Ensayo sobre la lucidez (24 page)

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Authors: José Saramago

quiera, De todos modos, se trata, si prefiere que lo diga así, de una feliz casualidad, si no fuese por ella yo no sabría que la foto se encuentra en manos de su ministro, Se lo diría en otra ocasión, Y para qué la quiere, si no es demasiada curiosidad por mi parte, No lo sé, no me lo ha dicho, pero estoy seguro de que para nada bueno, De modo que no venía hoy a hacerme el segundo interrogatorio, preguntó la mujer del médico, Ni hoy, ni mañana, ni nunca, si dependiera de mi voluntad, sé lo que necesito saber de esta historia, Tendrá que explicarse mejor, siéntese, no se quede de pie como esa señora del cántaro vacío. El perro apareció de repente, salió dando saltos y ladrando de entre unos arbustos y corrió hacia el comisario, que instintivamente retrocedió dos pasos, No tenga miedo, dijo la mujer del médico sosteniendo al animal por la correa, no le va a morder, Cómo sabe que recelo de los perros, No soy bruja, le observé cuando estuvo en mi casa, Tanto se nota, Se nota lo suficiente, tranquilo, la última palabra era para el perro, que había dejado de ladrar y ahora producía en la garganta un sonido ronco y continuo, un gañido todavía más inquietante, de órgano mal afinado en las notas graves. Es mejor que se siente para que él comprenda que no me quiere hacer daño. El comisario se sentó con todas las precauciones, guardando la distancia, Se llama Tranquilo, No, se llama Constante, pero para nosotros y para nuestros amigos es el perro de las lágrimas, le pusimos el nombre de Constante porque era más corto, Por qué perro de las lágrimas, Porque hace cuatro años yo lloraba y este animal se acercó y me lamió la cara, En el tiempo de la ceguera blanca, Sí, en el tiempo de la ceguera blanca, este que aquí ve es el segundo prodigio de aquellos miserables días, primero la mujer que no se quedó ciega cuando parece que tenía esa obligación, después un perro compasivo que fue a beberle las lágrimas, Sucedió realmente, o estoy soñando, Lo que soñamos también sucede realmente, señor comisario, Ojalá que no todo, Tiene algún motivo especial para decir eso, No, es sólo hablar por hablar. El comisario mentía, la frase completa que no permitió que saliese de la boca habría sido otra, Ojalá que albatros no te agujeree los ojos. El perro se aproximó hasta casi tocar con el hocico las rodillas del comisario. Lo miraba y sus ojos decían, No te voy a hacer daño, no tengas miedo, ella tampoco lo tuvo aquel día. Entonces el comisario alargó la mano despacio y le tocó la cabeza. Le apetecía llorar, dejar que las lágrimas le corrieran por la cara, tal vez el prodigio se repitiera. La mujer del médico guardó el libro en el bolso y dijo, Vamos, Adónde, preguntó el comisario, Almorzará con nosotros si no tiene nada más importante que hacer, Está segura, De qué, De querer sentarme a su mesa, Sí, estoy segura, Y no tiene miedo de que la esté engañando, Con esas lágrimas en los ojos, no.

16

Cuando el comisario llegó a la providencial, s.a., pasadas las siete de la tarde, encontró a sus subordinados esperándole. No parecían satisfechos. Qué tal el día, qué novedades traen, les preguntó en tono animado, jovial, simulando un interés que, como nosotros sabemos mejor que nadie, no podía sentir, En cuanto al día, mal, en cuanto a las novedades, peor aún, respondió el inspector, Más provechoso hubiera sido que nos quedáramos en la cama durmiendo, dijo el agente, Explíquense, Jamás en mi vida he participado en una investigación tan disparatada, comenzó el inspector. El comisario podría haber manifestado su acuerdo, Y no sabes de la misa la mitad, pero prefirió guardar silencio. El inspector siguió, Eran las diez cuando llegué a la calle de la ex mujer del tipo que escribió la carta, Perdón, de la mujer, se apresuró a corregir el agente, no es correcto decir ex mujer en este caso, Por qué, Porque decir ex mujer significaría que la mujer había dejado de serlo, Y no es eso lo que ha sucedido, preguntó el inspector, No, la