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Authors: Joseph Campbell

Tags: #Ensayo, Referencia

El poder del mito (16 page)

C
AMPBELL
: Sin duda alguna. Por ello inventamos los ritos.

M
OYERS
: ¿Qué clase de ritos?

C
AMPBELL
: Rituales de apaciguamiento y de agradecimiento al animal. Por ejemplo, cuando se mata al oso, hay una ceremonia en la que se le da de comer un trozo de su propia carne. Luego hay una pequeña ceremonia con la piel del oso colocada sobre una especie de soporte, como si estuviera presente, y está presente, ofrece su propia carne para ser comida. Arde un fuego… y el fuego es la diosa. Y hay una conversación entre el dios de la montaña, que es el oso, y la diosa fuego.

M
OYERS
: ¿Qué se dicen?

C
AMPBELL
: Quién sabe. Nadie los oye, pero ellos charlan durante un rato.

M
OYERS
: Si los osos de las cuevas no fuesen apaciguados, los animales no aparecerían, y los cazadores primitivos se habrían muerto de hambre. Empezaron a percibir una especie de poder del que dependían, un poder mayor que el de ellos.

C
AMPBELL
: Sí. Es el poder del señor animal, la voluntad de los animales de participar en este juego. En los pueblos cazadores del mundo entero" encuentras una relación muy íntima y apreciativa con el animal principal que proporciona alimento. Nosotros mismos, cuando nos sentamos a comer, le damos gracias a Dios por darnos la comida. Esta gente era agradecida con el animal.

M
OYERS
: De modo que apaciguar al animal con este rito de adoración sería algo así como darle propina al carnicero en el supermercado.

C
AMPBELL
: No, no creo que pueda compararse con una propina. Es agradecer a un amigo por colaborar en una relación mutua. Y si no se lo agradecieses, la especie se podría ofender.

Hay descripciones de rituales de caza muy particulares. Antes de salir a matar, el cazador planta en lo alto de una colina un retrato del animal que va a matar. Esa colina estará situada de tal manera que la iluminen los primeros rayos del sol naciente. Cuando el sol asoma, el cazador está esperando allí con un pequeño grupo de personas para realizar los ritos. Y cuando la luz da sobre el retrato del animal, la flecha del cazador vuela sobre ese rayo de luz y se clava en el animal dibujado, y la mujer presente para asistirlo alza las manos y grita. Entonces el cazador parte y mata al animal. Y la flecha dará en el sitio preciso donde dio en el cuadro. A la mañana siguiente, cuando sale el sol, el cazador borra el animal. Esto es algo que hacía en nombre del orden natural, no en nombre de su intención personal.

Ahora bien, hay otra historia, en una esfera totalmente diferente de la sociedad, de un samurai, un guerrero japonés, que tenía el deber de vengar la muerte de su señor. Cuando acorraló al hombre que había asesinado a su señor, y estaba a punto de matarlo con la espada samurai, el hombre acorralado, en su terror, escupió a la cara del guerrero. Y el guerrero envainó la espada y se marchó.

M
OYERS
: ¿Por qué?

C
AMPBELL
: Porque se había enfadado, y si hubiera matado a ese hombre con rencor, habría sido un acto personal. Y él había venido a hacer otro tipo de acto, un acto impersonal de venganza.

M
OYERS
: ¿Piensas que esta clase de impersonalidad jugaba algún papel en la mentalidad del cazador de las Grandes Praderas?

C
AMPBELL
: Sí, sin duda alguna. Porque, ¿no es acaso un problema moral matar a alguien y comérselo? Esta gente no pensaba en los animales como pensamos nosotros, como una subespecie más. Los animales son, por lo menos, nuestros iguales, y a veces nuestros superiores.

El animal tiene poderes de los que el humano carece. El chamán, por ejemplo, tendrá con frecuencia un familiar animal, es decir, el espíritu de alguna especie animal que será su maestro y su apoyo.

M
OYERS
: Pero si los humanos empiezan a ser capaces de imaginar, de ver la belleza y de crear belleza a partir de esa relación, entonces se vuelven superiores a los animales, ¿no?

C
AMPBELL
: Bueno, no creo que estén pensando tanto en la superioridad como en la igualdad. Le piden consejo a los animales, y el animal se convierte en el modelo de cómo vivir. En ese caso, es superior. Y a veces el animal deviene el dador de un ritual, como en las leyendas de los orígenes del búfalo. Por ejemplo, puedes ver claramente esta igualdad en la leyenda básica de la tribu de los pies negros, que es la leyenda de origen de sus danzas rituales del búfalo, en las que invocan la cooperación de los animales en el juego de la vida.

M
OYERS
: ¿Cómo era eso?

C
AMPBELL
: Bueno, esta historia surge del problema de cómo encontrar comida para un gran grupo tribal. Un modo de conseguir comida para el invierno era arrear una manada de búfalos a un acantilado de modo que cayeran y fuera fácil matarlos allá abajo. Esto es conocido como «la caída del búfalo».

