El Universo holográfico (19 page)

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Authors: Michael Talbot

Tags: #Autoayuda, Ciencia, Ensayo

¿Por qué san Francisco y todos los estigmatizados que surgieron tras él creían que los agujeros de los clavos atravesaban las manos? Porque ésa es la forma en que los artistas han representado las heridas desde el siglo VIII. Que el arte ha influido en la posición e incluso en el tamaño y la forma de los estigmas es especialmente evidente en el caso de una estigmatizada italiana llamada Gema Galgani, que murió en 1903. Las heridas de Gema reproducían con precisión los estigmas de su crucifijo favorito.

Otro investigador que creía que los estigmas son autoinducidos era Herbert Thurston, un sacerdote inglés que escribió varios volúmenes sobre los milagros. En su obra magna,
Los fenómenos físicos del misticismo
, publicada póstumamente en 1952, enumeró varias razones por las que pensaba que los estigmas eran producto de la autosugestión. El tamaño, la forma y la situación de las heridas varía de un estigmatizado a otro, una incongruencia que indica que no proceden de una fuente común, a saber, las heridas reales de Cristo. Una comparación de las visiones que tuvieron varios estigmatizados muestra también poca congruencia, lo cual sugiere que no eran representaciones de la crucifixión histórica, sino más bien producto de la propia mente del estigmatizado. Y quizá lo más significativo es que un porcentaje sorprendentemente alto de los estigmatizados sufría también de histeria, lo que Thurston interpretaba como un indicio más de que los estigmas son un efecto secundario de una psique voluble y anormalmente emotiva y no son necesariamente obra de una psique iluminada.
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A la vista de esta información, no es de extrañar que incluso algunos de los miembros más liberales del liderazgo católico crean que los estigmas son producto de la «contemplación mística», es decir, que los
crea
la mente durante periodos de meditación intensa.

Si los estigmas son producto de la autosugestión, el control que la mente tiene sobre el cuerpo holográfico debe de ser todavía más amplio. Al igual que las heridas de Mohotty, los estigmas se pueden curar a una velocidad desconcertante. La capacidad que mostraban algunos estigmatizados para desarrollar protuberancias similares a los clavos en mitad de sus heridas pone más de manifiesto aún la casi ilimitada plasticidad del cuerpo. Por otra parte, san Francisco fue el primero en mostrar ese fenómeno. Como escribió Tomás de Celano, testigo de los estigmas de san Francisco y biógrafo suyo, «sus manos y pies parecían estar atravesados en la mitad por clavos. Estas marcas eran redondas en la cara interna de las manos y alargadas en el otro lado, y se veían ciertos trozos pequeños de carne como los extremos de clavos doblados y clavados hacia atrás, proyectándose desde el resto de la carne».
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San Buenaventura, otro contemporáneo de san Francisco, también contempló los estigmas del santo y dijo que los clavos estaban definidos tan claramente que uno podía deslizar un dedo por debajo de ellos y dentro de las heridas. Los clavos de san Francisco, si bien parecían estar formados por carne endurecida y ennegrecida, poseían otra cualidad similar a los clavos. De acuerdo con Tomás de Celano, si se presionaba sobre un clavo por un lado, se proyectaba inmediatamente por el otro, justamente lo que haría un clavo real si se deslizara hacia adelante y hacia atrás por el centro de la mano.

Teresa Neumann, la famosa estigmatizada bávara que murió en 1962, tuvo también protuberancias similares a los clavos. Como las de san Francisco, estaban formadas aparentemente por piel endurecida. Varios médicos las examinaron a conciencia y descubrieron que eran estructuras que le atravesaban completamente las manos y los pies. A diferencia de las heridas de san Francisco, que estaban continuamente abiertas, las heridas de Neumann sólo se abrían periódicamente y en cuanto dejaban de sangrar, enseguida se formaba un tejido blando y membranoso sobre ellas.

Otros estigmatizados presentaron asimismo profundas alteraciones en sus cuerpos. El padre Pío, el famoso estigmatizado italiano que murió en 1968, tenía heridas de los estigmas que le atravesaban las manos completamente. Una herida que tenía en el costado era tan profunda que los médicos que la examinaron temían medirla por miedo a dañar sus órganos internos. La venerable Giovanna María Solimani, una estigmatizada italiana del siglo XVIII, tenía heridas en las manos lo bastante profundas como para sostener una llave en su interior. Sus heridas, como las de todos los estigmatizados, jamás se pudrían, ni se infectaban, ni se inflamaban siquiera. Y otra estigmatizada dieciochesca, santa Verónica Giuliani, abadesa de un convento en Cittá di Castello en Umbría, Italia, tenía una gran herida en el costado que
se abría y cerraba cuando se lo mandaban
.

