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Authors: Elisabeth Kübler-Ross

Sobre la muerte y los moribundos (13 page)

Paciente:
Bueno, hay otros problemas entre ella y yo. Aunque, como digo, ella es una de esas personas muy destacadas, pero en lo que a mí se refiere, ella cree que yo no he hecho bastante buena carrera.

Doctora:
¿A qué se refiere?

Paciente:
Bueno, no he ganado bastante dinero. Y naturalmente, con cuatro hijos, bueno, ella lo sentía de esa manera. Ella cree que yo debería ser como el yerno, ¿sabe? Además cree que yo soy responsable de no educar bastante bien a mi hijo menor. Porque tiene rasgos evidentemente hereditarios. Y sin embargo, todavía ahora me lo reprocha.

Doctora:
¿Le reprocha eso?

Paciente:
Me reprocha eso.

Doctora:
¿Qué está haciendo él?

Paciente:
Estaba en la infantería de marina pero le licenciaron.

Doctora:
¿Qué está haciendo ahora?

Paciente:
Bueno, supongo que buscará trabajo, su antiguo trabajo de vaquero.

Capellan:
¿Y sus otros dos hijos?

Paciente:
También me echa las culpas del comportamiento de mi segundo hijo. Porque va un poco atrasado en la escuela. Ella cree que si alguien le pinchara... ¿sabe?, ella es una dinamo de energía... cree que habría sido de los primeros de clase. Desde luego creo que tarde o temprano se dará cuenta de que no habría sido así. Es cuestión de herencia. Al primer hijo le va muy bien porque ella siempre le está empujando, y ahora está acabando la carrera de electrónica.

Capellán:
¿Por qué ella le empuja?

Paciente:
Bueno, no, él es muy brillante, él es el único brillante, podríamos decir, aparte de la hija.

Capellán:
Bueno, usted también ha mencionado la herencia. ¿De qué lado cree usted que viene la debilidad? Me da la impresión de que usted cree que viene de su lado. O su mujer insinúa que viene de su lado.

Paciente:
Bueno, yo no sé lo que ella insinúa a este respecto. No creo que ella piense que es cosa de herencia. Creo que ella piensa que es cuestión de que yo me lo proponga y trabaje lo bastante. Debería hacer eso en mis ratos libres. No sólo debería ganar más dinero, cosa que ha sido el tema de nuestra vida. Ella me ayudará hasta cierto punto, pero siempre me reprochará que no produzco mi parte. Yo debería ganar un mínimo de quince mil al año.

Doctora:
Tengo la impresión de que lo que en realidad está diciendo el señor H. es que su esposa es una mujer tan capaz y enérgica que quiere que él y los hijos sean del mismo modo.

Paciente:
Exactamente.

Doctora:
Y que en realidad no puede aceptar que usted no sea como ella...

Paciente:
Eso es.

Doctora:
Es decir, capaz y enérgico. Y entonces dice: mira a mi yerno, gana mucho dinero y probablemente es muy capaz y voluntarioso.

Paciente:
No sólo el yerno, sino todos los que conoce.

Doctora:
Lo cual, creo yo, sería aplicable al señor H. como paciente, porque cuando está enfermo y se debilita...

Paciente:
Perdone, ¿cómo dice?

Doctora:
Cuando usted está enfermo y se está volviendo más débil, será menos capaz y menos enérgico, y ganará menos dinero.

Paciente:
De hecho, eso es lo que le dije una vez. Cuando yo cumplí los cuarenta, ¿sabe?, me hice un poco más lento y me dije a mí mismo: chico, si las cosas están así ahora, figúrate lo que será dentro de algún tiempo, porque ella es cada vez más enérgica.

Doctora:
Será terrible, ¿no?

Paciente:
Porque ella es cada vez más enérgica.

Doctora:
Y para usted eso significa que va a ser más difícil. ¿Le es difícil a ella tolerar a alguien que tenga que estar sentado en una silla de ruedas?

Paciente:
Es sumamente intolerable con respecto a la gente que no es lo bastante brillante según su opinión.

Doctora:
Bueno... aunque esté débil físicamente, uno todavía puede ser brillante, ¿no?

Paciente:
Sí.

Doctora:
Pero ella no tolera a las personas que son físicamente incapaces de hacer cosas...

Paciente:
Sí.

Doctora:
Porque uno siempre puede ser brillante.

Paciente:
Bueno, cuando digo brillante me refiero a la aplicación de la brillantez a la acción. Eso es lo que ella quiere.

Capellán:
Se refiere usted a tener éxito.

Paciente:
Éxito, eso es.

Doctora:
Um hm.

