El discípulo de la Fuerza Oscura (15 page)

Gantoris se defendió torpemente y fue retrocediendo poco a poco hasta el comienzo de la jungla. Nubes de rocío brotaron de la maleza cuando pisotearon los macizos de helechos gigantes, y su combate asustó a una bandada de criaturas aladas que se alejaron volando entre chillidos estridentes. Gantoris lanzó un desesperado diluvio de golpes contra la espada de luz de Luke, utilizando la fuerza bruta pero sin ninguna sutileza. De repente tropezó con el enorme tronco de un árbol massassi, y las escamas de corteza purpúrea cayeron al suelo con un repiqueteo desigual.

Luke se alzó sobre él con la intención de poner fin al duelo, pero entonces los ojos de Gantoris se iluminaron con un resplandor todavía más intenso que el de antes. Presionó un botón de la empuñadura de su espada de luz con la misma expresión que si estuviera haciendo funcionar una trampa... y la hoja de bordes violetas se extendió repentinamente como si fuese una lanza, saliendo disparada hacia adelante hasta casi doblar su longitud inicial.

Los reflejos de Luke reaccionaron con una velocidad increíble haciéndole saltar a un lado, y la punta de la hoja de energía de Gantoris atravesó la manga de su mono de vuelo gris, dejando un orificio humeante en la tela.

Luke contempló con incredulidad a Gantoris durante una fracción de segundo preciosa. Su estudiante no sólo había construido su propia espada de luz, sino que además la había dotado de un sistema alimentador de gemas múltiples que le permitía alterar la longitud de su hoja a voluntad. Un arma semejante resultaba como mínimo dos veces más difícil de manejar que una espada de luz tradicional, ¡y Gantoris había hecho todo aquello sin ayuda!

Gantoris siguió explotando su ventaja momentánea sin perder ni un instante, y lanzó una nueva estocada con su hoja de longitud superior a la normal, sabiendo que Luke no podía aproximarse lo suficiente para tocarle.

—¡Gantoris! —gritó la frágil y estridente voz de Streen.

Ni Luke ni Gantoris le hicieron ningún caso. Los otros estudiantes se apresuraron a avanzar hacia el comienzo de la jungla, pero la batalla era únicamente entre Gantoris y Luke.

Luke se sintió consternado al ver la temeridad de que estaba dando muestra Gantoris, sobre todo porque le recordó la última batalla que había librado con Darth Vader mientras el Emperador les contemplaba con satisfacción, animando a Luke a permitir que la ira fluyese a través de él. Luke había estado a punto de caer en la trampa. Y había faltado muy poco para que se dejara controlar por su ira e iniciase el viaje que habría acabado llevándole al lado oscuro. Pero al final había demostrado ser lo suficientemente fuerte para resistir la tentación.

Gantoris parecía encontrarse peligrosamente cerca del borde de aquel abismo.

Luke tensó los músculos, hizo acopio de energías y saltó hacia arriba. Se impulsó con su capacidad levitatoria y salió disparado hasta una altura suficiente para alcanzar una gruesa rama inferior del árbol massassi. Después se posó suavemente sobre ella, manteniendo el equilibrio sin ninguna dificultad mientras bajaba la mirada hacia Gantoris, que parecía estar más enfurecido que nunca.

—¿Cómo has aprendido todo esto? —gritó Luke para hacerse oír por encima del zumbido de las espadas de luz, tratando de que su voz se abriera paso a través de la obsesiva decisión de Gantoris.

Gantoris alzó el rostro hacia él y le contempló con sus ojos ribeteados de rojo en los que ardía toda la apasionada hoguera de sus emociones.

—¡No eres el único que puede enseñar a seguir el camino Jedi! —replicó.

Después Gantoris dejó escapar un grito ahogado, levantó su espada de luz empuñándola con las dos manos y lanzó un potente mandoble lateral que se abrió paso a través del enorme tronco del árbol con un agudo chisporroteo. Las chispas, el humo y el olor a canela húmeda de la savia derramada impregnaron el aire. El viejo árbol se inclinó a un lado, y después fue desplomándose con un estrépito ensordecedor a través de las ramas más altas de otros árboles para irse derrumbando poco a poco.

Luke saltó de él y se posó sobre un montón de musgo y ramas caídas. Tenía que poner fin a todo aquello lo más pronto posible. Gantoris parecía estar poseído por una ira que era totalmente incapaz de controlar, y las técnicas Jedi para producir un efecto calmante más sencillas no tenían ningún efecto sobre él.

Gantoris acortó su hoja de energía hasta dejarla en una longitud que resultaba más fácil de manejar, igualándola a la de Luke mientras se preparaba para el ataque. Luke permitió que su estudiante le obligase a retroceder paso a paso por entre los helechos y las masas resplandecientes de las orquídeas nebulosa. Desplegó sus percepciones a través de la Fuerza sintiendo la presencia de jungla que les rodeaba, y buscó una diversión útil.

Y la encontró.

