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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Descubrimiento (25 page)

—No puedo esperar más —exclamó de repente Tommy y se estiró sobre la cama, dándole la espalda, para tomar el paquete y comenzar a abrirlo con cuidado. Cuando abrió la caja del consolador, se encontró con un paquetito de pilas y un sobrecito de muestra de lubricante y se lo enseñó a Sasha—. ¡Richie es genial! Siempre cuidando los detalles.

El rubio esbozó una sonrisa y tuvo un pensamiento amable hacia el dependiente del
sexshop
, pero su atención se concentró de nuevo en Tommy, que le ponía las pilas al vibrador mientras su erección asomaba atrevida entre sus piernas. Sasha la tomó entre los labios, saboreando su suave textura.

—¡Oh, Dios! —gimió Tommy, dejándose atrapar en la ardiente boca que parecía querer engullirlo. Alzó el consolador—. ¡Ah... ah…! ¡Mira…! ¡Vibra mucho…! —Se mordió los labios tratando como siempre, de acallar sus gemidos.

—Claro que vibra —acotó Sasha, retirándose un momento—. Es un vibrador. —Tumbó a su amante sobre la cama y se deslizó hacia su rostro, dándole un beso—. Puedes gritar todo lo que quieras. Aquí a nadie le preocupa lo que hagamos. —Con una risita, le quitó el vibrador y volvió a su placentera tarea, mientras se las arreglaba para pringar sus dedos con el lubricante y comenzar a prepararlo.

—Ya sabía que iba a vibrar. —Tommy hizo un pucherito y un gesto de descontento cuando Sasha le quitó el juguete de las manos. Iba a protestar y pedirle que se lo devolviera, pero un dedo le comprimió deliciosamente la próstata y un largo gemido se le escapó—. Dámelo —reclamó cuando fue capaz de hablar. Se estiró y recuperó el vibrador, volvió a encenderlo y miró a su amante, para luego sacar la lengua y lamer la puntita del juguete. Después se quedó mirando a Sasha con la lengua afuera y una mirada de diablillo en los ojos.

El ruso le sostuvo la mirada, entrecerrando los ojos mientras introducía otro travieso dedo, torturándolo mientras le volvía a devorar la erección. ¡Lo había extrañado tanto…! Nada de lo que había hecho con Grant ni con el otro muchacho podía compararse con los momentos que pasaba con Tommy. Una punzadita de dolor volvió a su pecho, pero la visión de su joven amante lamiendo y jugando con el vibrador, gimiendo sin inhibiciones, hizo que volviera a sentir la confianza de que Tommy nunca estaría mejor en otro lugar que no fueran sus brazos.

El moreno se arqueó en un delicioso ángulo y Sasha aprovechó ese momento para quitarle el vibrador y presionar con él la palpitante entrada.

—¡Aaah! —Tommy se estremeció, jadeó y gimió conforme el aparato se abría paso. Las vibraciones quemaban sus entrañas, lo incendiaban en un infierno de deseo y quería arder en él.

Sasha siguió empujando el vibrador más adentro, mientras sus labios le daban a Tommy el tratamiento más exquisito. Ocupado en darle placer, se sentía excitadísimo con cada gemido y grito de su amante. Nunca pensó que fuera tan sonoro al hacer el amor y le encantaba que lo fuera.

—Muévelo, por favor —rogó Tommy suavemente. El aparato vibraba en su interior y se sentía increíble, pero lo quería todo. Quería sentir esa enormidad entrando y saliendo de su cuerpo.

—Mmmm —asintió Sasha, con la erección de su amante aún en la boca, y se dedicó a meter y sacar el enorme vibrador, que debía medir sus buenos treinta centímetros, al principio con un lento vaivén y luego, conforme se intensificaban los sonidos de Tommy, más deprisa.

