El arte de la prudencia

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Authors: Baltasar Gracián

Tags: #Ensayo, Filosofía

 

El Arte de la Prudencia es un manual compuesto por sentencias o aforismos breves basados en la prudencia, y cuyo fin es orientar la vida práctica y las relaciones humanas. Su autor, Baltasar Gracián, nació en 1601, en Aragón, España e ingresó en la Compañía de Jesús en 1619, donde se ordenaría 7 años más tarde. Debido a la publicación de El Criticón sin consentimiento de la orden fue duramente castigado y se apartó del sacerdocio, al que volvería cerca del final de su vida.

Baltasar Gracián

El arte de la prudencia

ePUB v1.0

ALEX_AAR
16.02.11

Editorial: Temas de hoy

Año Edición: 2000

Año de creación: 1647

N° de Edición: 1ª edición

Páginas: 91

ISBN: 9788484600114

Introducción

Baltasar Gracián Morales nació en 1601, en Belmonte, Aragón, España. Ingresó a la Compañía de Jesús en 1619 y se ordenó de sacerdote en 1626. La mayor parte de sus estudios clericales y su ministerio sacerdotal los realizó en su tierra.

Como jesuita no fue destacado. Fue profesor de latín, moral, filosofía y teología, y cosa curiosa, también fue predicador popular. Sólo llegó a desempeñar un cargo, el de vicerrector de colegio al final de su vida. Los superiores lo tenían como persona poco observante de las reglas y disciplinas religiosas.

Él se las agenciaba, a través de sus amigos civiles, para hacer publicar con pseudónimos sus escritos. Al publicar sin el debido permiso eclesiástico su obra El Criticón fue separado de la docencia, condenado a pan y agua y relegado a un puesto secundario hasta el punto que pidió salir de la Compañía.

Al final de sus días se reconcilió con la Compañía y fue destinado al colegio de Tarragona. El informe que desde allí se dio dice que era “de buen ingenio, de juicio módico, de prudencia también módica, de experiencia suficiente, bueno en letras y con talento para todo ministerio. Colérico y melancólico. De salud débil”. Falleció en 1658.

A pesar de lo señalado, como literato alcanzó renombre dentro de las corrientes conceptualistas del barroco español. En sus obras se reconoce su dominio de la prosa conceptual, por lo trabajado del estilo y el manejo de la simbólica. Se le admira por el ingenio, es decir, por la creatividad en formas literarias y en ideas sociales.

Algunos estudiosos destacan rasgos pesimistas en sus obras, sobre todo en El Criticón, debido a su estilo satírico y a sus críticas a la sociedad de la época. Dio tanta importancia a la síntesis del pensamiento que una frase suya se ha hecho famosa: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

En la reflexión política, o más bien ético-política, trascendió su grandeza literaria. A excepción de unas breves obras de carácter religioso escritas en su edad madura, se puede decir que todas sus obras se centran o tratan el tema ético-social. Los títulos lo reflejan:
El Héroe
,
El Político
,
El Discreto
,
El Criticón
. La más destacada de todas es el
Oráculo Manual y Arte de la Prudencia
(1647).

En cuanto al género, este libro no es un ensayo o tratado, sino un manual, una colección de sentencias o aforismos, breves, basados en la prudencia, que buscan orientar la vida práctica de las personas, o dicho con mayor precisión, del hombre público, del político de su tiempo.

Gracián no se vinculó a ningún político de renombre en la vida española, cosa que algunos autores estiman que era algo que él hubiera deseado.

Dedicó su libro El Héroe al rey Felipe IV, y El Discreto al príncipe heredero Baltazar Carlos, pero no trató ni a uno ni a otro. Su cercanía a la nobleza se limitó a tratar a Francisco Carafa, duque de Nocera y grande de España, virrey de Aragón y Navarra, de 1639 a 1640. Estuvo con él un mes en la corte de Madrid. Pero el virrey cayó en desgracia y pronto, aunque él gestionó su restauración, tuvieron que separarse.

