Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España (104 page)

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. Como murió el adelantado, envió la Real Audiencia de Méjico por gobernador al licenciado Alonso Maldonado, ya otra vez por mí nombrado, y dende a obra de un año questo pasó mandó Su Majestad que viniese Audiencia Real a esta provincia de Guatemala, y vino por presidente della el mesmo licenciado Alonso Maldonado, la cual asentaron en una villa que se dice Gracias a Dios, y vinieron tres oidores, que se decían el licenciado Rogel de Olmedo, y el licenciado Pedro de Quiñones, natural de León, y el doctor Herrera, de Toledo, y dende a cierto tiempo mandó Su Majestad que se pasase la misma Real Audiencia a esta ciudad de Santiago de Guatemala, e porque el licenciado Alonso Maldonado había muchos años que había estado por oidor de Méjico y presidente en estas provincias, y tenía necesidad de ir a negociar ante Su Majestad que le hiciese merced del adelantado de Yucatán y pueblos de indios que fueron de su suegro, el adelantado don Francisco de Montejo, que en aquella sazón había fallescido, envió a suplicar a Su Majestad le diese licencia par ir a Castilla, la cual licencia le mandó dar con tal que primero diese residencia, en la cual le hallaron y tuvieron r muy buen juez. En su lugar mandó Su Majestad venir por presidente al licenciado que se decía Alonso López Cerrato, natural de Extremadura, y por oidores al licenciado Tomás López, natural de Tendilla, y al licenciado Zorita, de Granada. Y, como dicho tengo, estaba antes por oidor el licenciado Pedro Ramírez de Quiñones, y desque el presidente Cerrato hobo estado cuatro años, y estaba... viejo, y era de la Iglesia, envió a suplicar... estaba bien informado en el Real Consejo... pado otro mayor ruego en que pudiese... con que diese residencia, y para se la tomar... Quesada, natural de Ledesma, y estando... fue Dios servido de llevarlo desta vida y... doctor Quesada, que se la estaba, tomando, y quedó por presidente el oidor más antiguo, el cual fue el licenciado Pedro Ramírez. Y dende a poco tiempo Su Majestad mandó venir por presidente al licenciado Juan Martínez de Landecho, natural de Vizcaya, y aquel tiempo o pocos meses antes vino por oidor el licenciado Loaisa, natural de Talavera, y también en aquel tiempo vino por oidor el doctor Antonio Mejía, natural de San Martín de Valdeiglesias, que solía estar con el mesmo cargo en la Real Audiencia de Méjico. Y porque el doctor Mejía y otro dotor que se decía Herrera, que también era oidor de la Real Audiencia de Méjico, tuvieron ciertos debates o cosquillas, y por metellos en paz Su Majestad mandó el dotor Mejía viniese a esta provincia por oidor, y el doctor se fue a Castilla, y, según paresció, dende a cierto tiempo mandó Su Majestad que tomasen residencia al doctor Mejía, la cual le tomó el presidente Landecho, e por ciertos cargos que le puso le privó del oficio real por ciertos años, y sobre ello fue a Castilla y se libró dellos, y en tanto que le proveían de otro real cargo fue corregidor de Talavera, y después fue proveído por presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo, donde murió con el cargo de presidente, y en su lugar del doctor Mejía vino por oidor desta Real Audiencia el dotor Barros de Sanmillán, natural de Segovia, y si tuviera algunas barbas, como decían que tenía letras, le autorizaran mucho su persona. Y dende a pocos años que estaba por presidente el licenciado Landecho mandó Su Majestad que la misma Audiencia Real que estaba en esta ciudad de Santiago se pasase a Panamá, porque dizque informaron que estaría allá mejor e por otras causas que yo no alcancé bien a saber. Y demás desto mandó Su Majestad que tomasen residencia al licenciado Landecho y a todos los demás oidores que en ella residían, y si los hallasen culpados los quitasen, y para tomar la residencia vino proveído el licenciado Francisco Briseño, natural del Corral de Almaguer, que de antes había sido oidor en el Nuevo Reino de Granada, e trujo comisión para tomar esta residencia y pasar el real sello a Panamá, y para tener cargo dél fuese proveído al oidor que más