—Pero…
—No tenemos tiempo que perder —dijo el doctor consultando su reloj—. De acuerdo con nuestra conversación radiofónica, el avión del ejército llegará dentro de veinte minutos.
—¡Travis! —dijo Betty, apenada—. ¡No pensarás dejarme ahora…!
—Señorita Garner —dijo, sonriendo, el doctor—, no existen reglas por lo que respecta a las esposas de los generales. Estoy seguro de que podrá ir con él…, si él la ama.
—¡Sí, me ama!
—Me parece que no tendré dificultad en decidir qué haré durante este año —añadió Travis radiante de alegría.
—¿Por qué no dices
años
, querido?