mujer sigue siendo mujer, ha dejado de ser esposa, Bueno, entonces digo que a las diez llegué a la calle de la ex esposa del tipo de la carta, Precisamente, Esposa suena ridículo y pretencioso, cuando presentas a tu mujer, seguro que no dices aquí está mi esposa. El comisario cortó la discusión, Guarden eso para otro momento, vamos a lo que importa, Lo que importa, prosiguió el inspector, es que estuve allí hasta casi mediodía, y ella sin salir de casa, lo que no era de extrañar, la organización de la ciudad está trastornada, hay empresas que han cerrado o que trabajan media jornada, personas que no necesitan levantarse temprano, Ya me gustaría a mi, dijo el agente, Pero salió o no salió, preguntó el comisario comenzando a impacientarse, Salió a las doce y cuarto, precisamente, Dices precisamente por alguna razón particular, No, comisario, miré el reloj como es lógico y es lo que vi, doce y cuarto, Continúa, Siempre con un ojo en los taxis que pasaban, por si se le ocurría entrar en uno y me dejaba en medio de la calle con cara de tonto, la seguí, pero pronto comprendí que a donde quería ir, iría a pie, Y adónde fue, Ahora se va a reír, comisario, Lo dudo, Caminó más de media hora a paso rápido, nada fácil de acompañar, como si fuese un ejercicio, y de repente, sin esperármelo, me encontré en la calle donde vive el viejo de la venda negra y la tal tipa de las gafas oscuras, la prostituta, No es prostituta, inspector, Si no lo es, lo fue, da lo mismo, Da lo mismo en tu cabeza, no en la mía, y como es conmigo con quien estás hablando y yo soy tu superior, utiliza las palabras de modo que pueda entenderte, Entonces digo ex prostituta, Di la mujer del viejo de la venda negra como acabas de decir de la mujer del tipo de la carta, como ves estoy usando tu argumentación, Sí señor, Te encontraste en la calle, y después qué sucedió, Ella entró en la casa donde viven los otros, y allí se quedó, Y tú qué hacías, le preguntó el comisario al agente, Estaba escondido, cuando ella entró fui en busca del inspector para concertar la estrategia, Y entonces, Decidimos trabajar juntos mientras fuera posible, dijo el inspector, y ajustamos de qué modo actuaríamos si tuviéramos que separarnos otra vez, Y después, Como llegó la hora de la comida, aprovecharnos la pausa, Fueron a almorzar, No, comisario, como él había comprado dos bocadillos, me dio uno, fue nuestro almuerzo. El comisario sonrió finalmente, Mereces una medalla, le dijo al agente que, ya en confianza, se atrevió a responder, Algunos la habrán ganado por menos, señor comisario, No puedes ni imaginarte cuánta razón tienes, Entonces póngame en la lista. Rieron los tres, pero por poco tiempo, la cara del comisario volvió a nublarse, Qué sucedió después, preguntó, Eran las dos y media cuando todos salieron, supongo que almorzaron en casa, dijo el inspector, en seguida nos pusimos en alerta porque no sabíamos si el viejo tiene coche, pero si lo tiene, no lo usó, quizá esté ahorrando gasolina, nos pusimos a seguirlos, si era trabajo fácil para uno, imagínese para dos, Y dónde acabó eso, Acabó en un cine, fueron al cine, Comprobaron si había otra puerta por donde pudiesen haber salido sin que se dieran cuenta, Había una, pero estaba cerrada, en todo caso por precaución le dije al agente que vigilara durante media hora, Por allí no salió nadie, confirmó el agente. El comisario se sentía cansado de la comedia, Y el resto, resúmanme el resto, ordenó con voz tensa. El inspector lo miró con sorpresa, El resto, comisario, es nada, salieron juntos cuando terminó la película, tomaron un taxi, nosotros tomamos otro, le dimos al conductor la orden clásica Policía, siga a ese coche, fue un recorrido normal, la mujer del tipo de la carta se bajó la primera, Dónde, En la calle donde vive, ya le dijimos, comisario, que no traíamos novedades, después el taxi dejó a los otros en casa, Y ustedes, qué hicieron, Yo me había quedado en la primera calle, dijo el agente, Yo me quedé en la segunda, dijo el inspector, Y después, Después nada, ninguno de ellos volvió a