Cómo no escribir una novela (7 page)

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Authors: Howard Mittelmark & Sandra Newman

Tags: #Ensayo, Humor

Pues, bien… Nosotros, por nuestra parte, vamos a añadirle más material a alguna planta recicladora de papel. Esta solución se suele llamar académicamente
deus ex machina
, en román paladino: «Ya te vale, colega».

«Y un anillo para atraerlos a todos», dijo el viejo pistolero

Cuando el autor cambia de género en medio de la trama

Último día de verano

2 pitillos, 3
Cosmospolitans
, 1.750 calorías no alcohólicas.

Querido diario:

Bueno, este verano me he lanzado de cabeza al torbellino del amor. ¡Ja! ¡Ojalá! Como sabes, me he pasado la mayor parte del verano yendo tras (¡suspiro!) Percy Mariborough, el guapo industrial que conocí el día en que me colé en esa fiestuqui del club de campo. ¿A que no sabes, querido diario, lo que Billy, mi mejor amigo desde los días de la universidad, que es infeliz en su matrimonio pero que ama a los niños y a los animales, se atrevió a proponerme?

Si pudieras ir atrás y leerte a ti mismo, querido diario, encontrarías trescientas páginas —la verdad es que soy una charlatana— en las que sólo hablo de mis sueños con Percy, los problemas con mi peso, mi trabajo en una revista medio sofis, mis compras, mis compras, mis compras y luego vuelta a casa para comerme un helado mientras miro la televisión y no dejo de pensar otra vez en voz alta en todo ello.

Bueno, debo dejarte. Billy está a punto de venir. Me ha dicho que tiene algo importante que decirme.

Al día siguiente

Querido diario:

¡Nunca te lo creerías! ¡La mujer de Billy se ha muerto! Y Billy me ha dicho que me ama. ¡Ahora veo a Billy de una forma completamente diferente!

No me extenderé mucho porque Billy ha alquilado una casita de campo muy mona y vamos a pasar allí el fin de semana. ¡Esto podría ser el principio de algo! Me he comprado un poco de lencería íntima sexy, por si acaso. Huy, qué risa…

Una semana más tarde

OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO. No es humano.

Si alguien lee esto, por favor, que llame a la policía, y que les diga que nuestra ciudad está llena de unos lagartos insectos que se pasean inadvertidamente entre nosotros y que se alimentan de nuestras emociones. Es una raza muy antigua y extraterrestre que ve todos nuestros esfuerzos y trabajos como simples gracietas de monos. Estoy escribiendo esto con mi propia sangre, con las yemas de mis dedos, que tengo en carne viva tras horas de arañar los enormes muros de este frío y húmedo sótano. Llame a la policía, llame a los periódicos, y luego eche a correr. Para mí ya es tarde pero

OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO, creo que ya vuelve, OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO, OH, DIOS MÍO…

Las viejas reglas han saltado por los aires y los géneros se mezclan alegremente. Una novela romántica paranormal. Ciencia ficción negra. Vampiros en Wall Street. Una historia de amor en la Tierra Media. Esto abre nuevos y fértiles campos de acción, y nosotros te animamos a ello. Sin embargo, si vas a introducir en tu trama convencional un elemento fantástico, futurista o mágico, es una buena idea que no esperes hasta las últimas veinte páginas.

Aunque un hecho muy revelador al final de la novela puede hacer que el lector recapitule y lo comprenda todo bajo una nueva luz —«Ah, era el tío materno el que estaba contando la historia todo el rato»—, es mejor NO hacerle saber al lector, después de haberle hecho leer trescientas páginas de realismo cotidiano, a bote pronto, que el protagonista que se salvó del incendio en el capítulo 2 es en realidad una mágica criatura con poderes telepáticos que ha venido de otro planeta, y que sólo estaba esperando el momento más adecuado para revelar sus superpoderes y salvar el mundo.

Este tipo de final es un ejemplo especial del
deus ex machina
, conocido como
folie adieu
, en román paladino: «¿Y ahora me vienes con éstas?»

Los finales sorprendentes sólo tienen cabida en mundos donde hay lugar para que ocurra lo inesperado. No basta con que un fantasma domine la acción a lo largo de todo el capítulo 3 y luego olvidarse de los fantasmas hasta el capítulo 12. Debe haber habido previamente varias apariciones de fantasmas, alguna conversación sobre fantasmas o todo el libro debe describir una atmósfera que sea coherente con la posibilidad de que surja un fantasma.

Los gnomos de los calzoncillos

Cuando se omiten pasos cruciales

Synthia se lo quedó mirando de forma implacable.

—No, Jack. No hay sitio para tus ergohidráulicas ideas en América. ¡Ni en mi corazón!

Y después de decir esto, cerró la puerta de un portazo tras ella. En un solo día Jack había fracasado en todo: en su lucha contra las peligrosísimas ideas de Nefasto, en sus esfuerzos por obtener la aprobación de su padre y, finalmente, también había fracasado su boda. Sabía que debía haber una manera de arreglarlo todo, pero ¿cuál?

CAPÍTULO 25

Jack apenas podía creerse que hubiese vuelto a la sala del consejo de Bilge Hidráulicas S. A. Miró a lo largo de la mesa y vio a su guapa esposa, Synthia, que tenía un aire de satisfacción inconfundible.

—¡Un brindis! —dijo el padre de Jack, Steve Bomba Bilge, luciendo orgullosamente el penacho familiar, que en los varones de la familia se solía desarrollar en la adolescencia.

—Escuchen, escuchen —dijo el profesor Nefasto, el director de la tesis de ergonomía de Jack.

Jack humildemente alzó el fluido de su copa.

