Danza de espejos (72 page)

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Authors: Lois McMaster Bujold

Tags: #Novela, Ciencia ficción

—Sí.

—Es… estaría muy agradecido.

—Entonces, te lo prometo. Mi palabra como Vorkosigan.

Una Vorkosigan por adopción. Todavía más que él. Pero él no dudaba de su palabra.
Contigo, madre, todo es posible

—No sé qué detalles le contaste a Kareen…

—Muy pocos. Después de todo, sólo tiene dieciocho años. Apenas si termina de asimilar su nueva condición de persona adulta. Otros asuntos, más… avanzados podrían esperar un poco, creo yo. Tiene que terminar sus estudios antes de aceptar ningún compromiso mayor —agregó con severidad.

—Ah… —Él no estaba seguro de si eso lo aliviaba o no—. De todos modos, todo eso está un poco anticuado. Ahora he adquirido… otros problemas. Mucho peores.

—Eso no es lo que yo veo, Mark. A mí me pareces mucho más centrado y relajado desde que tú y Miles volvisteis de Jackson's Whole. Aunque no pretendas hablar del asunto.

—No lamento conocerme a mí mismo, señora. Ni siquiera lamento… ser yo mismo. —
Yo y la banda negra de fogoneros
—. Pero lamento estar tan lejos de Kareen. Creo que soy un monstruo, sí, alguna clase de monstruo. Y en la obra, Calibán no se casa con la hija de Próspero. Yo diría que más bien le pegan y lo encierran por intentarlo. —Sí, ¿cómo hablarle a alguien como Kareen de Eructo, Jadeo, Aullido y Asesino, sin asustarla ni asquearla? ¿cómo podía impedirle que alimentara sus apetitos anormales? Ni siquiera en el más salvaje de los sueños… Era imposible. Mejor no intentarlo.

La condesa sonrió con inteligencia.

—Hay varias cosas que no encajan en tu analogía, Mark. En primer lugar, no sé lo que crees que eres, pero sea lo que sea, yo garantizo que no eres subhumano. Y Kareen no es superhumana tampoco. Aunque si sigues tratándola como si fuera un premio y no una persona, también te garantizo que vas a meterte en otro tipo de problemas. —Levantó las cejas para reafirmar sus palabras—. Agregué, como condición para bendecir su petición de mano, la sugerencia de que ella aproveche la oportunidad de instruirse en otras cosas mientras pasa su año de estudios en Colonia Beta. Creo que un poco más de educación betanesa en ciertos asuntos personales podría llevarla muy lejos. Aprendería cómo ampliar sus percepciones lo suficiente como para admitir… complejidades sin atragantarse con ellas. Aprendería cierta visión de la realidad que una muchacha de dieciocho años no puede adquirir en Barrayar.

—Ah. —Atacar el problema desde el lado de Kareen: ésa era una idea que nunca se le había ocurrido. Tenía… tanto sentido…—. Yo también había pensado en ir a estudiar a Colonia Beta el año que viene. Algo de educación galáctica le vendría bien a mi currículum, sobre todo cuando me presente para el trabajo que tengo pensado. No quiero dejarlo todo en manos del nepotismo.

La condesa inclinó la cabeza, divertida.

—Bien. Me parece que tienes unos buenos planes a largo alcance, sólidos, bien coordinados… Metas posibles. Lo único que tienes que hacer es llevarlos a cabo. Los apruebo. Enteramente.

—Largo alcance. Sí, pero esta noche es ahora…

—¿Y cuáles eran tus planes para esta noche, Mark?

—Bailar con Kareen.

—No veo el problema. Se te permite bailar. Seas lo que seas. Esta no es la obra de teatro, Mark. Y el viejo Próspero tiene muchas hijas. Tal vez hasta haya una que tenga un gusto extraño por los tipos raros.

—¿Extraño? ¿Hasta qué punto?

—Ah… —La condesa levantó la mano y la puso justo a la altura de la cabeza de Mark—. Por lo menos hasta ahí. Baila con ella, Mark. Ella cree que eres interesante. La madre Naturaleza le da cierto sentido del romance a los jóvenes y les pide que reemplacen la prudencia con él. Es un truco para perpetuar la especie. Y nos hace crecer.

Cruzar el salón de baile de la Residencia y saludar a Kareen Koudelka parecía la cosa más terrible que hubiera hecho Mark voluntariamente en su vida, incluido el primer combate con los Dendarii en Jackson's Whole. Pero ahí termina el parecido porque después de eso las cosas
mejoraron
.

—¡Lord Mark! —dijo ella, feliz—. Me dijeron que estabas aquí.

¿Qué? ¿Preguntaste por mí?

—He venido a cumplir con mi palabra y a pedir mi baile, milady. —Consiguió hacer una reverencia al estilo Vor.

—¡Qué bien! Ya era hora. Te he reservado la danza del espejo y los reels escoceses.

Los bailes sencillos que imaginaba que él podía seguir.

—Hice que Miles me enseñara los pasos del Minuet de Mazeppa la semana pasada —agregó él, esperanzado.

—Perfecto. Ah, ahí está la música… —Ella lo arrastró a la pista.

