La lista de los doce (48 page)

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Authors: Matthew Reilly

Tags: #Intriga, #Aventuras, #Policíaco

Zamanov se incorporó de un salto y blandió su espada en el mismo momento en que Schofield se abalanzó con fuerza sobre él, metiéndose bajo el arco que Zamanov estaba trazando con su brazo mientras al mismo tiempo sacaba algo metálico del chaleco y se lo metía al ruso en la boca.

Zamanov no tuvo tiempo ni de sorprenderse, porque Schofield no vaciló.

Activó el pitón de escalada y volvió la cabeza, pues no quería verlo.

Con un sonido metálico, los extremos como pinzas del pitón se expandieron hacia fuera, buscando algo a lo que asirse.

Lo que encontraron fue la mandíbula inferior y superior de Zamanov.

Schofield no llegó a verlo, pero sí lo oyó.

Oyó el terrible crujido de la mandíbula inferior de Zamanov estirándose más de lo que era humanamente posible.

Schofield se giró y vio que la mandíbula del ruso le pendía grotescamente del rostro, dislocada y rota. El extremo superior del pitón, sin embargo, había causado un daño mayor: había penetrado en el cerebro de Zamanov, dejándolo inmóvil.

El ruso cayó de rodillas.

Schofield cogió la espada y se colocó delante del cazarrecompensas.

Los ojos de Zamanov parpadearon por acto reflejo. Era la única señal de que seguía consciente.

Schofield quería atravesarlo con la espada, cortarle la cabeza incluso, hacerle lo que Zamanov le había hecho a los demás…

Pero no lo hizo.

No podía.

Por eso dejó que el ruso se tambaleara allí donde yacía de rodillas y a continuación observó que instantes después se desplomaba en un charco de sangre.

Una vez hubo concluido la pelea, Schofield se colocó de nuevo el auricular en el oído…

—¡Schofield! ¡Schofield! ¿Me recibe? —La voz de Knight casi le deja sordo—. ¿Está vivo?

—Estoy aquí —dijo Schofield—. Estoy en el lecho. ¿Dónde está usted?

—Estoy en el otro submarino. Encienda las luces exteriores para que pueda ver dónde está.

Schofield así hizo.

Momento en el que la voz de Knight dijo:

—Oh, no me jodas…

—¿Qué?

—¿Tiene energía? —dijo rápidamente Knight.

Schofield probó con el panel de control. Ninguna respuesta.

—Tengo oxígeno, pero no propulsión. ¿Por qué? ¿Qué ocurre? ¿No puede venir y sacarme de aquí?

—No hay manera humana de llegar a tiempo.

—¿A tiempo? ¿A tiempo de qué? ¿Cuál es el problema?

—Eh… esto… uno muy grande…

—¿Qué?

—Mire hacia arriba, capitán.

Schofield escudriñó el exterior.

Y vio el casco del superpetrolero, extremadamente grande, precipitándose a una velocidad constante sobre él, descendiendo en caída libre por las aguas del canal como si la luna cayera del cielo… con su masa colosal yendo directa a él.

6.11

Schofield tragó saliva: cien mil toneladas de un superpetrolero estaban a punto de aterrizar encima de su diminuto submarino.

El casco era tan grande, tan inmenso, que generaba un zumbido profundo y vibrante conforme descendía por las aguas.

—Esto no se ve todos los días —dijo Schofield para sí mismo—. ¡Knight!

—¡No puedo llegar a tiempo! —gritó Knight con frustración.

—Mierda —murmuró Schofield mientras miraba a izquierda y derecha.

¡Opciones
!, gritó su cerebro. No podía escapar nadando. Con sus más de trescientos metros de eslora y sus sesenta de ancho, era demasiado grande. No lograría salir de debajo de él a tiempo.

La única opción era permanecer allí y morir aplastado.

Menudas opciones. Muerte segura o muerte segura.

Pero, si eso era todo lo que había, al menos podía lograr algo antes de que le llegara la muerte.

Y, así, en el lecho marino del canal de la Mancha, Shane Schofield pulsó su micrófono por satélite.

—¡Libro! ¿Cómo va todo por Nueva York?

—Tenemos el Ambrose, Espantapájaros. Todas las fuerzas enemigas han caído. En estos momentos nos encontramos junto a la consola de control y he conectado el enlace ascendente por satélite. Por mi reloj son las 11.52. Dispone de ocho minutos para desactivar esta cosa.

Schofield vio que el superpetrolero seguía descendiendo por las aguas hacia él, un gigante silencioso en caída libre. A esa velocidad, llegaría al lecho en menos de un minuto.

—Puede que usted disponga de ocho minutos, Libro, pero yo no. Tengo que desactivar esos misiles ahora.

Así que sacó su unidad CincLock-VII de su bolsa impermeable y activó el enlace ascendente por satélite.

La unidad cobró vida:

ENL-SAT: CONECTAR ENLACE ASCENDENTE «AMBROSE-049».

CONEXIÓN REALIZADA.

ACTIVAR SISTEMA DE CONEXIÓN REMOTA.

SECUENCIA DE LANZAMIENTO DEL MISIL INICIADA.

PULSE «ENTER». PARA INICIAR LA SECUENCIA DE DESACTIVACIÓN.

PRIMER PROTOCOLO (PROXIMIDAD): SATISFECHO.

INICIAR SEGUNDO PROTOCOLO.

Los círculos rojos y blancos de la consola de control de los misiles del barco de Nueva York aparecieron en la pantalla de Schofield.

Y mientras el impresionante casco del Talbot descendía hacia él, Schofield inició la secuencia de desactivación.

