Los cuclillos de Midwich

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Authors: John Wyndham

Tags: #Ciencia Ficción

 

Durante veinticuatro horas, el apacible pueblecito de Midwich, perdido en la campiña inglesa, se ve inmerso en un hecho insólito: una invisible cúpula de fuerza lo aísla del resto del mundo, y todos sus habitantes pierden la noción de lo ocurrido en aquel lapso de tiempo. Pero esto será sólo el principio. Pasado el fenómeno, otro hecho no menos insólito viene a turbar de nuevo de nuevo la paz: todas la mujeres del pueblo descubren repentinamente que están en cinta... y nueve meses más tarde dan a luz unos extraños niños de ojos dorados. ¿Quiénes son, como han llegado a nacer, cuál es su origen, qué peligro pueden representar? Muy pronto empiezan a descubrirse sus extraños poderes, que culminarán, nueve años más tarde, en uno de los más terribles enfrentamientos, y darán origen a un problema moral de difícil, casi imposible solución.

Porque, al igual que cuclillos anidando en nido ajeno, los Niños, esos sorprendentes muchachos de mente comunitaria, queridos y temidos a la vez, representan el mayor peligro con el que ha tenido que enfrentarse nunca la raza humana.

John Wyndham

Los cuclillos de Midwich

ePUB v1.1

GONZALEZ
31.07.12

Título original:
The Midwich Cuckoos

© 1957, John Wyndham

Traducción: Bárbara McShane, Patrick Alfaya McShane

Diseño/retoque portada: GONZALEZ

Corrección de erratas: dinocefalo

ePub base v2.0

P
RÓLOGO

Si es usted un buen aficionado a la CF., suponemos que habrá leído
El día de los Trífidos
. Si es usted un buen aficionado a la CF., suponemos que conocer sobradamente quién es John Wyndham Parkes Luca Beynon Harris... John Wyndham para los amigos.

Wyndham es, sin la menor duda, y conjuntamente con Arthur C. Clarke, el autor británico de CF. más conocido en todo el mundo. Nacido el 10 de julio de 1903 en Knowle, en el Warmickshire, de padre abogado, fue el primogénito de dos hermanos. Sus padres separaron sus vidas cuando él tenía tan solo ocho años, y a partir de entonces vivió una vida errabunda, saltando de colegio en colegio (siete en total) a medida que su madre iba cambiando de domicilio. John Wyndham se sintió tentado desde pequeño por el arte de escribir. A los trece años había escrito ya una supernovela de guerra (que nunca llegó a ver la luz), al estilo de la famosa
La Guerra Infernal
, y en la que, entre otras muchas cosas, la ciudad de Londres se defendía valerosamente de los dirigibles que la atacaban... mediante el original método de arrojarles poderosos y grandes anzuelos. A los 28 años publicaba su primer relato de CF.:
Worlds to Barter
, en la revista WONDER STORIES. Y a partir de aquel momento ya no dejaría de publicar sus obras (excepto el paréntesis de la guerra) en las mejores revistas inglesas y norteamericanas hasta 1969... año en que, con su muerte, el mundo perdía uno de los mejores y más personales escritores europeos de CF.

Wyndham publicó sus obras (como por otra parte hicieron también muchos otros autores de CF.), utilizando varios seudónimos... aunque todos ellos relacionados con su verdadero nombre. Las primeras obras de Wyndham aparecieron en los EE.UU. firmadas como John Beynon Harris, y en Inglaterra más simplemente como John Beynon (pues Harris es un nombre muy común, y por ello muy poco literario, en la Gran Bretaña). Utilizó también asiduamente el seudónimo de Lucas Parkes, llegando a rizar el rizo al publicar su novela
The Outward Urge
, composición de cuatro relatos largos sobre la conquista de los planetas, como John Wyndham & Lucas Parkes... es decir, él colaborando consigo mismo.