Fingió que tropezaba con una roca medio desmenuzada cubierta de hongos e inclinó el cuerpo a un lado, tambaleándose como si fuera a caer sobre un matorral. Gantoris se lanzó sobre él apartando las lianas con feroces mandobles de su espada de luz que las convertían en nubecillas de vapor grisáceo. Gantoris estaba haciendo tanto ruido que no podría oír los gruñidos y burbujeos que brotaban del matorral.

Luke saltó a un lado justo cuando Gantoris descargaba su espada de luz sobre él. La hoja blanca y violeta se abrió paso a través de la maraña de tallos y espinos... y un animal tan sorprendido como asustado emergió de la espesura lanzando un trompeteo tan espectacular que no habría desentonado en una representación de ópera.

El runyip volvió frenéticamente su corpachón de un lado y a otro mientras les dejaba atrás en una desesperada huida. Era una criatura enorme y torpe cubierta de un pelaje aceitoso, y las pellas de tierra pegadas a su nariz flexible indicaban que la había estado utilizando para hurgar entre la vegetación medio podrida.

La repentina aparición del animal sólo distrajo a Gantoris un segundo, pero Luke utilizó ese momento para desplegar la Fuerza hacia él. Manos invisibles arrancaron la empuñadura de la espada de luz de Gantoris de entre sus dedos, y después Luke utilizó sus capacidades Jedi para presionar el botón que desactivaba la hoja.

Luke tomó el arma de Gantoris con su mano izquierda en pleno vuelo, y después desactivó su espada de luz. La repentina desaparición del rugido sibilante de las dos hojas enfrentadas en combate hizo que la jungla pareciera quedar inquietantemente silenciosa.

Gantoris le miró fijamente sin moverse. Los dos hombres jadeaban y temblaban a causa del agotamiento. Se encontraban tan cerca el uno del otro que les habría bastado con alargar un brazo para poder tocarse. Sus frentes estaban perladas de sudor.

Luke acabó tomando una decisión y rompió aquel momento de inmovilidad que parecía estar haciéndose eterno. Hizo girar la empuñadura de la espada de luz de Gantoris, dirigiendo el orificio por el que brotaba la hoja de energía hacia la pechera de su mono gris, y se la ofreció a su oponente. Gantoris aceptó el arma después de una breve vacilación, la contempló en silencio durante unos instantes y volvió a alzar la cabeza. Sus ojos se encontraron con la mirada de Luke.

—Ha sido un ejercicio excelente, Gantoris —dijo Luke—, pero debes aprender a controlar tu ira. Podría acabar siendo tu perdición.

8

Kyp Durron estaba contemplando el gigantesco espino que era el
Triturador de Soles
a través de la calina iridiscente de un campo energético de seguridad erigido en los laberintos de acerocreto de Coruscant.

Entrecerró los ojos intentando verlo mejor, y se inclinó hacia adelante hasta que tres centinelas de la Nueva República fuertemente armados aparecieron de repente para obstruirle el paso. Kyp recorrió el hangar con la mirada y pudo ver otro grupo de centinelas montando guardia alrededor del
Triturador de Soles
. Al otro lado del campo electrostático de seguridad había una gigantesca puerta blindada que podía cerrarse en un instante apenas se diera la orden.

Kyp era bajito y delgado, con una sonrisa jovial y una revuelta cabellera oscura, y pensó que con ese aspecto no podía haber nadie capaz de considerarle como una amenaza, pero los tres centinelas alzaron sus rifles desintegradores y los apuntaron hacia su pecho.

—Se encuentra en una zona de acceso restringido —dijo el sargento—. Márchese inmediatamente o dispararemos.

—¡Eh, tranquilo! —exclamó Kyp alzando las manos—. Si quisiera robar ese trasto, lo primero que hubiese hecho habría sido no traerlo aquí.

El sargento le contempló con escepticismo. Estaba claro que no sabía de qué le estaba hablando.

—Soy Kyp Durron. Piloté el
Triturador de Soles
con Han Solo desde la Instalación de las Fauces hasta aquí. Sólo quería echarle otro vistazo, ¿sabe?

La pétrea impasibilidad del sargento no se alteró en lo más mínimo.

—No conozco personalmente al general Solo —dijo—, pero tengo orden de impedir el acceso a todo el mundo..., sin excepciones.

Kyp se inclinó hacia un lado para poder echar un vistazo por entre los centinelas. Hizo caso omiso de su presencia, y volvió a contemplar la silueta llena de ángulos de la superarma que había sido desarrollada por Qwi Xux, la investigadora cautiva en la Instalación de las Fauces.

La doctora Xux había diseñado un arma que podía hacer estallar una estrella, barriendo la vida de todo un sistema estelar. Qwi había actuado de una manera totalmente inocente, ya que para ella crear el
Triturador de Soles
era un mero ejercicio, una manera de averiguar los límites de sus capacidades científicas: pero Han había logrado abrirse paso a través del lavado de cerebro al que había sido sometida, y había conseguido hacerle entender qué había creado en realidad. Después Qwi les había ayudado a robar la superarma y a huir de la almirante Daala y la Instalación de las Fauces.

