Metafísica 4 en 1 Vol.1 (7 page)

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Authors: Conny Méndez

Tags: #Autoayuda, Esoterismo.

La Verdad es que tu “Yo” es perfecto como toda creación del Padre. Es hijo de Dios. Si tú te consideras feo, malo, pecador, defectuoso, culpable, lo manifiestas. Pero esos son falsos testimonios y al comprenderlo, negarlo rotundamente y afirmar la Verdad de tu Ser, comienzas a manifestarla y a ver el falso testimonio en ti y en todo lo que te ocurre y que te rodea.

Ese falso testimonio, como toda mentira, se cura con la Verdad. Es decir, que es falso y que no puede afectar ni atacar la Verdad. Por más que se intente.

Cuando las iglesias hablan de “ofender a Dios”, es hasta risible. A Dios no lo puede ofender nada ni nadie. Se puede intentar pero sin el más leve resultado. A un Principio no lo puede quebrantar nada. Además, equivaldría a que el rasguño infinitesimal que una hormiguita hace al trepar por una montaña, pudiera causarle dolor a la montaña!

Capítulo 10
“No codiciarás”

Cuando una idea se desprende de la Mente Divina ya contiene en sí todo lo que pueda ser necesario para su desarrollo. No se concibe que Dios sea capaz de idear y mandárnoslo incompleto, para que nos devanemos los sesos y nos volvamos locos buscando una solución que sólo Él conoce! Eso será propio de un Crucigrama hecho especialmente para matar el tiempo; pero jamás de la infinita Sabiduría, Amor y Justicia, tratándose, muy especialmente, de la evolución de una vida que Él mismo ha ocasionado.

El Universo está basado en el orden. La armonía perfecta entre todas sus partes es comprobable a la simple vista del sol, y la tierra girando para recibir toda ella el beneficio que él dispensa.

Cuando se adquiere este conocimiento, ya jamás vuelve a faltar nada que sea necesario. Cuando a ti te sobra algo, es porque hay otro que lo está necesitando.

La naturaleza detesta el vacío. El propio aire, el “espacio”, está pleno de átomos de todas las especies esperando la oportunidad de formar algo en el momento oportuno.

La vida vive buscando la oportunidad de animar. Este es su cometido y ella no desperdicia una rendija favorable para introducirse. Deja tú un potecito de tierra en cualquier lugar que pueda recibir humedad, y al poco verás asomar una espiguita verde. Si dejas un vaso con agua olvidado, no tardará en llenarse de larvas vivientes. Antes de que el vientre de una mujer conciba un hijo, todo está preparado en aquel para recibir el germen, para asegurarlo, para alimentarlo y protegerlo hasta poder entregar un ser humano íntegro y completo. El huevito de un insecto, un reptil o un ave encierra ya todo lo que requiere para su formación, una criatura minuciosamente equipada para desenvolverse en su reino apropiado. Igual cosa ocurre con semillas vegetales. Luego, si existe una tan amorosa voluntad; una tan prevista ternura, una atención tan esmerada y minuciosa para preparar y cuidar los detallitos que algún día irán a formar un hombre no puede a ese hombre faltarle nada; todo está previsto y todo ya creado a la disposición de ese hombre.

“No codiciarás” dice el Mandamiento. Es decir, no tienes que envidiar lo de otro, ni ansiarlo, ni resignarte a no poseerlo. El igual existe para ti y ya es tuyo. No tienes ni por qué lucharlo. Basta con pedirlo, reclamarlo, y
dar las gracias
de antemano, para que lo veas aparecer. ¿No lo dice bien claro la Biblia?

“EL QUE PIDE RECIBE, EL QUE BUSCA ENCUENTRA, EL QUE TOCA LE SERÁ ABIERTO”.

Y ¿por qué no lo tomas en serio? El tamaño de un anhelo o la medida de tu necesidad indican el grado de pujanza que está ejerciendo el regalo para entrar en tu vida. Porque es un regalo. No hay que pagarlo. Cuando sientes la necesidad, significa que ya está pagado o merecido. Ya le llegó el momento que esperaba y ya te llegó el momento de aprovecharlo. Pídelo, pero antes da gracias.

Puede que te venga por las vías naturales terrenas; o por mano amiga; o puede venirte como milagro. Puede caer de las nubes como me ocurrió a mí en una ocasión: que estando en New Orleans sin conocer un alma, se me agotó el dinero mientras esperaba un giro que se retardó. No me quedaba un céntimo en la cartera y era Sábado en la tarde. No había Banco abierto hasta el Lunes. Pero yo “conocí” la Verdad y la declaré: “Mi mundo contiene todo; no falta nada en la Creación. Gracias Padre que ya me has oído”. En ese momento vi un papel verde que revoloteaba en el viento de la calle y que venía hacia mí. Se me pegó en un tobillo, y al bajar la vista me di cuenta de que era un billete de cinco dólares. Sin duda se le escapó a alguien. Esperé con el billete en la mano por si notaba que alguno lo buscaba. Aquel dinero, en una forma milagrosa, me alcanzó hasta para pagar un taxi que me llevó al Banco el lunes, en donde me estaba esperando mi giro.

