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Authors: Michael Talbot

Tags: #Autoayuda, Ciencia, Ensayo

El Universo holográfico (33 page)

De hecho, la capacidad de «ver» una enfermedad —tanto si implica ver el interior del cuerpo realmente, como si la enfermedad se ve representada como una especie de holograma metafórico, como una imagen tridimensional de una criatura demoníaca y repulsiva que está dentro del cuerpo o cerca de él— es universal en las tradiciones chamanísticas. Pero con independencia de la cultura en la que esté presente, las consecuencias de la visión interna son siempre las mismas. El cuerpo es una construcción de energía que quizá no es tan esencial en última instancia como el campo de energía que lo envuelve.

El campo de energía como plano cósmico

La idea de que el cuerpo físico es sólo otro nivel de densidad dentro del campo de energía humano y, en sí mismo, una especie de holograma surgido de los patrones de interferencia del aura puede explicar tanto los extraordinarios poderes curativos de la mente como el enorme control que la mente tiene sobre el cuerpo en general. Muchos psíquicos creen que la enfermedad se origina en realidad en el campo de energía, ya que puede aparecer en él semanas y hasta meses antes de que aparezca en el cuerpo. Esto indica que el campo es más primario que el cuerpo físico, en cierto modo, y que funciona como una especie de plano del que el cuerpo obtiene sus claves estructurales. Dicho de otra forma: puede que el campo de energía sea la versión que tiene el cuerpo de un orden implicado.

Esto puede explicar la conclusión a la que llegaron Achterberg y Siegel de que los pacientes «imaginan» su enfermedad muchos meses antes de que se manifieste en sus cuerpos. De momento, la ciencia médica no puede explicar que una imagen mental cree una enfermedad real. Pero, como hemos visto anteriormente, las ideas que destacan en nuestros pensamientos aparecen rápidamente en el campo de energía en forma de imágenes. Si el campo de energía es el plano que guía y moldea el cuerpo, es probable que cuando imaginamos una enfermedad, aunque sea inconscientemente, y reafirmamos repetidamente su presencia en el campo de energía, estamos programando efectivamente el cuerpo para que la manifieste. De manera similar, esa misma vinculación dinámica entre las imágenes mentales, el campo de energía y el cuerpo físico podría ser una de las razones que explica que las imágenes y la visualización también puedan curar el cuerpo. Puede ayudar incluso a explicar por qué la fe y la meditación sobre imágenes religiosas permite a los estigmatizados desarrollar protuberancias carnosas similares a clavos en las manos. Si bien la interpretación científica actual no puede explicar esa capacidad biológica, la oración y la meditación constantes pueden hacer que las imágenes lleguen a grabarse de tal modo en el campo de energía, que con su repetición constante acaben por tomar forma en el cuerpo.

Un investigador que cree que el que moldea el cuerpo es el campo de energía y no al revés es Richard Gerber, un médico de Detroit que ha pasado los últimos veinte años investigando las repercusiones médicas de los campos sutiles de energía del cuerpo. En su opinión, «el cuerpo etéreo es una pauta holográfica de energía… que guía el crecimiento y el desarrollo del cuerpo físico».
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Gerber cree que las distintas capas que algunos psíquicos ven en el aura son también un factor en la relación dinámica que existe entre el pensamiento, el campo de energía y el cuerpo físico. A su juicio, así como el cuerpo físico está subordinado al cuerpo etéreo, éste está subordinado al cuerpo astral/emocional y éste, al cuerpo mental, etcétera, y cada cuerpo sirve de plantilla para el cuerpo anterior. De este modo, cuanto más sutil sea la capa del campo de energía en donde se manifieste una imagen o un pensamiento, mayor será la capacidad para curar y reconstituir el cuerpo. «Dado que el cuerpo mental suministra energía al cuerpo astral/emocional, que se canaliza hacia los cuerpos etéreo y físico, la curación de una persona desde el nivel mental es más potente y tiene resultados más duraderos que la curación desde el nivel astral o desde el nivel etéreo».
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El físico Tiller está de acuerdo: «Los pensamientos que uno crea generan pautas en el nivel mental de la naturaleza. Así, vemos que la enfermedad se manifiesta de hecho al final desde las pautas mentales alteradas por el efecto
ratchet
, primero causa efectos en el nivel etéreo y, finalmente, en el nivel físico [donde] la vemos abiertamente como enfermedad». Tiller cree que el motivo de que las enfermedades a menudo sean recurrentes es que la medicina actual trata solamente el nivel físico. A su juicio, si los médicos pudieran tratar también el campo de energía, sus curaciones serían más duraderas. Y afirma que, hasta entonces, muchos tratamientos, «no serán permanentes porque no hemos alterado el holograma básico en los niveles mentales y espirituales».
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En una amplia especulación, Tiller insinúa que el propio universo empezó siendo un campo de energía sutil y se fue volviendo denso y material gradualmente a través de un efecto
ratchet
similar. Como él lo ve, puede ser que Dios creara el universo como un patrón divino o una idea divina. Ese patrón divino, como la imagen que un psíquico ve flotando en el campo de energía humano, sirvió de plano para configurar y moldear niveles cada vez menos sutiles del campo de energía cósmica, «descendiendo a través de una serie de hologramas» hasta que se fundió al final en un holograma de un universo físico.
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En caso de ser verdad, esto sugiere que el cuerpo humano es holográfico de otra manera, pues cada uno de nosotros sería verdaderamente un universo en miniatura. Además, si nuestros pensamientos pueden hacer que se formen imágenes holográficas fantasmales no sólo en nuestros propios campos de energía, sino también en los planos sutiles de energía de la propia realidad, se explicaría que la mente humana sea capaz de hacer algunos de los milagros que hemos examinado en el capítulo anterior. Se explicaría también la sincronicidad o el modo en que los procesos y las imágenes de las profundidades más recónditas de la psique se las arreglan para tomar forma en la realidad externa. Por otra parte, puede que nuestros pensamientos estén influyendo constantemente en los niveles sutiles de energía del universo holográfico, pero sólo los pensamientos que tienen una intensa carga emocional, como los que acompañan los momentos de crisis y transformación —la clase de acontecimientos que parecen generar sincronicidades—, son lo bastante potentes como para manifestarse en la realidad física como una serie de coincidencias.

