Categoría 7 (10 page)

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Authors: Bill Evans y Marianna Jameson

Tags: #Ciencia ficción, Intriga

—¿Qué papel represento yo en todo esto?

—Nos vas a dar lo que necesitamos para detener lo que ya está sucediendo y para controlar la discusión cuando suceda. La discusión pública sobre cualquier hecho vinculado a la manipulación o control meteorológico se vuelve, de modo inevitable, una pesadilla de relaciones públicas. Si uno menciona ligeramente el sembrado de nubes ya tiene a los ecologistas atacando por un lado, el uso del agua, el uso de la tierra y las agrupaciones agrícolas desde, por lo menos, otras seis direcciones, los constructores de viviendas, y además la industria del turismo. Los políticos comienzan a hacer ejercicios de precalentamiento vocal y los miembros de los servicios de inteligencia tienen que acusar el golpe una vez más. Los únicos que están contentos son los científicos, porque finalmente alguien les va a preguntar su opinión. —Tom se enderezó bruscamente y se inclinó hacia Jake, con expresión seria y furiosa—. Pero me importan un rábano todos ellos.
Katrina
, Rita
y
Wilma
revolvieron suficiente mierda en la caldera pública que incluso aquellos que deberían estar más al tanto comenzaron a ponerse nerviosos. Y no sólo en el Canal Meteorológico. También estaban fuera, sudando nerviosos los de la CNN, la Fox y la maldita MTV. Así que recuerda esto cuando estés haciendo tus cálculos, Jake. Además de averiguar quién está haciendo qué, por qué y cómo, para mí es prioritario asegurarnos de controlar cualquier debate. —Hizo una pausa, reclinándose de nuevo en su silla, con los dedos inmóviles a unos centímetros del lápiz—. ¿Alguna pregunta?

—Sí.

Tom se pasó una mano por el pelo, como un gesto para restablecer su dominio.

—Ahora es un buen momento para hacerla.

Jake sabía que no valía la pena esperar una promesa de respuestas verdaderas.

—¿Qué es lo que se supone que tengo que descubrir? Específicamente.

—Patrones climatológicos locales y las razones de su existencia.

—Con todo respeto, la mayoría de los patrones climatológicos del mundo han sido documentados durante décadas, si no…

—Lo que hace que tu trabajo sea más sencillo —replicó Tom—. Evidentemente, no estamos interesados en
El Niño
o el
Expreso Siberiano
. Queremos patrones locales. Muy locales, en algunos casos, y necesitamos saber qué los diferencia de la norma, o entre sí. Por ejemplo, ¿cuáles son los parámetros que influyen en la manera en la que los vientos de Santa Ana afectan a una localidad en vez de a la vecina, o al otro lado de la frontera estatal? Y, por supuesto, necesitamos saber cuáles son las anomalías y su causa, y si se repiten en otra parte en condiciones similares.

«Por supuesto».

—En otras palabras, ¿quiere que identifique microclimas y que les tome las huellas dactilares?

El joven vampiro se permitió el esbozo de una verdadera sonrisa en una de las comisuras de sus labios.

—Sí, eso es lo que queremos que hagas. —Hizo una pausa—. ¿Alguna otra pregunta?

No se trataba de una invitación sino de un cambio de tema.

—No por el momento.

—Excelente. —Empujó el montón de carpetas manila sobre la mesa—. Aquí hay algunas coordenadas más y el material histórico. Puedes enviar tus informes a Candy cuando estén completos. Muchas gracias por tu tiempo.

Jake echó una mirada a Candy, cuyo rostro se mostraba inusualmente inexpresivo, y sintió que el frío se apoderaba de sus entrañas.

—Gracias, Jake —dijo ella.

—Un placer —respondió con soltura, luego se puso de pie, hizo una inclinación de cabeza a ambos y abandonó la habitación.

De vuelta a su escritorio, tres minutos más tarde, echó una ojeada a los nuevos datos que le habían entregado. Dos de ellos eran mapas de coordenadas de algún lugar de la costa central occidental de África, otro era del Valle de la Muerte y el cuarto se situaba frente a las costas de Barbados. Sacudió la cabeza mientras conectaba los cables a su ordenador portátil, y luego se sentó a añadir la información a la base de datos de entrada múltiple que había creado.

Eran más de las ocho de la noche cuando notó que alguien lo observaba a su espalda. Se tratara de un lugar de trabajo seguro o no, era una sensación incómoda. Sin hacer ni siquiera el gesto de enderezar su espalda, hizo girar su silla para mirar hacia la entrada de su cubículo.

—Sólo te ha llevado cinco segundos. No está mal. Por supuesto, si yo fuera de los tipos malos, ya estarías muerto.

Sonrió al ver su pequeña cara de hada rodeada por una nube de rizos rubios.

—Tienes el sentido del humor más extraño que he visto nunca.

—Lo reservo sólo para ti, Jake. —El acento de Candy había vuelto con toda su fuerza, mientras su soltura era traicionada por los oscuros círculos que estaban emergiendo por debajo de su maquillaje—. Confiaba en que todavía estuvieras aquí. ¿Tienes un minuto?

