El asno de oro (34 page)

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Authors: Apuleyo

Hasta aquí, de la manera que he contado, me persuadió la revelación de la divina majestad, diciéndome todo lo que era menester para mi entrada: en adelante no dilaté ni olvidé el negocio; antes luego me fui al sacerdote principal, y dichas todas las cosas que había visto, me puse a la obediencia y yugo de la castidad y abstinencia de comer cosa de sangre, y por la ley perpetua de aquellos días, yo de mi propia gana multipliqué otros más adelante, de manera que largamente aparejé todo lo que era menester para mi profesión y entrada, porque muchas cosas de aquellas que me fueron dadas más por virtud y piedad de algunos que por medida de dinero; como quiera que a mí no me pesaba del trabajo ni del gasto, pues que liberalmente la providencia de los dioses había bien proveído en los negocios y causas de mi abogacía; finalmente, después de bien pocos días, el dios principal de los grandes dio ses y soberanos de los mayores, y más grande de los soberanos, Osiris, digo que reina sobre todos los altos y grandes, me apareció en sueños, no en persona o figura ajena, sino con su venerable gesto y presencia, tuvo por bien de hablarme mansamente, mandándome que sin alguna tardanza tomase cargo de patrocinar y ayudar en las causas y pleitos de los que poco pueden, y no temiese las envidias y murmuraciones de los que mal me querían, las cuales allí se cansaban y divulgaban por la doctrina y trabajo de mi estudio, y no solamente su gran majestad tenía por bien que yo fuese ayuntado en la compañía de los sacerdotes, mas que fuese uno de los principales entre los decuriones que de cinco en cinco años se elegían. Finalmente, que yo, trayendo mi cabeza rasa de cada parte, según la ceremonia e institución del antiguo colegio que se instituyó en los tiempos de Sila, me ejercitaba y servía mis oficios y cargos, perseverando en ellos con mucho placer y alegría.

FIN

No sin fatiga de espíritu y trabajo corporal se tradujo Apuleyo y vino a ser a todos manifestado su ASNO DE ORO, que a muchos era encubierto, que, según al principio fue tocado, cierto, él es un espejo de las cosas de esta vida humana. Y en este envolvimiento de su historia se parecen y expresan nuestras costumbres y la imagen de nuestra vida continuada; cuyo fin y suma bienaventuranza es nuestra religión, para servir a Dios y a su Divina Majestad, por que alcancemos ir a su gloria, para donde fuimos criados.

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