Excesión (37 page)

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Authors: Iain M. Banks

Tags: #Ciencia Ficción

ªª

Mi querida amiga, por supuesto.

ºº

Gracias. Haré la petición de inmediato. Me temo que nos veremos obligados a tratar con aficionados. No obstante, confío en encontrar a un aficionado con el perfil apropiado. Cierta fama podría servirnos a falta de entrenamiento de Circunstancias Especiales ¿Qué se sabe de nuestro camarada contra-conspirador?

ªª

Nada. Puede que esté pasando más tiempo en la Tierra de la DI.

ºº

¿Y la nave y Miseria?

ªª

Llegará dentro de once días y medio.

ºº

Hmmm. Cuatro días después de que podamos llevar a alguien a Grada. Entra dentro de lo posible que la nave esté encaminándose a una situación peligrosa. ¿Es capaz de cuidarse sola?

ªª

Oh, creo que es capaz de dar mucho de sí. El hecho de que sea una Excéntrica no significa que no conozca algunos trucos.

ºº

Confiemos en que estas medidas no sean necesarias.

ªª

Estoy de acuerdo.

II

A cierta escala, un Vehículo General de Sistemas de clase Placa era una construcción sencilla. Contenido en un envoltorio de campos externos, su cuerpo material tenía cuatro kilómetros de grosor. Los últimos mil metros eran casi todo motor, los dos kilómetros intermedios eran espacios de la nave –una estructura cerrada de muelles, hangares y compartimientos, como un sistema de cuevas cubista con muchísimas capas– y los últimos mil metros se dedicaban a espacios habitables, para seres humanos en su mayor parte.

Utilizando estas cifras sencillas, cualquiera podía calcular aproximadamente la velocidad máxima de una nave a partir del kilometraje cúbico de sus motores, el número de naves de un tamaño determinado que podía contener a partir del tamaño de sus hangares y zonas de ingeniería, y el número total de seres humanos que podía alojar sumando simplemente los kilómetros cúbicos dedicados a espacios habitables.

La
Servicio durmiente
había conservado su disposición original interna casi intacta, cosa muy rara en una nave Excéntrica. Normalmente, lo primero que hacían estas naves era reconfigurar drásticamente su forma física y su trazado interno siguiendo los dictados de algún concepto estético privado, una obsesión irresistible o un mero capricho, pero el hecho de que la
Servicio durmiente
hubiera respetado su diseño inicial y simplemente le hubiera añadido un océano y un medio ambiente gaseoso hacía que fuera más o menos fácil evaluar su comportamiento y disposición y llegar a la conclusión de que, a pesar de haberse convertido en Excéntrica, no era propensa a las extravagancias.

Además de estas sencillas estimaciones aritméticas sobre las capacidades de una nave, cuando uno estaba tratando con una nave Excéntrica, siempre era buena idea, por descontado, contar con una pequeña ventaja. Información, para ser más concretos. Una visión interior; un espía.

En su aproximación al sistema Dreve, el VGS de clase Placa
Servicio durmiente
viajaba a su velocidad estándar de crucero de unos cuarenta mil años luz. Ya había anunciado su deseo de detenerse en el sistema interior así que, como cabía esperar, empezó a frenar al atravesar la órbita del planeta más alejado del centro del sistema, situado a una semana luz de la estrella.

La
Ángel bostezante
, el VGS que le seguía el rastro a pocos miles de millones de kilómetros, deceleró al mismo ritmo. La
Ángel bostezante
era otro de tantos VGS que habían accedido a participar en la vigilancia de la
Servicio durmiente
. No era una tarea especialmente costosa (de hecho, ningún VGS sensato hubiera deseado que lo fuera), aunque sí que acarreaba cierto grado de glamour indirecto: proteger a la rareza, dejar que fuera donde quisiera al mismo tiempo que se mantenía la fraternal vigilancia que una nave tan enormemente poderosa y que abrazaba tan excéntrico credo merecía a todas luces. La única cualificación necesaria para participar en la vigilancia de la
Servicio durmiente
era ser fiable y tener la capacidad de seguirla si alguna vez decidía poner pies en polvorosa. En otras palabras, ser más rápida que ella.

La
Ángel bostezante
llevaba casi un año haciendo el trabajo y no lo encontraba complicado. Naturalmente, era un poco molesto no poder trazar el propio rumbo pero, siempre que una tuviera la actitud apropiada y abordara la tarea con la convicción, dominante entre las Mentes de la Cultura, de que la eficiencia era la quintaesencia del universo, podía ser una experiencia extrañamente satisfactoria e incluso liberadora. Los VGS siempre eran requeridos en muchos más lugares de los que podían visitar, de modo que suponía un cierto alivio poder echar la culpa a otro cuando una tenía que frustrar los deseos y las peticiones de muchas otras personas y naves.