Pero sus mejores obras aparecieron todas ellas bajo el nombre que le haría mundialmente famoso: John Wyndham. Su etapa de grandes éxitos se inició con
El día de los Trífidos
(publicada en español por ediciones Minotauro), aparecida inicialmente como un serial de nueve capítulos en la revista COLLIER'S. Su aparición causó gran impacto entre los lectores, por la perfecta dosificación de los elementos de intriga y horror en su trama. Otra de sus grandes obras es
Kraken acecha
(aparecida en español en la colección Nebulae), que en Inglaterra se llamó
The Kraken Wakes
y en EE.UU.
Out of the Deeps
, y también
Las crisálidas
(igualmente aparecida en Nebulae), que recibió los títulos de
The Crysalids
en el Reino Unido y
Re-birth
en USA. Más posterior es
Problema con los líquenes
" (aparecida en una pésima traducción al castellano en la colección Galaxia de Ediciones Vértice),
Trouble with Lichen
en su edición inglesa. También publicó dos excelentes antologías de relatos,
The Seeds of Time
(publicada en español por la colección Nebulae como
Las semillas del tiempo
), y
Jizzle
(que apareció en la lengua castellana en el número 35 de la revista NUEVA DIMENSION).

Pero la gran olvidada en España de las obras de Wyndham es esta
The Midwich Cuckoos
, incomprensiblemente inédita hasta hoy en nuestro idioma.
Los cuclillos de Midwich
apareció poco después que
El día de los Trífidos
, y fue saludado por el público con idéntico entusiasmo que la primera. La productora MGM adquirió los derechos cinematográficos de la misma antes incluso de que fuera publicada, a la vista únicamente del manuscrito, y sobre ella se rodó la película "
The Village of the Dammed
", dirigida por Wolf Rilla e interpretada por el malogrado Georges Sanders, Barbara Shelley y Michael Gwynn. El éxito del film, a su aparición, es sólo comparable al de la propia novela.

Los cuclillos de Midwich
se halla dentro de la línea del más puro estilo Wyndham. La acción, recreada a un ritmo sostenido que mantiene el interés desde las primeras páginas, encierra un mensaje que es característico de toda la obra de este autor: el de que el hombre es un ser efímero en nuestro planeta, que, al igual que los dinosaurios, atraviesa su época de gran esplendor, pero que como ellos terminará extinguiéndose para ser sustituido por otros seres más inteligentes, más capaces o mejor adaptados al medio. A este respecto, la filosofía de "
Los cuclillos de Midwich
", claramente expuesta por uno de sus principales personajes, Zellaby, ha marcado un hito en la historia de la CF. universal. Los Niños, eje de la acción de la novela, constituyeron un nuevo paso en la historia de la evolución. Pero Wyndham va más lejos aún. Planteando una teoría que posteriormente ha sido desarrollada por muchos otros autores, científicos e investigadores, se pregunta: ¿Es acaso el hombre un ser originario de nuestro planeta? ¿Es la Tierra su auténtica cuna? ¿O, al igual que esos cuclillos, ha sido implantado en nuestro planeta? ¿Acaso no será también el resultado de un experimento de xenogénesis?

Por supuesto, y dentro de la más pura ortodoxia de la CF., Wyndham termina su libro con el triunfo del hombre sobre sus proyectados sucesores. Pero es un parco triunfo pese a todo, un triunfo únicamente relativo. La pregunta sigue aún en pie: ¿Por cuánto tiempo? ¿Cuántos siglos, decenios, lustros quizá, le quedan al hombre para seguir siendo el rey de la Tierra? Wyndham deja aquí un enorme interrogante flotando en la mente del lector, y le pide que busque él mismo, sinceramente, la respuesta. Este profundo mensaje humanístico, arropado en una acción literariamente impecable, es algo que no se puede olvidar.

Colección Infinitum se enorgullece en poderles ofrecer, por primera vez en lengua española, esta obra que, junto con "El día de los Trífidos", está considerada como la obra cumbre de este gran autor universal de la CF., que es John Wyndham.