sin cargos hallase y sintiese ser más justificados, y también trujo comisión para tomar cuenta a los oficiales de la Real Hacienda y a los bienes de los difuntos, y para que los pleitos questuviesen comenzados por la Real Audiencia pasada que los acabase de los fenescer y concluir. Y volviendo a nuestra materia, tomó residencia al licenciado Landecho, que era presidente, y al licenciado Loaisa, oidor, y al doctor Barros, y vistos sus cargos y descargos, les privó de oficio real por ciertos años y les condenó en cierta cantidad de moneda al presidente Landecho y al Loaisa, y dejó libre al doctor Barros, e hobieron de ir sobre ello a Castilla, y Su Majestad mandó que el licenciado Landecho fuese con cargo de oidor al Perú, yo no sé otro cargo que dicen que llevaba, y llegado a Panamá fallesció, y el licenciado Loaisa vino a esta ciudad por oidor, y desde aquí le mandó Su Majestad que fuese por oidor a lo de Chile; al doctor Barros proveyó para que fuese con el real sello hasta Panamá y que estuviese allí por presidente de la Real Audiencia hasta que Su Majestad otra cosa mandase, y la causa por qué le envió con el real sello fue porque le hallaron con menos cargos. Y después que el licenciado Briseño hobo despachado el real sello y salió con el ilustre cabildo desta ciudad y otros caballeros, fue a la villa de la Trinidad a partir ciertos términos y jurisdiciones, y luego fue a ver ciertas tierras de labor de trigo que habían tomado a unos pueblos, y se las hizo volver a cúyos eran, e visitó toda su provincia, y esto hacía sin llevar salario de parte alguna; y si hobiese de decir en todo el tiempo que estuvo por gobernador cuán bien lo hacía, sería larga relación, y quedarse ha en silencio. Mas lo que a mí me... que tuviera sufrimiento, y con los negociantes... era buen juez, mas todo lo borraba con su... que le parecía a él ser bien dicho... en el año de mill e quinientos y sesenta y seis, siendo... mes de mayo, entre la una y las os del día, comenzó a temblar de tal arte la tierra, que levantaba las casas y paredes y aun tejados, y cayeron en el suelo muchas dellas, y otras quedaron sin tejas, acostadas a un lado, que pensamos que la tierra se abría para nos sorber, y puesto que todos salirnos al campo, no estábamos seguros, ni tampoco osábamos dormir dentro de nuestras casas, que en el campo, y en los patios, y en la plaza desta ciudad hacíamos nuestros ranchos. Y porque destos recios temblores hay mucho que decir, que duraron nueve días, y toda esta ciudad, juntamente con la clerecía y religiosos y todas las señoras con grandes procesiones, diciplinándonos todos los más demandando a Dios misericordia, y se entendieron en paces y amistades y otras santas y pías obras, y fue cosa de admiración ver cómo cuando íbamos en aquestas santas procesiones, dando gemidos y llorando, corriendo sangre de las espaldas, no podíamos ir adelante ni tenernos en los pies, porque como era a media noche, caían casas de tejados, con el gran ruido que la tierra hacía cuando temblaba las tapias que venían sobre nosotros, y aunque ébamos por mitad de las calles, temimos que era venido el fin de nuestros días, e con oraciones y contritas confesiones y penitencias, que en todo esto hacíamos, quiso Dios que echásemos suertes a muchos santos, y entre ellos a señor Sant Sebastián, para que abogase a Dios Nuestro Señor misericordia, que cayó la suerte por nuestro abogado al bienaventurado mártir Sant Sebastián, y desde en esto comenzó a aflojar el recio temblor, y prometimos ir cada año en procesión a una iglesia que hecimos en el campo de señor San Sebastián y celebrar su fiesta, víspera y día. Mucho había que decir sobre estos recios temblores, y cómo luego vino una avenida de mucha agua, que salió de medio un arroyo, que quiso anegar esta ciudad, y desde entonces hicimos una puente muy buena. Dejemos esta plática y volvamos a decir de la rebelión y alborotos que en aquella sazón en Méjico hobo sobre lo del marqués don Martín Cortés y los hijos de Gil González de Ávila, que degollaron. Como somos en esta ciudad muy buenos y leales vasallos y servidores de Su Majestad, el ilustre cabildo della, con todos los demás