Usted puede sanar su vida (10 page)

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Authors: Louise L. Hay

Tags: #Autoayuda

Ejercicio: El perdón

Ahora ya estamos en condiciones de perdonar. Si le es posible, haga este ejercicio en pareja; si no, hágalo solo, pero siempre en voz alta.

Vuelva a sentarse quieto, con los ojos cerrados, y diga: «La persona a quien necesito perdonar es..., y la perdono por...».

Repita insistentemente el ejercicio. A algunos tendrá muchas cosas que perdonarles, a otros solamente una o dos. Si trabaja en pareja, haga que él —o ella— le diga: «Gracias, ahora te libero». Si trabaja solo, imagínese que la persona a quien está perdonando se lo dice. Hágalo durante cinco o diez minutos por lo menos, buscando en su corazón todas las injusticias que aún alberga, y después suéltelas; no siga aferrándose a ellas.

Ejercicio: Visualización

Otro buen ejercicio. Si puede, haga que alguien se lo lea, o grábelo en una cinta para escucharlo después.

Empiece visualizándose como una criatura de cinco o seis años. Mire profundamente los ojos de ese niño. Vea la ansiedad que hay en ellos y comprenda que la única cosa que quiere de usted es amor. Tiéndale los brazos y envuélvalo en ellos. Abrácelo con amor y ternura, dígale cuánto lo ama, cuánto lo quiere, cuánto le importa. Admire a ese niño, admírelo totalmente y dígale que está perfectamente bien cometer errores mientras se aprende. Prométale que usted estará siempre con él, pase lo que pase. Ahora, deje que ese niño se vuelva muy, muy pequeño, hasta que pueda guardárselo dentro del corazón. Consérvelo allí para que cada vez que mire abajo pueda ver esa carita que se levanta para mirarlo y brindarle todo su amor.

Ahora, visualice a su madre como a una niña de cuatro o cinco años, asustada y en busca de amor, sin saber dónde encontrarlo. Tiéndale los brazos, abrácela y hágale saber cuánto la ama, cuánto se preocupa por ella. Dígale que puede confiar en que usted esté siempre allí, pase lo que pase. Cuando se tranquilice y empiece a sentirse segura, deje que se vuelva muy pequeñita, hasta que pueda albergarla en su corazón, y guárdela allí, junto con su niño, para que se den muchísimo amor el uno al otro.

Ahora imagínese a su padre como un niño de tres o cuatro años, asustado y llorando, en busca de amor. Vea cómo le ruedan las lágrimas por la carita, sin saber a quién volverse. Usted, que ya sabe cómo consolar a niños asustados, tienda los brazos para acoger al cuerpecito tembloroso. Consuélelo, arrúllelo, hágale sentir cuánto lo ama. Asegúrele que usted estará siempre allí, con él.

Cuando se le hayan secado las lágrimas, y cuando usted pueda sentirlo lleno de amor y de paz, deje que se vuelva muy pequeño hasta que pueda acogerlo en su corazón. Y guárdelo allí para que los tres pequeños puedan darse unos a otros mucho amor, y usted pueda amarlos a los tres.

* * *

Hay tanto amor en su corazón que con él podría curar a todo el planeta. Pero por ahora limitémonos a dejar que ese amor sirva para curarlo a usted. Sienta cómo una cálida ternura empieza a arder en el centro de su corazón, algo afectuoso y dulce. Y deje que ese sentimiento empiece a cambiar la forma en que usted piensa y habla de sí mismo.

En la infinitud de la vida, donde estoy,

todo es perfecto, completo y entero.

El cambio es la ley natural de mi vida,

y al cambio doy la bienvenida.

Me dispongo a cambiar y decido

modificar mi manera de pensar.

Decido cambiar las palabras que uso.

De lo viejo a lo nuevo, avanzo con júbilo y soltura.

Perdonar es, para mí, más fácil de lo que pensaba.

Perdonar hace que me sienta libre y sin cargas.

Con júbilo aprendo a amarme cada vez más.

Cuanto más me libero del resentimiento,

tanto más amor tengo para expresar.

El cambio de mis pensamientos

hace que me sienta una buena persona.

Estoy aprendiendo a convertir el día de hoy en un placer.

Todo está bien en mi mundo.

Capítulo 8

LA CONSTRUCCIÓN DE LO NUEVO

«Las respuestas que hay dentro de mí me afloran con facilidad a la conciencia.»

No quiero ser una persona gorda.

No quiero estar sin un duro.

No quiero envejecer.

No quiero vivir aquí.

No quiero tener esta relación.

No quiero ser como mi padre (o corno mi madre).

No quiero seguir en este trabajo.

No quiero tener este pelo (o esta nariz o este cuerpo...).

No quiero vivir en soledad.

No quiero ser una persona desdichada.

No quiero enfermar.