Vivió en los años de tránsito del apogeo español a los inicios de su decadencia. Fue contemporáneo a Quevedo, Velásquez, Murillo, Lope de Vega y Calderón. Pero también fue testigo de la separación de Portugal de España en 1640, de la derrota española en la batalla de Rocroi (1643) y del tratado de Münster (1648) que pusieron fin al dominio español en los Países Bajos y de las rebeliones independentistas de Cataluña.

Gracián fue sensible a la situación decadente de su país. En 1658 escribía: “Todo va de mal en peor, porque de Cataluña dicen que está sitiado Palamós, …En Flandes, peor… Nuestra gente anda de acá para allá, haciendo lo que se puede, que es harto poco… No hay otro de consuelo, sino que el empreñado de la reina va muy adelante y felizmente”. No en vano su principal obra tiene como título El Criticón, que es una selección de críticas —escritas con su conocido estilo breve, sentencioso— a su mundo, hasta el punto que los capítulos son llamados “crisi”, palabra de origen griego que significa distinguir, juicio o discernimiento. Recurriendo al género de la fábula explica la situación del mundo con estas palabras: “los pocos hombres que habían quedado se han retirado a los montes… por no ver lo que en el mundo pasa, y que las fieras se han venido a las ciudades y se han hecho cortesanas”.

Sus escritos tuvieron más difusión en el extranjero y en la posteridad. Oráculo Manual y Arte de la Prudencia (1647), obra que ahora comentamos, se la tradujo pronto al francés en 1684 con el título “L´Homme de Court —hombre de corte— y se la asoció a la vida cortesana.

De ahí se pasó a otras lenguas. Fue conocida por Voltaire y Nietzsche, pero fue en el mundo alemán donde Gracián tuvo mayor éxito. Schopenhauer (1788-1860) fue uno de sus mayores seguidores. Lo llamó “mi autor preferido”.

Atraen la atención los títulos de dos traducciones al inglés: “The worldly wisdom” (1892) y “Practical wisdom for perilous time”. Nótese como los traductores encarnan e historizan a Gracián. Nos presentan sus reflexiones como adecuadas para orientar el actuar humano en el mundo en tiempos difíciles. Por eso, observa el estudioso español Ignacio Elizalde que Gracián “con frecuencia pasa del plano espiritual de los Ejercicios [Espirituales de San Ignacio de Loyola] al plano natural y terreno de la astucia y de la prudencia”.

La tendencia predominante ha sido estudiar a Gracián desvinculándolo de sus raíces jesuitas, independiente de las bases ignacianas de su vocación y formación religiosa. Algunos lo han visto como inspirado en la sagacidad política del rey Fernando el Católico. Otros lo asocian a esa corriente de consejeros políticos que tienen como expresión a Maquiavelo.

No obstante su disidencia con la Compañía de Jesús, se observa que el héroe/político de Gracián es más cristiano que El Cortesano de Castiglione y que El Príncipe de Maquiavelo. El caso es que en la tradición judeo-cristiana, católica y jesuita, la prudencia es un comportamiento humano muy valorado.

Hay que tener presente que desde sus orígenes, esta tradición religiosa ha nacido y se ha difundido en medio de las pasiones y las luchas humanas, y ha tenido que juzgar el medio social y el comportamiento humano, y ha pretendido orientar la conciencia de las personas.

En este contexto se debería entender la normativa de los Diez Mandamientos, las enseñanzas de los libros sapienciales de la Biblia, y la consideración de la prudencia como una virtud moral.

La prudencia es la virtud de la razón práctica que nos ayuda a discernir el bien y a elegir el medio justo para conseguirlo. La prudencia es el saber de los medios. No se deben confundir el fin con los medios, y mucho menos, perjudicar el fin con un manejo imprudente de los medios.

