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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Descubrimiento (11 page)

—Tommy… Oh, Tommy, qué bello eres —susurró, acariciando cada centímetro de la cálida piel , adorándolo con el tacto y con la mirada, hasta que sintió que ya no podía más de placer y que necesitaba algo más definitivo—. Recuéstate de lado… Prometo que no te dolerá… Te necesito…

En ese momento el miedo volvió a Tommy. Por lo que habían visto en la película, era obvio que la zona no estaba preparada naturalmente para que algo tan grande entrara. Los que iban a penetrar lamían y ensanchaban la zona con los dedos, pero no se atrevió a pedirlo directamente.

—Recuerda lo que vimos en la película... —dijo con rapidez.

—Shh, lo sé —susurró Sasha. No quería romper la magia con esa clase de detalles—. Tranquilo, iré muy despacio… —Lo volvió a recostar, acariciando sus caderas para que se relajara, y dio ligeros besos en su cuello. Se apoderó de su erección y cuando lo tuvo perdido en medio de gemidos de placer, deslizó una mano hacia su cadera y luego acarició el firme traserito, para posicionarse en la entrada virgen y presionar con todo cuidado.

El dedo acariciando su entrada era una sensación extraña para Tommy; no desagradable, pero sí extraña. La piel era muy sensible ahí y sentía cómo ese dedo mandaba descargas por todos sus nervios. Estaba en la gloria. Si todo era así le iba a encantar el sexo. No había terminado de pensar eso cuando Sasha comenzó a presionar tratando de introducir el dedo y eso no fue tan agradable.

—Aah, eso molesta, Sasha… —Por inercia trató de apartarse pero el ruso lo tenía firmemente sujeto por la cadera. Presionó un poco más y finalmente un tercio del dedo entró, haciéndole emitir un ahogado jadeo—. Eso escuece, Sasha…

—Es por que no tienes práctica. Si te quedas quieto, no dolerá. —Convencido de lo que decía, continuó presionando, pugnando por dilatar el apretado pasaje, preguntándose cómo haría para que entrara todo lo que se proponía meter allí.

Tommy refunfuñó un poco. En realidad no era doloroso, sino un poco incómodo y escocía. Cuando parecía que se había acostumbrado, Sasha comenzó a presionar con otro dedo y todo volvió a empezar. Se mordió los labios, la fricción seguía ahí aunque los movimientos de tijera que hacía Sasha no eran tan incómodos como el metesaca que había hecho antes con un solo dedo.

El ruso continuó trabajando en la zona, hasta que sintió que Tommy se relajaba más. Estaba tan ansioso por consumar lo que había iniciado, que retiró muy de prisa los dedos y los reemplazó por su dura erección, presionando de nuevo. Pero el pasaje no había dilatado lo suficiente y Tommy se quejó un poco.

—Tranquilo. No te muevas y déjame a mí —pidió Sasha, quien encontraba cada vez más difícil controlarse. Empujó un poco, hasta introducir toda la cabeza, y allí se detuvo—. ¿Estás bien? —Fue su ronco susurro, mientras aferraba las caderas de su amante.

—Duele —dijo simplemente Tommy—, pero métela antes de que me arrepienta. —Movió las caderas hacia atrás, animándolo.

Sasha dudó un poco, pero estaba tan ansioso que decidió hacer caso y de un fuerte impulso, se introdujo completamente, arrancándole a Tommy un grito de dolor que lo asustó tanto que hizo amago de salirse.

—No te muevas —pidió Tommy con un ahogado susurro—. No-te-muevas. —Y para asegurarse, agarró como pudo las caderas de Sasha apretándolas contra las suyas. Jadeaba y su respiración era entrecortada, pero no le soltó las caderas.

Sasha comenzó a acariciarlo en el pecho y a besarle el cuello, procurando tranquilizarlo.