Aquella parada en Dreve, por ejemplo, no estaba prevista –La
Servicio durmiente
había trazado un rumbo razonablemente predecible que parecía fijado al menos para el próximo mes– pero ya que se encontraban allí, la
Ángel bostezante
podría descargar unas pocas naves, subir a bordo otras dos y cambiar parte de su personal. Habría tiempo. La
Servicio durmiente
nunca había respondido a la presencia de las naves que le seguían el rastro y tampoco, desde que se convirtiera en Excéntrica, cuarenta años antes, había enviado un itinerario, pero tenía ciertas obligaciones con la gente a la que debía traer de nuevo al mundo de los vivos y siempre anunciaba con antelación el tiempo que iba a pasar en los sistemas que visitaba.

Estaría en Dreve una semana. Un tiempo insólitamente largo. Hasta entonces, nunca se había quedado más de tres días en ningún sitio. La conclusión, según el grupo de naves que se consideraban expertas en el comportamiento de la
Servicio durmiente
, y según lo que el VGS había estado diciendo en sus cada vez más infrecuentes comunicaciones, era que se disponía a desembarcar todo su cargamento. Todos los Almacenados y todas las grandes criaturas marinas, aéreas y nativas de gigantes de gas que había recogido en el transcurso de las últimas décadas serían trasladadas –físicamente, según parecía, en lugar de Desplazadas– a hábitats compatibles.

Dreve era el sistema ideal para hacerlo. Hacía cuatro mil años que pertenecía a la Cultura, contaba con nueve mundos más o menos salvajes y tres Orbitales –brazaletes gigantescos de unos pocos miles de kilómetros de anchura pero de diez millones de kilómetros de diámetro–, que giraban apaciblemente en sus propias y cuidadosamente alineadas órbitas y que albergaban casi setenta millones de almas. Algunas de esas almas eran muy diferentes a los humanos. La tercera parte de cada uno de los Orbitales contenía ecosistemas diseñados para criaturas muy diferentes; uno de ellos, moradores de gigantes gaseosos; otro, seres acostumbrados a atmósferas de metano; y otro, especies de silicona acostumbradas a altas temperaturas. La fauna que la
Servicio durmiente
había recogido en los gigantes gaseosos podría alojarse confortablemente en una subsección del Orbital apropiado y las criaturas marinas y aéreas podrían encontrar acomodo en aquel mundo o en cualquier otro.

Una semana de vacaciones. La
Ángel bostezante
pensaba que eso satisfaría especialmente a la tripulación humana. Una de las muchas cosas insignificantes –aunque significativas y dolorosas– que podían acarrear para un VGS una pérdida de prestigio ante sus iguales era una tasa de reemplazo de la tripulación superior a la habitual, así que cuando la gente había empezado a quejarse por no saber dónde iban a estar la próxima semana y el próximo mes y había decidido mudarse, a pesar de que lo esperaba, para el
Ángel bostezante
había sido una experiencia desoladora; sus protestas no habían servido de nada. Ahora, en cambio, estaba seguro de que una semana entera de estancia en un sistema tan cosmopolita, sofisticado y acogedor convencería a muchos de los que estuvieran vacilando entre la lealtad y las ganas de cambiar de nave de que merecía la pena quedarse a bordo de la vieja
Ángel bostezante
.

La
Servicio durmiente
se había detenido en la trayectoria del Orbital intermedio, una cuarta parte de la órbita por delante de él. Aquella era la posición idónea para distribuir lo más eficazmente posible su cargamento de personas y animales entre los tres mundos. Después de algún tiempo, el Núcleo de Mentes del último de los Orbitales dio su aprobación y la
Servicio durmiente
empezó inmediatamente a prepararse para descargar.

La
Ángel bostezante
observó desde lejos cómo separaba la gran nave sus campos de tracción de la red energética situada bajo el espacio real, desactivaba escáneres primario y delantero, levantaba sus escudos y, en general, llevaba a cabo los numerosos ajustes, grandes y pequeños, que las naves realizaban cuando tenían la intención de quedarse algún tiempo en un sitio. La apariencia externa de la
Servicio durmiente
no varió. Un elipsoide plateado de noventa kilómetros de longitud, sesenta de envergadura y veinte de altura. Sin embargo, al cabo de pocos minutos, empezaron a salir naves menores de la barrera reflectora de campos y se dirigieron a los tres Orbitales con sus cargamentos de personas Almacenadas y criaturas sedadas a bordo.

Todo ello concordaba con los datos que la
Ángel bostezante
había recibido sobre las intenciones del Excéntrico VGS. Hasta el momento todo bien, pues.