Esta historia es de una tribu pies negros que no podía conseguir que los búfalos fueran hacia el acantilado. Los búfalos se acercaban al borde, daban media vuelta y se volvían, de modo que parecía como si la tribu fuera a quedarse sin comida para ese invierno.

Un día, la hija de una de las familias más influyentes se levantó temprano por la mañana para traer el agua de la familia y casualmente miró el acantilado. Allí arriba estaban los búfalos. Y dijo: «Oh, si os arrojaseis, me casaría con uno de vosotros».

Para su sorpresa, todos comenzaron a arrojarse. Claro, ésa fue la sorpresa número uno. Sorpresa número dos: uno de los viejos búfalos, el chamán del rebaño, se le acerca y dice: «Muy bien, nena, vámonos».

«Oh, no», dice ella.

«Oh, sí», dice él, «has hecho una promesa. Nosotros cumplimos nuestra parte del trato. Mira, todos mis parientes están ahí, muertos. Ahora vámonos.»

Bueno, la familia se levanta y buscan, ¿y dónde está Minnehaha? El padre mira el suelo, y ya sabes cómo son los indios: ve las huellas, y dice: «Se fue con un búfalo. Yo iré a rescatarla».

Así que se calza sus mocasines de caminar, toma su arco y sus flechas y todo lo demás, y parte hacia la pradera. Ya ha recorrido una buena distancia cuando siente que le conviene sentarse y descansar. Así que se sienta, y está pensando en lo que debería hacer cuando aparece la urraca, uno de esos pájaros inteligentes que tienen cualidades chamánicas.

M
OYERS
: Cualidades mágicas.

C
AMPBELL
: Sí. Y el indio le dice: «Oh, hermoso pájaro, ¿es cierto que mi hija huyó con un búfalo? ¿La has visto? ¿Me harías el favor de fijarte y ver si la encuentras en algún sitio de las praderas?».

Y la urraca dice: «Bueno, hay una chica muy guapa con los búfalos en este momento, aquí cerca, a poca distancia».

«Bien», dice el hombre, «¿podrías decirle que su padre está aquí, en el abrevadero de los búfalos?»

La urraca vuela y encuentra a la chica, que está entre los búfalos. Todos duermen, y ella está tejiendo o haciendo algo por el estilo. Y la urraca se acerca, y le dice: «Tu padre está allá en el abrevadero, esperándote».

«Ay», dice ella, «es terrible. Es muy peligroso. Estos búfalos nos matarán. Dile que espere, y lo alcanzaré. Trataré de arreglármelas.»

Su marido búfalo, que está a su lado, se despierta y se saca el cuerno y le dice: «Ve al abrevadero y tráeme agua».

Ella toma el cuerno y baja, y allí está su padre, que la coge por el brazo y le dice: «¡Vamos!».

Pero ella dice: «No, no. no. ¡Corremos un gran peligro! Nos perseguirá todo el rebaño. Tengo que arreglarlo de otro modo. Ahora déjame volver».

De modo que toma el agua y vuelve. Y el búfalo dice: «Humm, huelo la sangre de un indio»… ya sabes, esa clase de cosas. Y ella dice no, no hay nadie. Y él dice: «¡Sí que hay!». Y suelta un bramido de búfalo, y todos los búfalos se levantan y ejecutan una danza lenta, con las colas levantadas, y van al abrevadero, atrapan al pobre hombre y lo matan hasta hacerlo desaparecer enteramente. Queda destrozado. Nada de él. La chica llora, y el marido búfalo le dice: «De modo que lloras».

«Sí», dice ella, «es mi padre.»

«Bien», dice él, «pero, ¿y nosotros? Ahí están nuestros hijos, al pie del acantilado, nuestras esposas, nuestros padres… y tú aquí, llorando por el tuyo.» Bueno, al parecer era una especie de búfalo compasivo, porque dijo: «De acuerdo, si puedes devolverle la vida a tu padre, te dejaré ir».

La chica se vuelve hacia la urraca y le dice: «Por favor, busca un poco y mira si puedes encontrar algún resto de papá». Y la urraca lo hace, y al fin viene con una vértebra, nada más que un huesecito. Y la chica dice: «Con eso basta».

Y pone el hueso en tierra y lo cubre con su manta y canta una canción revivificadora, un canto mágico de gran poder.

Y de pronto… sí, hay un hombre bajo la manta. Mira. «¡Es papá!» Pero todavía no respira. Le canta unas estrofas más, y él se pone de pie.

Los búfalos están asombrados. Y dicen: «Bueno, ¿por qué no lo haces para nosotros? Te enseñaremos nuestra danza de búfalos, y cuando hayas matado a nuestras familias, baila esta danza y canta este canto, y volveremos a vivir».