Kyp se alegraba de que el
Triturador de Soles
estuviera en manos de la Nueva República, pero le preocupaba un poco que el Senado pareciese ser incapaz de decidir qué hacer con él. La existencia de un arma tan poderosa parecía alterar las actitudes de todo el mundo, incluso de personas básicamente buenas que ocupaban cargos gubernamentales.

Kyp contempló cómo los mecánicos e ingenieros intentaban comprender el funcionamiento del
Triturador de Soles
. Estaban utilizando sopletes láser para tratar de abrirse paso a través de la armadura cuántica ultra densa, pero no había nada que fuese capaz de arañar el casco de aquella nave indestructible.

Dos mecánicos salieron por la escotilla superior transportando un cilindro metálico de un metro y medio de longitud y medio metro de anchura. Tres ingenieros que estaban trabajando en el fondo del hangar alzaron la cabeza para contemplar el cilindro y dejaron caer sus llaves hidráulicas al suelo mientras ponían cara de horror. Otro ingeniero soltó su calibrador de precisión y empezó a retroceder moviéndose muy despacio.

—¡Es un torpedo supernova! —gritó uno de los ingenieros.

Los dos mecánicos que cargaban con el cilindro parecieron quedar paralizados de repente. Los centinelas que montaban guardia al otro lado del campo de seguridad corrieron de un lado a otro buscando blancos a los que disparar. Los ingenieros y mecánicos atrapados dentro del perímetro energético empezaron a pedir a gritos que se desconectara el mortífero campo de seguridad para que pudiesen evacuar el hangar. Los tres centinelas que se encontraban fuera giraron sobre sí mismos y alzaron sus rifles desintegradores para apuntar a Kyp, como si el joven se hubiera convertido repentinamente en una amenaza después de todo.

Kyp se echó a reír.

—No es más que un cilindro de mensajes —dijo—. Ábranlo y lo verán... Sirve para guardar los sistemas de grabación, y eso permite lanzar al espacio los datos de más importancia poniéndolos a salvo si el
Triturador de Soles
es destruido.

Pero las alarmas seguían atronando y los hombres dominados por el pánico corrían de un lado a otro del hangar de acceso restringido y los centinelas no demostraron sentir el más mínimo interés por las explicaciones de Kyp.

—Será mejor que te vayas, chico —dijo el sargento—. ¡Inmediatamente!

Kyp meneó la cabeza en un gesto mitad de diversión y mitad de disgusto, y se alejó por el laberinto de largos pasillos circulares que iban subiendo poco a poco de nivel mientras se preguntaba cuánto tiempo necesitarían aquellos tipos que se suponía eran unos expertos para darse cuenta de su error.

Wedge Antilles estaba contemplando con admiración a la hermosa y etérea investigadora alienígena llamada Qwi Xux, que acababa de dar un paso hacia adelante y se preparaba para dirigirse a la Asamblea de la Nueva República.

A Qwi no le gustaba nada hablar en público, y había pasado varios días muy nerviosa después de haber preparado su discurso. Siempre había llevado una existencia muy, solitaria, pero por fin había empezado a confiar en Wedge después de que éste hubiera sido nombrado guardaespaldas y enlace oficial de la investigadora y tuviera que pasar la mayor parte de su tiempo al lado de ella. Wedge la había animado en todo lo posible, intentando tranquilizarla e insistiendo en que estaba haciendo un trabajo magnífico. También la había apoyado en su convicción de que ya no podía seguir ignorando la existencia del
Triturador de Soles
por más tiempo.

Qwi le había contemplado con expresión agradecida. Sus enormes ojos color índigo creaban un contraste asombroso con su piel de un azul pálido y la capa de plumas perlinas parecida a un bonete de gemas que cubría toda la parte superior de su cabeza y bajaba hasta sus hombros.

Qwi estaba mirando a Mon Mothma y los ministros. La investigadora irguió la espalda y permitió que sus delgados brazos colgaran inmóviles a los lados, y después empezó a hablar con una voz levemente aflautada que recordaba el canto de los pájaros.

—Mon Mothma, estimados representantes del gobierno de la Nueva República... —empezó diciendo Qwi—. Cuando me presenté por primera vez ante vosotros solicitando un refugio y trayendo conmigo el
Triturador de Soles
, me invitasteis a hablar siempre que sintiera la necesidad de hacerlo. Ahora debo comunicaros mis graves preocupaciones. Intentaré ser breve, ya que debéis tomar una decisión.

La enorme silueta de Chewbacca dejó escapar un gruñido ahogado de disgusto al lado de Wedge, pero aun así Wedge estaba impresionado ante lo inmóvil y callado que había conseguido permanecer el wookie hasta aquel momento. Chewbacca nunca había sido muy capaz de permanecer sentado en silencio.

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