Asintió. Ella se enderezó y con la cabeza indicó hacia la sala de conferencias atravesando la «autopista de cubículos», el ancho pasillo central que dividía en dos la multitud de despachos idénticos que los empleados consideraban su «hogar».

Un minuto más tarde, se encontraban en una de las salas de conferencias más agradables, una que tenía sillas que no hacían ruido cuando alguien se sentaba en ellas y que contaba con una pequeña nevera en una esquina. Ella la abrió y tomó una Coca-Cola Light para cada uno.

—Tom no siempre es tan cretino —dijo ella, alcanzándole a Jake su refresco por encima de la mesa.

—Parecía saber lo que estaba haciendo —respondió con soltura Jake, cosa que hizo reír a Candy.

—Bueno, he dicho, «no siempre», ¿vale? —Ella se sentó en un extremo de la mesa, abrió su lata y vertió el contenido en un vaso—. Todavía no tengo permiso para darte un informe completo, Jake, pero pronto lo haré. Pero pude apresurarlo un poco, lo suficiente para que me permita hacerte saber algunas cosas que se olvidó de mencionar.

—Me aseguraré de enviarle una nota de agradecimiento.

Ella lo miró a los ojos.

—Comprendo. ¿Podemos seguir?

Bebiendo directamente de la lata, Jake asintió con una sonrisa.

—Mientras nos entendamos…

—Te iban a incorporar al proyecto en un mes, de todos modos, cuando éste entrara en su próxima fase. Cuando Wayne murió, yo presioné para que te incluyeran ahora. Por eso estás haciendo todo el trabajo de Wayne. Sé que está fuera de tu ámbito habitual, pero lo que busco es continuidad. —Se esforzó en no bostezar—. Perdón. Anoche dormí poco. Este proyecto es interdisciplinario, como bien sabes. Todos estamos involucrados de una u otra forma, pero quien lo coordina es el Centro Antiterrorista y tenemos que apresurarnos. Dentro de poco aceleraremos la marcha.

—¿Acelerarla hacia dónde?

—Oh. Tú estarás colocado en el centro de todo.

Él parpadeó.

—¿Va todo bien? —le preguntó, hablando por el borde de su vaso.

—Soy meteorólogo.

—Me refiero a tu salud. Has puesto una expresión un tanto rara.

—Estoy bien, sólo que sorprendido de que me mandes hacer trabajo de campo.

—Podría haberlo dicho de otro modo, ¿no? ¿Aún quieres hacerlo? Eres ex militar, ¿verdad?

—Semper Fi. Y, demonios, sí, todavía quiero hacerlo.

—Es lo que pensé. —Tomó otro sorbo—. No irás de incógnito, por si es eso lo que ha provocado tu extraña expresión. Simplemente estarás involucrado en los trabajos de campo. Cosas de técnico.

—Eh, no ha pasado tanto tiempo. Todavía puedo…

—No irás de incógnito —le repitió suavemente.

El escaso énfasis en aquellas palabras le dejó claro que su decisión no era negociable y una parte de él que ya había comenzado a oler a cordita en medio del húmedo aire de la selva volvió para reconocer el aire filtrado de Langley.

Candy se enderezó en su silla, con las manos entrelazadas primorosamente sobre la mesa frente a ella.

—Como te he dicho, no puedo contártelo todo, Jake, pero puedo decirte que, en estos momentos, estamos haciendo una búsqueda amplia. Inteligencia y Operaciones están involucradas, naturalmente, y DS y T vigilan la retaguardia. Hemos tenido que salir en busca de algunos expertos, pero es un excelente equipo. La gente de Seguridad Territorial y los militares están representados, obviamente, pero también tenemos vulcanólogos y sismólogos, especialistas en avalanchas y toda una serie de físicos atmosféricos con especialidades que van desde la estructura de las nubes a las explosiones solares, incluso estamos buscando entre los locos conspiradores que siguen mascullando sobre campos de plasma y control mental electromagnético. ¿Cuál es la película de Tommy Lee Jones en donde maldice porque tiene que investigar en cada gallinero, en cada perrera y en cada letrina?

—El Fugitivo.

—Ésa. Me encanta ese tío. —Se quitó los zapatos de tacón alto de color rosado y se acomodó en la silla, con los pies bajo su cuerpo—. Estamos buscando anomalías climáticas no específicas, sutiles, lo que hace que encontrar la vieja aguja en el pajar parezca una tarea mucho más sencilla. Tú estás en primera fila, Jake. Necesitamos todo lo que puedas conseguir tan pronto como te sea posible. A pesar de que Tom parezca un cretino —y lo es—, tiene una mente abierta. Ninguna teoría será rechazada de plano. Mi padre solía decirme que uno nunca tiene que pelear con un cerdo en una pocilga porque ambos se ensuciarían, pero el cerdo disfrutaría, y a veces ésa es la única manera de ganar.

Jake la miró fijamente.

—¿Qué demonios se supone que quiere decir eso? —le preguntó tras un instante, y ella, como única respuesta, se rió.