—Lo siento. No quise lastimarte, de verdad. Si quieres la saco —ofreció, compungido. Su erección comenzó a disminuir y Tommy pudo sentirlo. Tenía que hacer algo. No habían llegado hasta donde estaban para ahora rendirse. Se armó de valor y respirando hondo se movió apartándose un poco para luego volver a recibir la alicaída erección en su interior. El dolor en su trasero fue agudo, y aunque notaba cierta humedad que hacía sentir menor fricción, dolía. Pero no quiso rendirse y volvió a repetir el movimiento una vez y otra y otra, hasta que la sexta o séptima se sorprendió a sí mismo al sentir que algo se expandía en su interior y un asombrado jadeo escapó de sus labios. El miembro de Sasha había tocado algo dentro… no sabía qué, pero había sentido como una descarga eléctrica en todo su cuerpo. Una muy placentera descarga.

Sasha notó que algo cambiaba, Tommy comenzó a gemir bajito y a moverse más deprisa, y también dejó de hacer resistencia. Al relajarse, le permitió moverse con mayor libertad y lo envolvió en un irresistible vaivén que le arrancó varios gemidos.

—Tommy… Tommy…

—¡Aaaah! Esto es… Hmmm —Se silenció mordiéndose los labios, tomó como pudo la mano de Sasha que estaba en su cadera y la llevó hacia su miembro en clara invitación a que lo masturbara mientras él trataba de no ahogarse entre tanto jadeo y gemido.

El rubio alzó el rostro. Quería ver mejor a su compañero mientras lo amaba y entonces se dio cuenta de que la puerta estaba entreabierta, pero era tal su deseo que no le dio importancia y se concentró en dar y recibir placer.

Masturbó a Tommy mientras le susurraba palabras de amor en ruso, y sujetaba con una mano su cadera. Se sentía estallar y sólo podía pensar que su querido Tommy era quien le estaba dando ese placer sublime. Embistió una y otra vez, perdiendo la noción del tiempo, hasta que su cuerpo se arqueó y bañó las entrañas de su amante con su tibia semilla.

Tommy sintió el mismo instante en que Sasha se corrió en su interior y la sensación de plenitud y de felicidad fue tan grande que sólo un par de movimientos en su erección le bastaron para llegar al orgasmo a su vez. Se arqueó contra él y finalmente se quedó respirando con dificultad en sus brazos.

—Es hermoso —susurró Sasha—. Nunca pensé que esto pudiera ser así. —Se apoyó en el codo y miró atentamente el rostro de Tommy—. ¿Te hice mucho daño?

—Duele, no te voy a engañar. Aunque hay algo ahí dentro que ¡ufs! Al principio sólo era dolor… pero entonces tu… miembro —Se sonrojó— rozó algo dentro de mí y sentí como un chispazo. Fue increíble… Pero de todos modos, no sé cómo los de la película lo hacían tan fácilmente, escuece mucho. —Hubo un corto silencio en el que ambos se quedaron abrazados, acariciándose—. Aunque no hace falta que te explique nada, en cuando nos recuperemos te voy a follar yo a ti. —Una traviesa sonrisa adornó su rostro—. Vas a saber todo de primera mano, amor.

Sasha sonrió, sabiendo que era inútil negarse. Ese había sido el trato y él estaba tan ansioso como Tommy de probar. Pero cuando comenzó a deslizarse fuera él, y al tomar el papel higiénico para limpiarse, se volvió a asustar al ver unas pequeñas gotas de sangre. Limpió cuidadosamente la zona y la llenó de besos, y mientras se disculpaba en voz baja, siguió besando la espalda de Tommy hasta llegar a su cuello, donde hundió el rostro.

—¿En verdad estás bien?

—Sí, tranquilo. No sé si me podré sentar en los próximos días pero no me voy a morir por esto. —Se giró para quedar frente a frente y lo envolvió en un abrazo.

Más aliviado, Sasha se entregó al beso con toda la ternura de la que fue capaz, acariciando los cabellos de Tommy, mirándolo a los ojos que brillaban a la tenue luz de la linterna.

«Te amo», pensó, pero no lo dijo en voz alta, temeroso de mostrarse vulnerable. Sus ojos lo decían y eso le bastó a Tommy para sentirse feliz. Pensaba lo mismo, que amaba con locura al rubio que estaba en sus brazos, pero él había dejado claro que lo suyo no era cuestión de amor. Amigos con derecho a roce, eso eran. Sin embargo, eso no evitaba que Tommy supiera a ciencia cierta que amaba a Sasha sobre todas las cosas y que siempre lo haría.