Aquello en que uno fija la atención es lo que obtiene

Estas expresiones nos muestran cómo nuestra cultura nos enseña a combatir mentalmente lo negativo, en la creencia de que, si lo hacemos de esa manera, nos atraeremos automáticamente lo positivo... pero las cosas no funcionan así.

¿Con cuánta frecuencia se ha lamentado usted de lo que no quería? Y esa actitud, ¿le trajo alguna vez lo que en realidad deseaba? Combatir lo negativo es una total pérdida de tiempo, si lo que usted realmente quiere es llevar a cabo cambios en su vida.
Cuanto más insista en lo que no quiere, tanto más estará creándolo. Lo más probable es que las cosas que siempre le han disgustado, aún sigan formando parte de usted o de su vida
.

Aquello en que se fija la atención es lo que crece y se consolida. Apártese de lo negativo para fijar la atención en aquello que realmente
quiere
ser o tener. Convirtamos ahora las anteriores afirmaciones negativas en otras positivas.

Soy una persona esbelta.

Mi situación es próspera.

Soy joven.

Me mudo a un lugar mejor.

Tengo una relación nueva y maravillosa.

Soy dueño (o dueña) de mi propio ser.

Me encanta mi pelo (o mi nariz o mi cuerpo...)

Me siento rebosante de amor y de afecto.

Me siento alegre, libre y feliz.

Mi salud es perfecta.

Las afirmaciones

Aprenda a usar afirmaciones positivas tanto al hablar como al pensar
. Cualquier enunciado que usted formule es una afirmación, pero con demasiada frecuencia para pensar nos valemos de afirmaciones negativas, que sólo sirven para continuar creando aquello que decimos que no queremos. Con afirmar que su trabajo le enferma no llegará a ninguna parte, pero si declara que acepta un trabajo nuevo y estupendo abrirá, en su conciencia, los canales necesarios para crear esa situación.

Formule continuamente enunciados positivos sobre cómo quiere usted que sea su vida, pero no olvide un punto muy importante:
Formule siempre sus enunciados en tiempo presente.
Diga «soy» o «tengo». Nuestra parte subconsciente es un servidor tan obediente que si formula uno su declaración en tiempo futuro, diciendo «quiero» o «tendré»... pues ahí será donde siga estando siempre lo que desea: ¡En el futuro, fuera de su alcance!

El proceso de amarse a sí mismo

Tal como ya dije, no importa cuál sea el problema, el punto principal sobre el que hay que trabajar es
amarse a sí mismo
. Ésa es la «varita mágica» que disuelve los problemas. ¿Recuerda las veces que se ha sentido bien consigo mismo y con su vida? ¿Recuerda los momentos en que estaba enamorado, los períodos en que parecía que no tuviese ningún problema? Bueno, pues amándose a sí mismo consigue uno hacer aflorar tal caudal de buenos sentimientos y de buena suerte que termina sintiéndose como si bailara en el aire.
Amarse a sí mismo es lo que hace que uno se sienta bien
.

Y es imposible que usted se ame realmente a sí mismo si no se aprueba y no se acepta.

Aprobarse y aceptarse implican no autocriticarse por nada. Ya estoy oyendo las objeciones:

—¡Pero si yo siempre me he criticado!

—¿Cómo es posible que ese rasgo mío me guste?

—Mis padres (o mis maestros o mi pareja) siempre me han criticado.

—Entonces, ¿qué motivación tendré?

—Pero está mal que yo haga esas cosas.

—¿Cómo voy a cambiar si no me critico?

Entrenar la mente

Autocríticas como las que anteceden no son más que ejemplos de cómo la mente sigue con su antiguo parloteo. ¿Ve cómo ha entrenado usted a su mente para que censure sus actitudes y haga que se resista al cambio? ¡No haga caso de esos pensamientos y siga adelante con el importante trabajo que tiene entre manos!

Volvamos a un ejercicio que ya hicimos antes. Mírese en el espejo y diga: «Me amo y me acepto exactamente tal como soy».

Cómo se siente al decir eso ahora? ¿Le ha resultado un poco más fácil, después de haber trabajado con el perdón? Este sigue siendo el principal problema. La autoaprobación y la aceptación de uno mismo son las claves de los cambios positivos.

En la época en que lo que dominaba en mí era la negación de mí misma llegué incluso, en ocasiones, a abofetearme. No sabía qué significaba autoaceptarse. Mi creencia en mis propias carencias y limitaciones era más fuerte que cualquier cosa que nadie pudiera decirme en sentido contrario. Si alguien me decía que me quería, mi reacción inmediata era preguntarme: «¿Por qué? ¿Qué es lo que puede ver nadie en mí?». O la otra idea, clásica, de que si esa persona hubiera sabido cómo era yo
realmente,
por dentro, no me habría amado.

Entonces no me daba cuenta de que todo lo bueno empieza por la aceptación de lo que hay dentro de uno mismo, y por el amor a ese ser que es uno mismo. Me llevó mucho tiempo llegar a tener una relación de paz y de amor
conmigo misma
.