Una realidad participativa

Naturalmente, esos procesos no están supeditados a la disposición en capas rígidamente definidas de los campos sutiles de energía del universo. También podrían funcionar si dichos campos formaran un continuo uniforme. De hecho, dado lo sensibles que son con respecto a nuestros pensamientos, debemos tener mucho cuidado cuando intentemos hacernos una idea sobre su organización y estructura. En realidad, lo que creamos de ellos puede ayudar a crear y a configurar su estructura.

Tal vez por eso los psíquicos discrepan sobre si el campo de energía humano está dividido en capas o no. Quizá los psíquicos que creen que hay capas claramente definidas estén provocando que el campo de energía se forme a sí mismo en capas. También puede que participe en el proceso la persona cuyo campo de energía esté siendo observado. Brennan es muy franca sobre esta cuestión y observa que cuanto mejor entiende su cliente la diferencia que existe entre las capas, más claras y definidas se hacen las capas de su campo de energía. Admite que la estructura que ve en el campo de energía es sólo un sistema y que otros han dado con otros sistemas. Por ejemplo, los autores de los tantras (una colección de textos yóguicos hindúes escritos durante los siglos IV al VI después de Cristo) percibían solamente tres capas en el campo de energía.

Hay pruebas de que las estructuras que los clarividentes crean inadvertidamente en el campo de energía pueden tener una vida extraordinariamente larga. Durante siglos, los antiguos hindúes creían que cada chakra tenía una letra sánscrita escrita en el centro. El investigador japonés Hiroshi Motoyama, psicólogo clínico que ha desarrollado con éxito una técnica para medir la presencia eléctrica de los chakras, dice que en un principio se interesó por ellos porque su madre, una mujer sencilla con un don natural de clarividencia, podía verlos claramente. Sin embargo, durante años se quedaba perpleja porque veía lo que parecía un velero invertido en el chakra del corazón. Hasta que Motoyama empezó a investigar, no descubrió que lo que su madre veía era la letra sánscrita
yam
, la misma que veían los antiguos hindúes en el chakra del corazón.
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Algunos psíquicos, como Dryer, dicen que también ven letras sánscritas en los chakras. Otros no. La única explicación parece ser que los psíquicos que las ven están sintonizando con las estructuras holográficas que impusieron hace mucho tiempo las creencias de los antiguos hindúes sobre el campo de energía.

Esta idea puede parecer extraña a primera vista, aunque tiene un precedente. Como hemos visto, uno de los principios básicos de la física cuántica es que no descubrimos la realidad, sino que participamos en su creación. Puede ser que a medida que ahondamos en los niveles de realidad más allá del átomo, niveles en los que residen las energías sutiles del aura humana según parece, se acentúa aún más la naturaleza participativa de la realidad. Por tanto, debemos ser extremadamente cuidadosos al decir que hemos descubierto una estructura o un modelo particular en el campo de energía humano, porque a lo mejor en realidad hemos creado lo que hemos encontrado.