Luego de unos instantes de reposo uno en brazos de otro, Tommy dio señales de querer hacer cumplir la otra parte del trato. Su cuerpo comenzó a ondular contra el cuerpo de Sasha y sus manos a recorrer su espalda, palpando los músculos desnudos. Comenzó a darle besitos de mariposa en los labios para luego bajar traviesamente a su cuello y desde allí seguir por su pecho, mordisqueando con deleite un pezón.

El ruso gimió, sintiendo en carne propia lo que le había hecho sentir a Tommy momentos atrás.

—Oh, Dios, qué bien lo haces…

Tommy deslizó la mano por entre los cuerpos y, mientras seguía jugueteando con los pezones, tomó ambos miembros en su mano y comenzó a masturbarlos. Sin detenerse, volvió a la boca de Sasha y comenzó a devorarla. Le gustaba mucho besar: todo lo del sexo estaba genial, pero los besos eran fantásticos. Sobre todo cuando eran así de húmedos, cargados de jadeos. Podría pasarse toda su vida besando a Sasha.

—Amor, voy a entrar —dijo decidido—. Date la vuelta. —Lo ayudó a acomodarse en una postura que vieron en la película y Sasha acabó sobre sus rodillas y sus manos. El temor asaltó a Tommy en ese momento—. ¿Qué hago? ¿Voy despacito o de golpe?

Sasha titubeó. Estaba muy excitado, pero el recuerdo del grito de Tommy lo hizo meditar un momento más.

—Despacio y si estoy bien lo haces más fuerte —decidió. Si Tommy había podido soportarlo, entonces él también lo soportaría… Y su amigo la tenía más pequeña.

—De acuerdo. Allá voy. —Dirigió la punta de su miembro a la entrada del ruso y comenzó a hacer presión poco a poco—. Cuesta. —Hizo un poco más de fuerza y consiguió meter el capullo—. ¿Estás bien? —preguntó, jadeando por el esfuerzo.

—Sí… sí… — Sasha gimió, mordiéndose los labios. El sentimiento de entregarse a Tommy era indescriptible, y aunque había dolor, lo soportó estoicamente—. Sigue… sigue moviéndote así, vamos.

—Voy a seguir entrando, cuando llegue al tope pararé. —Tommy le acarició la espalda y comenzó a presionar poco a poco, introduciéndose milímetro a milímetro, tratando de causarle el menor daño posible—. Ya casi está, cielo —dijo con voz ahogada —. Sólo un poquito más. —Finalmente estuvo dentro. Sentía cómo apretaba y el esfuerzo lo hizo jadear. Se recostó levemente sobre la espalda de Sasha, esperó un momento para recuperar la respiración y para que se acostumbrara, y sin dejar de darle ligeros besos en la columna, le preguntó—: ¿Estás preparado? ¿Comienzo a moverme?

—Muévete… muévete Tommy, por lo que más quieras —jadeó con voz ahogada, moviéndose con torpeza al inicio, tratando de adaptarse al ritmo de Tommy.

¡Lo estaban haciendo! La excitación de Sasha subía en espiral hacia la cima de un lugar en el que sólo Tommy tenía derecho a estar. Se llenó de la sensación de ser penetrado así, con ímpetu y a la vez con ternura. Estaba tan exaltado que no podía pensar. En cierto modo era como doblegarse ante alguien, pero su orgulloso lo aceptó de buen grado tratándose de ese muchachito que se había ganado su corazón.