—Oh, sí… sí… sí… Dios mío… sí… Me voy a correr, Sasha. No puedo aguantar más… —El juguete se movía con fuerza y rapidez y él se sentía como nunca. Su erección palpitó de un modo exquisito, mientras todo su placer se derramaba en la boca del ruso, que se aplicó a bebérselo, acariciando con una de sus manos el rostro sudoroso de su amigo.

Cuando las palpitaciones se calmaron y los gritos de Tommy se convirtieron en un suave arrullo, Sasha lo soltó por fin, besándolo sonriente, pero sin apagar el vibrador.

—Eres un ninfómano —ronroneó en su oído.

—Eso sólo pueden serlo las mujeres, ¿no? De todas formas, te gusto así… ¿verdad? —preguntó con cierto temor.

—Sí… sólo las mujeres —respondió Sasha con una sonrisa pícara—. Pero creo que si los hombres pudieran serlo, lo serías… Y me gusta… me gusta mucho —confesó, pegándose a su cuerpo, con su dura erección sobre su muslo.

Tommy sonrió, radiante y se abrazó con fuerza al pálido cuerpo de su amigo, notando la dura erección sin atender y comenzó a ondular su cuerpo contra el otro. Aún tenía el vibrador y seguía sintiendo los ramalazos de su anterior orgasmo, pero sentir la excitación de Sasha lo volvió a encender.

—Fóllame —dijo en un suave susurro contra los labios del ruso—. Soy un ninfómano, te necesito, fóllame.

Sasha no se hizo repetir la invitación. Lentamente, apagó el aparato y lo retiró, provocando en su compañero un gemido profundo. Buscó los labios de Tommy, capturándolos en un apasionado beso mientras lo penetraba, deslizándose dentro de la distendida zona sin ninguna dificultad.

—¡Ah! —gimió sin preocuparse por guardar las formas—. Qué delicioso eres… Qué suave está… —Y comenzó a moverse rápidamente, masturbándolo hasta que sintió que la erección de Tommy volvía a cobrar vida.

—Sasha. —Jadeó el nombre y tomó su rostro entre las manos para mirarlo fijamente, tratando de trasmitirle todo el amor que sentía. No hacían falta palabras, sólo lo miró a los ojos mientras Sasha se movía dentro y fuera. Los jadeos de ambos se entremezclaron y quedaron con las miradas fijas el uno en el otro.

—Tommy… Oh, Tommy… —Sasha descubrió por fin que no importaba con quienes estuvieran, ni lo que hicieran, porque cuando volvían a estar juntos la magia que los unía los volvía a embrujar. Sus embestidas se hicieron más fuertes y espaciadas, tomándose tiempo para que la erección de Tommy volviera a erguirse, bombeándola con mano experta, sin dejar de besarlo.

Tommy se mordió los labios para no gritarle que lo amaba con toda su alma. Simplemente se aferró a su rostro y rodeó sus caderas con las piernas mientras el otro lo penetraba cada vez más fuerte.

—Más rápido, más rápido… —consiguió decir entre jadeos—. Estoy a punto… otra vez —añadió con una pícara risita. Era increíble. No sabía que fuera capaz de recuperarse tan pronto. Había oído que los adolescentes siempre estaban a punto, pero le parecía sorprendente que pudiera tan rápido. Tal vez era por que estaba con Sasha.

El ruso obedeció en el acto, haciendo más rápidas y profundas sus embestidas, hasta que se perdió en el mar de placer que le estaba proporcionando el cuerpo de Tommy.

—Me corro —anunció, con un ronco gemido—, me corro…

—Yo… también… —respondió Tommy con la respiración entrecortada—. Juntos…

El orgasmo llegó envolviéndolos en medio de gritos y descargas de semen. No habían terminado de recuperar la respiración, uno en brazos del otro, cuando alguien golpeó la puerta sin ninguna ceremonia, y una gangosa voz les anunció que su tiempo de follar había terminado.

Sasha maldijo en ruso y miró a Tommy con pesar. Era humillante ser echados de ese modo.

—No tengo más dinero… tenemos que salir —murmuró, poniéndose de pie y tomando un pañuelo desechable de papel para limpiarse—. Habrá otras veces… y entonces nadie nos interrumpirá —aseguró.

