Esta es nuestra fe. Teología para universitarios (30 page)

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Authors: Luis González-Carvajal Santabárbara

Tags: #Religión, Ensayo

Pero también hay un peligro en dejarse llevar demasiado por el sentimiento, y el teólogo debe estar sobreaviso para impedir que la mariología degenere en «una escolástica del corazón»
[15]
. Me parece erróneo, por ejemplo, sacar la conclusión de que Dios tiene que obedecer a María (la «omnipotencia suplicante»). Por mucho que queramos conceder al entusiasmo del predicador, son inaceptables las siguientes palabras:

«Como en este mundo un buen hijo respeta la autoridad de su madre, de suerte que ésta más bien manda que ruega, así Cristo, que un día sin duda le estuvo sujeto, nada puede negar a su madre (…) A ella le está bien no rogar, sino mandar»
[16]
.

Es verdad que María fue elegida por Dios para ser la madre de Cristo, pero ella seguirá siendo siempre una creatura ante su Creador. Pedro de Celle (+ 1183) recordó oportunamente que es la esclava del Señor
[17]
.

Igualmente inaceptable es oponer la compasión de madre que tiene María a la justicia de Dios, proyectando sobre ambos los estereotipos femeninos y masculinos de nuestra sociedad. Uno se sorprende al leer frases como las siguientes:

«A nadie hallamos que, por sus merecimientos, tenga más poder para aplacar la ira del Juez que a ti, que mereciste ser madre del Redentor y del Juez»
[18]
.

«Aquel que es culpable contra el Dios justo, que se refugie junto a la dulce Madre del Dios de misericordia»
[19]
.

«Ella no deja que su Hijo hiera a los pecadores; pues, antes de María, no hubo nadie que se hubiera atrevido a contener al Señor». Ella es «la mejor aplacadora de su cólera»
[20]
.

Y en las apariciones de La Salette (1846) la Virgen aparecía deteniendo el brazo de su Hijo que quería castigar a los hombres, con lo cual los devotos de semejante imagen, en vez de buscar protección
en
Dios, buscan protección
contra
Dios. Han sido tantas las desviaciones que el mismo Pablo VI se vio obligado a llamar la atención:

«Algunos sostienen —dijo el Papa Montini—, con ingenua mentalidad, que la Virgen es más misericordiosa que el Señor; con juicio infantil se llega a sostener que el Señor es más severo que la Ley y necesitamos recurrir a la Virgen ya que, de otro modo, el Señor nos castigaría. Cierto: A la Virgen le ha sido encomendado el preclaro oficio de intercesora, pero la fuente de toda bondad es el Señor»
[21]
.

Así, pues, si María es misericordiosa, Dios mucho más porque es la fuente de la misericordia de María. De hecho, ella misma corrigió anticipadamente a esos «devotos indiscretos» cuando, a la alabanza que le dirigió su prima Isabel (Le 1, 42- 45), respondió que a Dios, y sólo a El, es debida toda gloria. Tal fue el tema del Magníficat (Le 1, 46-55). (Existe, de hecho, un libro publicado en 1673 con el título «Advertencias saludables de la bienaventurada Virgen María a sus devotos indiscretos», que fue escrito por un católico a quien escandalizaban los excesos de su tiempo, y no por un protestante o un jansenista como se había supuesto
[22]
).

Concepción Inmaculada

El día 8 de diciembre de 1854 Pío IX definió ser doctrina revelada que María estuvo exenta del pecado original porque fue justificada por Dios desde el instante mismo de su concepción
[23]
.

Hasta finales del siglo XIII todos los teólogos importantes (Bernardo de Claraval, Pedro Lombardo, Alejandro de Hales, Buenaventura, Alberto Magno, Tomás de Aquino, etc.) se opusieron a la idea de que María pudiera haber estado exenta del pecado original porque les parecía que en tal caso no habría necesitado redención. Aunque la afirmación de la concepción inmaculada «parece convenir a la dignidad de la Virgen —decía Sto. Tomás de Aquino— menoscaba en cierto modo la dignidad de Cristo», que es el salvador de todos los hombres sin excepción
[24]
.

