Guerra y paz (146 page)

Read Guerra y paz Online

Authors: Lev Tolstói

Tags: #Clásico, Histórico, Relato

Como en los sueños, la impresión general de la desmoralización de la tropa se reflejaba en Pierre durante esas jornadas, cuyo número desconocía, pero de pronto, esa impresión se agrupó en un, en esencia, sencillísimo pero muy impactante suceso. Durante una de las jornadas, marchaban junto a él tres franceses, quejándose. De pronto, se oyó la palabra «emperador». Todos se animaron un poco, se enderezaron y se echaron a un lado del camino. Adelantando a la caravana, una carreta pasó rápidamente y se detuvo un poco más adelante. El general que estaba al lado de la ventanilla se quitó el sombrero tras escuchar algo. Gritos de felicidad resonaron con desesperación: «¡Viva el emperador!», y la carreta pasó.

—¿Qué es lo que ha dicho?

—Emperador, emperador —se oían por todas partes unas voces reanimadas, como si ya no existiera el sufrimiento—. ¡Así es él! ¡Bravo! Oh, nuestro pequeño cabo no se dejará ofender —se oyeron unas voces seguras y arrebatadas. Y todo seguía igual: el mismo frío y hambre, el mismo trabajo inútil y cruel, y el mismo miedo, que no abandonaba a las tropas.

Al atardecer de cierto día, los oficiales dejaron acercarse a la hoguera a Pierre, a quien a pesar de todo diferenciaban de los demás. Tras entrar en calor, cayó dormido. Su capacidad de dormir profundamente fue su salvación en esos momentos difíciles. De súbito, le despertaron. Pero después no supo si lo que había visto había sucedido en realidad o en sueños. Cuando le despertaron, vio junto a la hoguera a un oficial francés cuyo rostro le resultó más que familiar e incluso le recordó a alguien con el que tenía un trato cordial. Sí, se trataba de Dólojov, pero vestía un uniforme de ulano francés. Estaba hablando con los oficiales en un perfecto francés, relatándoles cómo le habían enviado a buscar la división y cómo se había desviado. Se quejó del desorden y un oficial francés se hizo eco de sus palabras y contó algo que Dólojov parecía no haber escuchado. Dólojov no se asombró de ver alzarse la ensortijada cabeza de Pierre, pero sonrió ligeramente (por la sonrisa, no había dudas: se trataba de él) y señalando a Pierre, preguntó con negligencia:

—¿Cosaco? —Le respondieron. Dólojov se fumó una pipa y se despidió de los oficiales—. Buenas noches, señores. Se montó en el caballo y se marchó.

Pierre no dejaba de mirarle. Había luna llena y se podía ver de lejos. Con horror, pero con consuelo, Pierre comprendió que se trataba de un sueño cuando Dólojov se acercó a la línea de centinelas y dijo algo. «Gracias a Dios, se ha marchado felizmente», pensó Pierre. Pero en ese instante, Dólojov se giró de repente y se acercó al trote hacia la hoguera. Su sonriente y bello rostro era visible a la luz del fuego.

—Por poco me olvido —sujetaba una nota con un lapicero—. ¿Me podría decir alguno de ustedes qué significa en ruso: «Bezújov, prepárate con los prisioneros. Mañana les atacaré». —Y sin esperar respuesta, volvió su caballo y salió galopando.

—¡Alto! —gritaron los oficiales. En las filas resonaron los disparos, pero Pierre vio cómo Dólojov se alejaba de los centinelas y se escondía en la oscuridad.

Al día siguiente hicieron un alto en Shamshev y, efectivamente, al atardecer sonaron unos disparos. Los franceses pasaron corriendo por al lado de Pierre, y Dólojov entró a caballo en la aldea el primero. Un oficial con un pañuelo blanco corrió a su encuentro a parlamentar. Los franceses se rindieron. Sin saber él mismo el motivo, Pierre sollozó por primera vez en todo su cautiverio cuando se acercó a Dólojov. Los soldados y los cosacos rodearon a Bezújov, le dieron ropa y le llevaron a pasar la noche a la isba en la que dormía el general francés y ahora lo hacía Dólojov. Al día siguiente, los prisioneros pasaron hablando en voz alta junto a Dólojov, quien se había puesto en jarras.

—En una palabra, de un modo u otro, el emperador... —se mezclaban las voces.

Dólojov les miró severamente, haciendo cesar su charla con las palabras: «Pasa, pasa»...