Llevaba un vestido verde oscuro con adornos rojos que le destacaba los bucles rubios. En un ataque de paranoia, Mark se preguntó si el vestido no estaría coordinado con su ropa en cuanto al color. No, tenía que ser una coincidencia. ¿Cómo…?
Mi sastre a mi madre a su madre a ella. Mierda, un analista de SegImp tendría que saber seguir ese rastro de flujo de información
.

Por desgracia, Jadeo tenía una tendencia enervante a desvestirla mentalmente y cosas peores, y lo distraía permanentemente. Pero esa noche, Jadeo no tendría permiso para hacer uso de la palabra.
Éste es trabajo de lord Mark. Y esta vez él no piensa dar al traste con las cosas
. Jadeo podía quedarse allí escondido y aumentar su presión todo lo que quisiera. Lord Mark encontraría un uso para esa presión. Empezando por mantener el ritmo. Había un baile —sí, el Minuet de Mazeppa —en el que los dos bailarines se tocaban uno al otro, sosteniendo la mano o la cintura, durante casi todo el tiempo.

Toda riqueza verdadera es biológica
, había dicho el conde. Mark entendía por fin. Con todos sus millones de dólares betaneses, él no podía comprar eso, esa luz en los ojos de Kareen. Aunque el dinero no sobraba, claro… ¿cuál era ese maldito pájaro terrestre que construía nidos sofisticados para atraer a una compañera?

Estaban en el medio de una danza del espejo.

—Bueno… Kareen… tú eres mujer. Yo… bueno, discutí con Ivan. ¿Cuál crees que es el mayor atractivo que puede tener un tipo? ¿Un volador, riqueza… jerarquía? —Esperaba que su tono sugería que estaba haciendo una investigación científica… Nada personal, señora.

Ella se mordió los labios.

—Chispa, inteligencia —dijo, por fin.

Sí… Y ¿en qué comercio vas a comprar eso con todos tus dólares betaneses, muchacho?

—Danza del espejo. Mi turno —dijo Kareen—. ¿qué es lo más importante que puede tener una mujer?

—Confianza —le contestó él sin pensar, y luego se puso a reflexionar tanto en ello que casi perdió el paso. Iba a necesitar una montaña de confianza. Sin exagerar.
Bueno, empieza a construirla esta noche, Lord Mark, viejo amigo. Una cosa por vez, por favor
.

Se las arregló para hacerla reír en voz alta cuatro veces después de eso. Las contó cuidadosamente.

Comió demasiado (hasta Eructo estaba saciado a su modo), bebió demasiado, habló demasiado y bailó realmente demasiado. En general, lo pasó estupendamente. El baile fue un poco inesperado. Kareen lo llevó sin ganas hasta un grupo de amigas curiosas. Él les interesaba por la novedad, le pareció, pero esa noche no quería estar molesto por nada. Dos horas antes de la medianoche estaba tan estimulado que había empezado a decir tonterías y a cojear. Mejor irse antes de que Aullido tuviera que salir a encargarse de los restos. Además, Miles se había pasado la última hora sentado en silencio en un rincón. No era común en él, pero lo cierto era que parecía aburrido.

Una palabra a un sirviente de la Casa Imperial les trajo el coche de superficie del conde hasta la puerta, con el ubicuo Pym al volante. El guardaespaldas ya había llevado al conde y a la condesa a casa. Miles y Mark se sentaron en el compartimento posterior, los dos bien hundidos en los asientos. Pym salió por la puerta de la Residencia hacia las calles del invierno, calladas y nocturnas. Bueno, nunca serían más calladas que eso, como calles de una capital: apenas había algunos vehículos circulando por ellas. Miles encendió la calefacción y se acomodó, con los ojos entrecerrados.

Mark y su hermano estaban solos en el compartimento. Mark contó el número de personas presentes. Uno, dos. Tres, cuatro, cinco, seis, siete. Lord Miles Vorkosigan y el almirante Naismith. Lord Mark Vorkosigan, Eructo, Jadeo, Aullido y Asesino.

El almirante Naismith era una creación de mucha clase, pensó Mark con un suspiro de envidia. Miles podía sacarlo a fiestas, presentárselo a mujeres, desfilar con él en público en casi cualquier parte excepto en el mismo Barrayar.
Supongo que a mi banda negra le falta
savoir faire…
pero lo compensamos porque somos más

Iban todos juntos, él y la banda negra, en el nivel más profundo. No se podía ejecutar a una parte sin matar al resto.
Así que tengo que cuidarlos a todos. De alguna forma. Vosotros vivís allá abajo en la oscuridad. Porque un día, en alguna hora desesperada, tal vez os necesite de nuevo. Vosotros me cuidasteis. Ahora os cuido yo a vosotros
.

Mark se preguntó qué era lo que cuidaba el almirante Naismith, para Miles. Algo sutil, pero importante… la condesa se daba cuenta. ¿Qué le había dicho ella?
No voy a tener miedo por la cordura de Miles hasta que le corten a ese almirantito
. Por eso había tanta desesperación en el deseo de Miles de recuperar su salud. Su trabajo con SegImp era la vida para el almirante Naismith.