Fue Duns Scoto (+ 1308) quien, desarrollando una intuición de su maestro Guillermo de Ware, resolvió la dificultad al sugerir que la exención del pecado en María fue precisamente un fruto anticipado de la redención. Impedir que alguien contraiga una enfermedad es mejor aún que curarle de ella, y en ambos casos debe su salud al médico
[25]
.

Pero cabe preguntarse: Dado que el bautismo es el momento en que quienes nacimos sometidos al pecado original recibimos la justificación de Dios, ¿fue realmente tan grande la ventaja de María sobre el resto de los cristianos? ¿Quién de nosotros ha lamentado alguna vez seriamente haber sido bautizado unos días antes o después?

Desde luego, si todo se redujera a una «disputa por unos momentos», como la llama Rahner
[26]
, no merecería la pena celebrar el privilegio de María con tanta solemnidad y regocijo. Pero es que hay algo más. Aunque el bautismo elimina el pecado original, persisten todavía en los bautizados las «reliquiae peccati»; esa división interior de la que todos tenemos experiencia. María, sin embargo, habiendo estado exenta del pecado original, es «la no dividida». Sólo en ella podía darse lo mismo una total receptividad hacia Dios que un rechazo radical.

Esto era muy importante para realizar su misión. Como dijeron los padres conciliares, «enriquecida desde el primer instante de su concepción con el resplandor de una santidad enteramente singular, María pudo abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios»
[27]
. Creo que, tanto si nos referimos a la inmaculada concepción como a cualquier otra cualidad de María, no deberíamos hablar de «privilegios». Esa palabra hace pensar que María recibió de Dios una serie de ventajas para sí misma, para su gloria, cuando en realidad
Dios le concedió aquello que necesitaba para realizar mejor su vocación
.

Asunción

El 1 de noviembre de 1950 Pío XII definió ser doctrina revelada que María, «una vez cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial»
[28]
.

Ya en época temprana surgieron varios relatos apócrifos que describían la asunción de María al cielo. Algunos eran especialmente fantásticos, como éste que se puso bajo el nombre de San Juan Evangelista, aunque en realidad es de finales del siglo V: «Un ángel se le aparece a María, le trae una palma y le anuncia su muerte. Ella convoca a sus amigos y les da la noticia (…) Camino del sepulcro, la comitiva fúnebre es atacada por los judíos; pero al sacerdote que quiere tocar el ataúd se le cortan maravillosamente las manos y los que le acompañan quedan ciegos. Por estos milagros se convierten y son curados. Luego los apóstoles depositan el cuerpo de María en el sepulcro; tres días más tarde viene Jesús de nuevo, los ángeles llevan el cuerpo al paraíso y lo ponen bajo el árbol de la vida, donde se une otra vez con su alma»
[29]
.

San Juan Damasceno nos ha transmitido una leyenda, mucho más mesurada, según la cual los apóstoles abrieron la tumba de María al tercer día de su muerte y encontraron sólo los sudarios
[30]
.

Conviene aclarar, sin embargo, que la fe de la Iglesia no se apoya en ninguna de esas leyendas; es más, no debe apoyarse en ellas porque la asunción no fue un acontecimiento más de la vida de María que pudiera haber sido presenciado por algún cronista. Decir que fue «asunta a la gloria celestial» equivale a decir que fue
asumida, tomada
por Dios; y esto, obviamente, ocurre
más allá de la historia
. Quien sepa que el «cielo» de la fe no es el cielo de los astronautas, no caerá en la ingenuidad de imaginar un desplazamiento por los aires.

Así, pues, la Iglesia no supo de la asunción de María por el testimonio de la historia, sino por el testimonio de la fe. Jesús, al resucitar de entre los muertos, fue a «preparar un lugar» (Jn 14, 2) a quienes «mueren en Cristo» (1 Tes 4, 14). Entre ellos María —modelo del discipulado cristiano— ocupaba necesariamente el primer lugar.

Un día disfrutaremos nosotros también de esa dicha. Es significativo el hecho de que, para definir el dogma de la asunción, Pío XII no eligiera un 15 de agosto sino un 1 de noviembre (fiesta de todos los santos). Debemos dar por buena la intuición de los artistas que representaron siempre a María asunta a la gloria rodeada de un gran cortejo formado por los mártires y santos en general.