caballeros, ofrescimos todas nuestras haciendas y personas para si menester fuera ir contra los de la rebelión, y pusimos guardas y asechanzas y buen recaudo de soldados por los caminos para si algunos de los deservidores de Su Majestad por acá aportasen prendellos, y demás desto hecimos un real alarde para ver y saber qué arcabuceros y hombres de a caballo con todo su aparejo de armas había; que cierto fue cosa muy de ver las ricas armas que salieron, y más la pronta voluntad que todos teníamos para ir, si menester fuera, a Méjico en servicio de Su Majestad. Y paréceme a mí ques tan leal esta ciudad, que en nasciendo los hijos de los conquistadores tienen escritos en el pecho y corazón la lealtad que deben tener a nuestro señor rey. Pues ya que estábamos muy a punto, como dicho tengo, vinieron cartas de Méjico, de fe y de creer, cómo eran degollados los dos hermanos que se decían Alonso de Ávila y Benavides, y desterrados y hecho justicia de otros de la rebelión, y que todo estaba en alguna manera seguro, mas no muy pacífico. Y cuando lo supimos en el ilustre cabildo desta ciudad, puesto que como cristianos nos pesé as... parte descansaron nuestros corazones... cos días nos vinieron otras ca... los consejos personas de cal... cuántos y p or qué causas a... llasen culpados quitasen... muy retos justificados oid... a hacer justicia a los jueces... oidor que fue en Castilla, y... halló justicia a ciertos hombr ... declaró por su honor que habí... servicio que se debe a Su Majestad ... y ser obligado a ello... siempre procuraba de ser... no quedó con buena fama. Dios lo remedie todo, ansí lo uno como lo otro. En Castilla pasan estos pleitos, allá lo sabrán más por extenso que yo lo escribo. Mucho me he detenido de traer a la memoria cosas que en cinco años que gobernó esta provincia el licenciado Briseño pasaron; dejarlo he aquí y diré de la gobernación de la provincia de Honduras, que enviaron los frailes jerónimos. Questaban por gobernadores en la isla de Santo Domingo, que plugiera a Dios que nunca tales hombres enviaran, porque fueron tan malos y no hacían justicia ninguna, porque demás de tratar mal a todos los indios de aquella provincia, herraron muchos dellos por esclavos y los enviaban a vender a la Española, y a Cuba, y a la isla de San Juan de Baruquen, y decíanse aquellos malos gobernadores: el primero, Fulano de Albitez, y el segundo, Cereceda, natural de Sevilla, y el tercero, Diego Díaz de Herrera, que también era de Sevilla, y estos tres fueron principio de echar a perder aquella provincia. Y esto que aquí digo sélo porque cuando vine con Cortés a lo de Honduras me hallé en Trujillo, que se decía en nombre de indios Guaimura, y me hallé en Naco, y en el río de Pichín, y en el de Balama, y en el de Ulúa, y en todos los más pueblos de aquellas comarcas, y estaba muy poblado y de paz, y en sus casas con sus mujeres y hijos. Y desque fueron aquellos malos gobernadores los destruyeron, de manera que en el año de mill y quinientos y cincuenta y un años, cuando por allí pasé, que vine de Castilla, como me conocieron dos caciques del tiempo pasado, me contaron sus desventuras y malos tratamientos con lágrimas en sus ojos, y hobe mancilla de ver la tierra de aquel arte. Y en el año de mill y quinientos y cincuenta había estado por gobernador un hidalgo que se decía Juan Pérez de Cabrera, el cual murió dende a dos años; no hizo mal ni bien, y volvió a estar aquella provincia sujeta a Guatemala, y en todo lo que se pudo remediar le ayudaban y favorescían los presidentes y gobernadores de Guatemala. Y en aquel tiempo vino a ella por gobernador un licenciado que se dice Alonso Ortiz de Argueta, natural de Almendralejo, y gobernó ciertos años; no dejó buena fama en la residencia que le tomaron. Después vino otro gobernador que se decía Juan de Vargas Carvajal; según dicen, lo hizo peor que los pasados, y si no muriera antes que le tomasen la residencia, librara muy mal. Volvamos a la provincia de Soconusco, que está entre Guatemala y Guaxaca. Digo que en el año de veinti y cinco estuve en ella de pasada ocho o diez días, y solía ser poblada de más de quince mill vecinos, y tenían