Creo que entiendo eso, sí
.

—¿Alguna vez te he pedido disculpas por hacer que te mataran? —preguntó Mark en voz alta.

—No, que yo recuerde… Pero después de todo no fue culpa tuya. Yo no tenía ningún derecho a llevar a cabo esa misión. Debería haber aceptado la oferta de rescate de Vasa Luigi. Pero…

—¿Pero?

—No quería venderte. Sospecho que ya pensaba hacerle pagar mucho más a Ryoval. Sí, desde ese mismo momento…

—Yo también lo creo. Ah… gracias.

—No estoy seguro de que al final sirviera de mucho —dijo Miles, pidiendo disculpas—. Ryoval lo intentó de nuevo…

—Ah, sí. Al final sirvió, y sirvió mucho. Fue completamente distinto de esta forma. —Mark sonrió levemente, en la oscuridad. La arquitectura salvaje y muy variada de Vorbarr Sultana pasaba al otro lado del vehículo convertida en algo parecido a una unidad bajo la nieve.

—¿Qué hacemos mañana? —preguntó Mark.

—Dormir —murmuró Miles, asomando apenas por el cuello del uniforme, como si fuera una pasta que desaparece chupada por un tubo.

—Después.

—Las fiestas terminan dentro de tres días, con las fogatas de la Feria de Invierno. Si mis… si nuestros padres van al Distrito, supongo que pasaré la mitad del tiempo en Hassadar y la mitad aquí, ya que SegImp me autoriza a volver a trabajar. Hassadar es un poquito más cálida que Vorbarr Sultana en esta época del año. Ah… puedes venir conmigo, si quieres.

—Gracias. Acepto.

—¿Qué piensas hacer?

—Cuando termine tu permiso médico, creo que voy a entrar en una de las universidades de Barrayar.

—¿En cuál?

—Si el conde y la condesa van a residir en Hassadar, tal vez en la del Distrito.

—Mmm. Tengo que advertirte, la gente es mucho más… rural allá que en Vorbarr Sultana. Vas a encontrarte con una forma de pensar mucho más al estilo barrayarano.

—Excelente. Eso es lo que quiero. Necesito saber cómo manejar a esos tontos sin matarlos accidentalmente.

—Ah… —dijo Miles—, cierto. ¿Y qué vas a estudiar?

—La verdad es que no importa demasiado. Voy a tener un estatus oficial de estudiante y una oportunidad para estudiar a la gente. Los datos los puedo sacar de una máquina. Pero soy muy débil en lo que se refiere a la gente. Hay tanto que aprender. Necesito saber… todo.

Era otro tipo de hambre, esa glotonería insaciable, ese deseo de conocimiento. Un analista de SegImp tenía que poseer la base de datos más grande que pudiera. Eso era cierto. La gente que había conocido en la máquina de café de los Cuarteles Generales de SegImp tenía conversaciones brillantes sobre una cantidad de temas sorprendentes, con una profundidad extraordinaria. Iba a tener que darse prisa, si quería competir con esa multitud. Y ganar.

Miles rió.

—¿Qué es lo que encuentras divertido?

—Me estoy preguntando qué va a aprender Hassadar de ti…

El coche de superficie giró en las puertas de la Casa Vorkosigan y se detuvo.

—Tal vez me levante temprano —dijo Mark—. Hay tanto que hacer…

Miles sonrió, medio dormido, convertido en laguna dentro de su uniforme.

—Bienvenido al principio.

APÉNDICE

Miles Vorkosigan/Naismith: su universo y su época

Lois McMaster Bujold ambienta prácticamente todas sus novelas y narraciones en un mismo universo coherente, en el que se dan cita tanto los cuadrúmanos de
EN CAÍDA LIBRE
como los planetas y los sistemas estelares que presencian las aventuras de Miles Vorkosigan, su héroe más característico.

A continuación se ofrece un breve esquema argumental del conjunto de los temas que tratan los libros de ciencia ficción de Bujold aparecidos hasta hoy en Estados Unidos. La
CRONOLOGÍA
se refiere a la edad de Miles Vorkosigan, protagonista central de la serie, y los
HECHOS
incluyen un brevísimo resumen de parte de lo sucedido, con la única intención de situar el conjunto de las narraciones en un esquema general. Cada uno de los libros puede ser leído independientemente. La mayor parte de la información procede de datos aparecidos en las ediciones norteamericanas de las aventuras de Miles Vorkosigan, que no he dudado en modificar y completar por mi cuenta. El apartado
CRÓNICA
hace referencia a las narraciones en las cuales se detallan las diversas aventuras. Se indica, en cada caso, el título original en inglés, la fecha de publicación de dicho original y una traducción del título que, muy posiblemente, coincida con la que utilizaremos en su edición española.

CRONOLOGÍA:
Aproximadamente 200 años antes del nacimiento de Miles
.

HECHOS:
Se crean los cuadrúmanos por medio de la ingeniería genética. La gran corporación espacial Galac-Tech los explota, en condiciones de esclavitud, en el Habitat Cay. Los cuadrúmanos luchan por su libertad con la ayuda del ingeniero Leo Graf.

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