La asunción de María al lado del Padre nos dice que hay realidades que ya han sucedido; que no sólo han llegado a Cristo, sino también a nosotros, simples seres humanos. Podemos, pues, tener confianza. El «futuro» no es ninguna utopía. Se ha hecho ya presente en Jesús y en María.

Notas
Presentación

[1]
KANT, Inmanuel.
El conflicto de las Facultades
, Losada, Buenos Aires, 1963, p. 50.
<<

[2]
PASCAL, Blaise,
Obras
, Alfaguara, Madrid, 1981, p. 651.
<<

Capítulo 1

[1]
KORDA, Michael,
Power! How to get it, how to use it
, Ballantine Books, New York, 1975, p. 11.
<<

[2]
TOMAS DE AQUINO,
Suma Teológica
, 3, q. 28, a. 1 (BAC, t. 12, Madrid, 1955, pp. 49-54). Una exposición mucho más cruda de esta teoría se encuentra en San Fulgencio,
De Fide ad Petrum
, 2, 16 (PL 40, 758).
<<

[3]
«El magisterio de la Iglesia —escribió Pío XII— no prohibe las investigaciones y disputas de los entendidos, con tal de que todos estén dispuestos a obedecer el juicio de la Iglesia» (DS 3896 = D 2327). Ni que decir tiene que no estamos ante una declaración
ex cathedra
; unos párrafos antes declaraba el mismo Papa que se trataba de «magisterio ordinario» (DS 3885 = D 2313).
<<

[4]
VATICANO II,
Gaudium et Spes
, 36 b, 56 f, 59 c.
<<

[5]
Poema babilónico de la creación
, tablilla 6 (PRITCHARD, James B.,
La Sabiduría del Antiguo Oriente. Antología de textos
, Garriga, Barcelona, 1966, p. 43).
<<

[6]
Cfr. ELIADE, Mircea,
Historia de las creencias y de las ideas religiosas
, t. 4 («Textos»), Cristiandad, Madrid, 1980, pp. 127-129.
<<

[7]
AGUSTÍN DE HIPONA,
Confesiones
, lib. 7, cap. 3, n.° 5 (
Obras Completas de San Agustín
, t. 2, BAC, Madrid, 5.a ed., 1968, p. 272).
<<

[8]
VATICANO II,
Gaudium et Spes
, 13.
<<

[9]
VAUX, Roland de,
Instituciones del Antiguo Testamento
, Herder, Barcelona, 2ª ed., 1976, p. 35.
<<

[10]
Citado en METZ, Rene y SCHLICK, Jean, (eds.),
Los grupos informales en la Iglesia
, Sigúeme, Salamanca, 1975, p. 152.
<<

[11]
SÓLLE, Dorothee,
Teología política
, Sigúeme, Salamanca, 1972, p. 94. (La United Fruit, que monopoliza la explotación y comercialización de plátanos en América Central, Colombia y Ecuador, se llama ahora United Brands).
<<

[12]
CONGAR, Yves Mª,
Los caminos del Dios vivo
, Estela, Barcelona, 1964, p. 277.
<<

[13]
TOLSTOI, León,
Guerra y Paz
(
Obras de León Tolsto
i, t. 1, Aguilar, Madrid, 5ª ed., 1973, p. 1386).
<<

[14]
JUAN PABLO II,
Sollicitudo reí socialis
, 36 a, 36, b, 36 c, 36 f, 37 c, 37 d, 38 f, 39 g, 40 d, 46 e.
<<

[15]
SÁNCHEZ, Eleuterio,
Camina o revienta
, EDICUSA, Madrid 1977, p. 13.
<<

[16]
ORTEGA Y GASSET, José,
Meditaciones del Quijote
(
Obras completas
, t. 1, Revista de Occidente, Madrid, 4." ed., 1957, p. 322).
<<

[17]
AGUSTÍN DE HIPONA,
Las Confesiones
, lib. 8 (Ibidem, pp. 310-339).
<<

[18]
De esto hablaremos en el capítulo titulado «El cristiano nace dos veces», dedicado al bautismo.
<<

[19]
DS 3897= D 2328.
<<

[20]
IRENEO DE LYON,
Adversus Haereses
, 4, 38, 1-2 (PG 7,1.105-1.107);
Epideixis
, 1, 1, 14; 2, 1, 46.
<<