sus casas y huertas de cacaguatales muy buenas, y toda la provincia hecha un vergel de árboles de cacaguatales, y era muy apacible, y agora, en el tiempo de quinientos y sesenta y ocho, está tan fatigada y despoblada, que no hay en ella mill y docientos vecinos. Me dijeron que los unos se murieron de pestilencia, y otros que no les dejan reposar los alcaldes mayores y corregidores y alguaciles que tienen, y de muchos clérigos y curas que les ponen los perlados, y ciertamente que hay tantos que la mitad sobran. Mas, pecador de mí, que no habían de ser tan codiciosos como son, que por el trato de unas como almendras que se dice cacao, de que hacen una cosa como a manera de brebaje, que beben, ques muy bueno, sano y sustancioso, y como en aquella provincia hay muy bueno, andan muchos mercaderes entre los... se lo comprar, y ansí los curas y clérigos y alcaldes... alguaciles, a este efeto, ni les dejan reposar, y es ... tan destruida de cuán próspera la vi... a los señores que mandan en el real... y como no me hallo presente en la... y de cada día vienen de mal... proveer de gobernador... oñez de Villa Quiján, natural... justicia y quitase de trato de mer.. hacían ansí los clérigos y alguaciles... decía que fue el que... vino y otras muchas cosas de mercaderías a precios muy subidos, y hicieron ciertos desatinos y malos tratamientos que los indios no se podían valer dellos, porque más reclamaba que les hiciese justicia, y ansí como llegó a la Nueva España por virrey el ilustrísimo marqués de Falces, etcétera, tuvo noticia dello, por la que dieron de aquel Pero Ordóñez, questaba por gobernador, y le envió a tomar residencia, y estándosela tomando se huyó en parte que no se pudo haber tan presto, porque hizo muchos delitos muy probados; hanme dicho que se ha ido huyendo a Castilla. Y después desto vino por gobernador de la misma provincia un Pedro de Pacheco, natural de Ciudad Real; fama tenía que era buen gobernador. Sobre ciertas cosas la Audiencia Real desta ciudad le envió a tomar residencia, y sobre tratos que dicen que tenía con los indios le mandaron venir preso a esta ciudad, y de dolencia y enojos dicen que murió. Y desta manera que he dicho ha pasado en aquella provincia y gobernación. Vamos adelante a la provincia de Nicaragua, quel primero que la comenzó a poblar y la conquistó fue un capitán que allá envió Pedrarias de
Ávila en el tiempo que fue gobernador de tierra firme, el cual capitán se decía Francisco Hernández, hombre de calidad; ya se ha de entender que no lo digo por el primer descubridor de Yucatán, que también se decía Francisco Hernández de Córdoba, sino por el que envió el Pedrarias de Ávila, el cual mandó degollar en el año de mill y quinientos y veinte y cuatro, porque fue informado por cosa muy cierta que se alzaba con aquella provincia, con favor que para ello le prometió Cortés, cuando estábamos en lo de Honduras, según lo tengo escrito en el capítulo que dello habla; por manera que Pedrarias de Ávila tenía ya degollados dos capitanes: el primero se decía Vasco Núñez de Balboa, el cual hobo esposado con una su hija, y el segundo fue este Francisco Hernández de que hemos hecho minción. Y después que hobo mandado hacer justicia dél, envió a suplicar a Su Majestad que le hiciese merced de aquella gobernación de Nicaragua para un yerno suyo que se dice Rodrigo de Contreras, natural de Segovia, con quien había poco tiempo que casó a una su hija que se decía doña Mar Arias de Peñalosa. Habiendo gobernado Rodrigo de Contreras ciertos años, vino mandado de Su Majestad que le quitasen la gobernación, y estuvo mucho tiempo debajo de la Real Audiencia de Guatemala, y desde a ciertos años Su Majestad hizo merced de la gobernación della y de la Costa Rica, que aún no estaba conquistada a n hidalgo, que se decía Juan Vázquez Coronado, natural de Salamanca, y viniendo por la mar se perdió el navío en que venta y se ahogó. Perdónele Dios. Y después acá ha habido otros gobernadores, que aquí declaro, porque como aquella provincia es de muy pocos indios y viene cada día a menos, valdría más que no tuviese tantos gobernadores

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