salir, todavía estuve casi una hora, al final tomé un taxi, pasé por la otra calle para recoger a éste y regresamos aquí juntos, acabábamos de llegar, Un esfuerzo inútil, por tanto, dijo el comisario, Así parece, dijo el inspector, pero lo más curioso es que esta historia no había comenzado nada mal, el interrogatorio al tipo de la carta, por ejemplo, valió la pena, incluso llegó a ser divertido, el pobre diablo que no sabía dónde se había metido acabó con el rabo entre las piernas, pero después, no sé cómo, nos atascamos, quiero decir, nos atascamos nosotros, usted debe saber algo más, puesto que interrogó dos veces a los sospechosos directos, Quiénes son los sospechosos directos, preguntó el comisario, La mujer del médico en primer lugar, y después el marido, para mi está claro, si comparten la cama, también compartirán la culpa, Qué culpa, Usted lo sabe tan bien como yo, Imaginemos que no lo sé, explícamelo tú, La culpa de la situación en que nos encontramos, Qué situación, Los votos en blanco, la ciudad en estado de sitio, la bomba en la estación de metro, Crees sinceramente en lo que estás diciendo, preguntó el comisario, Para eso hemos venido, para investigar y capturar al culpable, Es decir, a la mujer del médico, Sí, señor comisario, para mí las órdenes del ministro del interior a ese respecto fueron bastante explícitas, El ministro del interior no dijo que la mujer del médico fuera culpable, Comisario, yo no soy más que un simple inspector de policía que quizá no llegue nunca a comisario, pero aprendí con la experiencia del oficio que las medias palabras existen para decir lo que las enteras no pueden, Apoyaré tu ascenso a comisario en cuanto surja una plaza pero, hasta entonces, la verdad me exige que te informe de que, para la mujer del médico, la palabra que sirve, y no media, sino entera, es la de inocente. El inspector miró al agente de refilón pidiéndole auxilio, pero el otro tenía en la cara la expresión absorta de quien acaba de ser hipnotizado, que es lo mismo que no poder contar con él. Cautelosamente, el inspector preguntó, Está insinuando que nos vamos a ir de aquí con las manos vacías, También podemos irnos con las manos en los bolsillos, si prefieres esta expresión, Y así nos vamos a presentar ante el ministro, Si no hay culpable, no lo podemos inventar, Me gustaría que me dijera si esta frase es suya, o del ministro, No creo que sea del ministro, desde luego no recuerdo habérsela oído, Yo no la he oído jamás desde que estoy en la policía, comisario y con esto me callo, no abro más la boca. El comisario se levantó, miró el reloj y dijo, Vayan a cenar a un restaurante, prácticamente no han almorzado, tendrán hambre, pero no se olviden de traer la factura para que la firme, Y usted, preguntó el agente, Yo he comido bien, y si el apetito aprieta siempre está el recurso del té y las pastas para entretener el hambre. El inspector dijo, Mi estima por usted, comisario, me obliga a decirle que estoy muy preocupado con su persona, Por qué, Nosotros somos subalternos, no nos puede suceder nada peor que una amonestación, pero usted es responsable del éxito de esta diligencia y parece que está decidido a declarar que ha fracasado, Crees que decir que un acusado es inocente es fracasar en una diligencia, Sí, si la diligencia fue diseñada para convertir en culpable a un inocente, Hace poco afirmabas a pies juntillas que la mujer del médico era culpable, ahora estás a punto de jurar sobre los evangelios que es inocente, Tal vez lo jurase sobre los evangelios, pero nunca en presencia del ministro del interior, Lo comprendo, tienes una familia, una carrera, una vida, Así es, comisario, a eso también se le puede añadir, si quiere, mi cobardía, También soy humano, no me permitiría llegar tan lejos, sólo te aconsejo que tomes desde ahora en adelante al agente bajo tu protección, tengo el presentimiento de que vais a necesitar mucho el uno del otro. El inspector y el agente dijeron, Bueno, comisario, hasta luego, el comisario respondió, Que aproveche, no tengáis prisa. La puerta se cerró.