El superpetrolero estaba ganando velocidad.

Caía. Y caía…

Los movimientos de Schofield se tornaron más rápidos.

Un círculo rojo parpadeó y Schofield lo pulsó.

Dieciocho metros

Quince metros

El zumbido del superpetrolero en caída se volvió más potente.

Doce metros…

Nueve metros

Schofield pulsó el último círculo rojo. La pantalla de visualización parpadeó:

SEGUNDO PROTOCOLO (PATRÓN DE RESPUESTA): SATISFECHO.

TERCER PROTOCOLO (CÓDIGO): ACTIVO.

POR FAVOR, INTRODUZCA CÓDIGO DE DESACTIVACIÓN AUTORIZADO.

Seis metros

El agua que rodeaba al submarino se oscureció de repente, consumida por la sombra del superpetrolero.

Schofield introdujo el código de desactivación universal: 131071.

Cuatro metros y medio

La pantalla emitió un bip.

TERCER PROTOCOLO (CÓDIGO): SATISFECHO.

CÓDIGO DE DESACTIVACIÓN AUTORIZADO INTRODUCIDO.

LANZAMIENTO DE MISIL ABORTADO.

Y, mientras esperaba su final (esa vez de verdad, un final del que físicamente no podría escapar), Schofield cerró los ojos y pensó en su vida y en la gente que había estado en ella: Vio a Libby Gant, con aquella sonrisa que podía derretir a cualquiera, besándolo con dulzura; recordó a Madre Newman lanzando tiros en la canasta de su garaje, su enorme sonrisa en su enorme rostro… y sus ojos se llenaron de lágrimas.

El hecho de que todavía quedaran misiles por desactivar en cierto modo no le importaba. Alguien tendría que solucionarlo por él.

El final llegó de una manera rápida.

Diez segundos después, el superpetrolero Talbot alcanzó el lecho marino del canal de la Mancha y la tierra se sacudió con gran estruendo.

Aterrizó justo encima del ASDS de Schofield y lo aplastó en un pulverizador instante.

6.12

Pero Schofield no estaba en el submarino cuando eso ocurrió.

Segundos antes de que el Talbot alcanzara el fondo, cuando estaba a apenas tres metros y medio del lecho marino y su sombra se cernía amenazante sobre el minisubmarino, mientras Schofield seguía inmerso en sus pensamientos, un sonido metálico golpeó el exterior de su ASDS.

Schofield se giró para mirar por las ventanas y vio un Maghook unido al exterior metálico de su pequeño submarino. Su cable se extendía hasta desaparecer en la oscuridad a un lado del superpetrolero.

Oyó de repente la voz de Knight por el auricular:

—¡Schofield! ¡Vamos! ¡Muévase! ¡Muévase!

Schofield volvió a la vida.

Tomó aire y pulsó el botón de la escotilla.

La escotilla se abrió y el agua entró en el minisubmarino. Apenas tardó dos segundos en llenarse por completo y de repente Schofield ya estaba fuera, moviéndose con rapidez, agarrándose al Maghook unido al flanco del submarino.

Tan pronto se agarró a él, Knight (al otro extremo del cable) accionó el interruptor que desmagnetizaba el gancho y el cable comenzó a enrollarse con rapidez.

Schofield salió disparado a gran velocidad mientras el superpetrolero se cernía sobre él. Su interminable casco se alzaba sobre su cuerpo como si fuera la cara inferior de un planeta mientras, unos treinta centímetros por debajo, el fondo marino se sucedía a vertiginosa velocidad.

Y entonces Schofield salió de debajo del superpetrolero y sus pies se deslizaron fuera en el mismo instante en que el buque alcanzó el lecho del canal de la Mancha con un estruendo reverberante, que hizo que la arena y el limo salieran disparados en todas direcciones, envolviendo a Schofield en una densa nube submarina.

Y, esperándolo, sentado encima del segundo ASDS, respirando de una nueva botella de oxígeno y sosteniendo el Maghook de Gant en sus manos, estaba Aloysius Knight.

Le pasó a Schofield la botella y Schofield tomó oxígeno.

En cuestión de un minuto, los dos estaban dentro del minisubmarino de Knight. Knight volvió a presurizar el submarino, expulsando el agua del interior.

Y entonces los dos guerreros ascendieron de las profundidades del canal de la Mancha en un silencioso viaje que concluyó cuando su pequeño submarino amarillo subió a la superficie del océano, golpeada por la lluvia. Al emerger, el submarino fue golpeado por las olas y la luz cegadora de unos brillantes focos halógenos, luces pertenecientes al Cuervo Negro, que sobrevolaba las aguas, aguardándolos.

6.13

Espacio aéreo sobre el canal de la Mancha

18.05 horas (hora local).

12.05 horas (Tiempo del Este, Nueva York, EE. UU).

El Cuervo Negro surcaba el cielo en dirección sur.

Un Aloysius Knight empapado se desplomó sobre el asiento del artillero. Schofield, igualmente empapado, sin embargo, no se sentó.

En el interior de la celda de detención provisional del Cuervo, sacó su Palm Pilot. Tenía un asunto del que ocuparse.

Sacó la lista de los lanzamientos de los misiles. La que era diferente a la lista inicial de Libro. Comparó ambas.

Vale
, pensó,
las tres primeras entradas son iguales a las de la lista de Libro
.

Pero no así las últimas tres: los misiles son diferentes. Y hay una entrada más al final
.

A esas últimas tres entradas les añadió las localizaciones por GPS que había obtenido de Libro. Las dos primeras eran:

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