Marea oscura II: Desastre

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Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Ciencia ficción

 

Los yuuzhan vong han lanzado un ataque sobre los planetas del Borde Exterior. No sienten compasión ni piedad hacia la vida, y están totalmente al margen de la Fuerza. Sus técnicas bélicas tiene en vilo el potencial militar de la Nueva República. Incluso los Jedi, que en el pasado fueron los mayores guardianes de la paz en la galaxia, se ven superados por este implacable enemigo, y su solidaridad ha comenzado a quebrarse.

Mientras Luke Skywalker lucha por mantener a los Jedi unidos, los Caballeros Jacen Solo y Corran Horn se lanzan en una misión de reconocimiento al planeta Garqi, un mundo ocupado por la raza invasora. Allí, por fin, descubren un secreto que podría emplearse para vencer al enemigo. Pero para utilizarlo tendrán que mantenerse con vida el tiempo suficiente…

Michael A. Stackpole

Marea oscura II Desastre

La nueva orden Jedi 3

ePUB v1.0

IronManu
25.11.12

Título original:
Dark Tide II: Ruin

Michael A. Stackpole, 2003.

Traducción: Virginia de la Cruz Nevado

Ilustraciones: John Harris

ePub base v2.1

Para los fans de Star Wars

Vuestro conocimiento y dedicación hacen que escribir estos libros sea todo un reto.

Vuestra pasión por el universo hace que escribirlos sea indescriptiblemente gratificante.

Hasta que volvamos a vernos…

Este libro no habría sido posible sin los esfuerzos de mucha gente. El autor desea dar las gracias a estas personas, sin cuya aportación no existiría este libro.

Sue Rostoni, Lucy Autry Wilson y Allan Kausch, de Lucas Licensing Ltd.

Shelly Shapiro, de Del Rey. Ricia Mainhardt, mi agente.

R. A. Salvatore, Kathy Tyers, Jim Luceno; gracias por echarme una mano, Bob. Aquí te devuelvo el relevo, Jim.

Peet Janes, Timothy Zahn, Tish Pahl y Jennifer Roberson.

Y, como siempre, a Liz Danforth, que soporta que, de vez en cuando, yo me pierda durante meses por una galaxia muy, muy lejana.

Capítulo 1

Shedao Shai estaba en su cámara, situada en las entrañas de la nave viviente
Legado del Suplicio.
El guerrero yuuzhan vong era alto y esbelto, de largas extremidades, con ganchos y espuelas en muñecas, codos, rodillas y talones, y se había levantado en toda su estatura, manteniendo las manos abiertas lejos de los costados. Un cordón umbilical carnoso comunicaba la nave con la máscara de cognición que llevaba puesta. El pequeño cable brotaba serpenteante de la pared de coral yorik de la cámara, allí donde se injertaba en el tejido neuronal de la nave.

Shedao Shai veía lo que veía la nave y sabía lo que sabía la nave que orbitaba Dubrillion. Sólo le rodeaba el vacío del espacio, y el planeta giraba lentamente bajo sus pies como una esfera verde azulada. El cinturón de asteroides del sistema se extendía encima de él como un arco móvil, y el lejano planeta parduzco llamado Destrillion flotaba en la oscuridad casi vacía como un pretendiente cobarde.

Esto es lo que se siente al ser dios.
Shedao Shai dudó por un momento, apenas un parpadeo, esperando a que se le pasara el miedo por haber blasfemado. Dejó el miedo a un lado, sabiendo que Yun-Yammka, el dios conocido como
El Aniquilador,
le permitiría darse ese capricho como recompensa por haber arrebatado tantos planetas a los infieles. Los Sacerdotes habían dicho a los yuuzhan vong que era allí donde se hallaba su nuevo hogar, en lo que los infieles denominaban Nueva República. Y en Shedao Shai recaía la terrible responsabilidad de liderar el ataque que convertiría en realidad la profecía de los Sacerdotes.

Utilizando los sentidos de la nave como si fueran los suyos propios, Shedao dejó que sus preocupaciones y afectos se disiparan, y utilizó su intelecto para analizar lo que veía. Los yuuzhan vong habían recorrido una gran distancia en sus enormes mundonaves, buscando este nuevo hogar. Los exploradores habían localizado la galaxia cincuenta años antes, y el informe de los supervivientes había convertido en realidad la profecía del Sumo Señor. Por fin tenían un nuevo hogar a su alcance. Después del descubrimiento se enviaron agentes que se infiltraron en la galaxia. Los conocimientos que obtuvieron llegaron a las mundonaves, y toda una generación fue entrenada para limpiar la galaxia de infieles.

