Por qué fracasan los países (23 page)

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Authors: James A. Daron | Robinson Acemoglu

 

 

El logro del rey Shyaam ilustra que mediante instituciones extractivas se puede lograr cierto grado limitado de éxito económico. Crear tal desarrollo exige un Estado centralizado, y para ello a menudo es necesaria una revolución política. Una vez que Shyaam creó este Estado, podía utilizar su poder para reorganizar la economía e impulsar la productividad agrícola, para poder cobrar impuestos.

¿Por qué fueron los bushongs y no los leles los sujetos de una revolución política? ¿No podían haber tenido los leles su propio rey Shyaam? Lo que éste logró fue una innovación institucional no relacionada de ninguna forma determinista con la geografía, la cultura ni la ignorancia. Los leles podrían haber tenido esa revolución y haber transformado sus instituciones de forma similar, pero no lo hicieron. Quizá fuera por razones que no entendemos, por nuestro conocimiento limitado de su sociedad actual. Lo más probable es que se deba a la naturaleza contingente de la historia. La misma casualidad se dio probablemente cuando, hace doce mil años, algunas de las sociedades de Oriente Próximo se embarcaron en una serie más radical de innovaciones institucionales que condujeron al establecimiento de las sociedades sedentarias y, posteriormente, a la domesticación de plantas y animales, como comentaremos posteriormente.

 

 

El Largo Verano

 

Alrededor de 15000 a. C., la era glacial llegaba a su fin a medida que el clima de la Tierra se hacía más cálido. Las pruebas encontradas en el núcleo de hielo de Groenlandia sugieren que las temperaturas medias aumentaron hasta los quince grados Celsius en un corto período de tiempo. Este calentamiento parece haber coincidido con rápidos aumentos de la población humana, cuando el calentamiento global condujo a la expansión de poblaciones animales y a una mayor disponibilidad de plantas y alimentos silvestres. Este proceso se revirtió rápidamente alrededor de 14000 a. C., durante un período de enfriamiento conocido como Dryas Reciente, pero, después de 9600 a. C., las temperaturas globales volvieron a aumentar siete grados Celsius en menos de una década y, desde entonces, permanecen elevadas. El arqueólogo Brian Fagan lo denomina el Largo Verano. El calentamiento del clima fue una coyuntura crítica enorme que preparó el trasfondo para la revolución neolítica en la que las sociedades humanas hicieron la transición a la vida sedentaria, la agricultura y la ganadería. Esto y el resto de la historia humana posterior se han desarrollado disfrutando de este Largo Verano.

Existe una diferencia fundamental entre la agricultura-ganadería, y la caza-recolección. Las primeras se basan en la domesticación de especies de plantas y animales, conllevan una intervención activa en sus ciclos de vida para cambiar la genética y hacer que sean más útiles para los humanos. La domesticación es un cambio tecnológico que permite que los humanos produzcan mucha más comida a partir de las plantas y los animales disponibles. Por ejemplo, el cultivo del maíz empezó cuando los humanos recogieron teocinte, el antepasado silvestre del maíz. Las mazorcas de teocinte son muy pequeñas, apenas miden unos centímetros de largo. Son de un tamaño muy reducido en comparación con una mazorca de maíz actual. Sin embargo, gradualmente, seleccionado las mazorcas más grandes de teocinte y las plantas que no se rompían, sino que permanecían en el tallo para ser cosechadas, los humanos crearon el maíz moderno, que proporciona mucho más alimento en la misma superficie de tierra.

Las primeras pruebas conocidas de agricultura, ganadería y domesticación de plantas y animales proceden de Oriente Próximo, concretamente de la zona conocida como Hilly Flanks, que se extiende desde el sur del actual Israel hasta Palestina y la orilla oeste del río Jordán, a través de Siria y hasta el sureste de Turquía, el norte de Irak y el oeste de Irán. De alrededor del año 9500 a. C., datan las primeras plantas domésticas. Farro y cebada se hallaron en dos carreras en Jericó, en la orilla oeste del río Jordán, en Palestina. Farro, guisantes y lentejas se encontraron en Tell Aswad, mucho más al norte, en Siria. En estos lugares se desarrolló la denominada cultura natufiense y ambos tenían grandes ciudades. La ciudad de Jericó tenía una población aproximada de quinientas personas en aquel momento.