—Mi padre era criador de cerdos, por eso le gustaban las referencias porcinas. Era también un filósofo de granja, y le encantaba decir que no importaba una mierda si la experiencia era buena consejera a menos que uno aprendiera algo de ella. Bueno, a mi modo de ver, en gran medida los ataques del 11 de septiembre fueron posibles por el factor de incredulidad. La idea de usar aviones como arma había sido sugerida un par de años antes de los ataques, pero no hubo suficiente gente que se tomara semejante idea en serio simplemente porque les parecía demasiado absurda. Hubo muchos que dijeron que la logística, el entrenamiento y todo lo necesario para llevar a cabo el ataque era demasiado complejo, demasiado arriesgado… hasta que alguien lo hizo. Y no fue un solo ataque, sino cuatro ataques coordinados. Fue entonces cuando la gente se dio de cuenta que nos enfrentábamos a un ejército de locos que estaban dispuestos a tomarse todo el tiempo del mundo para matarnos. —Se encogió de hombros—. Bueno, diseñar métodos para usar el clima como un arma sería aún más largo y costoso, y es todavía más absurdo imaginarse que tendrán éxito, pero, ¿sabes qué? Está sucediendo. —Hizo una pausa, ofreciéndole una delicada sonrisa—. El tipo de gente que piensa en esas cosas mide el tiempo con la eternidad como telón de fondo, Jake, mientras que muchos de nosotros lo medimos contra el tráfico en la autovía GW o el cierre de la bolsa en Nueva York. Tenemos que combatir locura con locura, Jake. Como te he dicho, ninguna idea, ni loca ni cuerda, será descartada sin ser analizada.

Él sonrió con amargura.

—¿Y las posiciones?

—Algunos son lugares de interés y otros son blancos potenciales que queremos evaluar.

—¿A quién estamos observando?

Ella dejó transcurrir un minuto antes de dejar escapar un lento suspiro.

—Se supone que tengo que decirte que no puedo revelártelo, pero lo cierto es que no lo sabemos. Todo este asunto es algo que ha estado dando vueltas durante décadas, como antes mencionaste. Ni siquiera estoy segura de la razón que llevó a alguien a tomárselo en serio, pero el nivel de amenaza en este asunto ha cambiado recientemente de «demonios» y ahora está firmemente en el nivel «por todos los demonios». No estoy segura de cuál es el nivel que le sigue, pero no me sorprendería que fuera «pónganse a cubierto». —Reprimió de nuevo un bostezo y lo miró como pidiéndole disculpas—. Lamento que debas quedarte después de tu horario laboral, cariño, pero necesitas revisar los archivos. Tráete una mascarilla contra el polvo y una linterna de minero. Tienes permiso para revisar material que probablemente no haya sido examinado desde hace décadas. No sé si algo de todo eso te servirá de ayuda, pero podría proporcionarte algo de contexto. Hazme saber si necesitas algo.

—¿Como qué? ¿Más información? —El sarcasmo no era el mejor camino para hablar con Candy, pero ella lo entendió.

Se levantó y se puso los zapatos.

—Te he dicho todo lo que puedo decirte. Tan pronto como pueda mencionarte alguna otra cosa, lo haré. Entretanto, ve a cubrirte de polvo. Te sentará bien.

Ella abandonó la sala de conferencias con una sonrisa forzada, dejando que Jake asimilara todo lo que había averiguado en las últimas horas.

En última instancia, alguien estaba manipulando el clima, y si la CIA no sabía quién era o cómo lo estaban haciendo, entonces no se trataba de ninguno de los sospechosos habituales. Eso quería decir que nadie sabía cuál era el motivo o el planteamiento. Y eso era lo más enervante de todo.

Capítulo 9

Martes, 10 de julio, 23:30 h, Campbelltown, Iowa.

Carter estaba concluyendo su larga jornada exactamente donde había comenzado. La luna, acercándose a su plenitud, resplandecía en medio de un cielo brillante y estrellado, iluminando los campos y la laguna e inundando su despacho con su suave luz plateada.

—Supuse que te encontraría aquí.

Alzó la vista y vio a su esposa, Iris, de pie junto a la puerta, sonriéndole. Su cabello estaba cepillado y suelto sobre los hombros, del modo que a él le gustaba, cuando estaban solos. Antes había sido rubio, pero ahora era una mezcla de gris y plateado. Todavía tenía un aspecto estupendo con su albornoz azul oscuro. Él se lo había dicho durante la luna de miel y cada bata que había tenido desde entonces había sido azul oscuro. Carter le sonrió.

—Mi trabajo nunca termina.

Ella se rió brevemente, entró en el despacho y se sentó en una de las sillas frente a su escritorio.

—Estoy a punto de acostarme. ¿Vendrás pronto?

—Sí. Pronto. ¿Cómo estás tú, querida?

—Estoy cansada. Pero, a pesar de todo, ha sido un buen día. Un día encantador. Apenas puedo creer que hayan pasado cuarenta años —dijo suavemente.

—No habría llegado hasta aquí sin tu ayuda.

Ella sonrió.

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