—Durante años, he luchado denodadamente para combinar mi herencia hidráulica con la llamada que sentía por la ergonomía, y para hacer comprender a Synhtia y a mi padre por qué debía hacer lo que tenía que hacer. Apenas puedo creer que todo, de alguna manera, se haya arreglado tan divinamente.

Y entonces todos reflexionaron sobre la intrincada cadena de circunstancias que finalmente los había llevado allí.

—Pero sí, se ha arreglado divinamente, Jack —dijo Synthia, alzando su fluido en su honor—. Gracias, Jack.

En uno de los primeros episodios de
South Park
unos calzoncillos desaparecidos permiten descubrir la existencia de los gnomos de los calzoncillos, quienes revelan a los niños que su plan no es tan desquiciado como podría parecer.

  1. Recoger calzoncillos.
  2. ???
  3. ¡Beneficios!

En ocasiones un escritor sabe dónde debe acabar su historia pero no encuentra la forma de ir desde A hasta Z, y entonces anuncia que ha llegado a Z en un tono confidencial, a menudo seguido por algún vago comentario sobre «largas conversaciones dieron esto por resultado» o «se requirieron unas frenéticas negociaciones» o, lo peor de todo, «era como si John se hubiera convertido de alguna manera en otra persona». Si John se convierte de alguna manera en otra persona y los lectores no presencian esa transformación, el editor que está considerando tu novela, de alguna manera, se convertirá en un editor que se pone a leer otra novela.

La buena noticia es que aún tienes tres cuartas partes de una novela. Retrocede y reescríbela desde ese momento en que se te fue la pelota, teniendo en cuenta que la historia puede acabar de un modo distinto a como habías planeado.

¡Adiós, lector cruel!

Cuando se despacha oportunamente a un personaje incómodo

Nefasto comprendió en ese momento que nunca iba a ocurrir. Había trabajado duro, como un esclavo, había arañado peldaño a peldaño su camino hacia la vicepresidencia de Transportes de Fluidos de El Paso de Arriba S. A. y había cosechado recompensas. Había amado el poder, el glamour, los lujos, esos lujos de los que ya no podría pasar. Pero durante todo ese tiempo había tenido sus ojos puestos en un premio mayor: la vicepresidencia de Transportes Fluidos de El Paso de Abajo. Sí, ése era su objetivo. Sólo entonces podría dominar la playa y la montaña. Pero no, sólo Jack Bilge, de Bilge Hidráulicas S. A., se sentaría en ese sillón, y ahora Nefasto era el único obstáculo para esa fusión. No era nada más que un estorbo. Se sentía como una mosca en un tarro de miel. La mano de Nefasto tembló cuando amartilló la Grump 68 y presionó el cañón contra su sien. Por un instante tuvo un destello de esperanza. ¿Había otra solución? ¡No! Todo había ido demasiado lejos. ¡Al diablo con la fusión! Mientras apretaba el gatillo deseó que, de alguna manera, pudiera expiar todos sus pecados en el otro mundo.

El primer pecado que encontramos aquí es una trama que da grima. Al no encontrar una manera de conseguir que el protagonista resuelva la intrincada trama que el autor ha creado, éste decide liquidar a todo el que le estorba. Básicamente, el autor hace el trabajo sucio para su protagonista, de forma que él salga del apuro limpio y fresco como una rosa. No obstante, en ese pasaje el autor no sólo asesina al malvado, también mata toda posibilidad de firmar un contrato con una editorial.

Esta solución es igual de mala si el suicidio (un extraño accidente, etc.) es el de una esposa molesta, el rival en los negocios o cualquier otro personaje cuya desaparición sea sospechosamente oportuna para el autor. El lector inmediatamente se huele que el autor está jugando sucio. Si resulta conveniente que un personaje muera, como mínimo prepara el terreno (ensoñaciones suicidas, un corazón débil) en escenas anteriores.

La versión más suave de este error, tipo traslado repentino a la oficina de Tokio, también requiere cierta preparación.

El ángulo del paralaje chino de la conspiración

Cuando el desenlace de la historia se come la historia

—Ya ven, el lobby de los hoteles está conchabado con el inspector en jefe de la policía —explicó Herr Schlock apuntando con el cañón de su Crossmatch 69 a la cara de Mary—. Y el verdadero nombre de esta mujer es Joseph Mengele, ¿les suena? Huyó a Paraguay tras la caída de Berlín, se hizo varias operaciones de cirugía plástica radicales y empezó una nueva vida como Josephine Womenguele. Tuvo una breve carrera como cortesana en los altos niveles de la sociedad de Washington, lo cual la preparó sobradamente para seducir al tonto de su novio, Bruce. Todo esto formaba parte de un ha tiempo olvidado plan alternativo de seguridad para asesinar al presidente Dukakis, en el caso de que hubiera resultado electo. Cuando Bruce metió sin darse cuenta una combinación específica de monedas en aquella lavadora de la lavandería, activó el plan y atrajo la atención de Menguele, de modo que Bruce acabó encamándose también con el inspector en jefe por propia voluntad.

Schlock rió con su acento alemán cuando Mary trató de aportar más información. Schlok agregó:

—Ni que decir tiene que todo esto les resultará difícil de creer después del borrado de sus memorias que nuestros enemigos canadienses han operado en ustedes, pero que sólo tuvo éxito en parte. En cualquier caso, no se preocupen, se lo explicaré todo en el submarino que nos llevará a bombardear Winnipeg, la capital de la provincia canadiense de Manitoba.

—Pero eso es una locura —protestó Mary—. Hasta ahora la única pista que teníamos era una pierna de cordero congelada.

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