P
RIMERA PARTE
C
APÍTULO I
P
ROHIBIDO ENTRAR EN
M
IDWICH

Uno de los accidentes más afortunados ocurridos en su vida a mi mujer, fue el casarse con un hombre nacido un 26 de septiembre. De otro modo, seguramente hubiéramos pasado la noche del 26 al 27 en nuestra casa de Midwich... y esto nos hubiera traído una serie de consecuencias que, afortunadamente, nos fueron evitadas.

Siendo mi cumpleaños, y habiendo recibido y firmado por otra parte, el día anterior, un ventajoso contrato con un editor norteamericano, nos fuimos de Midwich la mañana del 26 para celebrar en Londres ambas circunstancias. Lo pasamos estupendamente: algunas visitas bien aprovechadas, una comida de mariscos y Charblis en Wiheeler, la última extravagancia de Ustinov en el teatro, una ligera cena, y a dormir al hotel, donde Janet, mi mujer, se extasió como siempre ante el soberbio lujo y confort del cuarto de baño, cosa que no dejaba de hacer nunca cuando estaba fuera de casa.

A la mañana siguiente, regresamos sin apresurarnos a Midwich. Una breve parada en Trayne, nuestro más próximo lugar de avituallamiento, y luego seguimos por la carretera principal, atravesamos Stouch, y giramos a la derecha en dirección a... Pero no. En medio de la carretera había un cartel: Carretera Cortada. Cerca del cartel había un policía que levantó una mano.

Me detuve. El policía avanzó hacia mi lado. Lo reconocí: era de Trayne.

—Lo siento, señor, pero la carretera está cortada.

—¿Quiere decir que hay que dar la vuelta por la carretera de Oppley?

—Me temo que también esté cerrada, señor.

—Pero...

Un claxon sonó tras nosotros.

Obedecí, no muy convencido de todo aquello, y un camión militar de tres toneladas pasó a nuestro lado. En la parte trasera iba gente de caqui.

—¿Ha ocurrido algo en Midwich? —pregunté.

—Maniobras —respondió—. No se puede pasar por esta carretera.

—¿Por ninguna de las dos carreteras? Sepa usted, condestable, que yo vivo en Midwich.

—Lo sé, señor, pero no puede ir hasta allí por ahora. Si yo fuera usted, señor, regresaría a Trayne hasta que la carretera quedara libre. No puedo, dejarle estacionar aquí a causa de la circulación.

Janet abrió la puerta y tomó su bolsa de provisiones.

—Yo iré a pie, y tu ya me alcanzarás cuando la carretera quede libre —me dijo.

El condestable vaciló. Luego bajó la voz.

—Puesto que usted vive allí, señora, le diré algo que en cierto modo es confidencial. Es inútil que lo intente, señora: nadie puede llegar hasta Midwich, se lo aseguro.

Nos miramos, sorprendidos.

—Pero, por todos los santos, ¿por qué? —dijo Janet.

—Esto es precisamente lo que están intentando saber en su lugar, señores, yo iría al hotel del Aguila, en Trayne, mientras aguardan; ya les haré saber cuando la carretera quede libre.

Janet y yo nos miramos.

—Bueno —dijo ella al condestable—, todo esto parece más bien extraño, pero si está usted completamente seguro de que no podemos ir hasta allí...

—Lo estoy, señora. No hago más que obedecer órdenes. Les tendré al corriente.

Si hubiéramos querido argumentar, hubiéramos tenido todas las de perder. Aquel hombre no hacía más que cumplir con su deber, y de la manera más amable posible.

—Está bien —asentí—. Me llamo Gayford. Richard Gayford. Diré al hotel del Aguila que tomen el mensaje en caso de que llegara estando yo ausente.

Hice marcha atrás hasta la carretera principal y, creyendo en la palabra del condestable de que era igualmente imposible tomar la otra carretera, regresé por donde habíamos venido. Tras haber atravesado Stouch, abandoné la carretera y me metí por un camino vecinal.

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