¿Por qué aparecieron allí los primeros pueblos agrícolas y no en otro lugar? ¿Por qué los natufienses, y no otros pueblos, fueron quienes domesticaron los guisantes y las lentejas? ¿Tuvieron suerte y sencillamente vivían allí donde había muchos candidatos potenciales para la domesticación? Aunque sea verdad, muchas otras personas vivían entre esas especies, pero no las domesticaron. Como vimos en el capítulo 2, en los mapas 4 y 5, la investigación de genetistas y arqueólogos para determinar la distribución de los antepasados silvestres de los animales y plantas domesticados modernos revela que muchos de estos antepasados se habían diseminado en áreas muy grandes, de millones de kilómetros cuadrados. Los antepasados silvestres de las especies de animales domesticados se habían dispersado a través de Eurasia. Los Hilly Flanks estaban particularmente bien provistos de especies de cultivos silvestres, pero no era eso lo que diferenciaba este lugar de cualquier otro. No era el hecho de que los natufienses vivieran en una zona únicamente provista con especies silvestres lo que los hizo especiales, sino el hecho de que eran sedentarios antes de empezar a domesticar plantas o animales. Una prueba de ello procede de los dientes de gacela, que están compuestos por cemento, un tejido óseo conectivo que crece en capas. Durante la primavera y el verano, cuando el crecimiento del cemento es más rápido, las capas son de un color distinto a las que se forman en invierno. Si se corta una parte del diente, se puede ver el color de la última capa creada antes de que muriera la gacela. Y utilizando esta técnica, se puede determinar si mataron a la gacela en verano o en invierno. En los sitios natufienses, se encuentran gacelas a las que mataron en todas las estaciones, lo que sugiere que vivían allí durante todo el año. El pueblo de Abu Hureyra, en el río Éufrates, es uno de los asentamientos natufienses que se han investigado más intensamente. Durante casi cuarenta años, los arqueólogos han examinado las capas del suelo, lo que proporciona uno de los ejemplos mejor documentados de vida sedentaria antes y después de la transición a la agricultura. El asentamiento probablemente empezó alrededor de 9500 a. C., y los habitantes continuaron su estilo de vida de cazadores-recolectores otros quinientos años antes de iniciar la transición a la agricultura. Los arqueólogos estiman que la población del poblado antes de la agricultura era de entre cien y trescientas personas.

Se pueden imaginar toda clase de razones por las que una sociedad se beneficiaría al convertirse en sedentaria. Trasladarse de un sitio a otro resultaba costoso; los niños y los ancianos debían ser transportados y era imposible almacenar comida para los períodos de carestía cuando se iba de un sitio a otro. Además, ciertas herramientas, como las piedras de moler y las hoces, útiles para procesar comida salvaje, pesaban mucho. Existen pruebas de que incluso los cazadores-recolectores nómadas almacenaban comida en sitios escogidos, como, por ejemplo, en cuevas. El maíz se almacena muy bien, y ésa es la razón de que fuera muy atractivo y explica que se cultivara tan intensamente en todo el continente americano. La capacidad para manejar con eficacia el almacenamiento y acumular reservas de alimentos seguramente fuera un importante incentivo para adoptar una forma de vida sedentaria.

A pesar de que fuera colectivamente deseable convertirse en sedentario, esto no significa que tuviera que pasar necesariamente. Un grupo nómada de cazadores-recolectores tenía que ponerse de acuerdo para hacerlo, o alguien los tuvo que obligar. Algunos arqueólogos han sugerido que el aumento de la densidad de la población y la reducción del nivel de vida fueron factores clave en la aparición de la vida sedentaria, lo que obligó a la población nómada a quedarse en un lugar. Sin embargo, la densidad de los lugares natufienses no es mayor que la que había en los grupos anteriores, así que no parece haber pruebas del aumento de la densidad de la población. Tampoco los fósiles dentales y de esqueletos sugieren que su salud se deteriorara. Por ejemplo, la escasez de alimentos tiende a crear hipoplasia, líneas finas en el esmalte dental, pero éstas son menos frecuentes en el pueblo natufiense que en otros pueblos agrícolas posteriores.

Lo más importante es que, aunque la vida sedentaria tuviera ventajas, también tenía inconvenientes. La resolución de conflictos probablemente fuera más complicada para los grupos sedentarios, ya que entre los nómadas los desacuerdos se resolvían cuando ciertas personas o grupos se marchaban. En cuanto se construyeron edificios permanentes y se disponía de más bienes de los que se podían transportar, trasladarse se convirtió en una opción mucho menos atractiva. Así que los pueblos tenían que dotarse de formas más efectivas de resolver conflictos y de nociones de propiedad más elaboradas. Había que tomar decisiones sobre quién tenía acceso a qué parte de tierra cerca del pueblo o quién recogería fruta de qué filas de árboles y quién pescaría en qué parte del arroyo. Hubo que desarrollar reglas, y también las instituciones que debían crearlas y hacerlas cumplir.