Imágenes que se proyectan fuera del cerebro

El modelo holográfico ha despertado el interés de investigadores de la Unión Soviética; dos psicólogos soviéticos, los doctores Alexander P. Dubrov y Veniamin N. Pushkin, han escrito extensamente sobre él. Creen que la capacidad de procesamiento de frecuencias por parte del cerebro no prueba en sí misma ni por sí misma la naturaleza holográfica de las imágenes y pensamientos de la mente humana. No obstante, apuntan lo que podría constituir dicha prueba. En su opinión, si se pudiera encontrar un ejemplo en el cual el cerebro proyectase una imagen fuera de sí mismo, quedaría demostrada de manera convincente la naturaleza holográfica de la mente. O, por utilizar sus propias palabras, «una prueba directa de la existencia de hologramas cerebrales sería el registro directo de proyecciones de estructuras psicofísicas fuera de los límites del cerebro».
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De hecho, santa Verónica Giuliani nos proporciona esa prueba, según parece. Durante sus últimos años de vida, estaba convencida de que tenía estampadas en el corazón las imágenes de la Pasión. Hizo dibujos de las mismas y anotó incluso dónde estaban situadas. Cuando murió, la autopsia reveló que los símbolos estaban impresos verdaderamente en su corazón, exactamente como ella lo había descrito. Los dos médicos que llevaron a cabo la autopsia firmaron declaraciones juradas atestiguando lo que habían descubierto.
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Otros estigmatizados han tenido experiencias similares. Santa Teresa de Ávila tuvo una visión en la que un ángel le atravesó el corazón con una espada y cuando murió se le encontró una profunda fisura en el corazón. Hoy, su corazón, con la herida de la espada milagrosa claramente visible todavía, está expuesto como reliquia en Alba de Tormes, España.
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Una estigmatizada francesa del siglo XIX, llamada Marie-Julie Jahenny, no dejaba de ver una imagen de una flor en su mente y, al final, le apareció sobre el pecho una imagen de una flor y permaneció ahí durante veinte años.
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Ese don tampoco es exclusivo de los estigmatizados. En 1913, una niña de 12 años de un pueblo francés llamado Bussus-Bus-Suel, en las cercanías de Abbeville, Francia, ocupó los titulares de los periódicos cuando se descubrió que podía mandar conscientemente que le aparecieran imágenes (de perros y caballos, por ejemplo) en los brazos, piernas y hombros. También podía crear palabras, y cuando alguien le hacía una pregunta, la respuesta le aparecía instantáneamente sobre la piel.
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Esas manifestaciones constituyen seguramente ejemplos de proyección de estructuras psicofísicas fuera del cerebro. De hecho, los estigmas (y en especial los que están acompañados de protuberancias de carne a modo de clavos) constituyen en cierto modo ejemplos de que el cerebro proyecta imágenes fuera de sí mismo y las graba en el barro blando del cuerpo holográfico. El doctor Michael Grosso, un filósofo del Jersey City State College que ha escrito largo y tendido sobre el tema de los milagros, ha llegado también a esta conclusión. Grosso, que viajó a Italia para estudiar de primera mano los estigmas del padre Pío, declara lo siguiente: «Al intentar analizar al padre Pío, una de las categorías consiste en decir que tenía el don de transformar simbólicamente la realidad física. En otras palabras: el nivel de consciencia en el que estaba actuando le capacitaba para transformar la realidad física a la luz de ciertas ideas simbólicas. Por ejemplo, se identificaba con las heridas de la crucifixión y su cuerpo se hizo permeable a esos símbolos físicos cuya forma adoptó gradualmente».
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Así pues, parece que el cerebro, mediante la utilización de imágenes, puede decir al cuerpo lo que tiene que hacer, entre otras cosas, que fabrique más imágenes. Imágenes que hacen imágenes. Dos espejos que se reflejan el uno al otro infinitamente. Ésa es la naturaleza de la relación mente/cuerpo en un universo holográfico.

Leyes conocidas y leyes desconocidas

Al iniciar el capítulo dije que, en vez de examinar los diversos mecanismos que utiliza la mente para controlar el cuerpo, dedicaría las páginas principalmente a analizar el alcance de ese control. Al hacerlo, no pretendía negar, ni disminuir, la importancia de dichos mecanismos. Son cruciales para comprender la relación mente/cuerpo. Y, al parecer, cada día se hacen nuevos descubrimientos en este campo.