El comisario fue a la cocina a beber agua, después entró en el dormitorio. La cama estaba hecha, en el suelo los calcetines usados, uno aquí, otro allí, la camisa sucia tirada de cualquier manera sobre una silla, y eso sin hablar del cuarto de baño, esta cuestión de la limpieza la providencial, s.a., seguros & reaseguros tendrá que resolverla más pronto o más tarde, si es o no compatible con el natural sigilo que rodea a un servicio secreto colocar a disposición de los agentes que se instalan aquí una asistenta que sea, al mismo tiempo, ecónoma, cocinera y cuerpo de casa. El comisario estiró la sábana y la colcha, dio dos golpes en la almohada, enrolló la camisa y los calcetines y los metió en un cajón, el aspecto desolador del dormitorio mejoró un poco, pero, evidentemente, cualquier mano femenina lo habría hecho mejor. Miró el reloj, la hora era buena, el resultado ya se sabría. Se sentó, encendió la lámpara de la mesa y marcó el número. Al cuarto toque atendieron, Diga, Habla papagayo de mar, Aquí albatros, diga, Quiero dar el parte de las operaciones del día, albatros, Espero que tenga resultados satisfactorios que comunicar, papagayo de mar, Depende de lo que se considere satisfactorio, albatros, No tengo tiempo ni paciencia para matizaciones, papagayo de mar, vaya derecho a lo que importa, Permítame antes que le pregunte, albatros, si el encargo llegó a su destino, Qué encargo, El encargo de las nueve de la mañana, puesto seis-norte, Ah, sí, llegó en perfecto estado, me será muy útil, a su debido tiempo sabrá cuánto, papagayo de mar, ahora cuénteme lo que han hecho hoy, No hay mucho que decir, albatros, unas operaciones de seguimiento y un interrogatorio, Vamos por partes, papagayo de mar, qué resultado tuvieron las vigilancias, Ninguno, prácticamente, albatros, Por qué, Esos a quienes llamábamos sospechosos de segunda línea tuvieron, en todas las ocasiones, un comportamiento del todo normal, albatros, Y el interrogatorio de los sospechosos de primera línea que, según creo recordar, estaba a su cargo, papagayo de mar, En honor a la verdad, Qué me dice, En honor a la verdad, albatros, Y a propósito de qué viene eso ahora, papagayo de mar, Es una manera como otra cualquiera de comenzar la frase, albatros, Entonces haga el favor de dejar de honrar la verdad y dígame, simplemente, si ya está en condiciones de afirmar, sin más rodeos ni circunloquios, que la mujer del médico, cuyo retrato tengo ante mí, es culpable, Se confesó culpable de un asesinato, albatros, Sabe de sobra que, por muchas razones, incluyendo la falta del cuerpo del delito, no es eso lo que nos interesa, Sí, albatros, Entonces vaya directo al asunto y respóndame si puede afirmar que la mujer del médico tiene responsabilidad en el movimiento organizado del voto en blanco, que incluso ella es la cabeza de toda la organización, No, albatros, no lo puedo afirmar, Por qué, papagayo de mar, Porque ningún policía del mundo, y yo me considero el último de todos ellos, albatros, encontraría el menor indicio que le permitiese fundamentar una acusación así, Parece olvidarse de que habíamos acordado que plantearía las pruebas necesarias, papagayo de mar, Y qué prueba tendrían que ser en un caso así, albatros, si se permite la pregunta, Eso no es de mi incumbencia, eso lo dejé a su criterio, papagayo de mar, cuando todavía tenía confianza en que era capaz de llevar su misión a buen término, Llegar a la conclusión de que un sospechoso es inocente del crimen que se le imputa me parece el mejor término para una misión policial, albatros, se lo digo con todo respeto, A partir de este momento doy por terminada la farsa de los nombres en clave, yo soy el ministro del interior y usted es un comisario de policía, Sí señor ministro, Para ver si nos entendemos de una vez, voy a formular de manera diferente la pregunta que le acabo de hacer, Sí señor ministro, Está dispuesto, al margen de su convicción personal, a afirmar que la mujer del médico es culpable, responda sí o no, No señor ministro, Ha medido las consecuencias de lo que acaba de decir, Sí señor ministro, Muy bien, entonces tome nota de las decisiones que acabo de adoptar, Estoy oyendo, señor ministro, Les dirá al inspector y al agente que tienen orden de regresar mañana por la mañana, que a las nueve deberán estar en el puesto seis-norte de la frontera donde les estará esperando la persona que los acompañará hasta aquí, un hombre más o menos de su edad con una corbata azul con pintas blancas, que se traigan el coche que han utilizado para los traslados y que ya no es necesario, Sí señor ministro, En cuanto a usted, En cuanto a mí, señor ministro, Se mantendrá en la capital hasta recibir nuevas órdenes, que ciertamente no tardarán, Y la investigación, Usted mismo ha dicho que no hay nada que investigar, que la persona sospechosa es inocente, Ésa es, de hecho, mi convicción, señor ministro, Entonces su caso está resuelto, no podrá quejarse, Y qué hago mientras esté aquí, Nada, no haga nada, pasee, distráigase, vaya al cine, al teatro, visite museos, si le gusta, invite a cenar a sus nuevas amistades, el ministerio paga, No comprendo, señor ministro, Los cinco días que le di para la investigación todavía no han terminado, quizá desde ahora hasta entonces se le encienda una luz diferente en la cabeza, No creo, señor ministro, Aun así, cinco días son cinco días, y yo soy un hombre de palabra, Sí señor ministro, Buenas noches, duerma bien, comisario, Buenas noches, señor ministro.

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