Tommy suspiró profundamente y comenzó a moverse. Salió casi completamente del cuerpo de Sasha para luego volver a hundirse lentamente. Quería hacerlo despacio, sintiéndolo, excitándose con sus gemidos, lamiendo cada gota de sudor, pero el ruso se movía con ansiedad, como si quisiera absorberlo. Comenzó a moverse más rápido; la fricción era tremenda y Sasha lo apretaba con fuerza. En un momento dado sintió cómo temblaba y supo que había encontrado el punto interior que tanto placer le había dado antes a él. Se movió, procurando alcanzar ese punto, empujando más y más rápido. No podía frenarse… Sus caderas tenían vida propia y supo que pronto iba a correrse. Con la mano buscó la erección de Sasha y comenzó a bombear al mismo ritmo que lo penetraba.

Dolor y placer se mezclaron en la mente de Sasha, pero de pronto algo rozó su interior y el dolor se olvidó, quedándole sólo el placer. Su cuerpo y el de Tommy se movían al mismo ritmo que fue haciéndose más y más rápido y más sincronizado. Sasha se arqueó cuando la mano de su amante acarició su erección, y gimió con total abandono mientras el orgasmo le llenaba los sentidos… Y en esa oleada de placer incontenible, lo que le quedaba de conciencia lo impulsó a tomar una decisión que mantendría inquebrantable por muchos años: no permitiría que ningún otro hombre lo tomase. Ese lugar estaba reservado para Tommy, al igual que su corazón.

Cuando Sasha se corrió, Tommy sintió cómo contraía el cuerpo, presionando su erección hasta límites insospechados. Incapaz de seguir penetrándolo, cerró los ojos y se dejó ir con un ahogado jadeo, para inmediatamente después colapsar sobre su espalda.

Se quedaron en silencio, demasiado emocionados y cansados como para hablar. Abrazados, se dieron suaves besos y ligeras caricias, sonriéndose con la complicidad de los amantes. Habían dado un paso más y ninguno se arrepentía de ello.

Una ligera corriente en la espalda le recordó a Sasha que la puerta estaba entreabierta y todos sus sentidos volvieron a ponerse alertas. Se puso de pie rápidamente y se acercó allí, para mirar hacia afuera. No había más que los caballos y eso lo tranquilizó. Cerró la puerta y volvió al lado de Tommy, que se estaba limpiando.

—Pensé que había cerrado la puerta, pero debí equivocarme con la emoción. Será mejor volver.

—¿Tenemos que volver? —Tommy hizo un pucherito—. Me gustaría quedarme aquí contigo, dormir entre tus brazos y despertarme a tu lado —dijo en un susurro, como si le diera un poco de vergüenza confesarlo.

—No tenemos que irnos ahora mismo —susurró Sasha volviendo su lado. Se cubrieron con una manta y se acomodaron, muy juntos—. Me gusta el olor a heno, me hace recordar el campo, donde vivía mi abuela. Heno y semen… Es una extraña combinación.

Tommy se acomodó en los brazos de Sasha y lanzó un profundo suspiro de felicidad. Le dolía el trasero horrores, pero se encontraba absolutamente feliz. Cerró los ojos y se dedicó a oír los latidos del corazón de su amante.

En algún momento se quedaron dormidos y cuando Sasha despertó, sintió una vaga inquietud por ese descuido, pero la visión de Tommy descansando entre sus brazos le hizo pensar que cualquier cosa que viniera habría valido la pena sólo por verlo así.

—Mi amor —susurró muy despacio y lo sacudió ligeramente—. Tommy, tenemos que irnos, casi amanece.

—Cinco minutos más —gruñó y trató de esconder el rostro en el pecho de Sasha. Como éste lo seguía sacudiendo, abrió los ojos con muchísimo sueño y lo miró haciendo un mohín—. Vale, vale. Me levanto. —Pero antes de hacerlo le rodeó el cuello y lo besó largamente.

Se vistieron con prisa, con el inminente amanecer sobre ellos. Sasha limpió cuidadosamente toda huella de su encuentro y salieron tomados de la mano. Afuera del establo la neblina les impedía la visión. El campo estaba completamente quieto, con la quietud que precede al amanecer. Era como si la naturaleza estuviera esperando el saludo del sol para comenzar a despertar. Los dos se quedaron de pie, mirando al cielo, hasta que la luz comenzó a surgir. Sin moverse, esperaron hasta que las sombras se hicieron menos densas y la niebla comenzara a disiparse.

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