La mente y el campo de energía humano

Es significativo que el examen del campo de energía humano conduzca precisamente a la misma conclusión a la que llegó Pribram tras descubrir que el cerebro convierte el significado sensorial en un lenguaje de frecuencias. Esto es, que tenemos dos realidades: una en la que parece que nuestro cuerpo es concreto y posee una posición precisa en el espacio y en el tiempo, y otra en la que parece que nuestro verdadero ser existe primariamente como una nube reluciente de energía cuya localización última en el espacio es un tanto ambigua. Esta conclusión trae consigo algunas preguntas profundas. Una es: ¿qué pasa con la mente? Nos han enseñado que la mente es fruto del cerebro; ahora bien, si el cerebro y el cuerpo físico son sólo hologramas, o la parte más densa de un continuo de campos de energía cada vez más sutiles, ¿qué nos dice todo eso de la mente? La investigación sobre el campo de energía humano nos ofrece una respuesta.

Recientemente, un descubrimiento de los neurofisiólogos Benjamin Libet y Bertram Feinstein en el hospital Monte Sion de San Francisco ha suscitado un gran interés en la comunidad científica. Libet y Feinstein midieron el tiempo que tardó un estímulo del tacto de la piel de un paciente en llegar al cerebro como señal eléctrica. Al paciente le pidieron asimismo que apretara un botón cuando se diera cuenta de que le tocaban. Descubrieron que el cerebro registraba el estímulo una diezmilésima de segundo después de que ocurriera, mientras que el paciente tocaba el botón una décima de segundo después de que le aplicaran el estímulo.

No obstante, es de resaltar que el paciente no dijera que era consciente del estímulo o de que apretaba el botón
durante casi medio segundo
. Lo que significa que el inconsciente del paciente era el que tomaba la decisión de responder. La consciencia de la acción por parte del paciente fue el más lento de la carrera. Más preocupante aún fue que ninguno de los pacientes de las pruebas de Libet y Feinstein se dio cuenta de que el inconsciente les había hecho apretar el botón antes de que ellos decidieran hacerlo conscientemente. De algún modo, el cerebro creaba el engaño reconfortante de que habían controlado la acción conscientemente aun cuando no lo habían hecho.
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Esto llevó a algunos investigadores a preguntarse si la libre voluntad es una ilusión. Estudios posteriores han demostrado que un segundo y medio antes de que «decidamos» mover un músculo, como levantar un dedo, el cerebro ya ha empezado a generar las señales necesarias para llevar a cabo el movimiento.
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Entonces, ¿quién toma la decisión, la mente consciente o el inconsciente?

Hunt mejora esos descubrimientos. Ha averiguado que el campo de energía humano responde a los estímulos antes que el cerebro. Ha hecho electromiogramas del campo de energía y electroencefalogramas del cerebro simultáneamente y ha descubierto que cuando hay un sonido fuerte o un destello de una luz brillante, el electromiograma del campo de energía registra el estímulo antes de que aparezca siquiera en el electroencefalograma. ¿Qué significa esto? En su opinión, «quizá hemos sobrevalorado el cerebro como elemento activo en la relación del ser humano con el mundo. El cerebro es sólo un buen ordenador real. Ahora bien, los aspectos de la mente que tienen que ver con la creatividad, la imaginación, la espiritualidad y todas esas cosas, no los veo en el cerebro en absoluto. La mente no está en el cerebro. Está en ese dichoso campo».
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Dryer también se ha dado cuenta de que el campo de energía responde antes de que la persona registre una respuesta conscientemente. En consecuencia, en vez de intentar juzgar las reacciones de sus clientes contemplando la expresión del rostro, mantiene los ojos cerrados y ve cómo reacciona el campo de energía. «Mientras hablo, veo cómo cambian los colores de su campo de energía. Veo cómo se sienten por lo que digo sin tener que preguntarles. Por ejemplo, si su campo se vuelve nebuloso, sé que no están entendiendo lo que les estoy diciendo», afirma.
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Si la mente no está en el cerebro sino en el campo de energía que impregna tanto el cerebro como el cuerpo físico, se explicaría por qué psíquicos como Dryer ven en el campo una parte tan grande del contenido de la psique de una persona. También se explicaría cómo se las arregló mi bazo, un órgano que no se asocia con el pensamiento normalmente, para tener su propia forma de inteligencia rudimentaria. De hecho, si la mente está en el campo, tal vez es posible que la consciencia, la parte de nosotros que piensa y siente, no esté limitada siquiera al cuerpo físico; como veremos después, también hay muchos indicios que sustentan esta idea.

Pero antes debemos dirigir la atención hacia otro asunto. La solidez del cuerpo no es lo único ilusorio en un universo holográfico. Como hemos visto, Bohm cree que ni siquiera el tiempo es absoluto, sino que se desenvuelve del orden implicado, lo cual indica que la división lineal del tiempo en pasado, presente y futuro es asimismo un invento más. En el capítulo siguiente, examinaremos los datos que respaldan esta idea, así como sus ramificaciones en nuestras vidas, en el aquí y ahora.

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