Excesión (39 page)

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Authors: Iain M. Banks

Tags: #Ciencia Ficción

La cifra que la
Ángel bostezante
estaba temiendo rozaría los doscientos treinta y tres, si la
Servicio durmiente
también había llenado el espacio de ingeniería con motores.

El tono de la
Visión caritativa
había pasado ya de la confusión al asombro y de este a la incredulidad. Ahora, sencillamente, estaba enfadada. La
Servicio durmiente
estaba alcanzando la marca de los doscientos quince kiloaños luz y no parecía estar dispuesta a detenerse. La superrápida tendría que abandonar la persecución dentro de poco. Solicitó instrucciones.

La
Ángel bostezante
, que seguía acelerando a toda potencia, decidida a seguir a la otra nave mientras le fuera posible o hasta que se viera obligada a abandonar, le dijo a su nave hija que no excediera sus parámetros normales, que no se arriesgara a sufrir daños.

La
Servicio durmiente
continuó acelerando. La superrápida
Visión caritativa
abandonó la persecución a los doscientos veinte. Se acomodó en unos menos frenéticos doscientos sin dejar de perder distancia. Pero a pesar de todo seguía siendo una velocidad que no podría mantener más que unas pocas horas.

La
Ángel bostezante
abandonó la esperanza a la una cuarenta y seis.

Finalmente, la
Servicio durmiente
alcanzó su velocidad de crucero a las dos treinta y tres y media y desapareció en las profundidades del espacio galáctico. La superrápida informó de ello pero, a juzgar por su tono, parecía que no terminaba de creérselo.

Mientras la
Ángel bostezante
observaba cómo se perdía el otro VGS en la eterna noche de las estrellas, la embargó una sensación de desesperanza, de derrota.

Ahora que sabía que se había librado de sus perseguidores, la
Servicio durmiente
estaba empezando a virar ligeramente. Sin duda era el primero de los muchos virajes y cambios de trayectoria que describiría para tratar de ocultar su objetivo, asumiendo que tuviera otro objetivo aparte de sacar de sus casillas a la nave... Por alguna razón, la
Ángel bostezante
tenía la sospecha de que la Excéntrica nave que había estado vigilando –hasta ahora– tenía un objetivo definido; un lugar, una posición a la que se dirigía.

Doscientas treinta y tres veces la velocidad de la luz. Joder con la puta madre que la parió. La
Ángel bostezante
pensaba que había algo casi vulgar en una velocidad como aquella. ¿
Adónde
demonios se dirigía? ¿A
Andrómeda
?

Trazó un cono de probabilidad de trayectorias en el modelo de la galaxia que había en su mente.

Se suponía que todo dependía de lo enrevesada que estuviera siendo la
Servicio durmiente,
pero todo apuntaba a que podía estar dirigiéndose al Remolino Foliar Superior. Si era así, estaría allí dentro de tres semanas.

La
Ángel bostezante
envió una señal. Mirando las cosas desde el lado positivo, al menos la nave ya no era problema suyo.

El avatar Amorphia –con los brazos cruzados y las pequeñas manos cubiertas de negro cogidas a los huesudos codos– tenía la mirada clavada en la pantalla del otro lado de la sala. Mostraba una vista compensada y enormemente magnificada del hiperespacio.

Mirar aquella pantalla era como contemplar un planeta desde lo alto. Muy por debajo había una capa de brillante neblina que representaba la red de energía. En lo alto había una capa idéntica de nubes brillantes. El tejido del espacio real se extendía entre estas dos, una capa bidimensional, un sencillo plano transparente que el VGS estaba recorriendo como una bobina a través de un telar infinito. Lejos, muy lejos, el puntito diminuto que era la superrápida seguía menguando. También había estado subiendo y bajando por el tejido, en una onda sinusoidal cuya longitud se medía en minutos luz, pero ya había dejado de oscilar y se había detenido en el nivel inferior del hiperespacio.

La magnificación aumentó de un salto. La superrápida era ahora un punto más grande, pero seguía perdiendo distancia. Otro punto de luz, que también había seguido una trayectoria oscilante y que ahora había pasado a ser recta, situado aún más atrás, era el VGS que los perseguía. La estrella del sistema de Dreve era un punto brillante situado aún más allá, estacionario en el tejido.

La
Servicio durmiente
alcanzó su máxima velocidad y dejó de oscilar entre las regiones del hiperespacio. Se mantuvo en el mayor de los dos infinitos, el Ultraespacio. Las otras dos naves hicieron lo mismo, tras incrementar ligeramente su velocidad durante un breve período de tiempo. Un purista habría llamado al lugar en el que se encontraban ahora Ultraespacio uno positivo, pero como nadie había podido nunca acceder al Ultraespacio uno negativo –ni al Infraespacio uno positivo, por cierto– la distinción era redundante, e incluso un poco pedante. O lo había sido hasta ahora. Todo eso podía cambiar, si la Excesión era capaz de dar lo que parecía prometer.

Amorphia aspiró hondo y soltó el aire con lentitud.