—No te preocupes —le respondió Tommy con una sonrisa radiante y las mejillas aún coloreadas—. Ha sido fantástico y nada podría arruinarlo. —Se limpió a su vez con otro pañuelito de papel y se vistió rápido. Luego se sentó en la cama para limpiar y recoger el enorme vibrador… «Jenis», se recordó. Tenía que llamarlo Jenis. Nuevos golpes aún más apremiantes en la puerta lo hicieron sobresaltarse, envolvió rápidamente su paquetito y se levantó de la cama.

Los dos salieron, sonrientes y felices, rumbo al Royal Opera House para ver el ballet.

4

Corrieron casi todo el camino y entre esa carrera y el ejercicio anterior llegaron completamente agotados y justo a tiempo al teatro. Entraron jadeantes, buscaron sus localidades y se sentaron. Tommy estaba muy emocionado. Jamás había ido al ballet, su padre consideraba que era para chicas y a su madre no le gustaba, decía que era demasiado animado.

Sasha le había explicado que había visto
El Lago de los Cisnes
por primera vez en el Teatro Bolshoi, de Moscú, con sus padres, como premio por haber ganado un torneo de ajedrez, y que luego había visto otras representaciones en su escuela, pero que nunca se habían comparado con la primera vez que lo vio. Esa noche se sentían muy unidos y Sasha bendecía secretamente el paquetito que su amigo guardaba tan celosamente contra su pecho. El día había comenzado mal pero terminaba de forma perfecta: habían estado juntos y había sido maravilloso, para terminar la noche en el ballet.

En cuanto el espectáculo comenzó, la mano de Sasha tomó suavemente la Tommy.

—Ese es Sigfrido —explicó—. Su madre lo obliga a elegir una esposa.

—Qué bruja, si a mí me hicieran eso renegaría de ellos —replicó con vehemencia. Se había quitado las gafas de sol, gracias a la oscuridad no le molestaba la luz y veía bien. Entrecerró los ojos observando a los bailarines—. Se les nota mogollón el paquete con esas mallas tan ajustadas —susurró acercándose al oído de Sasha para después morderse el labio, no era cuestión de que los vecinos de asiento lo oyeran—. Son sexys, con esas piernas tan musculosas y esas mallas que no dejan nada a la imaginación —añadió con una sonrisa pícara y le sopló ligeramente en la oreja.

Sasha sonrió y le dio un ligero pellizco. Era ciertamente un modo distinto de apreciar el ballet.

—Apuesto que tú te verías más sexy vestido con esas mallas— susurró.

—Hum, no sé… Aunque no me quejo de mis piernas, no las tengo tan musculosas como ellos y no sé si me quedarían bien. —Tommy lo pensó con seriedad—. Tú tienes las piernas más fuertes que yo por el ejercicio, seguro que te quedarían mejor a ti. Aunque… Te prefiero sin nada puesto.

El ruso oprimió la mano de su amigo, excitándose nuevamente. Acababan de tener una escena intensa de sexo, pero su deseo volvía a despertarse como le ocurría siempre que se trataba de Tommy.

—Y yo te prefiero también así –—susurró muy despacho—. Siempre mío… todo mío —se le escapó sin querer.

Tommy se giró para mirarlo serio, sin pestañear, y en un suave susurro, abriendo apenas los labios respondió en una simple palabra:

—Tuyo.

Sasha lo habría besado de no encontrarse en un lugar público, pero eso no le impidió pegarse a Tommy todo lo que podía en el asiento y entrelazar sus manos mientras veían el ballet. Hacia el tercer acto, ambos estaban absortos en la escena, tomados de la mano, mirando el escenario llenos de emoción.

En el cuarto acto, cuando Sigfrido y su amada Odette se suicidan lanzándose al lago, Tommy protestó, con los ojos húmedos.