Capellán:
Que no sólo tengan la capacidad sino que hayan hecho algo con ella. Pero lo que estoy viendo ahora es que, si esto es así, elimina toda oportunidad de que usted hable de sí mismo y de sus dolencias.

Paciente:
Así es, y con los hijos también.

Capellán:
Esto es lo que me preocupa.

Paciente:
Yo creo que mis hijos están totalmente dominados por las arrolladoras exigencias de su madre. Por ejemplo, ella es una magnífica costurera, además de profesora. Puede hacer un traje de hombre en un fin de semana. Y será más bonito que cualquier traje que vea por ahí, será como un traje de doscientos cincuenta dólares.

Doctora:
Pero, ¿cómo le hace sentirse todo esto?

Paciente:
Bueno, me hace sentirme así, que no me importaría lo estupenda que fuera ella porque la admiro como... no sé cómo lo diría usted... pero como a un ídolo, ¿sabe? No me importaría si ella no insistiera en que yo fuera igual.

Doctora:
Sí. Entonces, ¿cómo puede usted aceptar su enfermedad?

Paciente:
Esto es lo verdaderamente importante.

Doctora:
Esto es lo que en realidad estamos tratando de averiguar, cómo podemos ayudarle...

Paciente:
Esto es lo verdaderamente importante... Porque, mire, si tienes una enfermedad, y te duele y tienes una congoja sin solución, y tienes una persona con la que vives y que enfoca todo este asunto del dolor de esta manera... bueno, tú dices: no sé cómo voy a afrontar la muerte de nuestra hija y todo eso, y ella responde inmediatamente: “Mantén la barbilla levantada, ten pensamientos positivos.” De hecho, es una fanática del pensamiento positivo.

Capellán:
Mantener el ritmo rápido de la marcha para no tener que pararse a pensar.

Paciente:
Eso es.

Doctora:
Pero él está dispuesto a pensar en ello y a hablar de ello. Debería hablar de ello; tiene que tener alguien con quien hablar.

Paciente:
Mi mujer me corta a mitad de una frase. Es imposible hablar con ella de ninguna de estas cosas.

Capellán:
Deduzco que usted tiene mucha fe en sí mismo.

Paciente:
He pensado mucho en la forma de resolver estos problemas. Porque en realidad yo soy muy trabajador, como a ella le gustaría que fuera. Siempre he sido un estudiante muy brillante. En el curso que hice en la Universidad tuve A y B en todas las asignaturas.

Capellán:
Usted está diciendo que tiene la capacidad para ello, pero que es consciente de que el trabajo duro no va a resolver la clase de conflictos que la vida ha creado en estos momentos. Usted hizo una distinción entre pensar en la vida y pensar en la muerte, ¿recuerda?

Doctora:
¿Piensa alguna vez en morir?

Paciente:
Sí. ¿Qué iba a decir usted de eso?

Capellán:
Sólo me preguntaba qué pensaba usted de la vida en relación con la muerte, y viceversa.

Paciente:
Bueno, tendré que admitirlo, nunca he pensado en la muerte “per se”, sino en la falta de valor de la vida en esa situación.

Capellán:
¿La falta de valor?

Paciente:
Si yo me muriera mañana, mi mujer seguiría como si nada.

Doctora:
¿Cómo si no pasara nada?

Paciente:
Esa es la impresión que tengo. No me echaría de menos en absoluto.

Capellán:
¿Igual que pasó con las otras muertes? ¿O de un modo un poco diferente?

Paciente:
Después de la muerte de mi hija, bueno, ella se dedicó a los nietos. Pero si yo no dejara niños, su vida no cambiaría en absoluto.

Capellán:
¿Qué le dio a usted la fuerza para hacer el comentario de que uno de los motivos por los que le interesaba venir aquí era que esto le daba una sensación de esperanza? Aquí hay personas que dicen que hay cosas que pueden hacer por usted y las están haciendo. ¿Qué fue lo que impulsó su deseo de vivir? A pesar de su sensación de inutilidad, hay algo en su interior que ha encontrado satisfacción y deseos de continuar. ¿Es fe?

Paciente:
Bueno, es una especie de esperanza ciega más que otra cosa, yo diría, y además, el grupo de mi iglesia me ha ayudado mucho. Yo llevo muchos años siendo miembro activo de la Iglesia Presbiteriana. A mi mujer no le gustaba, naturalmente, pero yo cantaba en el coro, enseñaba en la escuela dominical y cosas así. El hecho de poder hacer unas pocas cosas de éstas, que yo creía valiosas para la comunidad, me ayudaba. Pero todo el trabajo que yo hiciera en esa línea, ella lo consideraba inútil porque no servía para ganar dinero.