Para que apareciera la vida sedentaria, parece plausible que los cazadores-recolectores hayan sido obligados a establecerse, lo que debió estar precedido por una innovación institucional que concentrara el poder en manos de un grupo que se convertiría en la élite política, que impusiera derechos de propiedad, mantuviera el orden y también se beneficiara de su estatus obteniendo los recursos del resto de la sociedad. De hecho, es probable que se produjera una revolución política similar a la iniciada por el rey Shyaam, aunque a menor escala, y ése sería el avance que habría conducido a la vida sedentaria.

De hecho, las pruebas arqueológicas sugieren que los natufienses desarrollaron una sociedad compleja caracterizada por jerarquía, orden y desigualdad (el comienzo de lo que reconoceríamos como instituciones extractivas) mucho tiempo antes de convertirse en agricultores. Una prueba sólida de esta jerarquía y desigualdad se encuentra en las tumbas. Algunas personas eran enterradas con una gran cantidad de conchas de obsidiana y dentalium, que procedían de la costa del Mediterráneo próxima al monte Carmelo. Otros tipos de ornamentación incluyen collares, bandas y brazaletes, realizados con conchas, dientes caninos y falanges de ciervos. Otras personas eran enterradas sin ninguna de estas cosas. Se comerciaba con conchas y con obsidiana, y el control de este comercio, muy probablemente, era una fuente de desigualdad y acumulación de poder. Existen más pruebas de desigualdad económica y política en el sitio natufiense de Ain Mallaha, al norte del mar de Galilea. Entre un grupo de alrededor de cincuenta cabañas redondas y muchos pozos, claramente utilizados como almacén, existe un gran edificio intensamente enlucido próximo a una plaza central despejada. Lo más seguro es que fuera la casa de un jefe. Aparte de las sepulturas del lugar, algunas de las cuales son mucho más elaboradas, también hay pruebas del culto a las calaveras, lo que posiblemente indique adoración a los antepasados. Estos cultos están extendidos por los sitios natufienses, sobre todo en Jericó. El predominio de pruebas de lugares natufienses sugiere que probablemente ya se trataba de sociedades con instituciones elaboradas que determinaban la herencia del estatus de la élite. Comerciaban con lugares lejanos y tenían formas incipientes de jerarquías políticas y religiosas.

Lo más probable es que la aparición de las élites políticas provocara, en primer lugar, la transición a la vida sedentaria y, después, a la agricultura. Tal y como muestran los lugares natufienses, la vida sedentaria no significaba necesariamente agricultura y ganadería. La población se establecía en un sitio, pero continuaba cazando y recolectando para vivir. Al fin y al cabo, el Largo Verano hizo que las cosechas silvestres fueran más abundantes y la caza y la recolección, probablemente, más atractivas. La mayoría de la población habría estado bastante satisfecha con una vida de subsistencia basada en la caza y la recolección, que no exigían mucho esfuerzo. Ni siquiera la innovación tecnológica conduce necesariamente a un aumento de la producción agrícola. De hecho, se sabe que una innovación tecnológica importante como la introducción del hacha de acero entre los aborígenes australianos conocidos como Yir Yoront no condujo a una producción más intensa, sino a más tiempo para dormir, porque les permitía alcanzar los requisitos de subsistencia con más facilidad y había pocos incentivos para trabajar para lograr más.

La explicación tradicional, basada en la situación geográfica, para justificar la revolución neolítica (eje central del argumento de Jared Diamond, descrita en el capítulo 2) es que fue impulsada por la disponibilidad inesperada de muchas especies de plantas y animales que se podían domesticar fácilmente. Aquello hizo que la agricultura y la ganadería fueran atractivas y provocó la vida sedentaria. Después de que las sociedades se volvieran sedentarias y empezaran a dedicarse a la agricultura, comenzaron a desarrollarse la jerarquía política, la religión y otras instituciones significativamente más complejas. Las pruebas de los natufienses sugieren que esta explicación tradicional, aunque esté ampliamente aceptada, empieza la casa por el tejado. Los cambios institucionales tuvieron lugar en sociedades mucho antes de que iniciaran la transición a la agricultura y probablemente fueron la causa tanto del paso al sedentarismo, que reforzó los cambios institucionales, como, posteriormente, de la revolución neolítica. Este patrón es sugerido no solamente por las pruebas de los Hilly Flanks, el área estudiada con más intensidad, sino también por la mayoría de las pruebas encontradas en América, el África subsahariana y el este de Asia.

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