Pierre fue enviado a Tambov y al pasar por Kozlov, la primera ciudad no afectada por la guerra que veía en dos meses, Pierre lloró por segunda vez de alegría al ver a la gente que iba a la iglesia, a los mendigos, al panadero y a la mercadera con un pañuelo lila y una pelliza de piel de zorro, contoneándose engreída tranquilamente en el atrio. Pierre jamás en su vida olvidó ese momento.

En Kozlov, Pierre encontró una de las cartas del príncipe Andréi, que le buscaba por todas partes, halló dinero, esperó a la gente y sus cosas, y a finales de octubre llegó a Tambov.

El príncipe Andréi ya no estaba allí, de nuevo había acudido al ejército, al que alcanzó en Wilno.

XXIII

N
IKOLAI
fue una de las primeras personas que encontró allí. Al ver a Andréi, Nikolai enrojeció y corrió a abrazarle con ardor. Andréi comprendió que aquello era algo más que amistad.

—Soy el más feliz de los hombres —dijo Nikolai—. Esta es la carta de María, promete ser mía. Fui al Estado Mayor para solicitar un permiso de veintiocho días: me hirieron dos veces y no abandoné el frente. Y también espero a mi hermano Petia, que guerrillea junto con Denísov.

Andréi fue a la habitación de Nikolai y allí hablaron de todo durante largo rato. Andréi estaba firmemente decidido a volver al regimiento. Al atardecer llegó también Petia, que no cesaba de relatar la gloria de Rusia y de Vasili Denísov, quien había conquistado una ciudad entera, castigado a los polacos, colmado de beneficios a los judíos, recibido a una diputación y firmado la paz.

—Tenemos a un segador heroico. Tenemos a Tijón —no quería ni oír hablar de ningún otro servicio.

Pero por desgracia, esa misma conquista de la ciudad por la que tan feliz se sentía Piotr no le había gustado al general alemán, quien también había deseado conquistarla. Puesto que Denísov estaba bajo las órdenes del alemán, este le riñó y le apartó de su destacamento heroico. Por otra parte, Petia supo de ello después; ahora se encontraba totalmente entusiasmado y contaba sin parar cómo habían expulsado a Napoleón, cómo somos nosotros, los rusos, y especialmente que todos nosotros somos héroes...

Andréi y Nikolai se alegraron por Petia y le obligaron a contarlo. Por la mañana, los dos nuevos parientes marcharon juntos a ver al mariscal de campo y pedir cada uno lo suyo. El mariscal fue especialmente benevolente y dio su consentimiento a lo uno y a lo otro, era evidente que aún quería lisonjear a Andréi, pero no le dio tiempo a ello porque la señora Przezowska y su hija, ahijada de Kutúzov en la época en la que había sido gobernador en Wilno, entraron en la sala. La señorita era una niña muy guapa, y Kutúzov, entornando los ojos, fue a su encuentro y cogiéndola por la mejilla, la besó. El príncipe Andréi tiró a Nikolai de la manga y lo sacó afuera.

—Vayan los dos a la revista —les dijo Kutúzov en la puerta.

—A sus órdenes, Su Serenísima.

Al día siguiente tuvo lugar la revista. Después de un desfile ceremonioso, Kutúzov se dirigió a la guardia y felicitó a todas las tropas por la victoria.

—De quinientos mil, no ha quedado nadie. Y Napoleón ha salido corriendo. Os doy las gracias, Dios me ha ayudado. Sabe más el diablo por viejo que por diablo. —Y diciendo esto, Kutúzov se quitó su gorra sin visera de su cabeza de blancos cabellos, que echó a un lado.

—¡Hurraaa, hurraaa! —atronaron cien mil gargantas y Kutúzov, ahogándose en sollozos, empezó a sacar su pañuelo. Nikolai estaba en el séquito, entre su hermano y el príncipe Andréi. Petia voceó a grito pelado «Hurra» y las lágrimas de alegría y orgullo resbalaron por sus rollizas mejillas de niño. El príncipe Andréi sonrió burlona y bondadosamente de manera apenas perceptible.

—Petrusha, ya han terminado —dijo Nikolai.

—¡Qué quieres que haga! Me muero de la emoción —gritó Petia y tras observar al príncipe Andréi y su sonrisa, guardó silencio y quedó descontento de su futuro concuñado.

Las dos bodas se celebraron el mismo día en Otrádnoe, que revivió y floreció de nuevo. Nikolai marchó con su regimiento y entró en París, donde se reunió nuevamente con Andréi.