Y ésa es la idea básica: que por medio del ritual se alcanza esa dimensión que trasciende la temporalidad y de la cual viene la vida, y a la cual vuelve.

M
OYERS
: ¿Qué sucedió hace cien años cuando vino el hombre blanco y exterminó a este animal tan venerado?

C
AMPBELL
: Fue una violación sacramental. En las pinturas de George Catlin, de comienzos del siglo pasado, puedes ver en las Grandes Praderas del Oeste centenares de miles de búfalos, cubriendo literalmente la tierra. Y después, a lo largo del siguiente medio siglo, los pioneros, equipados con rifles de repetición, mataron rebaños enteros, sólo para tomar la piel y venderla, y dejando que se pudrieran los cuerpos. Fue un sacrilegio.

M
OYERS
: El búfalo dejó de ser un ser reverenciado…

C
AMPBELL
: …y se convirtió en una cosa.

M
OYERS
: Los indios se dirigían al búfalo como a un objeto de reverencia.

C
AMPBELL
: Para los indios todo lo que tenía vida era sagrado: los árboles, las piedras, todo. Tú puedes dirigirte a cualquier cosa como algo superior, y si lo haces sentirás el cambio en tu propia psicología. El yo que ve un ser superior no es el mismo yo que ve simples cosas. Y cuando hay guerra entre las personas, el problema de los periódicos es transformar esas personas en cosas.

M
OYERS
: Esto sucede en el matrimonio también, ¿no? Y sucede con los niños.

C
AMPBELL
: A veces lo sagrado se convierte en un mero objeto, y ya no sabes cuál es la relación que te une a él. La relación de los indios con los animales está en contraste con nuestra relación con los animales, pues nosotros los vemos como una forma inferior de vida. La Biblia nos dice que somos los amos. Para los cazadores, como ya he dicho, el animal es, en muchos aspectos, superior. Un indio pawnee dijo: «En el comienzo de todas las cosas la sabiduría y el conocimiento estaban en el animal. Pues Tirawa, El Que Está Arriba, no habló directamente al hombre. Envió algunos animales para decirle a la Humanidad que él se manifestaba a través de las bestias. Y que de ellos, así como de las estrellas y el sol y la luna, el hombre debía aprender».

M
OYERS
: De modo que es en esta etapa del hombre cazador cuando empezamos a sentir que se agita la imaginación mítica, la maravilla ante las cosas.

C
AMPBELL
: Sí. Hay un estallido de arte magnífico y todas las pruebas que necesitamos de una imaginación mítica en plena forma.

M
OYERS
: ¿Alguna vez observas estos primitivos objetos de arte y piensas no en el arte, sino en un hombre o mujer pintándolo o creándolo? Yo suelo pensar… ¿fue un hombre o una mujer?

C
AMPBELL
: Es lo primero que te sucede cuando entras a esas antiguas cavernas. ¿Qué había en la mente de los que crearon esas imágenes? ¿Cómo llegaron a esos sitios? ¿Y cómo podían ver? La única luz que tenían era una pequeña antorcha trémula.

Y con respecto al problema de la belleza… ¿esta belleza fue intencionada? ¿O es algo que surge de la expresión natural de un hermoso espíritu? ¿Es intencional la belleza del canto de un pájaro? ¿En qué sentido es intencional? ¿O es sólo la expresión del pájaro, la belleza del espíritu del pájaro, podría decirse? Suelo hacerme estas preguntas respecto de este arte. ¿En qué medida la intención del artista fue lo que podríamos llamar «estética» o en qué grado expresiva? ¿Y en qué medida el arte es algo que ellos simplemente habían aprendido a hacer de ese modo?

Cuando una araña hace una tela hermosa, la belleza viene de la naturaleza de la araña. Es belleza instintiva. ¿Cuánta de la belleza de nuestras propias vidas proviene de la belleza de estar con vida? ¿Cuánta es consciente e intencional? Es una gran pregunta.

M
OYERS
: Dime lo que recuerdas de tu primera visión de esas cavernas pintadas.

C
AMPBELL
: No quieres salir. Entras a una cámara enorme, como una gran catedral, con todos esos animales pintados. La oscuridad es inconcebible. Teníamos luces eléctricas, pero un par de veces el guía las apagó, y te aseguro que nunca había estado en una oscuridad más negra en mi vida. Era… no sé, una desorientación absoluta. No sabes dónde estás, si estás mirando al norte, al sur, al este o al oeste. Se pierde toda referencia, y te encuentras en una oscuridad que nunca ha visto el sol. Después vuelven a encender las luces, y ves esos animales gloriosamente pintados. Y están pintados con la vivacidad de la tinta sobre seda como en una pintura japonesa, algo así. Un toro que debe de medir seis metros de largo, pintado de modo tal que sus grupas queden representadas por una saliente de la roca. Todo lo tenían en cuenta.

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