Por ejemplo, en una conferencia sobre psiconeuroinmunología —una ciencia que estudia la forma en que interactúan la mente (psico), el sistema nervioso (neuro) y el sistema inmunitario—, Candace Pert, jefa del departamento de Bioquímica del Cerebro del National Institute of Mental Health, anunció que las células inmunológicas tienen receptores de neuropéptidos. Los neuropéptidos son las moléculas que el cerebro utiliza para comunicar, los telegramas del cerebro, si se quiere. Hubo un tiempo en que se creía que sólo había neuropéptidos en el cerebro. Pero la existencia de receptores (los que reciben los telegramas) en las células del sistema inmunológico significa que dicho sistema no es independiente del cerebro, sino que es una extensión del mismo. También se han encontrado neuropéptidos en otras partes del cuerpo, lo cual lleva a la doctora Pert a admitir que ya no puede decir dónde termina el cerebro y dónde empieza el cuerpo.
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He excluido esos pormenores no sólo porque me parecía que examinar hasta dónde puede la mente conformar y controlar el cuerpo venía más a propósito de lo que estamos discutiendo, sino también porque los procesos biológicos causantes de las interacciones mente/cuerpo constituyen un tema demasiado amplio para este libro. Al principio del apartado dedicado a los milagros, afirmé que no había ninguna razón evidente para creer que la regeneración del hueso de Michelli no pudiera ser explicada con arreglo a nuestra interpretación actual de la física. Pero esto no es tan cierto en lo relativo a los estigmas. Tampoco parece muy cierto en relación con los diversos fenómenos paranormales que han contado a lo largo de la historia personas creíbles y en los últimos tiempos biólogos, físicos y otros investigadores.

En este capítulo hemos visto las cosas tan asombrosas que puede hacer la mente, cosas que, aunque no se entienden del todo, no parecen violar ninguna ley física conocida. En el siguiente capítulo veremos otras cosas que la mente puede hacer pero que no se pueden explicar con arreglo a los conocimientos científicos actuales. Como veremos, la idea holográfica también puede arrojar luz sobre esas áreas. Aventurarnos en esos territorios implicará adentrarnos alguna vez en lo que, en principio, podría parecer un terreno movedizo; implicará asimismo explicar fenómenos aún más desconcertantes e increíbles que la rápida curación de las heridas de Mohotty o las imágenes grabadas en el corazón de santa Verónica Giuliani. No obstante, veremos de nuevo que la ciencia también está empezando a hacer incursiones en esos campos, a pesar de su carácter amedrentador.

Los microsistemas de acupuntura y el hombrecito de la oreja

Antes de acabar, veamos un último indicio de la naturaleza holográfica del cuerpo que merece ser mencionado. El antiguo arte chino de la acupuntura se basa en la idea de que todos los órganos y todos los huesos del cuerpo están conectados con puntos específicos de la superficie corporal. Se cree que activando esos puntos de acupuntura, tanto con agujas como con otras formas de estimulación, se pueden aliviar e incluso curar las dolencias y los desequilibrios que afectan a las partes del cuerpo asociadas con esos puntos. En la superficie del cuerpo hay más de mil puntos de acupuntura organizados en líneas imaginarias llamadas «meridianos». La acupuntura, aunque todavía es un tema polémico, está ganando aceptación en la comunidad médica e incluso se ha utilizado con éxito para tratar el dolor crónico en el lomo de los caballos de carreras.

En 1957, un médico acupuntor francés llamado Paul Nogier publicó un libro titulado
Introducción práctica a la auriculoterapia
, en el que anunciaba el descubrimiento de la existencia de dos sistemas menores de acupuntura en ambas orejas, además del sistema de acupuntura principal. Los denominó «microsistemas de acupuntura», y observaba que si se juega con ellos a una especie de «conecta los puntos», formaban un plano anatómico de un ser humano en miniatura, en posición invertida como un feto. Aunque Nogier no lo sabía, los chinos habían descubierto al «hombrecito de la oreja» casi cuatro mil años antes, pero no se publicó un mapa del sistema auricular chino hasta después de que Nogier ya hubiera reivindicado la idea.

El hombrecito de la oreja no es sólo una nota graciosa en la historia de la acupuntura. El doctor Terry Oleson, un psicobiólogo de la Pain Management Clinic de la Facultad de Medicina de la Universidad de California, en Los Ángeles, ha descubierto que se puede utilizar el microsistema auricular para diagnosticar acertadamente lo que ocurre en el cuerpo. Oleson ha descubierto, por ejemplo, que un aumento en la actividad eléctrica en uno de los puntos de acupuntura de la oreja indica generalmente una dolencia patológica (tanto presente como pasada) en la zona correspondiente del cuerpo. En un estudio se examinó a cuarenta pacientes para determinar en qué zonas de su cuerpo sentían un dolor crónico. Después del examen, se envolvió a cada paciente en una sábana para ocultar cualquier problema visible. A continuación, un acupuntor que no conocía los resultados les examinó únicamente las orejas. Cuando se compararon los resultados, se vio que los exámenes de las orejas concordaban con los diagnósticos médicos establecidos el 75,2 por ciento de las veces.
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