Shedao Shai sonrió al mirar hacia Dubrillion. Se suele decir de la guerra que hasta el plan más minucioso puede salir mal ante las dificultades; y eso era lo que había pasado en Dubrillion. Nom Anor, un agente yuuzhan vong, había conspirado con sus hermanos de la Casta de los Administradores para usurpar el lugar de los guerreros. Se lanzó un ataque preventivo que fue rechazado por la Nueva República, no sin provocar pérdidas entre los infieles. Los ataques iniciales de Shedao Shai tuvieron que reorientarse hacia los planetas de los que los yuuzhan vong habían sido rechazados, para que la conquista fuera completa y la vergüenza de la derrota quedara erradicada del honor de los yuuzhan vong.

El comandante yuuzhan vong cerró el puño derecho mientras su sonrisa crecía.
Si tuviera tu garganta a mi alcance, Nom Anor, mi placer no tendría límites.

Aunque el guerrero no quería pararse a imaginar qué excusas emplearían los Sacerdotes y el resto de los Administradores para explicar las acciones de Nom Anor, Shedao supo con toda certeza que los dioses le castigarían.
Cuando alcances el Cambio, Nom Anor, encontrarás la recompensa a tu perfidia.

Shedao Shai buscó con su mente los recuerdos almacenados en el
Legado del Suplicio.
Cogió uno de un esclavo que había sido empleado como soldado en la pacificación progresiva que tenía lugar en Dubrillion. El humanoide reptiloide chazrach, de corta estatura y complexión gruesa, había servido bien a los yuuzhan vong en sus guerras; y en algunas, su actuación fue tan notable que mereció el ascender a la escala más básica de la Casta Guerrera. Shedao Shai atrajo el recuerdo hacia sí y se lo puso como si se tratara de un enmascarador ooglith. Al hacerlo, se sintió extraño, ya que el reptiloide era mucho más pequeño que él. Tardó un rato en acomodarse a la sensación de llevar la carne de la criatura, pero cuando lo consiguió comenzó a revivir la misión del chazrach en el planeta que se hallaba a sus pies.

Mientras se sucedían las misiones, se dio cuenta de que no eran muy emocionantes. Aquel chazrach y su escuadrón habían recibido el encargo de limpiar una de las guaridas que los infieles se habían construido entre los escombros de la ciudad principal de Dubrillion. Cada uno de los reptiloides llevaba un coufee, un cuchillo largo de doble hoja, y un tipo de anfibastón más corto que el que utilizaban los guerreros yuuzhan vong. No sólo resultaba más adecuado para la corta estatura de los chazrach, sino que era bastante más rígido, ya que los esclavos parecían estar genéticamente incapacitados para aprender las habilidades básicas requeridas para el manejo de un anfibastón en todas sus posibilidades.

Shedao Shai agitó inquieto los hombros, todavía desacostumbrado a la sensación de la carne alienígena rodeándole, pero dejó que su mente se sumergiera en el recuerdo. A través de los ojos del chazrach vio a los soldados adentrándose en estrechos y oscuros pasadizos. Un olor amargo le alcanzó de repente, y el corazón del chazrach comenzó a latir desbocado. Dos de sus camaradas empujaron para abrirse paso a medida que el pasadizo se ensanchaba. El chazrach empuñó su anfibastón y lo alzó justo antes de que otro esclavo pasara a su lado.

Un rayo de energía roja emanó de la oscuridad, proyectando sombras efímeras, para acabar haciendo explosión entre el grupo de chazrach. Tapándose el rostro quemado y humeante con las manos, un esclavo pasó corriendo. Con el anfibastón todavía en alto, el esclavo que llevaba Shedao esquivó a su compañero herido, y alzó de nuevo la mirada al oír un sonido de metal chocando contra piedra y una chispa que le advertían de un nuevo peligro.

En una cornisa sobre la entrada del pasadizo había un infiel escondido.

Balanceaba de un lado a otro una pesada barra metálica que chocaba contra el techo de la estancia. Dejó caer la barra, que soltó un silbido en su recorrido hacia la cabeza del chazrach; pero el esclavo la rechazó con el anfibastón y atacó con el extremo afilado de su arma. El aguijón se clavó en la parte carnosa de la pierna del hombre, y la sangre salada lo salpicó todo antes de que el esclavo tirara de su anfibastón para recuperarlo.

El hombre cayó con el tirón, giró por el aire y aterrizó bruscamente de espaldas. Se oyó un crujir de huesos, y la parte inferior del cuerpo del infiel se quedó inmóvil. La sangre le seguía saliendo a borbotones del agujero de la pierna, e intentó detenerla con las manos. El infiel clavó los ojos en el esclavo, y el miedo hizo que se le quedaran en blanco, hasta el punto de que pareció que le iban a dar la vuelta en su propia órbita. La boca articuló palabras que se escucharon en un tono quebrado, pero un rápido latigazo del anfibastón hizo que el extremo aplanado sajara el cuello del hombre, silenciando su voz y acabando con su vida de un solo golpe.

Alrededor del chazrach de Shedao había más soldados-esclavo atacando y peleando. Los rayos de energía iluminaban los rincones más alejados de la guarida. Los esclavos caían retorciéndose, agarrándose las heridas sangrantes.

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