Durante su ausencia, Pierre, Natasha (ahora ya condesa), María y su sobrino, los viejos condes y Sonia, permanecieron todo el invierno y todo el verano del año 1813 en Otrádnoe, donde esperaron el regreso de Nikolai y de Andréi.

Notas de la traductora

[1]
Leib-húsar: es el nombre alemán de una división de la caballería.

[2]
Almas: siervos.

[3]
Kulebiakas: clase de empanada rusa.

[4]
Kvas: bebida rusa fermentada, hecha de fruta o de pan.

[5]
En ruso las letras que confunde este general alemán son: la «Э» /e/ por la «E» /ie/ y el ъ (signo duro) por el ь (signo blando).

[6]
Clase de vino tinto.

[7]
Trepak: danza y música popular rusa.

[8]
Caftán: Abrigo ruso antiguo.

[9]
Textualmente: Montañas Peladas.

[10]
Versta: antigua medida rusa: aproximadamente 1,06 km.

[11]
Fragmento de una crónica rusa antigua.

[12]
Pud: medida antigua rusa de peso, equivalente a 16,3 kg.

[13]
Lugar para desfiles militares.

[14]
Sarafán: vestido nacional ruso propio de la mujer.

[15]
Juego de palabras intraducible. «Mack» suena como el nombre en ruso de las semillas de amapola que se utilizan en muchos platos, sobre todo en bollería. Con esto Zherkov quiere decir que sabía que Mack les iba a amargar la cena.

[16]
Licor hecho de trigo con sabor a comino (kümmel) y que se destila dos veces.

[17]
Sazhen: medida rusa antigua, equivalente a 2.134 metros.

[18]
Gnilopúpov significa «ombligo podrido».

[19]
Telega: carro de transporte de cuatro ruedas.

[20]
Kibitka: carruaje o trineo ruso cubierto.

[21]
Nagaika: látigo de cuero.

[22]
Arshin: antigua medida rusa equivalente a 0,71 m.

[23]
Burka: capote de fieltro del Cáucaso.

[24]
Tributo en dinero o en especie que pagaba el campesino al terrateniente en Rusia durante el feudalismo. Por lo tanto en este caso los miles de obrok serían miles de rublos provenientes de la renta de la finca de Riazán.

[25]
Rito nupcial ruso.

[26]
Príncipe heredero en la Rusia zarista.

[27]
Consejo Supremo de la Guerra.

[28]
Chervónetz: moneda histórica, rublo de oro.

[29]
«Los húsares de Pavlograd», en francés en el original.

[30]
En alemán significa textualmente: «No entender».

[31]
«Una mancha, una mancha.»

[32]
Kalachi: panes dulces en forma de trenzas, medialunas o círculos.

[33]
Lapti: zapatos rusos que se hacen normalmente de corteza de abedul o de cualquier otro árbol que sea lo suficientemente blando y flexible.

[34]
Metnik: chaqueta corta, parte del uniforme de un húsar.

[35]
Frase de Molière.

[36]
Nombre de una secta religiosa.

[37]
Drozhki: coche ligero de cuatro ruedas.

[38]
1 libra = 409,5 gramos.

[39]
Pani: «señora», «mujer» en polaco.

[40]
«Como es debido.»

[41]
«Como debe ser.»

[42]
Duque de Lignes.

[43]
Lineika: carruaje abierto con asientos laterales.

[44]
«Sin el chal.»

[45]
Troika: tiro de tres caballos.

[46]
Gusli: antiguo instrumento ruso de muchas cuerdas.

[47]
Especie de birrete que llevan los sacerdotes y monjes ortodoxos.

[48]
Voevoda: jefe del ejército en la Rusia antigua.

[49]
Kamzol: especie de chaleco.

[50]
Armiak: antiguo abrigo campesino de sayal.

[51]
Chetvert: medida rusa arcaica que equivale a 297 litros.

[52]
Desiatina: antigua medida rusa de superficie que equivale a 1,09 hectáreas.

[53]
Antigua canción popular rusa.

[54]
Katsaveika: chaqueta para mujer del traje tradicional ruso enguatada o forrada de piel.

[55]
Kostiol: iglesia católica en Polonia.

[56]
Zarevna: hija del zar.

[57]
Uriadnik: suboficial de cosacos.

Other books

Stable Farewell by Bonnie Bryant
Shadows Everywhere by John Lutz
The 30 Day MBA by Colin Barrow
Pure Lust Vol. 2 by Parker, M. S., Wild, Cassie
Alien Assassin by T. R. Harris
Devious by Suzannah Daniels