Los milagros no ocurren porque se haya quebrantado un Principio, como creían ingenuamente las iglesias, sino precisamente porque se echa mano a la acción del Principio; se le estudia, se conoce, se aplica el reglamento de la Ley, o sea, que se actúa de acuerdo con él; porque ningún Principio puede jamás inclinarse para condescender, ni doblegarse para hacer excepciones. Mi Maestro decía que si el Principio de Gravedad se detuviera un instante para impedir que un señor muy importante muriera al caer al suelo, después de haberse lanzado de un último piso, no sería un milagro sino el caos universal.

Capítulo 11
El primer mandamiento

Los tres primeros mandamientos son uno solo. Los tres se refieren a una misma cosa, y dicen así:

(1) “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí.

(2) No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

(3) No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visto la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que aborrecen, y hago misericordia a millares, de los que aman y guardan mis mandamientos.

(4) No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomase su nombre en vano”.

Lo primero que hay que recordar es que cuando la Biblia repite tres veces algún punto, significa que se ha de tomar en el sentido de la letra y no simbólicamente; además de que ese sentido es el mismo en los tres planos de conciencia: material, mental, espiritual.

En este mandamiento aparece tres veces la mención de “Jehová tu Dios”. La primera mención se refiere a Dios, Creador de todo. La segunda se refiere a la Ley, o Principio. La tercera se refiere al “Yo Superior” de cada uno de nosotros, que es uno con Dios, uno con el Principio. O sea, que aquí están presentados tres aspectos de una misma entidad y poder.

Egipto es el símbolo de la materia. Del hombre primitivo que no ha alcanzado aún el grado de poder comprender o aceptar el concepto de un Dios único, invisible. Los egipcios adoraban a muchos dioses, ídolos formados y visibles. Hermes dio el primer paso para inculcarles la idea de un Dios único. Como primer esfuerzo, sirvió de impulso pero no se afirmó. Retrocedieron a sus creencias acostumbradas. Moisés vino a darles un nuevo impulso.

Por esto dice: “Yo soy Jehová tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí”.

En la interpretación terrena para el plano material y para los seguidores de Moisés en el Éxodo, esto ordenaba hacer tal cual lo que dice, que un Dios único los había liberado de la esclavitud en las casas de sus amos egipcios; que ese nuevo dios se llamaba Jehová y que no deberían continuar sirviéndole a sus antiguos ídolos. En la frase (2) estipula las formas de estos ídolos, o sea, que prohíbe adorar imágenes, a los animales, a los peces. En la frase (3) les habla muy claro. Les prohíbe venerar y honrar a sus muñecos pintados. Y celoso. Que él castigará no solamente al desobediente sino a sus hijos, nietos y descendientes, pero que tendrá piedad de aquéllos que le obedezcan.

Todo esto es tan infantil que las generaciones futuras protestaron ante la patente injusticia, de modo que fue aclarado y abrogado por el profeta Ezequiel. Lo cual muestra cómo la mente humana iba desarrollándose y encontrando pueril algunos puntos de aquellas órdenes de Moisés.

Para nosotros, el significado metafísico ya está diáfano. “Yo soy Dios, que te extrajo del concepto material. No atribuyas poderes a otra cosa que a mí. No te forjes imágenes (mentales). No les temas ni las respetes, ni formes tus juicios de acuerdo con lo que veas en el exterior (arriba en el cielo, ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra), porque la Ley te entregará lo que ordenen tus errores (los que me aborrecen) y corregirá tus manifestaciones al tú emplear la Verdad (hago misericordia a los que me aman y cumplen mis mandamientos)”.

Los hebreos, andando el tiempo, tomaron las Escrituras tan al pie de la letra, que en sus sinagogas no hay nada que pueda recordar siquiera una “imagen”, y se recargaron de todas las imposiciones enumeradas en Levítico hasta el punto que los levitas vivían abrumados por un complejo de culpabilidad, ya que les era humanamente imposible cumplir los seiscientos y pico de ritos y detalles diarios a los cuales se creían comprometidos.

La Biblia es un tratado psicológico y metafísico. Es el libro de la verdad. Ella no ordena. Sólo explica. Encierra una explicación y un consejo para cada una de las circunstancias de la vida, en todos los planos de conciencia.

El Nº (4) “No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano”, se refiere directamente a lo que ya tú sabes: No te condenes tú mismo con tus palabras. No digas que eres feo, malo, negativo, no te apropies condiciones que después lamentes verlas manifestadas tales como “Mi mala memoria”, “Mi corazón enfermo”, “Mi cojera”, “Mi pésima vista”, etc., pues todo esto es tomar en vano el nombre de Jehová tu Dios, y la ley no perdona (no dará por inocente) a lo que se decrete en nombre del “YO”. Habrás dado una orden que el subconsciente hará todo lo posible por cumplir en todas tus circunstancias (hasta la tercera y cuarta generación).