La vista se apagó y la pantalla desapareció.

El avatar se volvió hacia la mujer, Dajeil Gelian, y al ave negra, Gravious. Se encontraban en una zona recreativa de la UGC clase Cordillera
Perspectiva amarga
, alojada en una bodega de uno de los compartimientos de la zona intermedia superior de la
Servicio durmiente
. El salón era un modelo estándar de la sección de Contacto: engañosamente espacioso, elegantemente confortable, decorado con plantas y con iluminación indirecta.

La nave iba a ser el hogar de la mujer durante el resto del viaje: un bote salvavidas preparado para abandonar la nave nodriza y llevarla a lugar seguro a la menor señal de peligro. Ella estaba sentada en un reclinatorio de color blanco, vestida con un largo traje rojo, con el rostro en calma pero los ojos muy abiertos, una mano apoyada en su hinchado vientre y el ave negra posada en un brazo del asiento, cerca de la otra

El avatar le sonrió.

–Bueno –dijo. Miró a su alrededor de forma ostentosa–. Al fin solos. –Se rió sin demasiadas ganas y entonces miró al pájaro y su sonrisa desapareció–. Cosa que tú –dijo–, vas a dejar de estar.

Gravious se irguió bruscamente y estiró el cuello.


¿Qué?
–preguntó. Gelian puso cara de sorpresa y luego de preocupación.

Amorphia miró de soslayo a un lado. Un pequeño aparato parecido a una pluma estilográfica peluda flotaba en la sombra de un arbolillo. Se acercó al pájaro, quien se apartó y se apartó del pequeño y silencioso misil hasta que, con el negro pico a escasos centímetros del morro cónico de la diminuta y compleja máquina, estuvo a punto de caer del sillón.

–Es un misil explorador, pájaro –le dijo Amorphia–. No dejes que te confunda su engañoso título. Si llegas tan siquiera a pensar en cometer otra traición, te reducirá a gas candente. Haz lo que te digo y no trates de librarte de él. Llevas dentro un nanotrazador que le permite seguirte. A estas alturas ya debe de haber reemplazado el tejido original.


¿Qué?
–volvió a graznar el ave, levantando y apartando la cabeza.

–Si quieres quitártelo –continuó Amorphia con voz melosa–, puedes hacerlo, por supuesto. Lo encontrarás en tu corazón. Válvula primaria de la aorta.

El pájaro profirió un chillido y, batiendo las alas vigorosamente, alzó el vuelo en vertical. Dajeil se encogió y se tapó la cara con las manos. Gravious viró en el aire y se dirigió al pasillo más próximo. Amorphia contempló su marcha con ojos fríos y entrecerrados. Dajeil se puso las dos manos en el abdomen. Tragó saliva. Algo negro pasó delante de su cara y lo recogió con la mano. Una pluma.

–Lo siento –dijo Amorphia.

–¿De qué... de qué estabais hablando? –preguntó Gelian.

Amorphia se encogió de hombros.

–El pájaro es un espía –dijo sin entonación alguna–. Lo ha sido desde el principio. Envía sus informes al exterior codificándolos en una bacteria y depositándola en los cuerpos de la gente que está a punto de despertar. Hace veinte años que lo sé, pero le he dejado seguir haciéndolo, aunque controlaba cada uno de sus mensajes. Nunca se le ha permitido averiguar nada que pudiera representar una amenaza. Su último mensaje fue el único que he alterado. Ha contribuido a facilitar nuestra fuga de la
Ángel bostezante
. –Sonrió con una malicia casi infantil–. No puede hacer nada más, en realidad. Lo del misil no ha sido más que un castigo. Si te desagrada, puedo quitárselo.

Dajeil estudió los ojos tranquilos y grises de la cadavérica criatura ataviada de negro durante largo rato, casi como si no hubiera oído la pregunta.

–Amorphia –dijo–. Por favor. ¿Qué está pasando? ¿Qué está pasando en realidad?

El avatar de la nave pareció dolido un momento. Apartó la mirada y la dirigió a la planta en la que se había ocultado el misil explorador.

–Pase lo que pase –dijo con torpeza, en tono formal–, recuerda siempre que eres libre de abandonarme cuando quieras. Esta UGC está por completo a tu disposición y ninguna orden o petición mía tendrá efecto alguno sobre sus acciones. –Volvió a mirarla. Sacudió la cabeza pero cuando habló de nuevo, lo hizo con un tono más cálido–. Lo siento Gelian; aún no puedo decirte gran cosa. Nos dirigimos a un lugar cerca de la estrella Esperi. –La criatura titubeó, como si se sintiera insegura, mientras su mirada recorría el suelo y los asientos cercanos–. Porque quiero... –dijo al fin, como si acabara de comprender lo que iba a decir–. Porque allí hay algo que puedo hacer. –Levantó los brazos y volvió a dejarlos caer–. Y entretanto, esperamos a un invitado. O, mejor dicho,
yo
espero a un invitado. Puede que a ti no te apetezca verlo.

