Residence on Earth (New Directions Paperbook) (6 page)

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Authors: Pablo Neruda,Donald D. Walsh

 

ARS POETICA

Between shadow and space, between trimmings and
damsels,

endowed with a singular heart and sorrowful dreams,

precipitously pallid, withered in the brow

and with a furious widower’s mourning for each day of life,

ah, for each invisible water that I drink somnolently

and from every sound that I welcome trembling,

I have the same absent thirst and the same cold fever,

a nascent ear, an indirect anguish,

as if thieves or ghosts were coming,

and in a shell of fixed and profound expanse,

like a humiliated waiter, like a slightly raucous bell,

like an old mirror, like the smell of a solitary house

where the guests come in at night wildly drunk,

and there is a smell of clothes thrown on the floor, and an

absence of flowers—

possibly in another even less melancholy way—

but the truth is that suddenly the wind that lashes my chest,

the nights of infinite substance fallen in my bedroom,

the noise of a day that burns with sacrifice,

ask me, mournfully, for what prophecy there is in me,

and there is a swarm of objects that call without being answered,

and a ceaseless movement, and a bewildered man.

 

SISTEMA
SOMBRÍO

De cada uno de estos días negros como viejos
hierros,

y abiertos por el sol como grandes bueyes rojos,

y apenas sostenidos por el aire y por los sueños,

y desaparecidos irremediablemente y de pronto,

nada ha substituido mis perturbados orígenes,

y las desiguales medidas que circulan en mi corazón

allí se fraguan de día y de noche, solitariamente,

y abarcan desordenadas y tristes cantidades.

 

Así, pues, como un vigía tornado insensible y ciego,

incrédulo y condenado a un doloroso acecho,

frente a la pared en que cada día del tiempo se une,

mis rostros diferentes se arriman y encadenan

como grandes flores pálidas y pesadas

tenazmente substituidas y difuntas.

 

SOMBER SYSTEM

From each of these days black as old irons,

and opened by the sun like great red oxen,

and scarcely sustained by air and by dreams,

and vanished irreparably and suddenly,

nothing has replaced my troubled origins,

and the unequal measures that circulate in my heart

are forged there by day and by night, solitarily,

and embrace unruly and mournful quantities.

 

Thus, then, like a lookout turned insensible and blind,

incredulous and condemned to a pitiful spying,

facing the wall at which each day of time unites,

my different faces gather and make chains

like great flowers pale and weighty

tenaciously replaced and dead.

 

ANGEL
ADÓNICA

Hoy me he tendido junto a una joven pura

como a la orilla de un océano bianco,

como en el centro de una ardiente estrella

de lento espacio.

 

De su mirada largamente verde

la luz caía como un agua seca,

en transparentes y profundos círculos

de fresca fuerza.

 

Su pecho como un fuego de dos llamas

ardía en dos regiones levantado,

y en doble río llegaba a sus pies,

grandes y claros.

 

Un clima de oro maduraba apenas

las diurnas longitudes de su cuerpo

llenándolo de frutas extendidas

y oculto fuego.

 

ADONIC ANGELA

Today I stretched out next to a pure young woman

as if at the shore of a white ocean,

as if at the center of a burning star

of slow space.

 

From her lengthily green gaze

the light fell like dry water,

in transparent and deep circles

of fresh force.

 

Her bosom like a two-flamed fire

burned raised in two regions,

and in a double river reached

her large, clear feet.

 

A climate of gold scarcely ripened

the diurnal lengths of her body

filling it with extended fruits

and hidden fire.

 

SONATA Y
DESTRUCCIONES

Después de mucho, después de vagas
leguas,

confuso de dominios, incierto de territorios,

acompañado de pobres esperanzas

y compañías infieles y desconfiados sueños,

amo lo tenaz que aún sobrevive en mis ojos,

oigo en mi corazón mis pasos de jinete,

muerdo el fuego dormido y la sal arruinada,

y de noche, de atmósfera oscura y luto prófugo,

aquel que vela a la orilla de los campamentos,

el viajero armado de estériles resistencias,

detenido entre sombras que crecen y alas que tiemblan,

me siento ser, y mi brazo de piedra me defiende.

 

Hay entre ciencias de llanto un altar confuso,

y en mi sesión de atardeceres sin perfume,

en mis abandonados dormitorios donde habita la luna,

y arañas de mi propiedad, y destrucciones que me son queridas,

adoro mi propio ser perdido, mi substancia imperfecta,

mi golpe de plata y mi pérdida eterna.