Es interesante observar cómo San Ignacio de Loyola, en el libro de los Ejercicios Espirituales, cuando propone a sus lectores una forma de orar los pone a considerar tres preámbulos: conocer la historia, contemplar el lugar, tener claro el fin que se busca. Pasado, presente y futuro. Se puede inferir como de una práctica de oración se puede pasar a un método de análisis de las condiciones en que opera la persona siempre ordenada a un fin. La frase “fin para” es un eje transversal en el pensamiento de San Ignacio, ya que el fin es la razón de ser y actuar del hombre.

Otros estudiosos, entre ellos Arturo del Hoyo, editor de su obras en la Editorial Aguilar, sostiene que la base filosófica de la prudencia en Gracián es el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, quien define la prudencia como la “recta ratio agibilium”, que será como la recta razón para el hacer, el actuar, pero entendiendo el hacer como habilidad práctica y destreza para desenvolverse.

No obstante sus diferencias con la Compañía, Gracián siempre se consideró miembro de ella. Llamó a Ignacio “gran maestro”, y se valió de varios de sus temas espirituales para tramar sus consejos ético-políticos. A lo largo del libro usa temas y expresiones ignacianas como “entrar con la ajena”, “sub Angelo lucis”, “indiferencia”, “tanto cuanto”, “agere contra” y “conocerse a si mismo”.

Trascribimos uno de los más famosos y controversiales temas ignacianos. “Anse de procurar los medios humanos como si no hubiese divinos, y los divinos como si no hubiese humanos: regla de gran maestro, no hay que añadir comento”.

Este pensamiento trenza y contrasta medios y voluntades humanas y divinas. La relación entre lo humano y lo divino. Antigua síntesis de la teología católica, ahora traída a la mesa de la discusión por el Humanismo.

Gracián se vale de la figura literaria, “el como si”, llamada chiasmo, retruécano o contraste de dos ideas que da colorido y fuerza a la expresión. Ya la frase había sido citada por Pedro de Ribadeneira, sj., primer biógrafo de San Ignacio (1572), pero es Gracián quien le da forma literaria y la populariza.

Schopenhauer le dio un sesgo a la expresión “regla de gran maestro” y la tradujo como “gran regla magistral la cual no necesita comentario”, lo que le permitió afirmar que ésta era la regla más importante de todos los aforismos.

¿Dónde radica la popularidad y actualidad de Gracián? La fuerza literaria de la sentencia breve mantiene la facilidad de la lectura, de la comprensión y de la retención. Frases como “corriente, pero no indecente”, son de facilidad mnemotécnica. Pero también, Gracián habla desde un sentido común difícil, pero muy deseado. La sentencia “milicia es la vida del hombre contra la malicia del hombre” es un principio sencillo, y a veces difícil.

Es por último, Gracián humano, muy humano. Su condición sacerdotal y su pertenencia religiosa no lo reducen a unos principios y a un lector con exclusiones religiosas, sino que habla a toda persona inserta en los afanes de la milicia, política, comercio, familia, amigos que quieren tener ingenio, discreción y prudencia para vivir y triunfar.

Antonio Lluberes, sj*

*Dominicano, sacerdote jesuita, maestría en Teología e Historia, historiador y director de la revista Estudios Sociales.

El Arte de la Prudencia

1. Se ha llegado a la mayor complejidad, pero la suprema es formar un buen hombre.
Para formar a un sabio de hoy se requiere más inteligencia que para siete de la antigüedad. Y para tratar con un sólo hombre de estos tiempos necesitamos más sapiencia que para tratar todo un pueblo de los pasados.

2. Debes tener inteligencia y conocimiento.
Las dos cualidades para hacerte admirable. Tener una sin la otra es felicidad a medias. Algunos no nos conformamos con ser inteligentes. Queremos ser geniales. Infelicidad de necio tendrás si quieres mostrar ante la sociedad más de lo que la naturaleza te ha dado.

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