[21]
Vida de Adán y Eva
(versión griega), vv. 8 y 27; en DIEZ MACHO, Alejandro (dir.),
Apócrifos del Antiguo Testamento
, t. 2, Cristiandad, Madrid, 1983, pp. 327-332.
<<

[22]
BLOCH, Ernst,
El principio esperanza
, t. 3, Aguilar, Madrid, 1980, p. 128.
<<

Capítulo 2

[1]
Tomo la expresión de GONZÁLEZ FAUS, José Ignacio,
La humanidad nueva. Ensayo de cristología
, Sal Terrae, Santander, 6ª ed., 1984, p. 603.
<<

[2]
El texto de la carta puede verse en PRITCHARD, James B.,
La sabiduría del Antiguo Oriente
, Garriga, Barcelona, 1966, p. 216
<<

[3]
Las tres tradiciones se representan por la inicial de sus nombres en alemán, lengua en la que se escribieron los primeros y más importantes trabajos sobre el tema: J = Jahwist (yavista, siglo X a.C), E = Elohist (elohísta, siglo VIII a.C.) y P = Priesterschrift (escrito sacerdotal, siglo VI a.C).
<<

[4]
MEKILTA,
Sobre Éxodo
14, 16, parasá 4 (ed. HOROWITZRABIN, Jerusalén, 2ª ed., 1960, pp. 100-101).
<<

[5]
BEN GORION, Micha Josef,
Die Sagen derJuden
, Francfort, 1962, p. 464.
<<

Capítulo 3

[1]
JOSEFO, Flavio,
Antigüedades de los judíos
, lib. 20, cap. 9, n.° 1 (Ed. Clie, Tarrasa, t. 3, 1988, p. 342).
<<

[2]
JOSEFO, Flavio,
Ibidem
, lib. 18, cap. 3, n.° 3 (ed. cit. p. 233).
<<

[3]
TÁCITO, Publio Cornelio,
Anales
, lib. 15, n.° 44 (Gredos, Madrid, 1980, t. 3, pp. 244-245).
<<

[4]
Cfr. KAZANTZAKIS,
Nikos, La última tentación
, Debate, Madrid, 1988, p. 439.
<<

[5]
AMBROSIO DE MILÁN,
Sermón 6
(PL 17, 614).
<<

[6]
TALMUD BABILÓNICO,
Tratado Sanhedrín
, 43 a.
<<

[7]
JUSTINO,
Diálogo con Trifón
, 69, 7 (RUIZ BUENO, Daniel,
Padres apologistas griegos
, BAC, Madrid, 1954, p. 429).
<<

[8]
Cfr. HERZOG, R.,
Die Wunderheilungen von Epidauros
, Leipzig, 1931.
<<

[9]
Es de notar que en el Antiguo Testamento sí que aparecen milagros punitivos. Recordemos cómo Elíseo maldijo a unos niños pequeños que se burlaban de su calva y salieron del bosque unos osos que devoraron a cuarenta y dos niños (2 Re 2, 23-24). Lo mismo ocurre en los evangelios apócrifos (es decir, evangelios que la Iglesia nunca reconoció como inspirados). Por ejemplo, el evangelio del Pseudo- Tomás (14, 3) presenta un Niño Jesús convertido en peligro público: con sus maldiciones quita la vida a un muchacho que chocó contra él, al maestro que le pegó en la cabeza… hasta el extremo de que San José tiene que pedir a María que «no le deje salir de casa para evitar que todos los que le contrarían queden muertos» (SANTOS OTERO, Aurelio,
Los evangelios apócrifos
, BAC, Madrid, 2.a ed., 1963, p. 298).
<<

[10]
LUCIANO DE SAMOSATA,
Philopseudes
, 14 (
Obras de Luciano de Samosata
, t. 2, Gredos, Madrid, 1988, pp. 206-207
<<

[11]
JUAN CRISOSTOMO,
Homilía II sobre Priscila y Aquila
, 4(PG51, 203).
<<

[12]
DOSTOYEVSKI, Fiodor M.,
El idiota
(
Obras completas
, t. 2, Aguilar, Madrid, 9.a ed., 1973, p. 666).
<<

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