—No debería acabar así, no me gustan los finales desgraciados. Sufrieron mucho y encontraron el amor, lucharon por él, merecían ser felices.

Tras la finalización de la obra, la gente empezó a abandonar el teatro. Tommy, aprovechando la momentánea intimidad, apoyó su cabeza en el hombro de Sasha.

—Me ha gustado mucho el ballet y desearé venir más veces contigo pero quiero finales felices, ¿sí? No me gusta ver a la gente infeliz y sufriendo para que al final no tengan recompensa.

—Pero sí se quedaron juntos —dijo muy suavemente Sasha—. Hay variantes del cuarto acto, en el que yo vi, en Moscú, los espíritus de Sigfrido y Odette aparecían y se quedaban juntos por siempre. —Sonrió—. Vamos, no llores. Es sólo una obra. Prometo que te traeré a ver algo más alegre la próxima vez.

Y con esa promesa, salieron del teatro en medio de la lluvia, abrazados bajo el paraguas de Sasha y buscaron la parada del autobús.

5

Las clases finalizaron el 27 de junio y el colegio comenzó a quedarse vacío. Tommy no regresó a Escocia porque sus padres le pidieron que los esperara allí, para llevarlo a la Costa Azul y a París, donde pasaría las vacaciones. Sasha decidió quedarse con él hasta que lo fueran a recoger, mientras buscaba alojamiento cerca del laboratorio, en Greenford, donde trabajaría todo el verano.

En el comedor reinaba un ambiente de algarabía y despreocupación y los dos amigos charlaban sobre sus últimas hazañas. En más de una ocasión, a Tommy se le escapó el nombre Jenis, provocando las risas de Sasha. En la mesa de al lado, Lester Banks comenzó a mirarlos con atención.

—Estoy deseando volver a jugar con Jenis —dijo Tommy—. Nada me hace sentir más placer que tener a Jenis en mi cama. —El rostro se le llenó de picardía y malicia—. Creo que echaré muchísimo de menos a Jenis estas vacaciones, prométeme que tendrás cuidado y que no jugará con nadie más.

—Prometido. Jenis estará a salvo conmigo y no… —Sasha se interrumpió al notar que alguien se paraba detrás de él y volteó a mirar.

—Repite lo que dijiste, Stoker —espetó Lester Banks, con el ceño fruncido. Junto a él, sus dos amigos avanzaron, rodeando a Tommy.

—¿Qué? —Tommy lo miró desde su asiento sin comprender a qué se refería, pero era obvio que buscaba pelea—. ¿Estás todavía mosqueado por la paliza que te di en el 83? Sí que tardas en reaccionar —replicó con una risita—. Perdona, bonito, pero esto es una conversación privada que a ti no te incumbe para nada, así que largo… que me tapas la vista.

Pero Lester no se movió, sino que, rojo de rabia, se le acercó y lo sujetó de la solapa.

—Repite lo que dijiste de mi novia —ladró, encarando a Tommy.

—¿De tu novia? —Tommy se quedó totalmente descolocado y lo miró sorprendido—. Yo no conozco a tu novia, con menos razón voy a hablar de ella.

—No juegues, Stoker. Te oí claramente, con esa risita burlona, mientras le contabas a éste —señaló a Sasha— un montón de mentiras sobre lo que hacías con Jenis.

Sasha iba a reaccionar, pero al oír esas palabras se quedó de piedra, mirando a Lester y a Tommy… ¿Quién iba a pensar que la novia de Lester se llamaba Jenis? Miró a su alrededor. Parecía poco probable que Lester golpeara a Tommy en un lugar lleno de gente, pero estaba tan indignado como sólo puede estarlo un inglés al creer que es la burla de todos.

Era la situación más absurda que había podido imaginar y contuvo la risa a duras penas, porque a juzgar por el rostro de Lester, el asunto no era para reír.

—¿Qué te hace pensar que tu novia es la única Jenis del mundo? —preguntó rápidamente, mirando a Tommy con complicidad—. Él se refería a una chica que conoció el fin de semana.

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