Ardió la uva húmeda, y su agua funeral

aún vacila, aún reside,

y el patrimonio estéril, y el domicilio traidor.

 

Quién hizo ceremonia de cenizas?

Quién amó lo perdido, quién protegió lo
último?

El hueso del padre, la madera del buque muerto,

y su propio final, su misma huida,

su fuerza triste, su dios miserable?

 

Acecho, pues, lo inanimado y lo doliente,

y el testimonio extraño que sostengo,

con eficiencia cruel y escrito en cenizas,

es la forma de olvido que prefiero,

el nombre que doy a la tierra, el valor de mis sueños,

la cantidad interminable que divido

con mis ojos de invierno, durante cada día de este mundo.

 

SONATA AND
DESTRUCTIONS

After a good deal, after vague leagues,

confused about domains, uncertain about territories,

accompanied by faint hopes

and faithless companies and uneasy dreams,

I love the tenacity that still survives in my eyes,

I hear in my heart my horseman steps,

I bite the dormant fire and the ruined salt,

and at night, dark in atmosphere and fugitive mourning,

he who keeps vigil at the edge of camps,

the armed traveler of sterile resistances,

prisoner amid growing shadows and trembling wings,

I feel that I am he, and my arm of stone defends me.

 

There is among the sciences of weeping a confused altar,

and in my session of perfumeless twilights,

in my abandoned bedrooms where the moon dwells,

and inherited chandeliers, and destructions that are dear to me,

I adore my own lost being, my imperfect substance,

my silver set and my eternal loss.

The moist grape burned, and its funereal water

still wavers, still resides,

and the sterile patrimony, and the treacherous domicile.

 

Who made a ceremony of ashes?

Who loved the lost, who protected the last?

The bone of the father, the wood of the dead ship,

and its own ending, its very flight,

its sad force, its miserable god?

 

I spy, then, on the inanimate and the doleful,

and the strange testimony that I affirm,

with cruel efficiency and written in ashes,

is the form of oblivion that I prefer,

the name that I give to the earth, the value of my dreams,

the interminable quantity that I divide

with my winter eyes, during each day of this world.

 

II
LA NOCHE DEL SOLDADO

Yo hago la noche del soldado, el tiempo del
hombre sin melancolía ní exterminio, del tipo tirado lejos por el
océano y una ola, y que no sabe que el agua amarga lo ha separado y que envejece,
paulatinamente y sin miedo, dedicado a lo normal de la vida, sin cataclismos, sin
ausencias, viviendo dentro de su piel y de su traje, sinceramente oscuro. Así,
pues, me veo con camaradas estúpidos y alegres, que fuman y escupen y
hor-rendamente beben, y que de repente caen enfermos de muerte. Porque, dónde
están la tía, la novia, la suegra, la cuñada del soldado? Tal vez
de ostracismo o de malaria mueren, se ponen fríos, amarillos, y emigran a un
astro de hielo, a un planeta fresco, a descansar, al fin, entre muchachas y frutas
glaciales, y sus cadáveres, sus pobres cadáveres de fuego, irán
custodiados por ángeles alabastrinos a dormír lejos de la llama y la
ceniza.

Por cada día que cae, con su obligación vesperal de sucumbir, paseo,
haciendo una guardia innecesaria, y paso entre mercaderes mahometanos, entre gentes que
adoran la vaca y la cobra, paso yo, inadorable y común de rostro. Los meses no
son inalterables, y a veces llueve: cae del calor del cielo una impregnación
callada como el sudor, y sobre los grandes vegetales, sobre el lomo de las bestias
feroces, a lo largo de cierto silencio, estas plumas húmedas se entretejen y
alargan. Aguas de la noche, lágrimas del viento monzón, saliva salada
caída como la espuma del caballo, y lenta de aumento, pobre de salpicadura,
atónita de vuelo.

Ahora, dónde está esa curíosídad profesíonal, esa
temura abatida que sólo con su reposo abría brecha, esa conciencia
resplandecientc cuyo destello me vestía de ultraazul? Voy respirando como hijo
hasta el corazón de un método obligatorio, de una tenaz paciencia
física, resultado de alimentos y edad acumulados cada día, despojado de mi
vestuario de venganza y de mi piel de oro. Horas de una sola estación ruedan a
mis pies, y un día de formas diurnas y nocturnas está casi siempre
detenido sobre mí.