Satisfecha, la
Ángel bostezante
siguió flotando en dirección a Teriocre, el Orbital intermedio, que era el que contaba con un medio ambiente gaseoso. Atracó bajo la sección más poblada del Orbital y empezó a organizar el programa de viajes y traslados para sus propios habitantes, junto con una serie de visitas, eventos y fiestas a bordo para dar las gracias a sus anfitriones por su hospitalidad.

Todo estuvo muy tranquilo hasta el segundo día.

Entonces, sin advertencia previa, justo después de que amaneciera sobre la parte del Orbital bajo la que había atracado la
Ángel bostezante
, empezaron a materializarse cuerpos Almacenados y animales gigantes por todo Teriocre.

Personas paralizadas, algunas de ellas ataviadas todavía con los uniformes de los cuadros de los que habían formado parte a bordo de la
Servicio durmiente
aparecieron de repente en el interior de campos deportivos, en playas, en terrazas y calles, en parques, plazas, estadios desiertos y todas las demás instalaciones públicas que el Orbital podía ofrecer. La poca gente que presenció estos sucesos se dio cuenta de que los cuerpos habían sido Desplazados. La aparición de cada uno de ellos fue anunciada por un diminuto punto de luz a la altura de la cintura. Este punto se expandió rápidamente hasta convertirse en una esfera gris de dos metros que, a continuación, estalló y desapareció, dejando tras de sí al Almacenado inmóvil.

Apareció gente sobre la hierba mojada o sentada en los bancos de los parques o desperdigada a centenares sobre el mosaico de las plazas y
piazzas
, como si hubiera acaecido algún terrible desastre o como una exposición escultórica especialmente llamativa. Las máquinas limpiadoras que trabajaban en tales sitios quedaron confundidas, y empezaron a moverse erráticamente entre aquella erupción de obstrucciones nuevas e inesperadas.

En los mares, la superficie se hinchó en cientos de lugares diferentes, respondiendo a la aparición de esferas de agua que eran Desplazadas cuidadosamente debajo de ella. Las criaturas que contenían seguían bajo los efectos de suaves sedantes y se movían con torpeza en sus gigantescas peceras, cada una de las cuales siguió separada del medio circundante unas pocas horas mientras, gradualmente, los campos osmóticos iban ajustando las condiciones de su interior a las del mar que las rodeaba.

En el aire, similares campos gaseosos, mecidos con suavidad por la brisa, rodeaban a bandadas enteras de flotante fauna atmosférica.

Más hacia el interior del Orbital, el medio ambiente gaseoso era testigo de escenas equivalentes de inmigración casi instantánea seguida de una integración gradual.

Los drones de la propia
Ángel bostezante
–sus embajadores en el Orbital– presenciaron un puñado de estas manifestaciones súbitas. Tras un nanosegundo de demora para pedir permiso, el VGS accedió al sistema de vigilancia del Orbital y pudo así contemplar con creciente horror cómo aparecían de la nada cientos, miles, decenas de miles de cuerpos Almacenados por toda la superficie y las ecologías aérea, marina y gaseosa de Teriocre.

La
Ángel bostezante
despertó al instante todos sus sistemas y dirigió su atención a la
Servicio durmiente.

El gran VGS estaba ya en movimiento, girando el morro hacia el exterior del sistema. Los campos de sus motores volvieron a adherirse a la red de energía. Sus escáneres estaban ya activados y el resto de su complejo múltiple de campos estaba reconfigurándose rápidamente para emprender un largo viaje por el espacio profundo.

Se puso en marcha sin demasiada rapidez. Sus Desplazadores recibieron de pronto la orden de
recoger
en lugar de
dejar.
En cuestión de segundos, la flota entera de naves pequeñas, completada su genuina y al mismo tiempo engañosa misión de desembarco, había abandonado el sistema. Solo las naves más alejadas y grandes fueron abandonadas.

La
Ángel bostezante
estaba ya realizando sus propios y frenéticos preparativos para partir tras ella, cerrando la mayoría de sus pasillos de tránsito, Desplazando los drones desde el Orbital, solicitando a toda velocidad los permisos de salida al Núcleo del mundo y elaborando un programa para llevar gente al Orbital en naves menores y subir a otros a bordo antes de que su velocidad fuera demasiado grande.

Sabía que era una pérdida de energía pero a pesar de ello envió un mensaje a la
Servicio durmiente
. Mientras la otra nave aceleraba y se alejaba, la observó con detenimiento.

La
Ángel bostezante
empezó a evaluar, juzgar y calibrar.

Buscaba un dato para poder comparar un aspecto de la realidad que era la nave en fuga con la abstracción que era una ecuación sencilla pero crucial. Si la velocidad de la
Servicio durmiente
podía en algún momento describirse con un valor superior a .54 x ns^2, la
Ángel bostezante
tendría problemas.

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