Son ellas las que me odian a mí.

—Siempre dices eso —dijo Sasha—, pero el único modo de que no te odien es que las conozcas mejor.

Alex sonrió, aprobando lo que decía Sasha. Había notado que el joven tenía una influencia positiva en Tommy y eso le agradaba, así que lo apoyó a su vez:

—Sasha tiene razón. Tienes que ponerle un poco de empeño, al menos hasta acabar el curso. Luego te olvidarás de ellas en el verano.

—Ya lo sé. Si las suspendiera mi padre se subiría por las paredes y sería capaz de no dejarme ir con ellos a Francia. —Torció el gesto—. Incluso así, el año que viene las matemáticas volverán a estar aquí, para amargarme la vida.

Sasha sonrió con tristeza. Le habría gustado pasar las vacaciones descansando, pero eso era un lujo que simplemente no podía permitirse.

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