Doctora:
Eso es lo que piensa. ¿Usted cree que valía la pena?

Paciente:
Yo creo que vale la pena, vale mucho la pena.

Doctora:
¿Ve? Creo que esto es lo importante. Que usted todavía tiene un sentido del valor. Por eso creo que la esperanza tiene un sentido para usted. Usted todavía quiere vivir. En realidad no quiere morir, ¿verdad? Por eso vino usted a este hospital.

Paciente:
Es cierto.

Doctora:
¿Qué significa la muerte para usted? Es una pregunta difícil, pero tal vez pueda usted contestarla.

Paciente:
¿Qué significa la muerte para mí?

Doctora:
¿Qué significa la muerte para usted?

Paciente:
La muerte. Significa el paro de toda actividad valiosa. Pero al decir valiosa no me refiero a lo mismo que mi mujer. No me refiero a actividades que den dinero.

Capellán:
Se refiere a cantar en el coro y enseñar en la escuela dominical. Estar con la gente, esta clase de cosas.

Doctora:
Sí.

Paciente:
Siempre me he dedicado al trabajo en comunidad, a diferentes actividades. Lo que hace que ahora la vida no tenga valor para mí es el hecho de que el otro doctor me dijo que nunca podría volver a hacer esas cosas.

Doctora:
¿Y qué está haciendo ahora aquí?

Paciente:
Lo que estoy haciendo ahora aquí es intercambiar opiniones que pueden servir de ayuda.

Doctora:
Lo cual es una actividad valiosa. Puede ser útil para usted, pero indudablemente es útil para nosotros.

Capellán:
Una actividad valiosa en su acepción de la palabra, no en la de su mujer.

Doctora:
Sí (risas) por eso quería aclararlo. Lo que usted está diciendo en realidad es que la vida vale la pena mientras uno puede ser útil y hacer algo valioso.

Paciente:
Pero también es agradable que lo aprecien otros. Sobre todo si los quieres.

Doctora:
¿Cree verdaderamente que nadie le aprecia?

Paciente:
No creo que mi mujer me aprecie.

Capellán:
Ya me figuraba que se refería a eso.

Doctora:
Sí, ¿y sus hijos?

Paciente:
Creo que me aprecian. Pero la esposa es lo importante, ¿sabe? la mujer de un hombre. Especialmente si él la admira mucho. ¡Y ella es tan digna de ser amada! Porque ¡está tan llena de energía y viveza!

Capellán:
¿Esto ha sido siempre así en su matrimonio? ¿Ó se ha puesto más de relieve después de sus períodos de dolor? ¿Y de sus pérdidas?

Paciente:
No ha habido diferencia. En realidad ha sido mejor después de los períodos de dolor. Ahora, por ejemplo, lleva una temporada siendo encantadora conmigo, desde que estoy en el hospital. Pero es que siempre ha sido así. Cuando yo estaba débil, ella reaccionaba de una forma verdaderamente amable durante un tiempo. Pero luego no podía quitarse la idea de que yo era un holgazán que no ganaba dinero.

Capellán:
Bueno, ¿cómo explica las cosas que le han pasado en la vida? Usted ha dicho que iba a la iglesia. ¿Cómo explica las cosas que le han pasado? En lo que se refiere a su actitud con respecto a la vida, lo que algunos llamarían su fe en la vida. ¿Tiene Dios una parte en esto?

Paciente:
Oh, sí. Bueno, en primer lugar, como cristiano, pienso que Cristo actúa de mediador. Es muy sencillo. Cuando tenso esto presente, las cosas van muy bien. Y eso me alivia de mi... me da soluciones para problemas que afectan a la gente.

Capellán:
Precisamente, al hablar de usted y de su mujer, se ha visto claro que necesitaban un mediador, y ahora dice que Cristo es un mediador en sus demás problemas. ¿Ha pensado en esto aplicándolo a su mujer y a sus relaciones con ella?

Paciente:
Sí, pero, por suerte o por desgracia, ¡mi mujer es una persona tan dinámica!

Capellán:
Quiere decir que su mujer es tan dinámica y activa que en su vida no hay lugar para un Dios activo. No habría lugar para un mediador.

Paciente:
Bueno, en su caso significa eso.

Doctora:
¿Cree que ella querría hablar con uno de nosotros?

Paciente:
Creo que sí.

Doctora:
¿Quiere usted pedírselo?

Paciente:
A mi mujer nunca se le ocurriría ir a un psiquiatra, especialmente conmigo.

Doctora:
Um hm. ¿Qué es lo que le da miedo de un psiquiatra?

Paciente:
Precisamente las cosas de las que hemos estado hablando. Creo que ella se las oculta a sí misma.

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