Capítulo 12
No fornicarás

En principio, esa palabra no fue la que empleó ni escribió Moisés. Lo que él dijo fue “No cometerás adulterio”, y ese fue el primer adulterio que se cometió al transcribir los diez mandamientos, el de adulterar arbitrariamente la verdad.

Siendo Moisés un adelantado, un sabio, un experto en el conocimiento de los Principios herméticos, era totalmente imposible que él instruyera (y dejara escrita la instrucción) de tratar de burlar el Principio de Generación. La palabra constituye una ofensa, un insulto a la inteligencia humana, en ese sitio en donde la colocaron los escribas, por orden de autoridades eclesiásticas ignorantes.

La misma sustitución fue hecha burdamente en las escrituras del apóstol y evangelista Mateo, capítulo 19, versículos 4 al 12. Pero esto lo trataremos más adelante. A todo conocedor de los Principios, las sustituciones bíblicas le saltan a la vista.

Como todos los Principios, el de Generación funciona de manera automática en todos los planos, y en cada plano actúa en la forma apropiada al plano. En el reino atómico un átomo se junta con otro para dar nacimiento a un elemento, por ley de atracción, cohesión y adhesión, y estas tres son condiciones naturales del Principio de Generación, o sea, que forman parte integral del Principio. No hubiera sido creado nada; no se produciría nada; no nacería nada; no evolucionaría nada si se pudiera destruir el principio electrónico del magnetismo, o sea la atracción entre el positivo y el negativo. La adhesión y cohesión ocurren después de la atracción. La adhesión es la autodeterminación del átomo; en otras palabras, el libre albedrío que contiene TODO átomo de aceptar a rechazar el unirse a otro átomo que sea o no su tipo. La cohesión es la facultad de pegarse el uno con el otro en un grado tal de fuerza, que no necesito recordarles lo que ocurre cuando se logra separar las partículas de un átomo (¡La Bomba Atómica!)

Supongo que habrás visto en lo que acabas de leer, la similitud a lo que ocurre entre nosotros los humanos. Esa similitud te ilustra a perfección el principio de Correspondencia “Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba”. Es decir, que “estudiando la mónada se llega al ángel” como lo expresa el Kybalion.

Bien. Los Principios actúan automáticamente, por encima de todo y a pesar de todo lo que podamos nosotros hacer en contra. Si los átomos fueran ya seres humanos; o si ellos hablaran en palabras nuestras, llamarían a ese proceso de atracción, adhesión y cohesión “fornicar” ¿no es así? Igual cosa sería en los reinos botánico y zoológico, donde una abeja transfiere el polen de una flor a otra y de esa unión nace una nueva especie ¿no? Ahora díganse si está en los designios de Dios Creador impedir o prohibir esos procesos!

Es sabido que al oponer una resistencia a un Principio, se multiplica la fuerza que lo impele, y busca la salida por otros conductos, o sea, que lo único que se logra es obligarlo a desviarse; no se logra atajarlo.

En el reino animal, el Principio de Generación es llamado “sexo”. Todo el tiempo que los humanos continúen reproduciéndose por el proceso llamado sexual, están comprobando que una parte de su sistema no ha salido aún del reino animal. Y una vez que sus células evolucionan al reino inmediatamente superior, donde el Principio de Generación se manifiesta en una forma diferente, el hombre y la mujer no pueden actuar como los animales. Ya no están en ese reino y no los domina la influencia inferior. No sienten deseos sexuales, ni de comer carne. Es otro orden de cosas.

En este punto los discípulos siempre preguntan: “¿Y si todos evolucionamos, entonces se acaba la raza humana?”. No, ¿por qué?¿Siempre nos vienen por detrás millares de millares de seres que tienen que pasar por el reino animal? Te gradúas tú, se gradúa tu generación, se van graduando paulatinamente todos los seres humanos; pero si siguen llegando otros, eternamente. Jesús dijo:
“LOS POBRES LOS TENDRÉIS SIEMPRE CON VOSOTROS”.
Se refería no solamente a los económicamente pobres sino también a los pobres en conocimientos, los pobres en experiencias, los pobres en evolución.

También dice el Apocalipsis que el Señor anunció para esta Era que “no nacerían más niños”. Eso lo anunció para el sector humano de su época, que es el mismo que evoluciona hoy. Ya se acerca ese momento. Lo sabemos por lo siguiente y por muchas otras señales: La hora más oscura es antes del amanecer. El moribundo se mejora justo antes de morir. El enfermo se empeora justo antes de curar. La población de la Tierra aumenta en todas partes de una manera extraordinaria. Pronto comenzará a declinar.

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