Entonces, de cuando en cuando, visito muchachas de ojos y caderas jóvenes, seres
en cuyo peinado brilla una flor amarilla como el relámpago. Ellas llevan anillos
en cada dedo del pie, y brazaletes, y ajorcas en los tobillos, y además, collares
de color, collares que retiro y examino, porque yo quiero sorprenderme ante un cuerpo
ininterrumpido y com-pacto, y no mitigar mi beso. Yo peso con mis brazos cada nueva
estatua, y bebo su remedio vivo con sed masculina y en silencio. Tendido, mirando desde
abajo la fugitiva criatura, trepando por su ser desnudo hasta su sonrisa: gigantesca y
triangular hacia arriba, levantada en el aire por dos senos globales, fijos ante mis
ojos como dos lámparas con luz de aceite bianco y dulces energías. Yo me
encomiendo a su estrella morena, a su calidez de piel, e inmóvil bajo mi pecho
como un adversario desgraciado, de miembros demasiado espesos y débiles, de
ondulación indefensa: o bien girando sobre sí misma como una rueda
pálida, dividida de aspas y dedos, rápida, profunda, circular, como una
estrella en des-orden.

Ay, de cada noche que sucede, hay algo de brasa abandonada que se gasta sola, y cae
envuelta en ruinas, en medio de cosas funerales. Yo asisto comúnmente a esos
términos, cubierto de armas inútiles, lleno de objeciones destruidas.
Guardo la ropa y los huesos levemente impregnados de esa materia seminocturna: es un
polvo temporal que se me va uniendo, y el dios de la substitución vela a veces a
mi lado, respirando tenazmente, levantando la espada.

 

II
THE NIGHT
OF THE SOLDIER

I play the night of the soldier, the time of the
man without melancholy or extermination, of the type cast far by the ocean and a wave,
and who does not know that the bitter water has separated him and that he is growing
old, gradually and without fear, dedicated to what is normal in life, without
cataclysms, without absences, living inside his skin and his suit, sincerely obscure.
So, then, I see myself with stupid and gay comrades, who smoke and spit and drink
horribly, and who suddenly fall down deathly sick. Because, where are the aunt, the
bride, the mother-in-law, the sister-in-law of the soldier? Perhaps they die of
ostracism or malaria, they grow cold, yellow, and they emigrate to a star of ice, to a
cool planet, to rest, at last, among girls and glacial fruits, and their corpses, their
poor fiery corpses, will go guarded by alabaster angels to sleep far from the flame and
the ash.

Through each day that falls, with its twilight obligation to succumb, I walk, performing
an unnecessary watch, and I pass among Mohammedan merchants, among people who adore the
cow and the cobra, I pass, unadorable and common-faced. The months are not unalterable,
and at times it rains; from the heat of the sky falls an infusion as silent as sweat,
and over the great vegetables, over the backs of the fierce beasts, along a certain
silence, these moist feathers interweave and lengthen. Waters of the night, tears of the
monsoon wind, salt saliva fallen like the horse’s spume, and slow to augment, poor
in splash, astonished in flight.

Now, where is that professional curiosity, that abject tenderness that with its mere
repose opened a breach, that resplendent conscience whose flash dressed me in ultrablue?
I go breathing like a child to the heart of an obligatory way, of a tenacious physical
patience, the result of food and age accumulated each day, stripped of my wardrobe of
vengeance and of my golden skin. Hours of a single season roll at my feet, and a day of
diurnal and nocturnal forms is almost always suspended over me.

Then, from time to time, I visit girls with young eyes and hips, beings in whose hair
shines a flower yellow as the lightning. They wear rings on each toe, and bracelets, and
bangles on their ankles, and besides, colored necklaces, necklaces that I remove and
examine, because I want to discover myself before an uninterrupted and compact body, and
not to mitigate my kiss. I weigh with my arms each new statue, and I drink its living
remedy with masculine thirst and in silence. Stretched out, looking up at the fugitive
creature, climbing up over her naked being to her smile; gigantic and triangular above,
raised in the air by two global breasts, fixed before my eyes like two lamps with light
of white oil and gentle energy. I commend myself to her dark star, to the warmth of her
skin, and motionless beneath my chest like a fallen adversary, with members too thick
and feeble, with defenseless undulation, or else revolving upon herself like a pale
wheel, divided by crosspieces and fingers, rapid, profound, circular, like a disordered
star.

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