–¿Quién? –preguntó la mujer.

–¿No lo has adivinado? –dijo el avatar en voz baja–. Byr Genar-Hofoen.

La mujer bajó la mirada, arrugó lentamente el ceño y la pluma oscura que había cogido se le escurrió entre los dedos.

III

[punto estrecho intermitente, M32, tra. @4.28.867.4406]

º º VGS
Solo llamadas serias

ª ª Excéntrica
Liquídalos más tarde

ºº

¿Lo has oído? ¿Tenía razón sobre Genar-Hofoen o no? ¿No empiezan a concordar los tiempos?

ªª

Sí. Dos tres tres. ¿Qué pretende...? ¿batir un récord? Sí, sí, sí, de acuerdo, estabas en lo cierto sobre el humano. Pero, ¿por qué no has recibido ningún aviso?

ºº

No lo sé. Dos décadas de informes fiables pero completamente aburridos y entonces, justo cuando nos hubiera convenido saber qué pretendía la gran zorra, nuestro enlace de inteligencia se queda mudo. Lo único que se me ocurre es que nuestra mutua amiga... oh, demonios, supongo que ya podemos utilizar su verdadero nombre... que la
Servicio durmiente
descubrió al enlace –no sabemos cuándo– y esperó a tener algo que esconder para empezar a desarticular nuestra estructura de inteligencia.

ªª

Sí, pero, ¿qué está
haciendo?
Creíamos que solo la habían invitado al Grupo por cortesía, ¿no? Y de repente empieza a actuar como un puto misil. ¿Qué está
tramando?

ºº

Esto puede parecer una obviedad, pero podríamos
preguntarlo
.

ªª

Ya se ha intentado. Seguimos esperando.

ºº

Podrías haberlo
dicho
...

ªª

Te pido perdón. ¿Y ahora qué?

ºº

Ahora voy a recibir un montón de mierda del
Brillo acerado
. Discúlpame.

[haz estrecho, M32, tra. @4.28.868.8243]

º º VGS
Solo llamadas serias

ª ª VGS
Brillo acerado

ºº

Nuestra mutua amiga y su obsesión por la velocidad. No será esto lo que esperábamos, ¿verdad? ¿Un acuerdo privado, por casualidad?

ªª

¡No lo es! Estoy hartándome de repetirlo. Debería haber enviado una nota general. No, lo único que queríamos era conocer su punto de vista, tener una visión completamente externa del asunto, no que se presentara en la propia Excesión.

Había formado parte de la Pandilla en el pasado, ya lo sabes. Se lo debíamos, por mucho que se hubiera vuelto Excéntrica.

Si hubiéramos sabido...

Y ahora tenemos otra variable horrenda amenazando nuestros planes.

Si tienes alguna sugerencia útil, estaré encantada de escucharla. Si lo único que puedes hacer es soltar insinuaciones maliciosas, tal vez lo mejor sea que regales los frutos de tu prodigioso ingenio a alguien con el tiempo necesario para dedicarles la atención que sin la menor duda merecen.

[punto estrecho intermitente, M32, tra. @4.28.868.8978]

º º VGS
Solo llamadas serias

ª ª Excéntrica
Liquídalos más tarde

ºº

(archivo de señal adjunto) ¿Qué te había dicho? No sé. Todo esto me parece muy sospechoso.

ªª

Hmm. Yo tampoco sé. Odio decirlo, pero parece sincero. Por supuesto, si me equivoco no me lo echarás en cara nunca, ¿verdad?

ºº

Si, cuando todo esto haya acabado, seguimos en una posición que nos permita a mí otorgar y a ti disfrutar de mi generosidad, estaré infinitamente dispuesto a obsequiarte con mi longanimidad.

ªª

Bueno, podría haberse expresado con más elegancia, pero acepto este cheque moral en blanco con la debida deferencia.

ºº

Voy a llamar a la
Servicio durmiente
. No creo que me haga ningún caso pero a pesar de todo voy a llamar a esa alimaña.

IV

Genar-Hofoen no se llevó la pluma terminal al salir aquella noche y el primer lugar que visitó en Ciudad Nocturna fue una tienda de Tecnológicas Sintrincadas Grada/Ishlorsinami.

La mujer era menuda para ser una Ishy, pensó Genar-Hofoen. No obstante, era mucho más alta que él. Llevaba la típica túnica negra y despedía un olor... a moho. Tomaron asiento en sendas sillas estrechas dentro de una burbuja de negrura. La mujer estaba inclinada sobre una diminuta pantalla plegable que tenía apoyada en las rodillas. Asintió y alargó el cuerpo hacia él. Su mano se extendió junto a su oreja izquierda. Una secuencia de brillantes varillas telescópicas se extendieron desde sus dedos. Cerró los ojos. En la oscuridad, Genar-Hofoen pudo ver que detrás de sus pestañas se encendían y apagaban unas diminutas lucecillas.

La mano de la mujer le tocó la oreja y experimentó un ligero hormigueo. Sintió que su rostro se retorcía.

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