Al principio empecé a buscar con empeño las pequeñas cosas que veía en mí misma y que me parecían «buenas cualidades». Eso me ayudó, y mi salud empezó a mejorar. La buena salud —lo mismo que la prosperidad y la autoexpresión creadora— se inicia con el amor a uno mismo. Más adelante aprendí a amarme y a aprobarme en bloque, incluso teniendo en cuenta las características que no me parecían «lo bastante buenas», y fue entonces cuando empecé realmente a progresar.

Ejercicio: Me acepto y me apruebo

He hecho hacer este ejercicio a cientos de personas, y sus resultados son estupendos. Durante todo un mes, dígase continuamente: «
Me acepto y me apruebo»
.

Hágalo por lo menos trescientas o cuatrocientas veces al día. No, no son demasiadas. Cuando usted se preocupa por algo, vuelve a acordarse de su problema por lo menos otras tantas veces; ahora, deje que la frase «Me acepto y me apruebo» se convierta en un mantra, en algo que usted se dice y se repite interminablemente, casi sin pausa alguna.

Le garantizo que esta frase es infalible para hacer aflorar a la conciencia todo lo que uno mantiene sepultado en sus profundidades, y que se opone a esta afirmación.

Cuando asome un pensamiento negativo como, por ejemplo, «¿Cómo puedes aceptarte y aprobarte si eres gordo?», o «¡Qué tonta que eres si te crees que eso sirve para algo!», o simplemente «Eres un inútil», o cualquier otro enunciado negativo,
ése
es el momento de asumir el control de su mente. No le dé importancia al asunto. Considere esa idea como lo que es —otra manera de hacer que usted continúe viviendo en el pasado—, y dígale amablemente: «Tú ya puedes irte; yo me acepto y me apruebo».

Ya el sólo hecho de pensar en hacer el ejercicio puede traerle a la mente un montón de objeciones: «Qué tontería», o «Eso no me parece posible», o «Vaya mentira», o «Es pura presunción», o «¿Qué es lo que puedo aprobar de mí si estoy haciendo esto?».

Déjelas pasar a todas. Esas ideas no son más que resistencias, que no tienen ningún poder sobre usted, a menos que decida creérselas.

«Me acepto y me apruebo, me acepto y me apruebo, me acepto y me apruebo.» Pase lo que pase, le digan lo que le digan, le hagan lo que le hagan, usted siga repitiéndoselo. De hecho, cuando pueda decirse eso sea cual sea la situación en la que se encuentre, sabrá que está creciendo y cambiando.

A menos que se lo concedamos, las ideas no tienen ningún poder sobre nosotros; no son más que sartas de palabras, que no tienen
absolutamente ningún significado
. El significado se lo damos
nosotros. Nosotros
decidirnos cuál es el significado que vamos a darles. Decidamos, entonces, pensar cosas que nos ayuden y nos apoyen.

Parte de la aceptación de sí mismo reside en liberarse de las opiniones ajenas
. Si yo estuviera con usted y le dijera insistentemente «Eres un cerdo de color púrpura», usted se reiría de mí, o se fastidiaría conmigo y pensaría que estaba chiflada. Sería muy improbable que se creyera que eso es verdad. Y, sin embargo, muchas de las cosas que hemos decidido creer acerca de nosotros son tan disparatadas y tan falsas como ésa. Creer que su valor intrínseco depende de la forma de su cuerpo es su propia versión de creerse que es un cerdo de color púrpura.

Con frecuencia, aquellas cosas nuestras que consideramos «malas» no son más que expresiones de nuestra propia individualidad
. Eso es lo que tenemos de peculiar, lo que hay de especial en nosotros. La naturaleza jamás se repite. Desde que existe este planeta, no ha habido dos copos de nieve idénticos ni dos gotas de lluvia iguales. Y cada margarita es diferente de todas las demás. Nuestra huellas digitales son distintas y nosotros también.
Estamos hechos para ser diferentes. Cuando podernos aceptar que es así, ya no hay competición ni comparación
. Tratar de ser como algún otro es marchitarnos el alma. Hemos venido a este planeta para expresar
quiénes somos
.

Yo ni siquiera sabía quién era, mientras no empecé a aprender a amarme tal corno soy en este momento.

Ponga en funcionamiento su conciencia de sí

Piense cosas que le hagan feliz. Haga cosas que le gusten. Esté con gente que sea de su agrado. Coma cosas que hagan que su cuerpo se sienta bien. Muévase con un ritmo que sienta que le beneficia.

La plantación de semillas

Piense un momento en una tomatera. Una planta sana puede cargar más de un centenar de tomates. Para conseguir una planta así, es necesario empezar por una semillita seca, que no se parece en nada a una tomatera, ni sabe seguramente a tomate, y que si usted no la conociera, ni siquiera creería que puede convertirse en una planta de tomate. Sin embargo, supongamos que planta la semillita en un poco de tierra buena, empieza a regarla y deja que le dé el sol.

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